sábado, 18 de junio de 2011

¿Y las renuncias?

¿Y las renuncias?
Pablo Hiriart



Fue un ridículo, sí. Pero no fue un hecho aislado. Por eso ante el desastre de la procuración de justicia que se puso de manifiesto con el desaseo del caso Hank Rhon, alguien se tiene que ir.


Tal vez, si somos indulgentes y crédulos, no hay culpables. Pero sí hay responsables.


¿Quién ordenó realizar un cateo en la casa del empresario sin autorización judicial?


¿Quién mandó al Ejército sin permiso de un juez?


¿Se mandan solos, o los mandó la DEA?


¿Quién violó una suspensión provisional y los trasladó al Distrito Federal contra la ley?


El primero en falsear información fue el vocero de Seguridad Nacional, Alejandro Poiré.


El vocero mintió cuando dijo que la detención de Hank se debió a que se acreditó el delito de flagrancia.


Poiré le contó al país una mentira. Dijo textualmente que los soldados llegaron a la casa de Hank y “al llegar al lugar referido se localiza el inmueble, se detecta a personas armadas en el exterior del mismo, se introducen al domicilio, se les da persecución y ahí es donde se encuentran”, etc, etc.


Los videos muestran que no hubo tal persecución. Fue mentira lo que informó el funcionario.


¿Por qué mintió el vocero? ¿Lo engañaron? ¿Quién?


Aquí sí pasó algo, y grave. Los responsables deben explicar y se tienen que ir.


Con una pequeña muestra de lo que está filmado en el hogar de Hank se cayó el caso.


¿Está documentado que sembraron armas y no se ha sacado a la luz esa parte del video?


¿Fue una persecución política con miras a criminalizar a un partido rumbo al 2012?


¿O fue un seguimiento erróneo a partir de una llamada de la DEA a la zona militar en Tijuana?


Esas preguntas tienen que ser contestadas por la autoridad.


Y no pueden ser respondidas por alguien que le mintió al país, en la delicada tarea de vocero de Seguridad Nacional.


Con el desenlace de este caso todo queda en entredicho.


¿Cómo han sido las muertes “por error”?


¿Sí han sido por error, o por exceso de brutalidad e ilegalidad flagrante?


¿De veras son poco más de cien las muertes por “error”, o son miles?


Hoy todo se puede creer, a la vez que nada es creíble.


Hank, un multimillonario, tiene recursos para defenderse. Tiene peso político. Sus abogados pueden acceder a medios de comunicación por la notoriedad del caso.


Pero, ¿y Juan Pueblo, que no tiene dinero ni influencias ni es atractivo para la prensa?


Los que están detenidos por cateos similares, ¿sí son culpables o también cayeron producto de arbitrariedades?


Es un momento difícil.


Hay que recomponer juntos, porque sólo tenemos un país y a este gobierno.Que se vayan los responsables y que todos cooperen en la reconstrucción de la justicia que está en ruinas.

 

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