sábado, 13 de noviembre de 2010

Los primeros 100 días de Santos

Los primeros 100 días de Santos: Un cambio de estilo que recibe apoyo

HERRAMIENTAS
Foto: EFE/MAURICIO DUEÑAS

Con un respaldo a su gestión del 89 por ciento de los colombianos, según una encuesta, el presidente Juan Manuel Santos cumple el lunes los primeros 100 días de gobierno con un notorio cambio de estilo que desvirtúa la creencia de que se trataba de un “clon” de su antecesor Álvaro Uribe.

Santos venció a Antanas Mockus en los comicios de junio y muchos observadores dijeron que era la respuesta natural del país ante la enorme popularidad de Uribe, porque éste era visto como el “delfín” de quien gobernó con mano de hierro desde 2002.

El periodista y economista de 59 años juró al cargo el 7 de agosto, pero desde antes comenzó a dar muestras de independencia al formar su gabinete con varios ministros tecnócratas alejados del “uribismo”.

En el plano internacional, el cambio de gobierno produjo en cuestión de horas noticias que impactaron, principalmente en las relaciones con Ecuador y Venezuela.

Uno de los invitados a la posesión fue el presidente ecuatoriano, Rafael Correa, quien en marzo de 2008 rompió las relaciones con Bogotá por un bombardeo militar colombiano contra la guerrilla de las FARC en la selva de Ecuador.

Tres días después, Santos se reunió en la ciudad de Santa Marta con el presidente de Venezuela, Hugo Chávez. Allí se restablecieron las relaciones, rotas por Caracas en julio por acusaciones de Uribe sobre la supuesta presencia de guerrilleros colombianos en ese país.

La enemistad entre Uribe y Chávez quedó atrás y las aproximaciones de los gobiernos llegan a tal grado que en los últimos días se escucharon declaraciones que no pasaban por la mente de los más optimistas: “El presidente Chávez es mi nuevo mejor amigo”, dijo Santos. Enterado del piropo, la respuesta de Chávez fue: “El presidente Santos también es mi nuevo mejor amigo”.

La enemistad entre Uribe y Chávez quedó atrás y las aproximaciones de los gobiernos llegan a tal grado que en los últimos días se escucharon declaraciones que no pasaban por la mente de los más optimistas: “El presidente Chávez es mi nuevo mejor amigo”, dijo Santos.

La lucha contra la guerrilla en la administración Santos produjo en septiembre el mayor golpe asestado a las FARC en su historia con la muerte de alias “Mono Jojoy” en un bombardeo que no fue cuestionado internacionalmente, como ocurrió en 2008 con el ataque en la selva ecuatoriana.

Una de las novedades más importantes en el escenario interno es la “reconciliación” entre los poderes Ejecutivo y Judicial, que en gran parte del anterior gobierno protagonizaron tensas relaciones.

Según la Corte Suprema, las dificultades comenzaron en 2007 con las investigaciones que vincularon a numerosos congresistas del oficialismo con los grupos paramilitares de ultraderecha, tras lo cual magistrados del tribunal, dirigentes opositores y periodistas empezaron a ser espiados por el servicio secreto.

Santos presentó al Congreso dos proyectos de ley que, en su concepto, son los más importantes para el gobierno por el componente social que tienen: uno de ellos plantea la reparación económica para las víctimas de la violencia y el otro la devolución a sus dueños originales de las tierras ocupadas por grupos armados ilegales en las últimas cuatro décadas.

Para dimensionar la magnitud de las propuestas, Santos ha dicho que quedaría satisfecho si su gobierno solamente deja como legado esas dos obras por la “deuda moral” que tiene el Estado con las víctimas del conflicto armado.

A pesar de la prioridad que el gobierno le ha dado a las iniciativas, las discusiones parlamentarias no han avanzado al ritmo que le gustaría a la Casa de Nariño e incluso se afirma que la razón es que los proyectos no son del agrado del sector del oficialismo que sigue las instrucciones de Uribe.

Sin embargo, dirigentes del Partido Social de Unidad Nacional, la principal fuerza de la coalición de centro-derecha, aseguran que eso no es cierto y que respaldan la agenda social, aunque no permitirán que desde otros partidos de la alianza se critique a Uribe.

El gobierno se diferencia tanto del anterior que incluso Mockus, que en la campaña electoral se refería al hoy presidente como “continuista”, dijo hace poco: “Yo hubiera cuidado más la herencia de Uribe que Santos, pero la ironía de la vida es que Santos no está cuidando la herencia de Uribe como los ‘uribistas’ lo suponían”.

El cambio de estilo en el palacio también se ha visto en el terreno personal, pues de las discusiones acaloradas de Uribe se pasó al tono pausado de Santos, quien, a diferencia de su antecesor, se ha caracterizado por su informalidad, tanto que a menudo se le observa presidiendo reuniones en las cuales es el único que no lleva corbata

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