lunes, 25 de abril de 2011

Critican la "vergonzosa pasividad" de Obama

Critican la "vergonzosa pasividad" de Obama

Duro editorial de The Washington Post

Silvia Pisani
Corresponsal en EE.UU.

WASHINGTON.- Los paralelismos con la situación en la Libia de Muammar Khadafy son innegables. Por eso crecen aquí los interrogantes sobre el curso de acción que adoptará Washington en Siria, mientras se escuchan las primeras voces que reprochan una "vergonzosa pasividad" a la Casa Blanca frente al "baño de sangre" en ese país.

Hasta ahora, el presidente Barack Obama condenó "la violencia" del régimen de Bashar al-Assad y le atribuyó apoyarse en Irán para reprimir a los críticos. Acusación que, dicho sea de paso, Damasco y Teherán desmintieron ayer a coro.

Pero la paciencia empieza a agotarse en los medios locales, que tratan de entender por qué Obama reacciona frente a la represión de Khadafy y mantiene "una vergonzosa pasividad" frente a lo que sucede en la ex colonia francesa.

"Masacres como las que estamos viendo en Siria, generalmente, generan una inmediata reacción en Occidente. Se retiran embajadores, se apela a las Naciones Unidas, se aplican sanciones. Pero esta vez, nada de todo eso pasó", denunció ayer, en un durísimo editorial, el influyente The Washington Post. El diario, de reconocida sintonía con los demócratas, reprocha especialmente a Obama que, en el caso de Siria, hasta ahora "haya faltado a su palabra" de apoyar la aspiración de los pueblos árabes de lograr vivir con mayor libertad.

En esta capital, trascendió que el Departamento de Estado sigue "con inquietud" los sucesos en Siria. Si bien las relaciones entre Washington y Damasco son más bien frías, hasta último momento el gobierno de Obama pareció mantener confianza en el desacreditado Al-Assad como pieza para su debilitado plan de paz en Oriente Medio. "No es un aliado muy fuerte, pero es lo que hay", dijeron funcionarios que aquí trabajan en el alicaído proceso de paz.

Cuando decidió lanzar un bombardeo sobre Libia, Obama argumentó la necesidad de defender "valores morales" como parte de los intereses de Estados Unidos. Muchos creyeron ver en esas palabras el germen de una "doctrina de guerra" en la Casa Blanca demócrata. Pero los más escépticos descreyeron de esa interpretación al afirmar que sus palabras no arrojaron luz sobre un eventual curso de acción ante situaciones similares de la llamada Primavera Arabe. El caso de Siria, ahora, parece darles la razón.

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