miércoles, 1 de junio de 2011

El salto mortal

El salto mortal

Priistas se han convertido en perredistas y en panistas; éstos se volvieron priistas y/o perredistas, y perredistas se han pintado de azul.

Ricardo Alemán

No debiera sorprender a nadie que los hermanos René Arce y Víctor Hugo Círigo —hasta hace semanas reputados militantes del PRD— hayan decidido sumarse a la campaña del priista Eruviel Ávila, quien les abrió los brazos sin regateo alguno. ¿Por qué no debe sorprender a nadie? Por dos razones.

La primera, porque si bien resuelta censurable e inaceptable que los políticos mexicanos se hayan especializado en el trampolín político, en el cambio de cachucha, de bandera y de ideología, como si se tratara de un cambio de ropa, lo cierto es que han abusado de esa práctica hasta niveles de náusea, hasta convertir la traición a la ideología y los principios en deporte nacional de la mal llamada clase política mexicana.

Es decir, desde los tiempos en que Cárdenas, Muñoz Ledo, AMLO y muchos otros salieron del PRI, para sumarse a la izquierda y luego al PRD, ha pasado mucha agua debajo del trampolín partidista de la clase política mexicana. Si hacen un esfuerzo elemental de memoria, recordarán que priistas se han convertido en perredistas y en panistas; que panistas se volvieron priistas y/o perredistas y, por supuesto, perredistas que se pintaron de azul.

En pocas palabras, nadie debiera sorprenderse de que un par de ex guerrilleros que desde la clandestinidad combatieron a los gobiernos del PRI, que militaron en la izquierda y luego pregonaron a favor de la socialdemocracia, hoy se digan atraídos por la seguridad del poder priista que encarna, nada menos, que el llamado a gobernar el Estado de México: Eruviel Ávila. A su vez delfín del priista llamado a convertirse en candidato presidencial del PRI.

Nadie debiera escandalizarse del “salto mortal” de Arce y Círigo, ya que meses antes también buscaron jalar al ex alcalde de Ecatepec —a las filas de la izquierda y del PAN— nada menos que el PRD de Los Chuchos, el PT de AMLO, el GDF de Marcelo y, claro, el PAN de Calderón. Todos ellos intentaron jalar a sus filas al entonces alcalde de Ecatepec. ¿Ya olvidaron que tanto los amarillos como los azules coquetearon con Eruviel Ávila para convertirlo en el candidato de la alianza PAN-PRD, contra Enrique Peña Nieto?

Lo curioso del trampolín político que con singular alegría practican todos los partidos, los políticos y los líderes, es que con el mismo cinismo que se escandalizan de la “traición ideológica” —de los que saltan del PAN o del PRD al PRI—, los puritanos de la política y del periodismo defienden el otro extremo del cochinero.

Es decir, cuando un político desprestigiado, cuestionado, con una larga historia en el lodazal priista, deja las filas del tricolor y llega a las del PRD o del PAN, entonces ha purificado su imagen y borrado su pasado. ¿Ejemplos recientes? El hidalguense José Guadarrama y el guerrerense Ángel Heladio Aguirre; dos pillos del PRI que, luego de ser reciclados por el PRD y el PAN, hoy son presentados como prohombres de la izquierda.

Y aquí es donde entra la segunda razón que explica el salto de dos políticos de la izquierda al PRI. Resulta que René Arce y Víctor Hugo Círigo han vivido una evolución ideológica que los llevó, de la guerrilla, a la izquierda y, luego, a la socialdemocracia. Esa evolución los confrontó con el grupo de Los Chuchos y luego con el de Marcelo Ebrard. Relegados del PRD, y vapuleados luego de que AMLO les asestó un golpe mortal al arrebatarles el poder en Iztapalapa —con el escándalo de Juanito—, Arce y Círigo se propusieron la creación de un partido socialdemócrata en el Distrito Federal.

Conocedor del riesgo que le significaba un nuevo partido en la capital del país, Marcelo Ebrard canceló todas las posibilidades y, con ello, literalmente echó a Arce y a Círigo a los brazos de Eruviel Ávila. ¿Por qué? Porque en el DF Marcelo Ebrad se apoderó del PRD y, en el Estado de México, toda la izquierda fue cooptada por AMLO. La única ruta de escape era el PRI, ya que el PAN está muerto.

Lo curioso es que la fuerza político-electoral de Círigo y Arce en Iztapalapa, y su conocimiento del PRD, los pueden convertir en la plataforma de lanzamiento, ideal, para el regreso del PRI en el Distrito Federal, en 2012.

Por lo pronto, se confirma que se avecina una derrota histórica para el PRD y la izquierda en el Estado de México: peor aún, que el PRI inició la pepena de ex perredistas para recuperar el control político electoral en el DF. Y, claro, en la feria de traiciones, peleas y pepenas, el beneficiado se llama Marcelo Ebrard. ¿Por qué? Porque la derrota de AMLO en el Edomex es la victoria de Marcelo en la elección presidencial. Al tiempo.

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