domingo, 24 de abril de 2011

Cómo hacerse millonario

Cómo hacerse millonario

El presidente ecuatoriano Rafael Correa, quien a través de un plebiscito convocado para el 7 de mayo próximo se apresta a darle un zarpazo final a las libertades en su país, ha puesto en práctica un sistema ideal para hacerse millonario, que resultará infalible cuando, como él dice, le “ meta mano la justicia” y acabe con la prensa “corrupta”, “conspiradora”, “mentirosa”, “amarillista”, “manipuladora” e “ irresponsable”.

Mientras tanto, Correa ha comenzado a demandar a periodistas mostrándose muy sensible en cuanto a su honor y una gran avidez por hacerse rico rápidamente. A los dos autores de un libro sobre los contratos con el Estado por $700 millones que manejaba el hermano de Correa, hecho comprobado, los demandó por $10 millones, porque eso le produjo una “ gran humillación”, “una grave aflicción social, moral y desprestigio” y un “gran sufrimiento, angustia y dolor”. ¿Y por qué no se las agarró con el hermano?

Correa dijo que el juicio lo hizo a título personal, pero utilizó la cadena oficial de radio y TV para cuestionar y criticar a los periodistas autores del libro El Gran Hermano.

Frente a una columna de opinión en que lo hacían responsable por unas acciones de las fuerzas armadas, la consideró una “injuria calumniosa” y reclamó la prisión del autor y tres directivos del diario y una indemnización por daño moral de $80 millones (a ese tren le va a ir mejor que a su hermano Fabricio, el de los contratos).

Correa, como presidente y jefe máximo de las fuerzas armadas no quiere asumir las acciones de éstas; sin embargo, quiere hacer responsables a los dueños de los medios por lo que escribe bajo su firma un ciudadano periodista en uso de su derecho individual a la libertad de expresión.

En esa misma línea de abuso de poder, el mandatario amenazó con un juicio a un ciudadano que le llamó “fascista”, pasando por alto que ese ciudadano ya había sido golpeado en la cabeza, espalda, cuello y abdomen (con efecto en hígado y riñones) por sus custodios. Parece que Correa no sabe que precisamente esos son métodos fascistas.

Por su lado el mandatario insulta continuamente con total impunidad. El resto debe callar, o es demandado, en el mejor de los casos. ¿Qué puede hacer, por ejemplo, un humilde ciudadano agredido por los guardaespaldas?

¿No tiene derecho a sentirse humillada, angustiada o agredida en su prestigio una periodista si por el mero hecho de informar que algunas preguntas del plebiscito puedan ser inconstitucionales si al día siguiente, el presidente de la República opina que: “Cualquier coloradita guapita, porque presenta noticia entonces ya se convirtió en experta constitucional. Esto es una muestra de la corrupción y falta de profesionalismo de nuestra prensa”.

¿Tendrá esa coloradita guapita, corrupta y poco profesional alguna oportunidad de hacerle un juicio por $90 millones a Correa en el Ecuador de hoy?

Y si esta es la situación ahora, lo que será después si Correa gana el plebiscito y le “mete mano’’ a la Justicia y a la prensa.

Los golpes de Humala

Los golpes de Humala

UNO. Cuando el señor Fujimori dio el golpe de 1992, su hija Keiko tenía 16 años. Era menor de edad. Estudiaba en el colegio. Keiko no tramó el golpe ni participó del golpe. Era una adolescente. Es injusto culparla del golpe. A los hijos menores de edad no se les culpa por los errores de sus padres.

DOS. Cuando el señor Fujimori dio el golpe de 1992, el señor Ollanta Humala era oficial del Ejército peruano. Tenía 29 años. Era soldado hacía 10 años. Fujimori dio el golpe con el apoyo del Ejército peruano. El Ejército fue cómplice del golpe. Sin el apoyo del Ejército, el golpe no hubiera sido posible. Humala no era menor de edad cuando Fujimori dio el golpe. Humala estaba a dos meses de cumplir 30 años cuando Fujimori dio el golpe. El señor Humala pudo renunciar al Ejército en protesta por el golpe. No lo hizo. Siguió sirviendo leal y diligentemente al Ejército golpista de Fujimori durante ocho años más. Si Humala fuese un demócrata, hubiese renunciado al Ejército cuando Fujimori dio el golpe.

TRES. A finales del 2000, coludido con su hermano Antauro, el señor Humala lideró una rebelión militar al sur del Perú. Lo que pretendían era capturar el poder. No lo consiguieron. Fue un golpe fallido. Fue un golpe militar a una dictadura que se desplomaba. Si los Humala hubiesen tenido éxito en dicha sublevación, ¿habría democracia ahora en el Perú?

CUATRO. En enero del 2005, el señor Ollanta Humala, desde Seúl, fue el autor intelectual del golpe militar que su hermano Antauro perpetró en el Perú. Dicho golpe había sido anunciado en el panfleto “Ollanta” que se repartía en el Perú. En ese pasquín, que llevaba el nombre de Ollanta Humala, se pedía el derrocamiento del gobierno del señor Toledo y el fusilamiento del presidente Toledo y varios de sus ministros, entre ellos el señor Kuczynski. Ollanta Humala era agregado militar del presidente Toledo en Seúl. Ollanta Humala no podía ignorar que en el Perú su hermano Antauro repartía miles de ejemplares de un libelo venenoso precisamente llamado “Ollanta” (no muchos peruanos se llaman Ollanta) que exigía el golpe sangriento contra el gobierno del señor Toledo y reclamaba “ajusticiar” (léase, asesinar) a varios miembros de ese gobierno. Si Ollanta Humala permitió que su hermano distribuyese aquel periódico inmundo que llevaba el nombre de “Ollanta” y que pedía el golpe contra Toledo, es porque estaba de acuerdo con las barbaridades antidemocráticas que dicho periódico publicaba. Luego de que Antauro Humala capturase una comisaría, matando a cuatro policías y dando vivas a su hermano Ollanta, el propio señor Ollanta Humala declaró desde Seúl que apoyaba la rebelión de su hermano. Allí están las grabaciones en las que, a viva voz, Ollanta Humala aplaude con entusiasmo el golpe militar de su hermano. Ambos pensaban (deliraban) que capturarían el poder de un zarpazo, no importaba si matando policías inocentes. Como a finales del 2000, en enero del 2005 ambos pensaban (deliraban) que llegarían el gobierno a balazos. Si hubiesen tomado violentamente el poder el 2005, ¿habría democracia ahora en el Perú?

CINCO. La señora Keiko Fujimori no ha tramado nunca un golpe militar. El señor Ollanta Humala y su hermano Antauro dieron dos golpes militares en el 2000 y 2005. Ambos resultaron fallidos. Es decir que, además de golpistas, los hermanos Humala son un par de inútiles como golpistas. Si comparamos las credenciales democráticas de la señora Fujimori y del señor Humala, la señora Fujimori no ha dado nunca un golpe militar y el señor Humala ha perpetrado dos golpes fallidos.

SEIS. Los venezolanos que votaron por Hugo Chávez en 1998 lo hicieron a sabiendas de que había encabezado un golpe militar contra Carlos Andrés Pérez en 1992. Chávez era un golpista probado. Si embargo, lo eligieron presidente y no tardó en destruir la democracia venezolana. Los peruanos que voten el próximo 5 de junio por el señor Ollanta Humala estarán votando por un golpista probado no una sino dos veces. Como Chávez, si Humala llega al gobierno no tardará en socavar la democracia e implantar un gobierno autoritario basado en el poder militar.

SIETE. Votar por la señora Fujimori es votar por la salvación de la democracia peruana y por un modelo exitoso de crecimiento económico. Votar por el señor Humala es votar por un golpista probado que dinamitará la democracia y el crecimiento económico. Los verdaderos demócratas no votan por golpistas probados. El señor Ollanta Humala es un golpista probado. Por el bien del Perú, sugiero votar por la señora Keiko Fujimori.

Raúl debilitado

Raúl debilitado

Se suponía que el VI Congreso fortaleciera la figura de Raúl Castro, pero sucede lo contrario. La ceremonia lo ha debilitado. Seleccionar siempre genera enemigos. Todos los deliberadamente excluidos se convierten automáticamente en críticos y adversarios del líder entronizado. Hasta ahora la provisionalidad le generaba a Raúl una calma tensa y silenciosa, como de película de suspense. Ya vimos el final, así que llegó el momento de los juicios amargos.

Lo que ahora se dice en los pasillos del poder es que se trata de un tipo mediocre, rodeado de militares mediocres, que no sabe a dónde va. Lo que sigue forma parte de los comentarios que circulan sotto voce entre los cubanos.

Fidel, oficialmente, se ha retirado del poder para siempre. Se presumía, pero ahora ha quedado totalmente despejada cualquier duda. Eso siempre tiene peso en una dictadura caudillista. Son muchas las personas que eran leales a Fidel, no a la Revolución ni a su hermano. La despedida de Fidel tiene un costo político.

Raúl, en los cinco años que lleva de sustituto, desde el verano de 2006, no ha sido capaz de crear un mecanismo para transmitir la autoridad a las nuevas generaciones. La edad promedio de los miembros del Buró Político surgido del último Congreso del Partido Comunista Cubano es de 69 años. El propio general-presidente está a punto de cumplir 80, pero, en caso de muerte, su sustituto, el señor Machado Ventura, tiene 82. El gran peligro que acecha a la cúpula dirigente no es el imperialismo yanqui sino el volumen de la próstata.

Intentarán aliviar los desastres del colectivismo, sin renunciar a ese disparate, con unas cuantas medidas tomadas del capitalismo. Sin embargo, proponen algo insólito: una dictadura comunista sin subsidios, mitigada por un capitalismo sin mercado. Esa es la cuadratura del círculo. No tiene destino.

El estamento predominante en el nuevo Comité Central son los generales afines a Raúl. Aunque el régimen se disfrace de gobierno comunista, se trata de una dictadura militar con elementos dinásticos subrayados por cierto nepotismo: en el nuevo Comité Central comparecen dos yernos de Raúl. No está, sin embargo, su hijo Alejandro Castro Espín, coronel del Ministerio del Interior y persona extraordinariamente poderosa que mantiene en jaque a la cúpula dirigente con sus constantes auditorías, ayudado por Gladys Bejerano, Contralor General de la nación.

Raúl ha purgado permanentemente a la cúpula dirigente de viejos cuadros, algunos de ellos notoriamente fidelistas: Carlos Lage, Felipe Pérez Roque, Yadira García, Marta Lomas, Juan Contino, Fidel Figueroa, General Rogelio Acevedo, General Pascual Rodríguez Braza, Pedro Sáez, Jorge Luis Sierra. (En esas vendettas cayó el chileno Max Marambio en medio del fuego cruzado).

La exclusión de Abel Prieto (Ministro de Cultura) del Buró Político y del Comité Central es otra prueba de por dónde van los tiros estalinistas. Prieto, junto a Eusebio Leal, era el rostro más humano del régimen. Lo sacrifica porque no va a permitir la menor independencia de criterio en el mundillo de los intelectuales. Quien me hace el comentario agrega un colofón malvado, propio de escritores: “lo malo es que Abel amenaza ahora con regresar a la literatura”.

Raúl no tiene la menor intención de abrir el juego político ni respetar los derechos humanos. Por el contrario, en su discurso ratificó la vieja estrategia represiva de los actos de repudio contra los demócratas de la oposición. No los va encarcelar por largos periodos. Los va a moler a palos hasta que desistan o se escondan.

No es cierto que Raúl sale fortalecido del VI Congreso. La coreografía, bien orquestada, no deja ver la verdad. La jerarquía a cargo del aparato productivo lo odia. Le molesta que haya optado por vigilar a los gerentes en lugar de estimular la creación de bienes y servicios. Dice que Raúl está más interesado en vigilar y controlar que en producir. Los viejos fidelistas desplazados no lo quieren. Los comunistas jóvenes reformistas que deseaban participar en un debate real sobre los problemas del país se sienten burlados. En lugar de discutir con ellos los cambios ha ratificado a la viejísima guardia para ir reemplazando a los cuadros dirigentes de manera inconsulta y sin más argumentos que su voluntad testicular. En suma: Raúl termina el VI Congreso con muchos más enemigos y con muchas menos ilusiones. Mandar suele ser un oficio ingrato.

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