viernes, 27 de mayo de 2011

Plan Marshall para la Primavera Árabe

Internacional

El G-8 negocia un Plan Marshall para la Primavera Árabe

El club busca ayudas para Túnez y Egipto y un plan de seguridad nuclear internacional

Las revueltas árabes, la guerra de Libia, la seguridad nuclear mundial, el cambio climático y la revolución de internet dominan, en distinta medida, la cumbre del G-8 de Deauville (Calvados), que hoy concluirá con el anuncio de «grandes» ayudas económicas a Túnez y Egipto, con la esperanza de consolidar sus procesos democráticos, y el deseo de que Gadafi «abandone el poder cuanto antes».

Anfitrión del G-8, cuando Francia asume la presidencia rotativa del G-20, el presidente Nicolas Sarkozy insiste en la existencia de un consenso muy sustancial en los grandes temas políticos de la cumbre, que ha preferido dejar los capítulos más estrictamente económicos de la actualidad internacional para la próxima cumbre del G-20, en Cannes.

Dinero y revueltas

Cuestión central del G-8: ¿cómo apoyar las revueltas árabes? La cumbre debe concluir hoy con el anuncio de ayudas financieras concretas. Túnez y Egipto piden un socorro financiero que oscila entre los 20.000 y los 30.000 millones de euros.

Ante la guerra de Libia, el «consenso sustancial» tiene muchos matices. Sarkozy y Cameron insisten en la presión militar. A la espera de que Gadafi termine abandonado el poder, cuanto antes mejor. Al mismo tiempo, París y Londres agradecen a Moscú su abstención en Naciones Unidas, «sin la cual no hubiese sido posible la intervención militar que ha impedido que Gadafi siguiera masacrando a su propio pueblo».

En su conferencia de prensa, comentando los trabajos de la primera jornada de la cumbre, el presidente francés dejó en suspenso la suerte última de Gadafi: «Lo esencial es que abandone el poder, cuanto antes. Luego, el pueblo libio decidirá. No somos nosotros, los europeos, quienes debemos decidir el futuro de Libia. Son los libios quienes deben asumir esa responsabilidad».

En un segundo plano, los líderes del G-8 abordaron la seguridad nuclear, en dos frentes: japonés y ruso. El G-8 propondrá la adopción de una nueva reglamentación internacional, destinada a garantizar «un alto nivel de seguridad, teniendo en cuenta las enseñanzas de la catástrofe de Fukushima». Se trata del punto más consensuado. En el terreno estratégico, económico, industrial, Francia sigue apostando por la energía nuclear, masivamente, mientras que Alemania está adoptando una política mucho menos comprometida en ese terreno.

Tras el e-G-8 (diálogos con los grandes empresarios de internet), el G-8 acepta incluir en sus discusiones futuras la problemática de internet y los derechos de autor, que sigue dividiendo a la comunidad internacional en partidarios de la libertad absoluta y partidarios de controles limitados. Muchos estados quieren un mayor control; mientras que una inmensa mayoría de los actores contemplan con hostilidad cualquier tentación reglamentista. Sarkozy intentó, además, confirmar nuevos apoyos para la candidata francesa, Christine Lagarde, a la dirección general del FMI. Pero la negociación va para largo.

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