viernes, 3 de junio de 2011

¿un radical converso o un estrategia electoral?

Ollanta Humala, ¿un radical converso o un estrategia electoral?

HERRAMIENTAS
Foto:AFP PHOTO/CRIS BOURONCLE

Lima, 3 jun (dpa) - Ollanta Humala dice que ha cambiado, pero muchos no le creen. Esta vez, sobre todo para la segunda vuelta, dejó atrás su perfil radical y lució el terno de izquierdista moderado, con el que aspira a vencer el domingo a la derechista Keiko Fujimori.

Los críticos de Humala dudan de la conversión y lo ven como un lobo que, una vez en el poder, se quitará la máscara y será la versión peruana del presidente de Venezuela, Hugo Chávez. Otros tampoco le creen mucho, pero piensan que no hay condiciones para que intente rupturas radicales. Esos, y los que sí confían plenamente el él, podrían ser los que lo lleven al poder.

Ollanta Moisés Humala Tasso nació en Lima el 27 de junio de 1962, en una familia numerosa y muy politizada del departamento de Ayacucho. Su nombre de general inca alimenta la leyenda de que su padre soñó siempre con verlo presidente, aunque más mediante el golpe de Estado que a través de las urnas.

Pero el teniente coronel del Ejército en retiro recurre a la democracia. En 2006, muy novato, ganó la primera vuelta y perdió apretadamente la segunda con Alan García. Ahora de nuevo ganó la primera fase y llega a la instancia definitiva empatado con Fujimori en las encuestas de intención de voto.

Humala salió del anonimato a fines de 2000 con una rebelión contra el agonizante gobierno de Alberto Fujimori. La acción, en lo militar, bordeó lo ridículo. Sus compañeros lo abandonaron y él estuvo dando vuelta por los Andes sin que las autoridades siquiera lo buscaran.

Entonces nadie se dio cuenta, pero había nacido un líder. Con las primeras miradas puestas en él, continuó su carrera militar mientras su familia promovía el ideario “etnocacerista”, suma de socialismo ultranacionalismo, fascismo, racismo, chauvinismo y otros ismos.

El padre de Humala, Isaac, abogado que de joven dirigió una célula clandestina comunista de la que formaba parte Mario Vargas Llosa, se hizo figura con ideas que la mayoría creían disparatadas. Cuando Ollanta entró a la política con un discurso más centrado, le costó marcar distancia con un proyecto pintoresco y potencialmente peligroso.

Acusado de ser “títere” de Chávez, Humala tiene en su antiguo -y hoy al parecer lejano- nexo con el presidente venezolano su flanco débil. Asegura que su faro ahora es el ex presidente brasileño Luiz Inacio Lula Da Silva, pero sigue desatando temores en los defensores del modelo económico y la democracia.

Pero, aunque ahora sí está unido con esa izquierda marxista que antes miraba con desprecio, sus posturas se suavizaron. A veces oírlo evoca a un socialdemócrata. “Cambio sin desestabilización”, ofrece quien antes prometía un auténtico revolcón. Para la segunda vuelta aumentó la moderación al punto que hoy tiene entre sus impulsores al liberal de derechas Vargas Llosa y al ex presidente centrista Alejandro Toledo.

Con ceño fruncido, poco dado a las bromas, atlético, Humala es un clásico militar que llega a sus mítines a pleno trote y al que se le es fácil involcrarse con la población. El estilo de soldado le gusta a muchos y fastidia a otros, pues es de esos políticos que nació para desatar pasiones en favor o en contra pero no para pasar inadvertido.

Su dureza exterior la contrasta la esposa, Nadine Heredia, comunicadora de dulce sonrisa y estructuradas ideas izquierdistas. Tres hijos pequeños completan uno de los cuadros familiares más simpáticos de la política peruana.

En otro escenario, a Humala quizás le hubiera costado crecer. Pero para su fortuna tiene al frente a Fujimori, que tiene tantos anticuerpos como él. Eso le da opción de ganar y de cumplir, aunque de otra manera, el supuesto sueño del padre del que ahora está distanciado.

No hay comentarios.:

Publicar un comentario