viernes, 3 de junio de 2011

Peruanos enfrentan dilema electoral

Peruanos enfrentan dilema electoral

AP

Los peruanos volverán a las urnas este domingo para enfrentar uno de los mayores dilemas electorales de su historia reciente: elegir como presidente a Keiko Fujimori, que encarna la corrupción que dominó el país en los años 90, o a Ollanta Humala, que representa el fantasma del autoritarismo.

Cuando faltan tres días para la segunda vuelta electoral Humala y Fujimori se encuentran en un cerrado empate que hace imposible prever quién será el ganador.

Según un sondeo de la encuestadora Ipsos Apoyo conocido el jueves, Fujimori obtendría 51.1 por ciento de votos válidamente emitidos y Humala 48.9 por ciento, con un margen de error de 2 por ciento. El sondeo fue realizado en todo el país entre el domingo y el miércoles en base a una muestra de 3,000 personas.

“Vamos a una competencia electoral nunca antes vista en la historia electoral peruana”, dijo el jueves el analista político Fernando Tuesta en conferencia de prensa con corresponsales extranjeros.

Agregó que “tenemos un país dividido y polarizado… dividido en dos partes iguales”, señaló al graficar la dificultad para anticipar quién será el ganador.

En este escenario de empate técnico los votos de los indecisos deberían ser el fiel de la balanza. Sin embargo, los sondeos han mostrado que al ser forzados a definir el voto también se dividieron en partes iguales por ambos candidatos.

“Los dos candidatos que pasaron a la segunda vuelta son candidatos con un alto nivel de resistencia, con fuertes problemas de imagen que no han logrado resolver satisfactoriamente durante la campaña electoral”, dijo Giovanna Peñaflor, analista y directora de la encuesta Imasen.

Agregó que entre los electores “hay falta de convicción, un fuerte porcentaje de gente que vota en contra de, no a favor de, que está en la lógica de (elegir) lo que es menos malo”.

El novelista peruano Mario Vargas Llosa, Nobel de Literatura en el 2010, comparó la encrucijada con tener que elegir entre “el sida y el cáncer terminal”.

Fujimori, una legisladora de 36 años, ha luchado durante su campaña por diferenciarse de su padre, Alberto Fujimori, quien cumple una condena de 25 años de prisión por violaciones a los derechos humanos y actos de corrupción cometidos durante su gobierno (1990-2000).

Durante su gestión, Fujimori concentró todos los poderes sometiendo a las instituciones del Estado a través de una vasta red de corrupción que también comprendió a los medios de comunicación. Con millonarios sobornos el régimen fujimorista compró la línea editorial de los medios para garantizar su permanencia en el poder.

Keiko Fujimori ha pedido perdón por los delitos cometidos por su progenitor, pero el mea culpa despierta incredulidad por cuanto se ha rodeado de las mismas cuestionadas figuras políticas acusadas de corrupción que formaron parte del gobierno de su padre.

Vargas Llosa ha exhortado a los peruanos a no reivindicar una de las dictaduras “más atroces” y “crueles” que ha tenido Perú y un grupo de intelectuales peruanos expresaron en un manifiesto su “enérgico rechazo” ante la amenaza que supondría “la resurrección de la dictadura fujimorista”.

“El régimen de Alberto Fujimori marcó el periodo más siniestro en la historia de nuestros gobiernos republicanos. Fue una década criminal cuyas funestas consecuencias no debemos olvidar, relativizar ni pasar por alto”, expresaron.

Por su parte, Humala, un ex comandante del ejército de 48 años, se ha esforzado por desprenderse de la imagen de radical que se ganó en 2006 cuando se postuló por primera vez a la presidencia y despotricaba contra el modelo neoliberal y proponía la estatización de las empresas al estilo del presidente venezolano Hugo Chávez.

Humala afirmó admirar a Chávez y éste lo respaldó públicamente en el 2006, lo que aún genera el temor de que de llegar al poder instaure en Perú un gobierno en línea con el de Chávez, Rafael Correa en Ecuador o Evo Morales en Bolivia.

“Perú es una parte muy importante del proyecto de la famosa revolución de Chávez… Es un vecindario que ellos (los venezolanos) ven como parte de un proyecto político revolucionario”, dijo a la AP el líder opositor venezolano Diego Arriá, quien estuvo en Lima y advirtió a los peruanos sobre el peligro de votar por Humala.

Para ganarse la confianza de los electores, el candidato marcó distancia de Chávez, contrató asesores brasileños para vincular su imagen a la del ex presidente de Brasil Luiz Inácio Lula da Silva y accedió cambiar los lineamientos económicos de su programa de gobierno al tiempo que prometió no interrumpir el vigoroso crecimiento económico que ha experimentado Perú en los últimos 10 años.

“Es un programa de gobierno que (Humala) ha cambiado cuatro veces y va a cambiar una quinta y una sexta y una séptima de acuerdo a las conveniencias… es la vieja tradición del autoritarismo y del fascismo, lo primero es tomar el poder, después ya se verá qué se hace”, opinó Moisés Lemlij, psicoanalista y catedrático universitario, en declaraciones a la AP.

En medio de la disyuntiva también existe un grupo de peruanos que optará por viciar su voto o dejarlo en blanco como forma de protesta.

Es la opción de Helenia Arévalo, una agente inmobiliaria de 54 años que afirma que Humala o Fujimori deberán “saber que hay una parte del Perú que no los apoyó”.

“Es una manera de protestar y de decir ‘cuídate, anda con cuidado y no hagas lo que te dé la gana porque voy a ser una de las primeras en salir a las calles a protestar“’, manifestó.

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