lunes, 30 de mayo de 2011

Estados Pontificios

Estados Pontificios

Nada puede ponerle un alto a los abusos de poder que provienen de los gobernadores y el enorme desorden que sufren las administraciones de las entidades de la República Mexicana.

Pedro Ferriz

Ni toda la voluntad democrática de este nuevo México ni la lucha frontal que declaramos a la delincuencia. Ni la fortaleza acumulada de nuestras instituciones ni la voluntad y honradez de todos los mexicanos bien intencionados. Ni la fuerza de la ley y el peso de la Constitución que nos rige. Ni siquiera el orden y observancia al que hemos sometido al desempeño del Presidente de la República... nada puede ponerle un alto a los abusos de poder que provienen de los gobernadores y el enorme desorden que sufren las administraciones de los estados de la República. Vivimos el robo descarado de hombres sin escrúpulos e insaciables, que ante la falta de reglas en el manejo de los recursos públicos, hacen lo que quieren, se apropian de lo que sea. Disponen alegremente. Reparten entre sus protegidos y socios virtuales. Piden porcentajes, reparten contratos a conveniencia. Fabrican negocios inmobiliarios. Desarrollan proyectos orientados a favorecerse, no a favorecer a la comunidad. Hacen y atropellan de manera insaciable. Comprometen el futuro. Endeudan. Emiten bonos y endosan las bondades de un pueblo noble, generoso, abundante, pero también saqueado a plena luz del día de la democracia que pretendidamente nos cobija de tanta ilicitud.

Constantemente sabemos de revisiones que gobernadores y Congresos locales entrantes hacen sobre las administraciones próximas pasadas. Cien millones aquí, quinientos allá. Faltas y fallas. Errores y dolo. Administraciones irresponsables y despreocupadas. Gobernadores sátrapas que por seis años se dedican a vaciar la hacienda de sus estados gobernados. Negocios oscuros. Lavado y jineteo. Todo en el marco de un pueblo empobrecido, lleno de necesidades y ahogado en el abandono. Todo también, operado bajo un velo de opacidad, incapacidad e impunidad. Frustración por no poder hacer llegar a esos hombres del poder ante la justicia.

Y para acabar de coronar esta actitud imperial y totalitaria, suenan presuntos vínculos de muchos —ahora ex gobernadores— con el narcotráfico y diversos otros actos como secuestro, trata de personas, venta de privilegios, renta de funcionarios, lo que hace posible que los cárteles operen con toda impunidad en sus localidades.

A todo este esquema, el ciudadano se indigna pero asume un perdón. Reprueba, pero no persigue. Asociaciones y cámaras. Gremios productivos y sociedad organizada que no se une para buscar la aplicación de alguna forma de justicia que ponga a estos “Príncipes” en la cárcel y los enormes recursos robados, sean restituidos a las arcas de los “bolseados” Estados.

Me pregunto qué estaría pasando si el presidente Calderón se hubiera plantado en el Estadio de Wembley para el partido entre el Barcelona y el Manchester. Todo un debate nacional se elevaría en indignación. Pero qué sucede si se presentan a la zona VIP del estadio el ex gobernador de Quintana Roo Félix González Canto y el actual. ¡Agarraditos de la mano, listos para pasar un placentero fin de semana londinense! Nada. Nadie sabe. Nadie supo. La muerte del Presidencialismo parió a otros seres sobrenaturales, plenos de superpoderes. Los gobernadores. A veces invisibles... seguro que invencibles.

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