jueves, 14 de abril de 2011

Comunismo o islam

Comunismo o islam: el peligroso monopolio

De los 9 países principales “enemigos de internet” en el mundo 4 son comunistas (China, Cuba, Corea del Norte y Vietnam) y 5 son islámicos (Arabia Saudita, Irán, Uzbekistán, Siria y Turkmenistán), según un informe de la organización Reporteros Sin Fronteras. Sus gobiernos filtran contenidos que hablen de aperturas políticas o religiosas, persiguen a los ciberdisidentes y clausuran páginas webs que alienten a levantamientos o revoluciones. No es de extrañar que en estos lugares las informaciones sobre las revueltas de Túnez, Egipto y Libia sean altamente controladas o limitadas.

En Arabia Saudita las protestas están prohibidas. Hace unos días, la convocatoria para “Día de la cólera” de la oposición fue desbaratada por la policía, tanto en la capital Riad como en otras ciudades, para evitar cualquier intento de manifestación en este país aliado de Washington.

Esta nación de la península arábiga, que tiene una de las principales reservas de petróleo del mundo, está gobernada por una monarquía absolutista, de carácter teocrático, que impone estrictamente la sharia y la tradición islámica. Allí, las mujeres no tienen derechos cívicos, no pueden viajar sin la compañía de un hombre y tampoco pueden entablar conversaciones con desconocidos. La apostasía (acto de abandonar la fe, en este caso musulmana) está prohibida, al igual que los entretenimientos “occidentales”, como cines, clubes, teatros y exhibiciones artísticas públicas.

También son impensables los partidos políticos reformistas o elecciones libres, mucho menos la participación de las mujeres en política. Lo mismo ocurre en Irán y Siria, con gobiernos marcadamente islámicos (aunque de diversas doctrinas musulmanas) que reprimen duramente a su población que espera con ansias la liberación y la posibilidad de autogobernarse. El problema radicaría en que si se liberan de sus respectivos dictadores, vuelvan a caer en garras de los fundamentalistas religiosos, que no pierden oportunidad para sobreponerse.

Por otro lado, tenemos a China, que también reprimió todo intento de levantamiento en contra de su sistema comunista, luego de la “revolución de los jazmines” del Norte de Africa. En unas recientes declaraciones, el presidente de la Asamblea Nacional Popular de China (parlamento), Wu Bangguo, indicó que el régimen no tolerará los pedidos de multipartidismo.

“Las condiciones nacionales de China implican que no vamos a dirigirnos hacia la alternancia política del poder ni hacia la diversidad de ideologías políticas”, manifestó Wu, durante su alocución frente a los casi 3.000 delegados del legislativo comunista. Y señaló, además, que los esfuerzos de los parlamentarios deben estar enfocados en fortalecer el trabajo del partido comunista y su consolidación en el poder.

Aunque esto polemiza con la postura del primer ministro Wen Jiabao, quien el año pasado expresó que su país debía “promover la reforma del sistema político”. Aun así, la dictadura china es la más grande del mundo, demográficamente. Además de la inexistencia de un sistema político plural, los chinos se someten a la falta de libertad de expresión y de prensa.

En Corea del Norte, Cuba y Vietnam la situación no es desigual, ya que manejan un sistema opresor al servicio de los líderes autoritarios. La mayor diferencia con Pekín radica en la falta de crecimiento económico; los ciudadanos pasan por decenas de necesidades y la pobreza es generalizada, mientras que los gobernantes poseen una abultada fortuna, resultado del robo legalizado y del sacrificio de sus gobernados.

Tanto el islamismo como el comunismo son filosofías extremadamente peligrosas para todo individuo que valore la libertad y que pretenda convivir dignamente. Mientras el monopolio de la fuerza siga recayendo sobre el Estado, y sus representantes consideren que son los salvadores, únicos reconstructores e iluminados de las naciones, seguirán cometiéndose barbaridades legales en nombre de algún dios o de algún ente místico como el “proletariado”.

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