sábado, 23 de abril de 2011

La zona fantasma

La zona fantasma que dejó el desastre nuclear

En las poblaciones que forman parte del complejo de la planta de Fukushima Daiichi, en Japón, hay algo que falta: gente

Por Daisuke Wakabayashi

[Japón] Ko Sasaki

Animales abandonados son los pocos seres vivos que recorren las calles de las poblaciones que han sido evacuadas debido al riesgo de radiación.

FUTABA, Japón—En una lavandería de monedas, una secadora aún está llena de ropa: una camiseta naranja con capucha, un chaleco de trabajo verde y dos pares de jeans, húmedos y con olor a moho.

En el restaurante Joe's Man cerca de la estación de tren, un menú ofrece los especiales para el almuerzo, comenzando por pasta con tocino y berenjena en salsa cremosa de tomate. Un volante en las puertas de la tienda de ropa Nishio promueve rebajas de cinco días por "liquidación de inventario". En el centro de la ciudad, un gran cartel blanco proclama: "Comprender la energía nuclear de forma correcta conducirá a una vida abundante".

Pero la vida, en general, es lo que falta en esta ciudad, a sólo unos kilómetros del complejo nuclear Fukushima Daiichi.

Futaba, en su momento hogar de 7.000 residentes, fue una de ocho ciudades obligadas a evacuar el día posterior a que el terremoto y tsunami del 11 de marzo dañaran la planta nuclear. En los días siguientes, miles de residentes que vivían en un radio de 20 kilómetros de los reactores dañados tuvieron que dejar sus hogares. El 11 de abril, el gobierno japonés expandió la zona de evacuación obligatoria y abarcó más ciudades.

Much seems undisturbed in Futoba, Japan, where part of the damaged Fukushima Daiichi nuclear complex is located. But one element is largely missing: people.

El 16 de abril, el operador del complejo nuclear, Tokyo Electric Power Co., afirmó que trabaja en un enfriamiento gradual de la planta que la dejaría inactiva en seis o nueve meses. El ministro de Comercio de Japón, Banri Kaieda, indicó que algunos de los evacuados podrían regresar luego de ese lapso pero admitió que no sería posible que todos lo hicieran.

El alcalde de Futaba, Katsutaka Idogawa, en tanto, afirmó que pasarán "años" antes de que los residentes de su ciudad puedan regresar.

La policía estableció bloqueos en la ruta 6, la principal carretera que atraviesa la zona de evacuación. Autos policiales, ambulancias o camiones de bomberos ocasionalmente patrullan las ciudades dentro de la zona evacuada. Aunque no es ilegal ingresar al área, se desanima enérgicamente.

"¿Qué está haciendo aquí?", le preguntó un bombero a un periodista que caminaba por la calle. Otro bombero en el auto sostenía un monitor de radiación. "No debería estar aquí. Es peligroso, por favor, váyase pronto".

Algunos habitantes locales evaden los bloqueos en los caminos, al viajar hacia la zona a través de angostas vías alternas para buscar sus posesiones; resignados con la posibilidad de no regresar jamás a vivir en Futaba.

El 14 de abril, una mujer que se identificó como Takasaki entraba y salía con prisa de una hermosa y tradicional casa japonesa. Afirmó que su familia estaba viviendo con parientes en Fukushima City, a unos 100 kilómetros de allí. Relató que había viajado a Futaba con su esposo, su hija y su suegro para empacar la mayor cantidad de posesiones posibles en 30 minutos.

Lucía un poncho impermeable, una máscara y anteojos de sol. Sus zapatos estaban cubiertos con bolsas de plástico, sostenidas con cinta adhesiva alrededor de los tobillos.

"Estamos muy apurados", afirmó, mientras cargaba cajas de ropa hacia el baúl de su auto. "Ya que probablemente sea la última vez que regresemos aquí, hay cosas que necesitamos llevar".

El nivel y la naturaleza de la contaminación en la zona no serán claros mientras continúe la batalla por enfriar sus reactores. Funcionarios japoneses indicaron que cientos de miles de terabecquereles de material radioactivo han sido liberados hasta ahora, alrededor de una décima parte de lo que fue liberado en el accidente de Chernóbil. Una gran parte de lo que ha sido expulsado por la planta es yodo-131, que tiene una vida media de ocho días, lo que significa que se desvanecerá dentro de unos meses. Pero la Agencia Internacional de Energía Atómica ha indicado que encontró niveles más altos a lo permisible de cesio-137 —con una vida media de 30 años— en el pueblo de Iitate, unos 40 kilómetros al noroeste de la planta.

Un recorrido por las áreas aledañas reveló escenas de ruina y desesperación. En Okuma, los granjeros abandonaron animales, que hoy merodean por las calles desoladas de la población. La duda en la mente de todos es si alguien regresará a estos lugares, incluso después de que la planta sea desactivada.

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