lunes, 25 de abril de 2011

El gasto descontrolado es la verdadera amenaza

El gasto descontrolado es la verdadera amenaza

Mike Brownfield

En toda Europa Occidental, la tierra de los beneficios sociales nivel platino, jornada laboral de 35 horas a la semana, finos planes de jubilación y atención médica pagada por el gobierno, los diversos países que la constituyen están empezando a caer en la cuenta de que ya no pueden seguir dándose el lujo de tener déficits estratosféricos.

Sin embargo, aquí, en Estados Unidos, donde nos enfrentamos a un déficit de $14.3 billones, algunos van pidiendo que se incremente la capacidad del gobierno para pedir aun más préstamos sin la más minima preocupación por una reforma del gasto. El Congreso no puede dejar que esto ocurra, no vaya a sucedernos que nos convirtamos en la Europa del Oeste.

El gobierno de Estados Unidos está aproximándose rápidamente a su límite de deuda que es de $14.294 billones — el límite establecido por ley de lo que puede pedirse prestado para financiar el gasto. ¿Cuán grande es esa cifra? Poniéndolo en perspectiva, para liquidar la deuda nacional haría falta básicamente todo lo que los americanos produjeron el año pasado. Eso viene a ser unos $45,000 de deuda por cada americano.

Lamentablemente, es demasiado frecuente que el Congreso alcance el límite de la deuda y después siga subiendo su propio límite de crédito, permitiéndose pedir prestado y gastar más y más. De hecho, el Congreso aumentó el límite de la deuda de $6.4 billones en 2002 a su nivel actual, cambiándolo nueve veces. Esperemos que, esta vez, sea diferente.

Ayer en el programa Face the Nation, el senador Mark Kirk (R-IL) dijo: “Votaré ‘no’ a elevar el límite de la deuda a no ser que se hagan reducciones exhaustivas, drásticas, efectivas y de carácter amplio al gasto federal, incluyendo la reforma del gasto en derechos a beneficios”. El instinto del senador Kirk le señala lo correcto. La solución empieza por el Congreso. David Addington, vicepresidente de Política Doméstica y Económica de la Fundación Heritage, escribe:

El gasto federal ha estado fuera de control durante décadas y por tanto el nivel federal de préstamos ha estado fuera de control por décadas. América ha amasado una deuda gigante e insostenible y un gobierno gigante e invasivo. Esto no sucedió por accidente. El Congreso ha aprobado cada una de las leyes que posibilitaron este resultado. Afortunadamente, el Congreso tiene, bajo la Constitución, todo el poder que necesita para resolver el problema que él mismo creó. Sólo le falta la voluntad para hacerlo y el respaldo del pueblo americano.

He aquí cómo el Congreso debería usar ese poder. Como escribe Addington, el Congreso no debería aumentar el límite de la deuda a no ser que ponga al gobierno firmemente en la senda de la responsabilidad financiera. Y puede llegar allí reduciendo el gasto corriente, frenando el gasto futuro y poniendo en marcha un proceso presupuestario más efectivo.

La Fundación Heritage identificó $343,000 millones de recortes del gasto que se pueden implementar por añadidura a los aprobados por la Cámara en febrero y a la derogación de las asignaciones presupuestarias para Obamacare que la Cámara aprobó en enero. En lo que se refiere a futuros límites del gasto, el Congreso puede imponer límites obligatorios a los descontrolados programas de derechos a beneficios y aprobar una enmienda de prespuestos equilibrados. También el proceso presupuestario debería reformarse, haciéndolo más transparente e imponiendo nuevos límites a las agencias federales. Simplemente aumentar el límite sin reformas es la peor opción, dice Addington:

[E]l resultado menos aceptable es que el Congreso continúe subiendo el límite de la deuda una y otra vez, sin hacer nada para bajar el gasto y los préstamos federales y acumulando billones de dólares de deuda sobre los hombros de los niños de América y las futuras generaciones.

El presidente Barack Obama y los altos cargos de la Casa Blanca han avisado de un Armagedón económico global si el Congreso no sube el límite de la deuda. Sus alarmas, sin embargo, son una temeraria exageración. Una amenaza mayor es la expansión sin freno del insostenible gasto deficitario que lleva a cabo el gobierno de Estados Unidos. El Congreso deberá romper con este patrón de conducta de pedir prestado más y gastar más, actuando ahora para reducir el gasto y dejar en orden las finanzas del gobierno. Solamente entonces se podrá evitar una verdadera crisis.

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