domingo, 24 de abril de 2011

Nada de reformas

Nada de reformas

¿Se acuerda usted de la propuesta de reforma laboral del PRI que se iba a aprobar este mes? Si no se acuerda, no se preocupe, está congelada.

Leo Zuckermann

¿Se acuerda usted de la propuesta fiscal que presentó la bancada del PRI en el Senado el mes pasado? ¿La que proponía reducir la tasa del Impuesto al Valor Agregado, generalizarlo y dejar una pequeña canasta básica exenta? ¿La que contemplaba otras medidas como disminuir la tasa del Impuesto Sobre la Renta, establecer un “impuesto de control” e instituir un régimen simple de contribución para las personas físicas y morales de menores ingresos? ¿Se acuerda? Si no se acuerda, no se preocupe porque esta reforma está muerta. La mató el gobierno panista y los propios priistas de la Cámara de Diputados.

¿Se acuerda usted de la propuesta de reforma laboral del PRI que se iba a aprobar este mes? ¿La que contemplaba una serie de cambios mínimos? ¿La que no tocaba ni con el pétalo de una rosa a los sindicatos para hacerlos más transparentes y democráticos? ¿La que supuestamente modernizaría un poquito el mundo laboral mexicano? ¿Se acuerda? Pues si no se acuerda, no se preocupe porque esta reforma está congelada. La congelaron los propios priistas hasta nuevo aviso.

Estos días nos enteramos de que el Senado piensa revivir la reforma política que ha estado muerta durante todo este sexenio (la que se prometió en 2007, con todo y una “ley convocatoria”, terminó en una reforma electoral para fortalecer los intereses de los partidos políticos). Ahora, de acuerdo a reportes de prensa, el Senado al parecer discutirá ciertas reformas políticas como permitir la reelección inmediata consecutiva en el Poder Legislativo, autorizar las candidaturas independientes, establecer una especie limitada de referéndum, otorgar al Presidente la reconducción presupuestal, establecer un mecanismo claro en caso de que el Presidente falte y ratificar a los principales funcionarios de los órganos reguladores del Estado (Cofeco, Cofetel, CRE) por parte del Senado.

Vale la pena destacar que estas reformas implican cambios en la Constitución, por lo que se requiere una mayoría de dos terceras partes del Senado, dos terceras partes de la Cámara de Diputados y la aprobación de la mitad de las legislaturas locales. Es decir, se necesitan muchos votos, lo cual implica un acuerdo de los tres principales partidos: PRI, PAN y PRD. Me sorprendería mucho que esta reforma se aprobara. La verdad no creo que existan las condiciones políticas para que camine.

El senador Beltrones propuso las reformas fiscal y política para posicionarse como el político mexicano de las ideas; el que está pensando en los asuntos serios del país; el que está proponiendo las reformas que urgen; el que fija la agenda. Pero, del otro lado de su partido, se encuentra Enrique Peña Nieto con una postura más pragmática desde el punto de vista electoral. La estrategia del gobernador mexiquense, quien controla la bancada priista en la Cámara de Diputados, es no mover nada que pueda poner en peligro la elección en su estado y posteriormente la presidencial. “No hagan olas”, parece ser la consigna de Peña Nieto, el precandidato presidencial más adelantado en las encuestas.

Hay quien piensa que esta estrategia de inmovilismo puede costarle votos al PRI el año que entra. Puede ser. Pero también lo contrario puede ser verdad, es decir, que en estos momentos sacar una reforma fiscal, laboral o política conlleva el riesgo de afectar intereses poderosos que bien podrían cobrarle la factura al PRI en las próximas elecciones. Creo que, al final del día, la postura de Peña Nieto se va a imponer en el PRI y, de aquí a que sean las elecciones presidenciales, no habrá reformas legislativas importantes.

Los zapatos vacíos

Los zapatos vacíos

En la hipótesis de que no hubiese muerto a Juan Camilo Mouriño, seguramente hoy la competencia presidencial sería muy distinta a la actual.

Ricardo Alemán

Como en pocas tragedias de la clase política mexicana, la prematura partida del “preferido” de Felipe Calderón, de Juan Camilo Mouriño, parece estar cerca de confirmar que se trató de una doble tragedia; humana y de un servidor público, pero también una tragedia electoral. ¿Por qué?

Porque el tiempo y la crisis de candidaturas presidenciales en el PAN ratifican que la muerte del secretario de Gobernación y más confiable colaborador presidencial, también significó la partida del que, sin duda, hoy habría significado la salvación del PAN.

¿Por qué la salvación del PAN?

Porque en la hipótesis de que no se hubiese producido la tragedia que llevó a la muerte a Juan Camilo Mouriño, seguramente hoy la competencia presidencial sería muy distinta a la actual, y probablemente se habría focalizado en cuatro políticos de alto nivel de competitividad. ¿De qué y de quién hablamos?

Nos referimos a que, de estar vivo, seguramente Mouriño estaría en plena disputa por la sucesión presidencial —acaso en el papel de gobernador de Campeche—, junto con Peña Nieto, del PRI; además de Marcelo Ebrard y AMLO, los dos por el PRD.

Y en la misma hipótesis de un Mouriño metido en la contienda sucesoria, es probable que el más aventajado en las encuetas de hoy, el mexiquense Peña Nieto, no lo sería tanto, porque también es probable que el panista Juan Camilo sería el puntero azul. También cabe la hipótesis de que el centro de los ataques de la fanaticada tabasqueña no hubiese sido Peña, sino Mouriño.

Pero igualmente, en la misma hipótesis, la lucha sucesoria para 2012 es probable que a estas alturas estaría definida entre tres políticos de imagen joven, moderna, lejos del populismo tabasqueño trasnochado y los punteros pudieran ser —en el mismo escenario—, Ebrard, Mouriño y Peña, citados en orden alfabético. Y en el mismo ejercicio de imaginación, seguramente poco tendrían que hacer en la contienda presidencial el montón de bultos azules que hoy hacen de todo —especialmente hacen el ridículo— por la nominación del PAN. Y claro, probablemente no habríamos visto la promiscuidad político electoral del PAN y del PRD.

Vale el ejercicio —y viene a cuento la hipótesis de imaginación— porque, ante la crisis de cuadros y candidatos presidenciales que enfrenta el PAN, es más notoria no sólo la ausencia de un liderazgo como el que intentó y empezó a construir Felipe Calderón en la figura de Juan Camilo Mouriño —ya que era el destinado a ser el aspirante a la sucesión presidencial—, sino que ninguno de los llevados a ocupar los zapatos de Mouriño al gabinete pudo con el paquete.

Es decir, que la tragedia que le costó la vida a Mouriño se puede traducir en una doble tragedia; la que lleve al PAN a la derrota presidencial en 2012. Y es que a querer no, le guste o no a los azules, lo acepten o traten de negarlo, lo cierto es que la caballada más flaca de los tres grandes partidos políticos o grupos que emprenderán la sucesión presidencial, es la del Partido Acción Nacional. Salvo excepciones, en realidad la del PAN es una caballada de pena ajena. ¿Por qué?

Porque sea por currículum, experiencia, capacidad de gobierno, carisma, aceptación popular, trayectoria, militancia… por lo que gusten y manden los apaches azules, lo cierto es que ninguno de los que hoy muestran la cara como aspirantes presidenciales tienen posibilidad alguna para enfrentar a Peña Nieto, por el lado del PRI y sus aliados, y a AMLO y/o Marcelo Ebrard, en el bando de las llamadas izquierdas.

Y los candidatos azules son tan chiquitos, primitivos, elementales, que —como ocurrió hace horas con Alonso Lujambio, el secretario de Educación, quien llama a debatir a Peña Nieto, “para saber de qué tamaño está hecho”— cometen errores de párvulos como retar a gritos al puntero, en espera de que la atención del más aventajado les regale o les transfiera un mendrugo de atención.

En pocas palabras, que aquellos candidatos del PAN que quieren alcanzar imagen, atención y popularidad, recurren a niñerías políticas —cual párvulos políticos—, una vez que por sí mismos, a partir de su trabajo, su capacidad, sus resultados, sus habilidades, inteligencia, imaginación… no pudieron crecer, posicionarse en las encuestas, sobresalir en el imaginario colectivo.

Al final, queda claro que los zapatos de Juan Camilo Mouriño están vacíos; que no los pudo llenar ninguno de los muchos que Felipe Calderón puso a prueba y que, por lo mismo, podemos decir que también en la selección de su sucesor, se equivocó el segundo Presidente panista. Al tiempo.

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