lunes, 25 de abril de 2011

El Ejército sirio irrumpe con tanques

El Ejército sirio irrumpe con tanques en el bastión de las protestas

Tanques y blindados asaltan la ciudad de Deraa, epicentro de la revuelta. -Los pistoleros a sueldo de El Asad disparan indiscriminadamente en un barrio de Damasco.-El Gobierno sirio sella las fronteras con Jordania.-Un centenar de intelectuales se posicionan en contra de la brutalidad y la represión

EL PAÍS / AGENCIAS - Madrid / Damasco -

El régimen sirio de Bachar el Asad se aferra a la violencia como única respuesta a las multitudinarias protestas que reclaman desde hace un mes democracia y el fin de una dictadura que se prolonga casi medio siglo. Después de reprimir el pasado fin de semana sin piedad a los opositores en todas las ciudades donde ha prendido la mecha de la revolución, provocando un elevado número de muertos aún sin cuantificar, las autoridades de Damasco han redoblado su ofensiva y han sacado a las calles de las ciudades rebeldes al Ejército, la policía y a las temidas brigadas de los shabiha, sicarios civiles a sueldo del régimen.

Las primeras cifras de víctimas las ha ofrecido un conocido activista, Amar Qurabi, que ha asegurado que al menos 18 personas han muerto durante el asalto del Ejército sirio contra la ciudad de Deraa, en el sur del país y epicentro de las protestas contra el régimen de El Asad. Según su versión, algunas personas murieron al recibir disparos y otras cuando los carros de combate bombardearon varios edificios. Hasta el momento hay muchos desaparecidos. Todo con un único objetivo: sembrar el terror entre la población.

El primer movimiento se ha producido de madrugada. Cientos de soldados, arropados por blindados, han aprovechado la oscuridad de la noche para adentrarse en la ciudad de Deraa. En este lugar, escenario de una feroz represión que causó decenas de muertos la pasada semana, se han escuchado a primera hora de la mañana tiroteos, según testigos citados por la cadena catarí Al Yazira.

"Las tropas han entrado en la ciudad, acompañadas de tanques y vehículos armados", ha relatado Abdullah Al-Harriri, un activista, a la agencia AFP. "Los hombres están disparando en todas direcciones parapetados tras los blindados", ha explicado. "Se ha cortado la luz y las comunicaciones por teléfono son virtualmente imposibles", ha dicho.

Ocho tanques y dos vehículos armados se desplegaron en el casco histórico de la ciudad, según testigos, que añadieron que los cadáveres empezaban a amontonarse en las calles próximas a la mezquita de Omari. Estos testigos explicaron que los francotiradores se han encaramado a las azoteas de los edificios gubernamentales, desde donde cubren el avance de los soldados a pie, que han efectuado disparos contra varias casas justo después de las oraciones de la mañana. "La gente se esconde en el interior de sus casas. He visto dos cuerpos cerca de la mezquita pero nadie ha podido acercarse a ellos para sacarlos de allí", explicó tras los primeros disparos un testigo.

Ante la gravedad de los acontecimientos en Deraa, el régimen decidió a media mañana sellar la frontera con Jordania, situada a escasos kilómetros de la ciudad. La noticia la han confirmado fuentes diplomáticas, que han explicado que los dos principales pasos fronterizos, Deraa y Nassib , han sido cerrados al tráfico.

Pistoleros imponen su ley en Damasco

En paralelo a esta incursión del Ejército, la policía y los matones a la orden de El Asad entraron a primera hora en el barrio de Douma, uno de los focos del alzamiento popular en el centro de Damasco, y comenzaron a disparar indiscriminadamente contra civiles vinculados a grupos de defensa de los derechos humanos. Además, detuvieron a decenas de activistas.

"Hay heridos y decenas de detenidos. Las fuerzas de seguridad están repitiendo el mismo comportamiento en todos los escenarios de la protesta. Quieren aplastar la revolución usando una brutalidad extrema", denunció un opositor desde Damasco. Este mismo activista aseguró que las comunicaciones con el distrito de Douma también han sido cortadas, según le aseguró una persona que huyó del barrio antes de que comenzaran los enfrentamientos.

Grupos de derechos humanos aseguran que más de 350 personas han muerto desde que comenzaran las protestas hace cuatro semanas. Y un tercio de esas muertes han tenido lugar en los tres últimos días en los que la represión del régimen se ha disparado.

Una de las líderes de los movimientos pro democracia, Suhair al-Atassi, ha denunciado hoy la "salvaje guerra diseñada para aniquilar a los demócratas sirios". "Las intenciones de Asad son claras desde que el pasado 30 de marzo anunció en un discurso que estaba "preparado para la guerra". Yo sigo en mi casa del barrio de Dummar, en Damasco. Venid y arrestadme", ha asegurado, desafiante.

Las reacciones a la violencia en Siria no se han hecho esperar. Primero ha sido la Alta Comisionada de Derechos Humanos de la ONU, Navi Pillay, con un llamamiento al Gobierno sirio para que cese con los asesinatos y los actos sangrientos como método para reprimir las protestas pacíficas de sus ciudadanos. Pillay ha definido de "inaceptable" la respuesta del Gobierno a las protestas y ha solicitado a las fuerzas de seguridad que no usen munición real para reprimirlas. "La comunidad internacional ha solicitado en repetidas veces al Gobierno de Bachir al Asad que no usara la violencia para reprimir manifestaciones pacíficas, y él ha hecho oídos sordos", ha explicado la Alta Comisionada, citada en un comunicado.

A esta crítica se ha unido el movimiento Hermanos Musulmanes de Jordania, que han condenado la sangrienta represión ejercida contra los manifestantes por el régimen sirio de Bachar al Asad, al que han instado a ejecutar reformas políticas. "Condenamos enérgicamente esta forma de hacer frente a las manifestaciones que hasta el momento ha causado la muerte y heridas a cientos de personas", ha dicho en un comunicado el grupo, el principal de la oposición.

Además, la Administración estadounidense de Barack Obama está considerando imponer sanciones al Gobierno sirio, como congelar los bienes y cortar las relaciones comerciales, como medida de presión contra la violencia en las calles, según han informado fuentes oficiales a Reuters

Intelectuales sirios contra la represión

La brutalidad y el ensañamiento del régimen han sido contestados este lunes por un amplio grupo de intelectuales que han condenado enérgicamente la violencia en su país. Se trata de un total de 102 escritores y exiliados de diversos sectores de la sociedad siria que han firmado un documento que repudia la represión.

"Hemos roto la barrera del miedo para hacer una declaración clara y concisa. Condenamos la violencia y las prácticas opresivas del régimen sirio contra los manifestantes, al tiempo que lloramos por los mártires del levantamiento". Entre los firmantes del texto están personalidades destacadas como el expreso político Loay Hussein; las escritoras Samar Yazbek y Hala Mohammad; Souad Jarrous, corresponsal del diario panárabe al-Sharq al-Awsat, el escritor y expreso político Yassin al-Haj Saleh y el director de cine Mohammad Ali al-Attassi.

La batalla que perdió Obama

La batalla que perdió Obama

Reveses judiciales y políticos impiden al presidente cerrar el penal militar

YOLANDA MONGE - Washington -

Guantánamo es hoy lo que era ayer y lo que fue al crearse en 2002: una mancha en el sistema de justicia norteamericano. A través de dos presidentes de muy distinto signo, Guantánamo se ha perpetuado como una herida sin cicatrizar en la conciencia de Estados Unidos durante casi 10 años.

Barack Obama criticó a George W. Bush por orquestar, orden ejecutiva mediante, un laberíntico centro de detención al que envió a cientos de sospechosos de terrorismo tras los ataques del 11-S, condenándoles al olvido y privándolos del derecho a un juicio justo en un tribunal civil. Obama ha perpetuado la vergüenza de Guantánamo con la decisión presidencial, también a través de una orden ejecutiva, de reinstaurar las comisiones militares creadas por Bush y formalizar el sistema de detención indefinida, que ofrece como única solución a muchos de los 172 presos que residen en el penal que se pudran entre sus muros.

No hay otra solución. Y no la hay porque la invención de Guantánamo se gestó violando desde el principio las más básicas reglas de humanidad y legalidad por las que se rigen Estados Unidos y las democracias desarrolladas desde hace siglos. Para enviar a quienes la Administración de George W. Bush consideró sospechosos de atentar contra EE UU y ser soldados de Al Qaeda, los arquitectos legales de "la guerra contra el terrorismo" se inventaron el concepto de combatientes ilegales enemigos, esquivando así las salvaguardas que ofrece la Convención de Ginebra a los prisioneros de guerra. Los detenidos en las cárceles secretas de la CIA en cualquier punto del mundo comenzaron a desembarcar en Guantánamo en enero de 2002, encapuchados y esposados de pies y manos.

Actualmente, el censo de Guantánamo lo forman 172 hombres de 24 países diferentes (datos actualizados al 19 de febrero pasado). El más joven de los detenidos tiene 24 años: Omar Khadr, de Canadá. El más viejo, con 62, es Saifullah Paracha, de Pakistán. Noviembre de 2003 fue el periodo en que más concentración de prisioneros hubo en el penal desde su creación, cerca de 660 presos. Cuando menos reclusos hubo (20) fue el 11 de enero de 2002, nada más inaugurarse la prisión en la bahía de Guantánamo, cuyo peculiar estatus legal fue determinante a la hora de ser elegida por los cerebros de Bush, ya que se argumentó que aquellos detenidos en la base naval se encontraban legalmente fuera de EE UU y así se les podían negar los derechos constitucionales que hubieran tenido garantizados de haber estado encerrados en suelo norteamericano.

La Casa Blanca no ha podido ni parece que podrá cerrar Guantánamo. Cuando Obama prometió la clausura del polémico centro de detención, el presidente acababa de jurar su cargo y todavía flotaba en los ideales desplegados en la campaña. La realidad, graves errores de cálculo, dispersión y quizá incluso ingenuidad, mezcladas todas ellas con el duro juego político del Capitolio de Washington, han hecho que la Administración de Obama haya perdido la batalla de Guantánamo.

Por dos veces consecutivas y cada vez de forma más dura y tajante, el Congreso de EEUU aprobó en 2009 y 2010 la prohibición del uso de fondos públicos para el traslado de presos de Guantánamo a cualquier punto continental de EE UU y Hawai.

El Departamento de Justicia estudió simultáneamente el traslado de algunos presos a terceros países y la evacuación a prisiones regulares en territorio norteamericano de otros. Dieciéis naciones -entre ellas España- han acogido en sus territorios a unos 30. Pero entre 50 y 60 reos permanecen hoy formalmente libres en la base naval a la espera de algún país que los reciba. Solo uno fue trasladado a EE UU, Ahmed Ghailiani, al que la Casa Blanca vio como un modelo a seguir con el resto de la población de Guantánamo. El fracaso fue estrepitoso. En noviembre del año pasado, un jurado de un tribunal de Nueva York solo fue capaz de probar uno de los 285 cargos que se imputaban al tanzano: conspiración para destruir propiedades y edificios de EE UU por los atentados de 1998 contra las Embajadas de Kenia y Tanzania. El resultado fue desastroso para la Casa Blanca. El acusado quedaba exculpado de terrorismo en el primer y único juicio civil a un detenido de Guantánamo.

A principios de este mes de abril, justo el mismo día en que Obama anunciaba su candidatura a la reelección en 2012, el fiscal general del Estado, Eric Holder, anunciaba el fracaso de intentar juzgar en un tribunal ordinario en Nueva York -o cualquier otra parte de EE UU- al cerebro de los ataques del 11-S, Jaled Sheik Mohamed, y cuatro acusados más. Los cinco presos más valiosos de Guantánamo comparecerán ante las polémicas comisiones militares inventadas por Bush y serán juzgados según los procedimientos de un consejo de guerra. La consolidación del limbo jurídico de Guatánamo quedaba perpetuada.

La monstruosidad que es Guantánamo queda probada hoy en cifras. Solo seis presos han sido condenados a través de las comisiones militares. Cinco de ellos están ya en libertad en sus naciones de origen u otros países. Solo uno cumple cadena perpetua y se supone que está encerrado en Camp 5, un edificio de máxima seguridad de 17 millones de dólares construido en Guantánamo a imagen y semejanza de la prisión estatal de Bunker Hill (Indiana).

Siete detenidos han muerto en los campos de detención. Dos saudíes y un yemení fueron hallados ahorcados a la vez en junio de 2006, en lo que se sospechó fue un suicidio coordinado. En mayo de 2007, otro saudí se colgaba de su celda. Un afgano moría de cáncer de colon en diciembre de 2007. Un yemení fue encontrado muerto en el pabellón psiquiátrico en junio de 2009, en lo que se consideró otro suicidio. Un afgano en detención indefinida caía fulminado el pasado 1 de febrero mientras hacía ejercicio en una máquina de correr.

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