martes, 28 de junio de 2011

Estados Unidos: El Sueño de Todo Dictador

– Por Ron Paul

Estos son días verdaderamente preocupantes para la libertad en los Estados Unidos. La semana pasada, el plazo de 60 días para que el presidente obtuviera la aprobación del Congreso para nuestra participación militar en Libia bajo la resolución “War Power” (Poder de Guerra) se fue como vino. Los medios apenas lo cubrieron. Los bombardeos continuaron. Tuvimos una audiencia en el Capitolio sobre el tema, pero la administración se niega a preocuparse por la legalidad de esta nueva guerra. No está claro si Obama alguna vez obtendrá el consentimiento del Congreso y, sorprendentemente, se está discutiendo si es que lo necesita.

El artículo 1, sección 8 de la Constitución lo ve de otro modo. Establece claramente que el poder para declarar la guerra descansa dentro del poder legislativo –el poder más representativo de la población–. Los fundadores eran personas cansadas de las guerras, y el requisito de una ley del Congreso para ir a la guerra fue intencional. Creían que no se debería entrar en guerras a la ligera, por ello se negaron a dejar tal decisión en manos de una sola persona. Se opusieron al poder bélico absoluto de los reyes. Sería increíblemente ingenuo pensar que un dictador jamás podría hacerse con el poder de este país.

Nuestros presidentes ahora pueden, por sí solos: ordenar asesinatos, incluyendo ciudadanos estadounidenses; operar tribunales militares secretos; torturar; encarcelar indefinidamente sin debido procedimiento; ordenar registros e incautaciones sin orden judicial; descuartizar la cuarta enmienda; ignorar la regla de 60 días para presentar ante el Congreso la naturaleza de cualquier operación militar, como lo requiere la War Power Resolution (Resolución Poder de Guerra); continuar con los abusos del Patriot Act (Ley Patriota) sin supervisión; iniciar guerras a su antojo y tratar a todos los estadounidenses como sospechosos de terrorismo en los aeropuertos, con los manoseos y los la máquina de Rayos-X de la TSA.

Quienes no se alarmen con todo esto no están prestando atención, o confían demasiado en los funcionarios del gobierno como para estar preocupados. Quienes estén en el gobierno hoy en día podrán ser personas confiables y maravillosas. ¿Pero qué hay de los líderes del futuro? Ellos heredarán todos los poderes adicionales que les cedemos a los actuales titulares del puesto. ¿Podemos confiar en que no se aprovechen de ello? Las mejores intenciones de hoy crean lagunas y oportunidades para los tiranos del mañana.

Quizás el incremento de poder más preocupante es la reciente expansión de la misión asociada con los ataques del 11 de septiembre y con las guerras de Irak y Afganistán. Algo que comenzó como ataques específicos a los autores del 11/9 continúa luego de 10 años con una guerra que se expande. ¿Y contra quién? La semana pasada el Congreso aprobó un proyecto de ley de “Autorización para la Defensa”, de un lenguaje muy inquietante, que explícitamente extiende el poder de guerra del presidente a casi cualquier persona. La sección 1034 de la ley dice que estamos en guerra con los Talibanes, con al Qaeda y con sus fuerzas asociadas. ¿Quiénes son estas fuerzas asociadas? También incluye a cualquiera que haya apoyado las hostilidades que hayan ayudado a cualquier organización que ayude a estas fuerzas asociadas. Esta autorización no está limitada geográficamente, y no tiene fecha de caducidad. No importa si estas fuerzas asociadas son o no estadounidenses. Tus derechos constitucionales ya no aplican cuando los Estados Unidos están “en guerra” contigo. ¿Sería tan difícil, para alguien del gobierno, “conectar” a algún enemigo político con al Qaeda, aunque sea tenuemente, y declararlo una “fuerza asociada”?

Mi colega, el Congresista Justin Amash, encabezó un esfuerzo para hacer que se elimine este lenguaje tan preocupante, pero desafortunadamente fracasó por una votación de 234 contra 187. Es realmente lamentable que tantos en el Congreso respalden una autoridad bélica ilimitada en manos del Poder Ejecutivo.

Un antecedente hispano del liberalismo

El decano

Un antecedente hispano del liberalismo económico

Juan Velarde

&quote&quoteEl famoso sefardí Baruch Spinoza, en su obra fundamental, Etica, demostrada según el orden geométrico señaló que "cuanto más busca cada uno de los hombres lo que a él le es útil, tanto más útiles son los unos para los otros".

Pocas piezas de los planteamientos económicos han tenido tanta fuerza como el teorema de la mano invisible de Adam Smith. Sabido es que en el capítulo II del libro IV de La riqueza de las naciones, por cierto en un contexto evidentemente impregnado del nacionalismo mercantilista triunfante en el siglo XVIII, se lee:

Es cierto que, por lo general, nadie se propone fomentar el interés público, ni sobre hasta qué punto lo está fomentando (...) Busca únicamente su propia ganancia, y en éste, como en otros muchos casos, una mano invisible le lleva a fomentar una finalidad que no entraba en sus propósitos (...) Buscando su propio interés, fomenta frecuentemente el de la sociedad con mayor eficacia que cuando se lo propone realmente. Yo nunca he visto que quienes pretendían promover como sus actividades el bien público hayan hecho muchas cosas buenas.

Las consecuencias de este teorema fueron rapidísimas. Jovellanos, como es bien sabido, lo comparó, para las ciencias sociales, a algo parecido a como para las físicas era la ley de la gravitación universal de Newton, y de inmediato se observa en el economista asturiano esto cuando escribe en Introducción a un discurso sobre el estudio de la economía civil: "Pero, ¿es posible, me decía yo, que no haya un impulso primitivo que influya generalmente en la acción de todas estas causas y que produzca su movimiento, así como la gravedad, o sea la atracción, produce todos los movimientos necesarios en la naturaleza?". La búsqueda de la libertad económica es su consecuencia. En el Informe de la Ley Agraria, los enlaces con esto son continuos. Por ejemplo cuando señala: "Sólo la esperanza del interés puede excitar al cultivador a multiplicar (los frutos) y traerlos al mercado. Sólo la libertad, alimentando esta esperanza, puede producir la concurrencia, y por su medio aquella equidad de precios, que es tan justamente deseada. Las tasas, las prohibiciones, y todas las demás prohibiciones reglamentarias, no pueden dejar de amortiguar aquella esperanza, y por lo mismo desalentar el cultivo, y disminuir la concurrencia y la abundancia; y entonces, por una reacción infalible, la carestía nacerá de los mismos medios enderezados a evitarla".

De todo esto, claro que hay antecedentes españoles importantes. Acabo de leer en el volumen I de ese libro tan apasionante de Adrián O. Ravier, La Escuela Austriaca desde dentro. Historia e ideas de sus pensadores (Unión Editorial), estas declaraciones del profesor Huerta de Soto: "Obra en mi poder una carta que nos escribió Hayek el 7 de enero de 1959, en la que nos indicaba que debemos leer tanto el artículo de Rothbard como los trabajos de Marjorie Grice-Hutchison porque, ‘juntos demuestran que los principios básicos de la teoría del mercado competitivo fueron desarrolladas por los escolásticos españoles del siglo XVI y que el liberalismo económico fue diseñado, más que por los calvinistas, por los jesuitas españoles’".

Todos estos antecedentes hispanos, e inmediatos aplausos, desde España son bien conocidos, pero he aquí que me he encontrado con otro. Un célebre filósofo, el famoso sefardí Baruch Spinoza, en su obra fundamental, llena de influencia de Euclides, Etica, demostrada según el orden geométrico señaló que "cuanto más busca cada uno de los hombres lo que a él le es útil, tanto más útiles son los unos para los otros". No había oído comentar –es posible que se me rectifique– este otro antecedente de la defensa de la economía libre de mercado. Por eso me apetece proclamarlo desde un órgano de expresión que se llama Libre Mercado en el conjunto de Libertad Digital.

Juan Verlarde es catedrático emérito de la Universidad Complutense de Madrid

El mercado empieza a descontar el contagio

tras la QUIEBRA GRIEGA

El mercado empieza a descontar el contagio de España e Italia

Los inversores dan por hecha la caída de Atenas y empiezan a centrar su atención en las siguientes fichas del dominó: Madrid y Roma.

M. Llamas

Grecia ha caído. Tras el fracaso del primer plan de rescate, los inversores dan por hecha la reestructuración de la deuda pública helena, a la espera de cuándo y cómo se llevará a cabo, y si ésta se producirá de forma ordenada o desordenada.

Grecia afronta en estos momentos un debate parlamentario crucial para aprobar el plan de ajuste que exige Bruselas y el Fondo Monetario Internacional (FMI) y así obtener el quinto tramo de ayuda (12.000 millones de euros) para evitar la quiebra en las próximas semanas. Y ello, en medio de una nueva huelga general.

Las tensiones de los últimos días se deben, precisamente, a las dudas acerca de este debate. No en vano, las autoridades europeas han venido insistiendo en que sin ajuste no habrá rescate, con el consiguiente riesgo de que Grecia abandone el euro. El pasado viernes el Gobierno del socialista Yorgos Papandréu apenas contaba con un margen de tres o cuatro votos para sacar adelante el plan. El lunes la tensión se recrudeció una vez más en el mercado de deuda tras las últimas deserciones protagonizadas por diputados del Pasok (partido en el Gobierno), reduciendo el margen de Papandréu a apenas un voto de diferencia.

De hecho, ante la posibilidad de que Grecia rechace el plan de ajuste los burócratas de la Eurozona se vieron obligados a filtrar un Plan B con el objetivo de evitar la inminente suspensión de pagos de Atenas. Un plan de contingencia para inyectar liquidez de forma urgente e impedir así lo que hasta ahora era impensable.

Sin embargo, este martes se respira algo más de calma tras conocerse que algunos diputados del partido conservador en la oposición están dispuestos a apoyar el nuevo paquete de austeridad. El margen sigue siendo reducido, pero por el momento con estas adhesiones Papandréu lograría los votos precisos para cumplir las condiciones impuestas.

Nuevas presiones

Aún así, la UE sigue presionando a los diputados griegos, por si acaso. El comisario de Asuntos Económicos, Olli Rehn, ha avisado este martes de que la "única forma" de evitar una "quiebra inmediata" de Grecia es que el Parlamento heleno apruebe el plan de ajuste. "No hay plan B [...] La única manera de evitar una quiebra inmediata es que el parlamento respalde el programa económico revisado", resaltó Rehn en un comunicado. En esta misma línea, el miembro del Banco Central Europeo (BCE) Juergen Stark insistía en que se trata de la "última oportunidad" para Grecia. "Sólo hay un Plan A, sin ajuste dudo que la comunidad internacional preste más ayuda a partir de julio".

La cuestión clave es que mientras este particular debate continúa en los pasillos de Bruselas el mercado ya sentenció a Grecia hace tiempo, y ahora llega la condena. Atenas suspenderá pagos, ya sea dentro o fuera del euro, de forma ordenada o desordenada. Habrá default, el primero de un país miembro.

Y es que, aunque el plan de ajuste sea aprobado, Grecia deberá afrontar la reestructuración de su deuda, una especie de quiebra "suave" dentro de la moneda única, ya que los acreedores privados participarán de una u otra forma en el segundo rescate de Grecia. La UE sigue negociando con los bancos cómo llevar a cabo tal participación "voluntaria" para que las agencias crediticias y los inversores no la interpreten como un default.

Francia propone refinanciar a 30 años el 50% de los bonos helenos que venzan antes de 2014. Asimismo, los arquitectos estadounidenses del Plan Brady, la reestructuración de los países latinoamericanos de finales de los 80, se han desplazado a Atenas para diseñar la citada quiebra suave, tal y como avanzó Libre Mercado. Y el diagnóstico es claro: "Lo que necesita Grecia es menos deuda, quitas sobre los bonos existentes".

El mercado lo está interpretando de forma similar. La prima de riesgo de los bonos helenos sigue disparada y parece no tener techo. La rentabilidad de la deuda a dos años roza el 30%, y la de 10 años casi el 17%. Asimismo, el mercado de credit default swaps, un seguro contra el impago, refleja que Grecia cuenta ya con una probabilidad de quiebra superior al 80%, mientras que la Irlanda y Portugal supera el 50%.

España e Italia, el gran temor

Y ante tal situación los inversores empiezan a descontar ya un recrudecimiento de la crisis de deuda pública en las dos grandes fichas de dominó de la zona euro, España e Italia, tras los rescates de Irlanda y Portugal. La prima de riesgo de ambos países, que mide el diferencial existente entre la deuda pública a 10 años y el bono germano al mismo plazo, marcan una tendencia ascendente, apuntando a niveles máximos en la era euro.

El gran temor del mercado, y también de la elite política europea, es precisamente ése, que la quiebra de Grecia agrave la delicada situación financiera de España e Italia. Es decir, el temido efecto contagio. De hecho, fuentes de la eurozona afirmaban ayer que ese supuesto Plan B se estaba diseñando con la intención de frenar el impacto que tendría la quiebra de Grecia sobre otros socios periféricos, en referencia a ambos países (Irlanda y Portugal ya están bajo el paraguas del rescate).

El ajuste de Italia

Más allá de España, Italia empieza a afrontar horas inciertas antes de la prevista aprobación el próximo jueves en Consejo de Ministros de un nuevo plan de ajuste, esta vez en torno a los 43.000 millones de euros, y que ha generado nuevas divisiones en el seno del Gobierno que preside Silvio Berlusconi.

De un lado, el ministro de Economía, Giulio Tremonti, intenta convencer a sus compañeros de Ejecutivo de la necesidad de este plan para evitar un posible contagio de la crisis griega, y, de otro, Umberto Bossi, socio de Gobierno de Berlusconi y líder del partido Liga Norte (LN), que muestra su desacuerdo en algunos puntos. Los principales puntos de disenso entre el ministro de Economía y la Liga Norte se basan en dos puntos: nuevos recortes para los Ayuntamientos y la hipótesis de que se eleve la edad de jubilación.

El borrador planteado por Tremonti sucede al aprobado hace un año por un valor de unos 25.100 millones de euros, y pretende lograr el equilibrio presupuestario en 2014. Entre otras medidas, contempla limitaciones en el uso de coches y aviones oficiales, un posible aumento de tres meses cada tres años a partir de 2013 de la edad de jubilación (cifrada ahora en 65 para ellos y 60 para ellas en el caso de las de vejez) y la congelación de los salarios de los funcionarios para 2013-2014.

Junto a ese plan de ajuste está previsto que se apruebe un proyecto de ley de reforma fiscal, que reduciría a tres las clasificaciones impositivas en el IRPEF sobre las rentas de los italianos y suprimiría el Impuesto Regional sobre las Actividades Productivas (IRAP) en 2014, informa Efe.

La prima riesgo de la deuda italiana alcanza récords y tanto la agencia de medición de riesgo Standard & Poor's (S&P) como Moody's han advertido de una posible rebaja en la calificación crediticia de Italia dado su elevado endeudamiento público y la debilidad de su crecimiento económico.

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