martes, 7 de junio de 2011

Argentina: Por qué la cocaína se cocina en Córdoba

Argentina: Por qué la cocaína se cocina en Córdoba – La Voz

La facilidad con la que los “narcos” obtienen precursores químicos en la provincia de Córdoba es el principal motivo de la proliferación de este delito.
El pasado jueves 31 de marzo, al anochecer, los efectivos policiales que irrumpieron en una casa de barrio Maldonado, al este de la ciudad de Córdoba, al fin cantaron “¡Bingo!”: encontraron a Jerónimo Oscar Toranzo (62, alias “Momasa”) junto a cuatro kilos de cocaína recién producidos. El hombre, dijo el comisario general Mario Nieto, jefe de la Dirección General de Lucha contra el Narcotráfico, sería un eximio “cocinero” de cocaína, cuya fama habría traspasado los límites de la provincia. Al momento de ser capturado, según la investigación, estaba preparando un encargo para la provincia de San Luis.


También de ese sector de la ciudad era la banda que tenía una “cocina” móvil de cocaína y que fue aprehendida el pasado viernes 13 en Agua de Oro, 56 kilómetros al norte de la Capital cordobesa. “Nos costaba encontrarlos porque se movían a distintos lugares para ‘cocinar’”, confió Nieto.
Se les secuestraron 19 kilos de cocaína recién producida, 250 gramos de pasta base y 10 litros de precursores químicos (acetona, ácido sulfúrico y éter), según informó la Policía.
¿Qué tienen en común estos dos casos conocidos en las últimas semanas? Que desnudan la relación directamente proporcional entre la proliferación de “cocinas” de cocaína en la provincia y el desmanejo en el mercado de los precursores químicos, según sintetizó una alta fuente de la Justicia federal.
De origen legal. Estas sustancias, de fabricación legal, son imprescindibles para que la pasta base de cocaína termine convirtiéndose en clorhidrato de cocaína. Se trata de un proceso que se inicia en alguna selva latinoamericana y culmina en la ciudad de Córdoba, en donde los “narcos” se proveen de parte de los químicos necesarios para la producción de la droga: ácido sulfúrico, carbonato de sodio o potasio, permanganato de potasio, éter (se lo utiliza como disolvente porque se evapora rápido) y acetona.
De todos modos, los especialistas coinciden en que ésta es una lista general de productos químicos, ya que los “narcos” suelen experimentar de manera constante con nuevos químicos capaces de suplantar a los de la “receta” original. “Los que ‘cocinan’ a lo grande tienen especialistas en química, que se han formado en la Universidad”, apuntó un jefe policial que desde hace años lucha contra el flagelo en la provincia.
Con la pasta base que llega desde Bolivia y los precursores que obtienen en Córdoba, en la provincia los narcotraficantes “cocinan” en pocas horas kilos de clorhidrato de cocaína en rudimentarias ollas o braseros instalados en cualquier casa, sin necesidad de pensar en laboratorios de última generación.
Cambio de paradigma. Durante la tarde-noche del miércoles 5 de mayo de 2010, dos droguerías del centro de la ciudad de Córdoba fueron allanadas en el marco de una investigación para dar con los proveedores de los narcotraficantes. Una semana atrás, la Policía había desbaratado una “cocina” en barrio Altamira y entre lo secuestrado se contaban bidones con acetona y carbonato de sodio. Al rastrear el origen de estos químicos se detectó que habrían sido adquiridos en dos droguerías.
El fiscal federal Enrique Senestrari confirmó que por este procedimiento aún hay varios procesados, imputados por el desvío de precursores químicos. Ahora, señaló, la Cámara federal tiene el expediente en su poder y debe resolver cómo siguen las imputaciones.
Entre otras medidas, los jueces tienen que definir un criterio con relación a si el desvío de los precursores constituye un delito penal (si se entiende que los imputados podían suponer que en caso de salir del circuito legal esos químicos podían ir a parar al narcotráfico) o sólo una falta administrativa.
Para llegar a esta situación, antes hubo un cambio de paradigma. Históricamente, desde Argentina, Brasil y Chile, con las industrias químicas más desarrolladas de Sudamérica, se traficaban los precursores químicos hacia Bolivia, donde se “cocinaba” la cocaína.
Sin embargo, desde fines de la década de 1990 y principios de 2000, Argentina comenzó a controlar más el desvío ilegal de estos precursores hacia el extranjero. La Secretaría de Programación para la Prevención de la Drogadicción y Lucha contra el Narcotráfico (Sedronar) creó un registro único para anotar laboratorios y empresas que fabricaran y compraran de manera legal estos precursores e intentar hacer un seguimiento de cada químico.
Hoy, en teoría, el recorrido de un litro de acetona, desde su obtención hasta que es industrializado –por ejemplo, en un esmalte de uñas– debe quedar registrado en una base común, en la que constan la empresa que la industrializó, el transportista que la llevó, el laboratorio que la adquirió y demás compras y ventas que incluya este circuito.
¿Qué sucedió? Ante la dificultad para trasladar los químicos al extranjero, los “narcos” comenzaron a colocar “cocinas” en las provincias argentinas, ya que era más sencillo traer la pasta base y terminar el proceso en el país que llevar los precursores a Bolivia. Se trató de un error estratégico en la lucha contra el narcotráfico. Como sucede a menudo en América latina, se pretendió que el país diera una respuesta local a un problema internacional.
La reacción de los “narcos” fue mucho más veloz y el supuesto coto que intentaba poner Argentina terminó por aliviarles el problema. En un contexto de posdevaluación, los traficantes encontraron en el país, además de los químicos, una mano de obra barata y desesperada y una variedad de puertos de salida al resto del mundo con un descontrol inmejorable para sus negocios.
“Argentina es una proveeduría del Cono Sur”, aseveró uno de los jefes policiales consultado, al referirse al mercado ilegal de precursores químicos. “Hace unos años –ejemplificó–, eran noticias las ‘mulas’ que llegaban al aeropuerto queriendo entrar la droga al país; ahora es al revés: las ‘mulas’ salen desde acá hacia el extranjero”.
Es que el país dejó hace tiempo de ser “sólo de tránsito”, como suelen responder distintos funcionarios cuando son consultados sobre el avance del narcotráfico. Hoy, Argentina es, en el mapa “narco”, un país de tránsito, producción, consumo, logística, lavado de dinero y exportación de drogas y precursores químicos.
De otra manera, sería difícil explicar por qué M., un vecino del Cementerio San Vicente, aumentó tanto su poder económico en los últimos años. En 2008, su hijo estuvo más de medio día secuestrado por un grupo que le pedía precursores químicos como pago por su rescate.
Hubo denuncia policial, el muchacho fue liberado y, pese al “narcosecuestro”, a tres años el hombre sigue yendo y viniendo por la zona en vehículos cada vez más caros. Lo mismo que “el lechero”, un hombre de la zona sur de la ciudad que cada mañana recibe los encargos por teléfono, sube a un auto particular, acude a un laboratorio legal y luego despacha los bidones a domicilio.

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