lunes, 25 de abril de 2011

Soy demasiado altanero

Soy demasiado altanero para comportarme como víctima

La historia en breve

Ciro Gómez Leyva

Aproveché la media Semana Santa de asueto para leer Blanco nocturno, de Ricardo Piglia: pendiente que tenía desde que Babelia de El País la eligió mejor novela en español de 2010.

Marqué varias frases del delicioso y conmovedor libro: “¿Quién quiere ser una madre cuando está caliente?” Y: “La ética es como el amor; se vive en presente, las consecuencias no importan”. Y esta otra: “Soy demasiado curioso y demasiado hábil y demasiado altanero para comportarme como una víctima”.

Esa última frase la leí el jueves, antes de irme a pasear al centro de la ciudad. Por la cantidad de gente, Madero parecía la Quinta Avenida de Nueva York y el cruce de Juárez y Eje Central, Times Square. Optamos por 5 de Mayo y acabamos en La Ópera.

No la veía así de rebosante, gloriosa y feliz desde 1980, 1981. El maitre nos informó que tenían lleno desde las dos y así seguirían hasta las nueve, diez: “La mayor parte de los clientes viene de provincia”. A gozar la paz de la gran capital, pensé luego de que un treintón de Ciudad Juárez, que comía gratamente en la mesa de al lado con dos mujeres, también juarenses, nos contara que por allá las cosas siguen feas, pero que estaban de vacaciones para cargar pilas y regresar a darle duro, ya que no se iban a dejar. Demasiado altanero y hábil para comportarse como víctima.

Recordé, inexorablemente, aquello de que México necesita un publicista y un psicoanalista, de Aguilar Camín y Castañeda. Por esas horas, muy cerca de ahí, en la Catedral, el arzobispo Norberto Rivera plañía en la homilía de Jueves Santo por la “descomunal y demencial violencia” que martiriza al país.

A una parte. Porque al salir de La Ópera, ya de noche, el centro seguía en santa fiesta.

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