miércoles, 13 de abril de 2011

Esparza: el triste cobarde

Esparza: el triste cobarde

José Cárdenas

El jefe de Gobierno del DF, Marcelo Ebrard, truena contra los responsables de lo ocurrido en calles aledañas al edificio de la CFE en Marina Nacional. “Es inadmisible la agresión y la violencia contra cualquier persona”, dice. “No toleraremos estos hechos”, advierte.

Pero los hechos ya ocurrieron.

De no ser así, serían otra cosa, no hechos. Si Ebrard o el procurador del DF, Miguel Mancera, quieren presuntos autores materiales e intelectuales tienen harta tela de donde cortar. Por lo del lunes y por las veces anteriores en que los gorilas de Martín Esparza han realizado alguno de sus cada vez más frecuentes ejercicios de calentamiento. Abusos contra los transeúntes o contra los periodistas. “Ahí va ese pinche reportero”, gritó, desaforado, el vándalo mayor del SME. Y le rompieron el hocico a Juan Carlos Santoyo. “Ahí está el pinche cobarde”, alcanzó a responder el informador, señalando a Martín Esparza, al que no inspiran precisamente las musas sino las mufas.

Hay 11 detenidos. Ningún infiltrado. Bueno, sí, uno, Esparza, que tiene infiltrado el cerebro. Hay más de mil 200 denuncias por lesiones, robos a mano armada, daño en propiedad ajena. Son algunos pecados que se acumulan contra miembros del SME, en los escritorios de las procuradurías. De la local y la federal.

Las hay incluso por incendios provocados y muchas otras formas del sabotaje directo contra instalaciones operadas por la CFE tras la liquidación, hace 18 meses, de Luz y Fuerza del Centro.

¿De verdad nos sorprende una madriza con mufas saboteadas y autos quemados en una ciudad con la memoria dormida, de lo que fueron ya algunos movimientos urbano populares de los 80?

¿Por qué el SME parece haber copiado el manual de operaciones de la Coordinadora Nacional de Movimientos Urbano Populares, Conamup, y la Coordinadora Nacional del Movimiento Democrático Independiente, Conamodi? Algunos “afiliados” a esas confederaciones de peticionarios harían ver fresas a antorchistas y Panchos Villas. ¿Ya se nos olvidó?

Su universo de reclamación y de “construcción de territorialidad” es enorme. Arranca de las reivindicaciones justas del derecho a la vida digna. Cruza directito por el derecho al suelo y la vivienda. Se extiende al hábitat y se proyecta hasta el llamado Derecho a la Ciudad, donde cada peticionario puede reclamar donde llegue su imaginación.

La economía informal crece. No nos sorprendamos con zafarranchos como el que caracteriza la nueva cara del SME. Vivimos en una ciudad donde cabalgan el asombro y el desempleo. Se puede trabajar de taxista pantera tolerado, pagar por un permiso de vendedor ambulante y sacar credencial de franelero. Todo eso, hasta lograr la más abierta impunidad si se apoya (o desapoya) a quien el jefe de piso, calle, manzana, corredor, comité o sección indique.

¿Hacia allá vamos o es que ingenuamente no nos damos cuenta de que ya casi, casi llegamos?

MONJE LOCO. Mire usted, dijo un día Julio Scherer, El Viejo. El día que aquí haya una revolución será a partir del mal humor. Y va a comenzar a las ocho de la mañana en el Periférico, ¿de qué se ríe, eh?, ¿de qué se ríe? Ya se sabe, ya se supo.

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