Bloomberg News Agustin Carstens, en una conferencia de prensa en la embajada de México en Nueva Delhi.
Carstens argumenta que los países emergentes nunca dirigirán una institución como el FMI a no ser que se unan en torno a un candidato. "Han pasado 65 años sin una persona de mercados emergentes. No sé cuántos años deberían ser. El marcador es claro: 65 a 0".
Además de Lagarde, Carstens también compite con el presidente del banco central israelí, Stanley Fischer, quien entró a la carrera justo antes de que se cerrara el período de nominaciones el viernes.
Ex colegas describen a Carstens, quien terminó un doctorado de Economía en la Universidad de Chicago en tres años en vez de cuatro, como un economista inusualmente talentoso. "Tengo un alto concepto de su capacidad", afirma Raghuram Rajan, un ex economista jefe del FMI. Rodrigo Rato, ex director gerente del Fondo, indicó que el mexicano también tiene "un buen sentido del humor... que lo hace dócil pero firme".
En 2008, cuando los precios del crudo se acercaban a máximos históricos y Carstens estaba al frente de las finanzas de México, su secretaría tomó una protección que puso a salvo alrededor de US$5.000 millones en ingresos al país cuando el año siguiente los precios del petróleo se desplomaron. Algunos lo apodaron "San Agustín".
Carstens fue criado en una familia de clase media alta según los estándares mexicanos y asistió a un colegio privado alemán, donde aprendió ese idioma. Aun así, recuerda que a veces el dinero era escaso.
Asistió a la prestigiosa universidad mexicana ITAM y entró al Banco de México a los 22 años. Al cabo de una década, ya estaba a cargo de las reservas del banco y las colocaciones de deuda internacional. En la Universidad de Chicago, se enamoró del equipo de béisbol Cubs, del jazz y de su esposa estadounidense, Catherine Mansell, también economista y escritora.
Carstens ha luchado por mucho tiempo con su peso, que colegas estiman en más de 135 kilos. A menudo, los caricaturistas mexicanos lo retratan como un banquero gordo que intenta quitarles el dinero a los pobres. Un blog de Wall Street preguntó la semana pasada: "¿Es Agustín Carstens demasiado gordo para dirigir el FMI?", cuestionando si su salud podría resistir las demandas físicas del puesto.
Sus amigos dicen que su peso es parte de su personalidad. "Es el clásico tipo gordo: de buen humor, sensible, que no se enoja. Y eso lo ha ayudado a convertirse en un mejor negociador", sostiene Francisco Gil, un ex secretario de Hacienda mexicano que fue el jefe de Carstens entre 2000 y 2003.
Carstens y su esposa no tienen hijos, pero adoran a sus perros. En 2003, cuando fue nombrado al puesto número 3 del FMI, manejó desde Ciudad de México hasta Washington para que uno de sus perros más viejos no tuviera que volar. El perro murió poco después de entrar a Washington, cuenta Gil.
El traspié más famoso se Carstens ocurrió en 2009, cuando un periodista le preguntó si la crisis de las hipotecas de alto riesgo en EE.UU. podía afectar a México, siguiendo el dicho famoso de que cuando EE.UU. estornuda, a México le da una pulmonía. Carstens predijo que esta vez ocurriría lo contrario. La economía de México cayó 6,5% ese año.
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