domingo, 17 de abril de 2011

Playa Girón, una batalla entre hermanos

Playa Girón, una batalla entre hermanos

Un grupo de milicianos con una anti aérea en Playa Girón. | Archivo

Un grupo de milicianos con una anti aérea en Playa Girón. | Archivo

Cinco décadas después de una de las peores derrotas militares de Estados Unidos, dos rezagos rigurosamente iguales se mantienen erectos en las orillas del Estrecho de Florida, símbolos patéticos de una batalla fratricida en medio de la vorágine de la Guerra Fría.

En la Base Aérea de San Antonio de los Baños, cerca de La Habana, se encuentra expuesto uno de los bombarderos B-26 utilizados por las fuerzas de Fidel Castro que derrotaron a la Brigada 2506. Unos 450 kilómetros al norte, en el aeropuerto de Tamiami, al sur de Miami, otro B-26 que fuera piloteado por exiliados cubanos recuerda también aquellos tres días de abril de 1961. Son dos hermanos gemelos mantenidos a la distancia.

Los recuerdos de la gesta son diametralmente opuestos, como opuesta fue la ideología de los hombres que pilotearon los dos bombarderos. Incluso para ellos, hasta el nombre del campo de batalla es diferente: en La Habana le dicen Playa Girón. En Miami le llaman Bahía de Cochinos. Lo curioso es que ambos están correctos, porque Playa Girón es una de las dos playas de Bahía de Cochinos.

El uso de los nombres se ha transformado en un indicador de posicionamiento político-ideológico, algo así como una raya trazada en la arena que establece la diferencia entre "castristas" y "anticastristas".

Anatomía de un fracaso

La invasión fue un proyecto diseñado durante la administración del presidente Dwight Eisenhower (1953-1961). El enfrentamiento entre los dos países se agudizó a raíz del proceso de reformas en la economía que Fidel Castro inició con el triunfo de la Revolución Cubana el primer de enero de 1959. Fue un proceso que desde el inicio se volcó agresivamente hacia las empresas estadounidenses que, de la noche a la mañana, fueron halladas responsables por todas las tragedias de la sociedad cubana de entonces.

En menos de un año, Castro nacionalizó las petroleras estadounidenses cuando se negaron a refinar el petróleo que comenzó a llegar de la ahora difunta Unión Soviética. Washington, que era el principal socio comercial de La Habana, de la noche a la mañana dejó de comprar azúcar – el principal rubro económico cubano – y paulatinamente en cuestión de meses decretó un embargo económico que dura hasta hoy.

El B-26 de la Brigada 2506 en el aeropuerto de Tamiami. | AP

El B-26 de la Brigada 2506 en el aeropuerto de Tamiami. | AP

Mientras, con el argumento de que la isla se inclinaba hacia el comunismo y estaba cayendo en las "garras del Komintern", la Agencia Central de Inteligencia (CIA) comenzó a patrocinar decenas de infiltraciones de exiliados en la isla, que atacaron objetivos económicos, sociales y políticos. Creó decenas de organizaciones contrarrevolucionarias que prácticamente todos los días hacían explotar todo tipo de artefactos en diversas ciudades cubanas hasta que a inicios de 1960 comenzó a surgir el consenso dentro de la administración estadounidense de que había que tomar medidas más fuertes.

Nadie sabe a quién se le ocurrió primero invadir a Cuba, si a la Casa Blanca o al Pentágono. Lo cierto es que la voz cantante la llevó la CIA que a partir de abril de 1960 abrió una oficina de reclutamiento en el corazón de la entonces incipiente Pequeña Habana en Miami, que por 250 dólares a la semana reclutó unos 2.000 hombres y los envió a campos de entrenamiento creados en Honduras, Nicaragua y Guatemala, con la anuencia de los dictadores de turno, previa transferencia de unos cuantos millones a sus cuentas privadas en Suiza. Aunque nació bajo los auspicios de Eisenhower, la invasión ocurrió bajo la administración de John F. Kennedy que heredó el proyecto sin gran entusiasmo pero que decidió no cancelarlo. JFK compartía la repulsa que Eisenhower sentía por Castro y concordaba con sus políticas.

El plan era sencillo. Se trataba de desembarcar en la costa sur de Cuba, por Playa Girón y Playa Larga – dentro de Bahía de Cochinos – en una zona circundada por pantanos, llamada la Ciénaga de Zapata. Además, por la situación geográfica, la idea era cortar la isla al medio para impedir el desplazamiento de las tropas cubanas.

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Una vez asegurada una cabeza de playa y ocupada una pista aérea cercana, llegaría entonces por vía aérea un grupo de dirigentes de los exiliados cubanos que integrarían un "Gobierno nacional" cuya primera decisión sería pedir ayuda a Estados Unidos, que acudiría de inmediato al llamado con tropas y refuerzos. Hasta tenían seleccionado a un "presidente": el primero primer ministro de la revolución de Castro, José Miró Cardona.

Y así la brigada de exiliados marcharía "triunfante" hacia La Habana para "acabar con el comunismo y restaurar la democracia". La brigada invasora de los exiliados recibió el nombre de 2506 porque ese fue el número de identificación de su primera baja, un combatiente que murió en un accidente durante los entrenamientos en Guatemala, llamado Carlos Rodríguez Santana.

Pero, si por un lado los planificadores de la CIA creyeron que el acceso a la ciénaga era difícil para las fuerzas castristas, por otro obviaron que las tropas de Fidel Castro no sólo eran numerosas como recibieron armamento actualizado de Europa y a la vez tuvieron la elemental precaución de redistribuir por el país sus fuerzas aéreas, que fueron el primer blanco de los invasores.

La invasión comenzó realmente el 15 de abril de 1961 con el bombardeo de los principales aeropuertos del país por parte de los B-26 piloteados por los exiliados, como el que se encuentra ahora en el aeropuerto de Tamiami. Lograron destrozar parcialmente la aviación de combate cubana pero no toda. Los poderosos cazas norteamericanos a reacción T-33 y los británicos a hélice SeaFury (heredados del gobierno anterior) sobrevivieron y le dieron a Castro la supremacía en el aire.

Fue en el sepelio de las víctimas de esos bombardeos que Fidel Castro decretó "el carácter socialista de la Revolución". Como dice el escritor cubano Norberto Fuentes, "le dieron la oportunidad, fue el momento y lo aprovechó".

A las 00:00 horas del 17 de abril comienzan a recalar en Bahía de Cochinos los primeros barcos cargados de brigadistas, guiados por un grupo de buzos comandados por dos oficiales de la CIA.

A partir de ese instante, comenzó el descalabro. Desde el inicio, el desembarco de la tropa se complicó, entre otras razones, porque los barcos comenzaron a tener problemas en los motores y uno de ellos encalló en un arrecife coralino cuya existencia no constaba en ninguna carta marítima ni en informaciones de inteligencia de la CIA.

Castro proclama el carácter socialista de la revolución. | Archivo

Castro proclama el carácter socialista de la revolución. | Archivo

Cuando los primeros brigadistas llegaron a la orilla de la playa, sobre las 3 de la mañana, descubrieron que no estaban solos. Los esperaban cuatro milicianos en patrulla que, si bien fueron ahuyentados por la potencia de fuego de las metralletas calibre 50, dieron la primera señal de alarma del desembarco.

Castro fue despertado a las 3 y media de la madrugada y tomó dos decisiones: movilizar hacia el frente a los cadetes de la escuela de milicias de la ciudad de Matanzas, al norte de Bahía de Cochinos, y ordenar el despegue de sus aviones.

A las 6 y media de la mañana aparecieron los primeros aviones a chorro cubanos y en las horas subsiguientes, en encarnizados combates, lograron hundir los dos barcos que transportaron los brigadistas e hicieron explotar un tercero cargado de municiones para 30 días de lucha. Con esos "fuegos artificiales" quedó sellada la suerte de la Brigada 2506.

Durante los días 17, 18 y 19 de abril, cubanos de la misma sangre pero en bandos diferentes se dispararon mutuamente sin piedad, con toda la saña y heroicidad que lograron recabar. Hasta que uno de los bandos quedó en silencio. No porque hubieran muerto todos, sino porque se acabaron las municiones.

"Estamos combatiendo en la playa y no tenemos munición. Por favor, envíen ayuda. No tengo con qué combatir. Nos vamos al monte", fue el último mensaje que el jefe de la Brigada 2506, José Pérez San Román, envió a sus jefes en la CIA antes de destruir el radio de campaña.

Tres días antes, al desembarcar, San Román no resistió la tentación de arrodillarse y besar la arena de su país.

Anatomía de una ausencia

Para los exiliados el agotamiento de las municiones es la clave del fracaso del desembarco. Desde entonces la casi totalidad de ellos afirma que Estados Unidos había prometido un apoyo aéreo a la brigada pero éste nunca apareció. Una ausencia que califican como una "traición" de Kennedy que, desde entonces, es odiado por ello en el corazón de la Pequeña Habana.

"La traición del gobierno de Kennedy es lo que recuerdo más. ¿Cómo se puede entrenar a un grupo de hombres, darles armas, transportarlos a otro país para combatir contra un ejército y entonces abandonarlos? Hasta hoy no he podido comprenderlo", dice Juan Evelio Pou, hoy con 74 años, quien fuera oficial explorador del Segundo Batallón de la Brigada 2506.

Los historiadores e investigadores no han encontrado una respuesta clara para la ausencia del apoyo aéreo y la posterior derrota de la brigada, cuando desde la costa de Cuba los soldados de Castro podían ver claramente en el horizonte un portaviones y cuatro fragatas de Estados Unidos.

Kennedy recibe en Miami la bandera de la brigada, bajo la mirada de San Román. | AP

Kennedy recibe en Miami la bandera de la brigada, bajo la mirada de San Román. | AP

Aunque hay quien crea que un apoyo a aéreo a la brigada no estuvo realmente previsto porque Kennedy nunca quiso involucrarse mucho en el proyecto, lo más probable es que el desenlace no haya sido más que la consecuencia de la serie de errores de un presidente sin experiencia militar.

El plan inicial fue aprobado por Eisenhower, quien fuera el comandante supremo aliado en Europa durante la Segunda Guerra Mundial, y contemplaba varios requisitos que fueron desechados posteriormente por Kennedy y sus asesores. En primer lugar, Kennedy cambió el lugar de la invasión de cerca de Trinidad hacia más al oeste en Bahía de Cochinos. El gran problema allí era que por la forma angosta de la bahía, una retirada sería muy difícil si no imposible, como sucedió, ya que el hundimiento de los barcos invasores selló la salida a mar abierto.

Después, se decidió por un desembarco nocturno, siempre riesgoso, y redujo los planes de bombardeo de los aeropuertos para destruir a las fuerzas aéreas de Castro. Inicialmente, el plan contemplaba 38 ataques, que fueron reducidos a 22, después a 16 y finalmente a ocho.

Por otro lado, la resistencia interna anticastrista, que debía iniciar un levantamiento en coordinación con el desembarco nunca fue avisada de la inminencia del desembarco, porque en la CIA hubo quien temió que agentes del Gobierno cubano la hubieran penetrado.

En la polémica histórica que se ha instalado desde entonces, algunos investigadores sostienen, además, que el desembarco fue prematuro porque no estaba totalmente organizado y debió haber sido retrasado o suspendido. Pero eso nunca sucedió, quizá porque los exiliados estaban impacientes por llevarlo a cabo, o porque los estadounidenses sabían que Castro había enviado unos 100 pilotos cubanos a entrenarse en Checoslovaquia en el manejo de cazas Mig y estaban a punto de regresar a la isla.

También hay quien piense que JFK tenía la esperanza de que la CIA terminara por lograr asesinar a Castro y eso llevara la isla al descalabro.

Brigadistas presos por las milicianos.

Brigadistas presos por las milicianos.

Pero, cualquiera que haya sido la razón, lo cierto es que el coronel retirado Jack Hawkins, que dirigió el personal paramilitar de la CIA en la invasión, piensa que las decisiones de Kennedy fueron "una traición vergonzosa a los combatientes cubanos".

"Lo que más recuerdo no es el combate o haber perdido, sino la traición del gobierno de Kennedy cuando me di cuenta de que no tendríamos el apoyo aéreo que nos prometieron", dijo Andrés Manso, de 75 años, y que perteneció al Sexto Batallón de infantería.

Anatomía de una victoria

Tan pronto en abril de 1960 la CIA abrió la oficina de reclutamiento en Miami, los agentes de Fidel Castro en la ciudad informaron a La Habana lo que estaba pasando. Y como guerra avisada no mata soldado, los militares cubanos comenzaron los preparativos de defensa.

Los planes también fueron sencillos. Las tropas fueron distribuidas por todo el país. El guerrillero argentino Ernesto Che Guevara fue encargado de la defensa de Pinar del Río, al occidente, al ahora presidente Raúl Castro le ordenaron hacer lo mismo en el oriente del país, y diplomáticos y comparadores fueron despachados a Checoslovaquia, Unión Soviética, Bélgica e Inglaterra a comprar y pedir armamento, mientras la retórica política de la Revolución se exacerbaba. Fue el momento en que se introdujo en el vocabulario político cubano la palabra “mercenario” para definir a los brigadistas.

Castro logró movilizar al pueblo. Aunque algunos sostienen que en esa época su popularidad estaba decreciendo, el discurso nacionalista terminó por movilizar a las masas que comenzaron a recibir entrenamiento militar a pasos acelerados. Se crearon las Milicias Nacionales Revolucionarias donde la mayoría de la población fue encuadrada y terminaron por desempeñar un papel clave en los combates. Mientras, los servicios de seguridad iban identificando y arrestaron a unas 100.000 personas sospechosas de pertenecer a la resistencia interna y las confinaron en estadios cerrados coartando toda posibilidad de movilización, desbaratando los planes de la CIA de sostener la invasión en un levantamiento interno.

El Che Guevara se aproximó del Secretario de la Casa Blanca y le entregó una nota para Kennedy. Decía: "Gracias por Playa Girón".

Semanas antes, el agente de la CIA Félix Rodríguez fue infiltrado en la isla para ayudar en la coordinación del desembarco, pero horas antes del inicio de las operaciones tuvo que escapar de su escondite y asilarse en una embajada latinoamericana, cuando una patrulla de milicianos apareció sorpresivamente delante del apartamento donde se escondía para arrestarlo. Rodríguez se hizo famoso años después cuando participó en la operación de captura del Che Guevara, en Bolivia.

"Todo fue un desastre. Yo fui parte de un equipo de infiltración dentro de Cuba antes que comenzara la invasión. Mi misión era ayudar a la resistencia a ayudar a los brigadistas, pero Fidel los arrestó a todos antes del desembarco. Durante la invasión, escuché una transmisión de radio de la CIA a todos los que escuchaban en la isla. Decía: 'Este es el momento en que todos los patriotas deben levantarse y pelar por una Cuba Libre'. Les contesté: 'Todos los patriotas están presos, gracias a su maldita invasión'", dijo José Basulto, de 70 años, que en los años 80 fundaría la organización Hermanos al Rescate, que se dedicó a salvar de los tiburones en agua del Estrecho de Florida a miles de personas de Cuba que escapaban de la isla en balsas.

Durante tres días se produjeron encarnizados combates en la Ciénaga de Zapata. Todavía se recuerda el nombre del poblado San Blas, donde sin duda se dio la más dura batalla del enfrentamiento porque allí se dispararon los últimos cartuchos. "Fue una masacre. Fue difícil porque éramos cubanos en ambos lados, pero había que defenderse. Era matar o que te mataran", recuerda Eli César, de 74 años, quien fuera el segundo jefe del Tercer Batallón de la brigada.

Epilogo de una derrota

La brigada 2506 fue desbaratada en menos de 72 horas. Los sobrevivientes, unos 1.200 exiliados, fueron hechos prisioneros, juzgados y sometidos al escarnio público durante casi dos años, pasados los cuales regresaron a Miami donde fueron recibidos por el presidente Kennedy, quien recibió de manos de San Román la bandera cubana con que la brigada desembarcó en Playa Girón y le prometió que la devolvería "en una Cuba liberada".

En un juicio colectivo, transmitido en vivo por la televisión, los brigadistas fueron condenados a 30 años de trabajos forzados, los cuales fueron eximidos de cumplir si pagaran jugosas indemnizaciones. A San Román y dos de sus ayudantes les pidieron medio millón de dólares y a los demás entre 100.000 y 25.000 dólares, según la jerarquía en la brigada.

A la larga, varias instituciones privadas estadounidense y empresas en busca de exenciones en los impuestos pagaron la cuenta, que incluyó también el envío de unos 53 millones de dólares en medicinas y compotas para niños.

En la brigada había cuatro españoles. Todos curas que, una vez arrestados, dijeron estar allí para darle "apoyo espiritual" a los brigadistas. El caso más patético fue el de Ismael de Lugo, de la orden de los Capuchinos, que en una conferencia televisada dijo que no pudo hacer nada por salvar vidas porque "eran gentes voluntarias".

En agosto de 1961, en una reunión de la Organización de Estados Americanos (OEA) en Punta del Este, Uruguay, el Che Guevara se aproximó del Secretario de la Casa Blanca, Richard N. Goodwin y le entregó una nota para Kennedy. Decía: "Gracias por Playa Girón. Antes de la invasión la revolución era débil. Ahora es más fuerte que nunca".

Fue el puntillazo final en una guerra entre hermanos.

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