miércoles, 29 de junio de 2011

¿Y si Hugo Chávez ya no retorna?

Question_mark Por Gustavo Berganza

El Periódico, Guatemala

Venezuela no es en estos días el paraíso del socialismo. Tiene una tasa de 75 homicidios por cada 100 mil habitantes según la Encuesta Nacional de Victimización y Percepción de Seguridad Ciudadana 2009, documento emitido en mayo de 2010 en forma conjunta por el Instituto Nacional de Estadística y la Vicepresidencia de la República. En términos absolutos, Venezuela tuvo en 2010 17 mil 600 homicidios, y eso, sin tener grupos paramilitares internos ni guerra abierta contra narcotraficantes como sucede en otros países de la región como Colombia y México. Estos países registraron 15 mil homicidios.

No se da mayor diferencia en este tema con Guatemala, también un país sumamente violento. Sin embargo, hay distancias en un tema que afecta a la producción, e incide a la larga en el bienestar de los ciudadanos: en Venezuela la energía eléctrica está racionada y cada dos días se producen cortes de 4 horas de duración. La Venezuela de Chávez es un país con un problema serio de inflación: 2010 cerró con un índice de 27.2 (ustedes recordarán que el de Guatemala fue 5.39). El aumento del 25 por ciento al salario mínimo decretado por Chávez para este año, y que entró en vigor en 2 etapas, –15 por ciento en mayor y 10 por ciento el 1 de septiembre– seguramente no aliviará la pérdida del poder adquisitivo de los venezolanos.

La política económica de Chávez, con todo lo positiva que ha sido para disminuir la pobreza en barrios miseria, parece no ser sostenible en el mediano plazo, dado que su principal fuente de financiamiento, la producción petrolera, está disminuyendo. La obsolescencia de equipos impide que este país tan rico en mantos de gas natural y petróleo, no sea eficiente en la extracción de esos recursos. Las expropiaciones hacen desconfiar a compañías extranjeras que podrían aportar tecnología de punta para aumentar la producción. Lo que ha ayudado al gobierno de Chávez ha sido el alza, porque en lo que a volumen de producción se refiere, esta se redujo en 2010 un 7.7 por ciento en relación a 2009.

Entonces, con todas esas evidencias de lo perjudicial que ha sido en el aspecto económico, más lo que usted ya sabe que ha hecho en lo político, ¿no sería bueno que Chávez ya no retorne a Venezuela?

Hiperglobalización socialista

Hiperglobalización socialista

Por Juan Ramón Rallo

Ideas - Libertad Digital, Madrid

El Debate sobre el Estado de la Nación no ha dado para mucho, en esencia porque lo único que merecería nuestra atención, el anuncio de la dimisión de Zapatero y la consecuente convocatoria de elecciones anticipadas, no se ha producido. Después de tres desastrosos años, en los que ha abocado el país a la quiebra, no iba ZP a tomar la opción de salida menos indigna.

Por desgracia, el todavía presidente del Gobierno nos ha golpeado desde el hemiciclo con esos otros mensajes tan propios de la izquierda, de la que él, no lo olvidemos, ha formado y sigue formado parte. Ha dicho Zapatero que estamos experimentado una peligrosísima "hiperglobalización" de las finanzas mundiales, lo que, en última instancia, es el meollo de la crisis actual. La falta de una gobernanza de alcance planetario –es decir, de un Hiperestado que actúe a modo de policía para imponer tributos y reglamentaciones globales–, unido a la bravuconería de los tiburones capitalistas, explicaría la génesis de los préstamos de alto riesgo y de las burbujas internacionales.

El maniqueísmo es evidente: dado que los mercados deben estar sometidos a los Estados, si los primeros adquieren una naturaleza internacional, los segundos deberán engordar en igual medida para mantenerlos bajo control. Frente a un mercado grande, necesitamos un contrapeso público igualmente poderoso. La crisis actual lo demostraría.

La treta estatista es sobradamente conocida y se resume en esos dos sustantivos que componen el título de la imprescindible obra de Robert Higgs: Crisis y Leviatán. El Leviatán está especializado en provocar crisis, y las crisis constituyen el revulsivo para que el intervencionismo, el Leviatán, se expanda. El caso que nos ocupa no es distinto.

Los fenómenos económicos que Zapatero asocia con esa hiperglobalización –el crecimiento desproporcionado de los mercados financieros, del crédito y de los instrumentos derivados– son más bien una consecuencia de la injerencia estatista en los mercados financieros para obstaculizar el desarrollo libre y sano de la globalización. Al fin y al cabo, si en las últimas décadas el crédito ha podido explotar en cantidad y en baja calidad ha sido porque los bancos centrales abandonaron la disciplina que les imponía el oro, y gracias a ello pudieron sustentar y refinanciar a unos bancos privados acostumbrados a prestar a largo plazo más dinero del que reciben a igual plazo. Asimismo, si en las últimas décadas se han multiplicado los instrumentos de cobertura contra el riesgo cambiario y de tipos de interés –los infames derivados– ha sido porque, con el abandono el patrón oro, los tipos de cambio dejaron de ser fijos y los tipos de interés pasaron a depender no de la disponibilidad real de ahorro, sino del fluctuante crédito que el sistema bancario inyectara al mercado.

¿Por qué los Estados decidieron desprenderse del oro? No precisamente para dar alas a la globalización de los capitales, sino más bien para saltarse la disciplina que éstos les imponían. Fue el nacionalismo monetario y crediticio –las ansias de los políticos por gastar más de lo que los ahorradores internos y extranjeros les querían prestar– lo que motivó el abandono del oro: el deseo socialista de disponer de una política monetaria propia para poder recurrir a la inflación de la moneda nacional con el fin de sufragar el expansionismo de un sector público insostenible. El oro era el símbolo de la globalización, la divisa que unificaba los intercambios internacionales y que permitía invertir en el extranjero a largo plazo sin miedo a devaluaciones competitivas de ningún tipo.

Pero se lo cargaron. Y se lo cargaron para inflar el crédito público y privado hasta unos límites jamás soñados, aun a costa de desestabilizar la globalización. Y ahora los hijos y nietos ideológicos de quienes destruyeron en nombre del estatismo el único sistema monetario verdaderamente global que ha conocido la humanidad salen a la palestra criticando una hiperglobalización e hiperfinanciarización que juzgan excesiva y que atribuyen no al asesinato del oro, sino al insuficiente tamaño del Estado.

Dejen de insultarnos y de tomarnos el pelo: lo que necesitamos es una auténtica globalización, basada en un sistema financiero y monetario sano, alejado del maridaje entre la banca y el Estado. Pero eso no significa más sino menos Estado, mucho menos Estado. Más que nada porque, sin la inflación nacionalista del crédito, se acabó el chollo de obtener crédito sin pedirlo prestado. Y, por tanto, se acabó el gastar más de lo que se ingresa. Hiperglobalización sí, pero de verdad. No el fraude intervencionista actual.

¿El laboratorio poselectoral?

¿El laboratorio poselectoral?

En cuanto empezaron a salir las primeras encuestas, fue evidente que Eruviel Ávila sería el candidato a vencer. Arrancó muy arriba...

Leo Zuckermann

Desde hace muchos meses, sin saber quiénes serían los candidatos, estuve dispuesto a apostar que el PRI ganaba la gubernatura del Estado de México en caso de que no se diera una alianza entre la izquierda y el PAN. Si se partía el voto antipriista, ni el PAN ni el PRD tendrían chance de ganar en la entidad gobernada por Enrique Peña Nieto. La alianza finalmente no se dio. Y al día de hoy, nadie me ha tomado la apuesta. Nadie.

En cuanto empezaron a salir las primeras encuestas, fue evidente que Eruviel Ávila sería el candidato a vencer. Arrancó muy arriba, casi dos a uno sobre sus adversarios. A lo largo de una campaña corta, de 45 días, las tendencias nunca se movieron. Las últimas encuestas, publicadas la semana pasada, indican lo mismo que al principio: una victoria contundente del priista por más de 20 puntos porcentuales. Ni el perredista Alejandro Encinas ni el panista Luis Felipe Bravo Mena le hicieron cosquillas a Ávila.

Estoy seguro de que el priista se llevará la victoria este domingo sin haberse despeinado. El que piense lo contrario, sostengo la apuesta a favor del PRI. Incluso ofrezco doble contra sencillo. No porque me interese que venza el priista. Por mí, que gane cualquiera de los tres. Pero creo que el PRI, a diferencia del PAN y del PRD, ha operado bien esta elección. Desde algunos aspectos que critiqué por antidemocráticos, como reformar la ley para dificultar las alianzas, hasta la designación sorpresiva de Ávila como candidato cuando todos juraban que sería Alfredo del Mazo.

Para los medios nacionales, las elecciones del Edomex han sido aburridas y predecibles. Las encuestas no se movieron nada: tres líneas horizontales como si fueran el electrocardiograma de un muerto. Pero creo que ahora viene lo mejor desde el punto de vista mediático. Me refiero al proceso poselectoral: a las reacciones del ganador y los perdedores.

Alejandro Encinas ya mandó la señal de que desconocerá los resultados. Sabiéndose derrotado, lleva días acusando al PRI de todo tipo de mañas. En su artículo de El Universal del 21 de junio mencionó: inequidad, dispendio de recursos, injerencia gubernamental en apoyo de Ávila, coacción del voto, destrucción de propaganda, detención de promotores, compra de votos y amenazas de retiro de programas asistenciales, todo con la “complacencia de la autoridad electoral”. Según el candidato perredista, se trata de “la desesperación del nuevo PRI por conservar a como dé lugar el poder”.

De hecho, el PRD ha solicitado al Tribunal Electoral del Poder Judicial de la Federación (TEPJF) la cancelación del registro de Ávila por supuestamente “realizar actos anticipados de campaña y rebasar el tope de gasto de campaña”. La presidenta del Tribunal ya recibió a los representantes de los partidos de izquierda para escuchar sus argumentos. Encinas confía en que el TEPJF suspenda el registro de Ávila, pero no anule la elección. De esta forma, él ganaría. Nada menos y nada más. Por lo pronto, el candidato perredista ha dicho que él no confía en el Instituto Electoral del Estado de México porque ha permitido una elección cargada a favor del PRI. En suma: la típica reacción lopezobradorista ante la derrota.

La estrategia de la izquierda está telegrafiada: van a desconocer los resultados y descalificar a las instituciones electorales. La pregunta es qué hará el PAN. ¿Se unirá a la protesta? ¿Regresaremos a las viejas épocas de los ochenta de conflictos poselectorales por las victorias del PRI? El líder nacional del PRD, Jesús Zambrano, afirma que, entre que son peras o son manzanas, existe ya un compromiso con el PAN para cuidar el voto en el Edomex y que “no se cometan tropelías”.

Al parecer, la verdadera lucha en el Edomex puede comenzar el lunes por la mañana: ¿Se unirá el PAN a la izquierda para repudiar una victoria del PRI? ¿Se convertirá el Estado de México en el laboratorio, no electoral, sino poselectoral, de los comicios presidenciales de 2012?

¡Que renuncien..!

¡Que renuncien..!

Calderón dio el “banderazo de salida” para que, si así lo deciden, dejen sus cargos los señores Cordero, Lujambio y Lozano.

Ricardo Alemán

En entrevista con Ciro Gómez Leyva, el presidente Felipe Calderón dijo que no existe impedimento para que renuncien, a sus cargos, los secretarios de Estado que aspiran a la candidatura presidencial por el PAN.

En los hechos, con esa respuesta, Calderón dio el “banderazo de salida” para que, si así lo deciden, dejen sus cargos los señores Ernesto Cordero, Alonso Lujambio y Javier Lozano, titulares de Hacienda, Educación y Trabajo, respectivamente. Pero el mensaje se puede extender, sin mayor problema, a aquellos precandidatos azules que ostentan cargos de elección popular, entre ellos Josefina Vázquez Mota y Santiago Creel.

¿Por qué es tiempo de que los aspirantes presidenciales del PAN renuncien a sus cargos?

1. Por razones éticas. Es cierto, como lo dijo Calderón, que no existe impedimento legal y menos político para que todos los aspirantes del PAN inicien la competencia por la candidatura presidencial. Pero en realidad el asunto va más allá de impedimentos legales y reglas políticas. El tema central es ético, de congruencia con la doctrina azul y, claro, con su historia.

Hoy resulta vergonzoso que buena parte del gabinete presidencial de Calderón se vuelque en apoyo a Luis Felipe Bravo Mena —con todo lo que eso significa—, mientras que el PRI se da el lujo de “vender la imagen” de un gobernador mexiquense y presidenciable del PRI, cuando alardea que no meterá la mano en la elección de su delfín, Eruviel Ávila, y que no acudirá a ninguno de sus actos de campaña. En pocas palabras, pareciera que, en el caso de los presidenciables del PAN, los patos le tiran a las escopetas.

2. Por razones políticas. Es urgente, para el PAN, que se focalicen las aspiraciones de sus políticos en dos o acaso tres precandidatos. No más. ¿La razón?, que en la medida que se amplia el número de pretensos, se atomizan las fuerzas y se debilita a todos los presidenciables, junto con el partido. Si se cierra a dos el número de aspirantes —tres ya es multitud—, los esfuerzos, intereses políticos, económicos, ideológicos y financieros no sólo se concentrarán en dos figuras, sino que el efecto de suma de potencial se convierte en geométrico. Por eso siempre lo ideal es un candidato de unidad, con todos sus riesgos y/o ventajas.

3. Por razones estratégicas. Porque el efecto de la renuncia al cargo —con todo el efecto de orfandad que conlleva— se convertirá en un proceso de selección natural, que dejará dentro de la contienda sólo a aquellos que realmente tienen posibilidades de acceder a la candidatura, que cuentan con respaldos políticos, partidistas, económicos y adhesiones externas capaces de afrontar los riesgos y el costo de una contienda como la que se avecina en el PAN.

4. Por razones de imagen mediática. En este caso también tiene razón Calderón, cuando dice que el panismo parece “desesperanzado”. ¿Qué quiere decir eso? Que la percepción de los militantes y simpatizantes azules es de derrota. ¿Por qué? Porque no aparece un líder, una figura capaz de aglutinar a los simpatizantes y porque la lógica presidencial ha favorecido la multiplicación de los precandidatos.

Es urgente que el PAN y el Presidente se manifiesten con claridad sobre el rumbo que tomará la candidatura presidencial, y que se reduzca el número de aspirantes para, con ello, construir la percepción de un líder. En 1988 ese líder se llamó Manuel J. Clouthier, en 1994 fue Diego Fernández de Cevallos, en 2000 todos lo conocieron en Vicente Fox, y en 2006 apareció de manera sorpresiva un tal Felipe Calderón.

En todos los casos el líder azul ya era visible a estas alturas del partido. Sin embargo, hoy no aparece ningún precandidato azul con siquiera una pizca de los atributos del Maquío, del Jefe Diego, de Fox o de Calderón. Y sin duda que son muchos presidenciables del PAN, pero el problema no es cuantitativo, sino cualitativo. Es decir, el problema no es de cantidad, sino de la calidad de sus candidatos presidenciales.

Y es que cuando Calderón perdió a su amigo y secretario de Gobernación, Juan Camilo Mouriño, también perdió a su delfín. Y hoy son muchas las señales que indican que también podría perder la elección presidencial de 2012. Al tiempo.

EN EL CAMINO

Los “sacerdotes” del IFE hablaron. Y ordenaron que las “odiadas” empresas de radio y televisión se sometan. Mañana, cuando por ésas y otras ocurrencias algún mesiánico pretenda reventar la elección —porque lo que sobran son pretextos—, los “sacerdotes” mutarán en avestruces. Película vieja. Y sí, otra vez, al tiempo.

El Lazca ordenó la muerte de Torre Cantú

El Lazca ordenó la muerte de Torre Cantú, señala la investigación

El gobernador de Tamaulipas, y hermano de la víctima, anunció que confiará por última vez, en el trabajo de la PGR

Aurora Vega

CIUDAD DE MÉXICO, 29 de junio.- La Procuraduría General de la República (PGR) mantiene como principal línea de investigación sobre el asesinato de Rodolfo Torre Cantú, candidato del PRI al gobierno de Tamaulipas, que su muerte fue ordenada por Heriberto Lazcano Lazcano El Lazca, líder de la agrupación delictiva de Los Zetas por no haber accedido a peticiones de la organización criminal, revelaron funcionarios de la institución.

La emboscada contra Torres Cantú “fue perfectamente planeada, incluso, fue utilizado un vehículo artesanal artillado conocido como monstruo”, según consta en la averiguación previa que inicio la dependencia federal, dijeron las autoridades consultadas.

En tanto, la PGR precisó que tras el asesinato del candidato se inició la averiguación previa AP/PGR/DGCAP/ZCIV/ 093/2010, por el delito de violación a la Ley Federal de Armas de Fuego y Explosivos, el 28 de junio del año pasado.

La dependencia federal destacó que durante la integración de la indagatoria sobre el caso Torre Cantú, entre otras diligencias realizadas, se han obtenido 183 informes y 50 dictámenes periciales en diversas materias, así como 145 declaraciones. Último voto de confianza

En tanto, el gobernador de Tamaulipas, Egidio Torre Cantú, quien asumió la candidatura tras la ejecución de su hermano, dijo que “sin estar satisfecho con los resultados de las investigaciones”, le dio el “último voto de confianza” a la procuradora general de la República, Marisela Morales.

Tras cumplirse ayer un año del magnicidio del priista tamaulipeco, el gobernador, diputados locales, alcaldes y funcionarios estatales le exigieron al gobierno federal que esclarezca el crimen Egidio Torre Cantú, en conferencia de prensa, expuso: “Lamento profundamente que la PGR tenga los escasos resultados que tiene hasta la fecha.

“Lamento mucho que una institución tan sólida como la que tenemos, en la que todos confiamos, durante todo un año haya tenido avances tan malos. Lo lamento. Es una mezcla de indignación y tristeza.

Sin embargo, agregó, espera que con la gestión de la nueva procuradora se le dé un nuevo aliento a la dependencia y, por esa razón, confió en el esclarecimiento del crimen.

La lucha entre cárteles disminuirá antes de 2012

La lucha entre cárteles disminuirá antes de 2012, estima Calderón

El presidente de la República considera que el mayor desafío en el resto de su sexenio es que disminuyan las expresiones criminales, "como ocurrió finalmente en Colombia y en otros países que pasaron por olas similares, y creo que eso lo vamos a poder lograr", adelanta

Pascal Beltrán del Río
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CIUDAD DE MÉXICO, 29 de junio.- El presidente Felipe Calderón consideró que a Santiago Creel “le afectó ser candidato oficial” durante el proceso panista rumbo a las elecciones de 2006. Por esto, aseguró en entrevista, está “totalmente de acuerdo” en no promover a ningún precandidato para relevarlo en 2012.

Del secretario de Hacienda, Ernesto Cordero, comentó: “Tiene el valor de salir” y no sólo “ver los toros desde la barrera”.

Sobre la lucha anticrimen, rechazó que la haya emprendido para legitimarse. Dijo que fue tras una plática con Lázaro Cárdenas Batel, entonces gobernador de Michoacán, que decidió comenzarla. Posteriormente, otros gobernadores pidieron operativos.

“Es falso que usara la seguridad para legitimarme”

Los operativos militares y el combate frontal al narco, aclara el mandatario, se volvieron prioridad una vez estando en la Presidencia, cuando el gabinete descubre el grado de descomposición social que imperaba. Por primera vez, Calderón relata el minuto en que decidió sacar al Ejército a las calles y tratar de recuperar los espacios que se había apropiado el crimen organizado

“Absurdo”. El presidente Felipe Calderón no duda en calificar así el marco legal que se diseñó para evitar que los políticos expresen sus aspiraciones e incluso muchas de sus ideas si no es en los confines de un periodo de proselitismo reconocido legalmente como tal.

“Debemos evitar, después de tantos años de luchar contra la censura y de lograr la libertad, que nosotros no podamos hablar con libertad de lo que pensamos”, me responde, a modo de explicación, cuando le pregunto si desea entregar a un correligionario suyo la banda presidencial el 1 de diciembre de 2012. “Como miembro de un partido, es legítimo (querer) que ese partido gane las elecciones”.

A la mitad de su quinto año de gobierno —aquel que ha sido llamado el de Iván el Terrible, porque supuestamente se desatan en el Presidente en turno la desconfianza y el rencor—, Calderón confirma otra de las creencias que existen sobre quienes han ocupado el Ejecutivo: que el ejercicio del cargo entraña una enorme soledad.

—¿Existe esto del “gran solitario de Palacio”? —le pregunto.

—Pues en buena medida sí, porque la conexión que uno quisiera siempre tener con la gente es muy difícil de sostener. Van cambiando las relaciones humanas, se van focalizando los problemas. La necesidad de jerarquizar las tareas va haciendo que muchas se vayan hacia atrás. La posibilidad de hablar con la gente se minimiza, es decir, el tiempo no alcanza para muchas cosas. Y, finalmente, se va produciendo cierto efecto de aislamiento que hay que romper a cualquier costo…

Quizá porque con frecuencia se olvida que desde 1988 ninguna sucesión presidencial se ha resuelto al gusto de quien ocupa Los Pinos, Calderón tiene en este quinto año un motivo más para atraer reflectores: se observa el menor de sus movimientos, se calibra la más casual de sus expresiones para tratar de adivinar a cuál de los aspirantes apoya.

En la entrevista de ayer por la mañana en Los Pinos, le pregunto al mandatario por Ernesto Cordero, el hombre al que supuestamente pastorea para convertirlo en su sucesor.

Calderón es pródigo en elogios para su secretario de Hacienda, un funcionario que, dice, siempre “se avienta” para detener los balones que chutan hacia su portería y no espera que la mano presidencial se extienda para desviar el disparo, como ocurre “en muchas ocasiones”.

Dicho eso, el Presidente asegura que su propia “trayectoria de lucha democrática acreditada” le impedirá tomar partido en la elección interna de la que saldrá el candidato del PAN en 2012. Y dice que no hará lo que Vicente Fox (a quien Calderón no menciona por su nombre), quien hace seis años “aupó” a un “candidato oficial” y hoy pide juego limpio en el PAN. “Bueno, así suele ser la memoria política”, dispara con sorna.

Armado de nuevos bríos, por la respuesta favorable que ha hallado en la opinión pública luego de su encuentro con Javier Sicilia y otras víctimas del crimen organizado, Calderón sostiene que la reunión del jueves pasado en el Castillo de Chapultepec debe dar lugar a nuevas actitudes por parte de todos frente a la crisis de seguridad que vive el país. Al mismo tiempo, resuelto en dar continuidad a este diálogo y generar un declive en la violencia, dice que entiende a quienes temen que aquel hito en la historia moderna del país no pase a mayores.

A pregunta expresa, el Presidente explica las razones por las que optó por la estrategia contra la delincuencia que hoy tanto se le cuestiona. Y, al hacerlo, aporta datos de los que no había hablado antes en público y niega categóricamente que el haber recurrido a las Fuerzas Armadas a principios de su sexenio haya tenido que ver con un deseo de legitimarse a los ojos de quienes creen que llegó a Los Pinos mediante el fraude.

El siguiente es el texto de la entrevista:

—El peso sobre los hombros que implica el cargo de Presidente de la República, ¿se lleva de manera personal?

—El cargo es personal, y eso lo hace mucho más pesado probablemente. Yo no sé si el tener una imagen tan fuerte del Presidente de la República, construida a través de tantas décadas, o siglos quizá, de poder unipersonal, hace que todos los problemas se imputen al Presidente, y todas las soluciones se esperen de él también.

“Concretamente, el caso de seguridad es una buena descripción de ello. A final de cuentas, la seguridad es una responsabilidad constitucional que compete a los tres órdenes de gobierno. Es más, yo diría que en la lógica del gobierno y la administración pública, la autoridad más cercana es la municipal y es la que debiera hacer las tareas propias de la seguridad pública, así ocurre en buena parte del mundo más desarrollado. Aquí el problema se imputa centralmente y todas las soluciones se esperan también desde el centro, es decir, del Presidente.”

—¿Y eso le ha hecho decir a usted que hay una visión injusta, limitada, lamentable, sesgada..?

—Estoy totalmente consciente de la realidad. Y me parece que hay que asumirla como tal, aunque yo abogaría personalmente porque en México alguna vez tuviéramos un sentido mucho mayor de responsabilidad colectiva, de responsabilidad pública de todos, y sentido no sólo de pertenencia sino de responsabilidad compartida.

“Recuerdo mucho una expresión que le escuché a Diego Fernández de Cevallos hace mucho tiempo. Él decía que en México a todos nos educan y todos los discursos son para formarnos como derechohabientes. Es decir, todos tenemos derecho a todo, pero muy pocas veces hemos oído hablar de nuestros deberes. Y también tenemos deberes que cumplir, ¿no? Pero hay una lógica cultural, política, qué sé yo, de que se tiene derecho a todo, y la responsabilidad generalmente no es un tema muy abordado.”

—¿Hay algo en el andamiaje institucional que podría cambiarse para revertir esa visión, o es un tema meramente cultural?

—No lo sé. Probablemente tenemos que encontrar la manera en que los ciudadanos determinen cada vez más las cosas públicas a través de sus decisiones. Y para ello tienen todo el sentido las propuestas de reforma política. La reelección de legisladores y alcaldes, por ejemplo, haría que el ciudadano tomara el control de la carrera política de un representante público, y en ese caso hubiera cierta interacción que despierte esa responsabilidad.

—Usted ha hablado mucho del pasado, en el que usted participó en la lucha política y enfrentó el fraude muchas veces. Cuando asumió el cargo, y había un 30%, un 20% o un 10% de mexicanos que pensaban que usted había llegado ahí mediante el fraude, ¿qué sintió?

—Desde luego, en ese punto, tristeza. Había costado tanto, tanto trabajo construir la vida democrática en México, una buena parte de mi vida la pasé en ello, y sentí una injusticia en ese reproche.

“El que la elección hubiera sido tan competida, no quita el hecho demostrable de que fue una elección finalmente limpia. Fue dura la campaña, por supuesto, con argumentos muy fuertes a favor y en contra. Fue una contienda feroz, con mucha agresividad y odio por parte de mis adversarios. Pero, a final de cuentas, gané limpiamente.

“Todas las cosas que se dijeron de la campaña: que se había alterado cibernéticamente el padrón, lo cual era una verdadera fantasía, que nunca se probó y, al contrario, se demostró que era falso; luego, que el fraude hormiga; luego que el fraude descomunal… Todas las cosas que se dijeron resultaron falsas. Incluso el propio recuento que se hizo, fundado en la ley, en la que se revisaron más de 10 mil casillas, algo inédito en México.

“Todo eso constituía elementos muy sólidos que finalmente fueron considerados por las autoridades competentes. Y el reproche, evidentemente, a la luz de esa trayectoria de lucha democrática acreditable, pues sí era un motivo de tristeza, francamente.”

—Se lo pregunto porque existe la percepción pública de que usted sintió un afán de legitimarse en el cargo y que la forma en que decidió enfrentar al crimen organizado tuvo que ver con ese afán…

—Eso es totalmente falso. En primer lugar, la legitimidad proviene del apego a la ley y a la justicia, y ese tema había quedado resuelto en la resolución del Tribunal. Segundo, en la manera en que condujimos la transición, nunca respondimos a la violencia, siempre mantuvimos una disposición al diálogo y la apertura.

“Me parece que la irracionalidad, la agresión a los ciudadanos, el plantón en Reforma, etcétera, pusieron las cosas en su lugar. Y la misma toma de posesión, el hecho de haber decidido ir a la sede del Congreso de la Unión, a pesar de los pesares y frente a todos los consejos que recibí de tirios y troyanos, eso finalmente consolidó un arranque de Presidencia muy, muy sólido. Incluso es demostrable en las propias encuestas de opinión pública. Es decir, no había ninguna necesidad de hacer una cosa ulterior.

“No: el tema de la seguridad se volvió una prioridad a la luz de la realidad, que se descubre en la propia Presidencia y un poco antes…”

—¿Cuál era el diagnóstico que tenía, cuáles eran los datos que le hicieron tomar la decisión que tomó?

—Primero, el diagnóstico fue muy vago. Honestamente yo veía cosas, las oía, como cualquier ciudadano, como si hubiera un ruido sordo y lejano. Como diputado, como servidor público, de repente oía algún caso de secuestro muy dramático, los secuestros de los noventa cuando empezaron las primeras marchas, en las que participé. Fue un proceso paulatino.

“Yo fui ya como aspirante (presidencial) a la campaña electoral en Tamaulipas en 2004. Y recuerdo perfectamente que cuando llegué a Miguel Alemán, la gente estaba terriblemente asustada. Me empezó a hablar de Los Zetas, un término que yo no había escuchado y me decía algo que yo consideré que era una exageración y prácticamente un delirio de persecución: que estaban en las esquinas del pueblo, que nos estaban viendo y que estaban reportando todos los movimientos. Bueno, y tranquilicé a la gente y le dije que íbamos a ver qué hacíamos.

“Yo no era nada en ese momento, pero empecé a ver y, efectivamente, estaban los que luego supe que eran los halcones. Y eran los que tenían el control de todos los movimientos del pueblo.

“Luego terminó la campaña y fui al cierre del entonces candidato del PAN, Gustavo Cárdenas. En la plaza de Ciudad Victoria dije que si no había una acción decidida, a través de una autoridad verdaderamente comprometida con la libertad de los ciudadanos y con la ley, el próximo gobierno de Tamaulipas no sería del PRI sino de Los Zetas.

“Eso lo dije en 2004. Similar cosa dije en el cierre de campaña de Heriberto Félix, en Sinaloa, con la misma metáfora: si no había una acción decidida de la sociedad, por darse autoridades comprometidas con la ley y la justicia, libres del dominio del crimen, que incluso el próximo procurador podría ser El Mayo Zambada. Lo dije con cierta ironía, si se quiere, pero ahí empecé a ver la dimensión del problema.”

—Es decir, usted ya venía con esa idea…

—Pero no tan profunda. Lo que determina la acción fueron mis conversaciones con Lázaro Cárdenas, entonces gobernador de Michoacán. Él es la primera persona que me describe la dimensión del problema en nuestro estado. Yo había oído algunas cosas, por ejemplo, algo lo mencioné en el diálogo con Javier Sicilia…

—Lo de sus amigos…

—Sí, por ejemplo, el mejor amigo de mi vida, David Servín, compañero mío en primaria, secundaria y prepa, que murió por cierto el año pasado de cáncer y a quien extraño mucho, tenía un hermano menor, muy simpático, bien parecido. Y un día lo levantaron. Y hablaron y dijeron que debía tanto dinero y si no lo entregaban, lo iban a matar. Nunca se volvió a saber de Gerardo. Yo traté de pedir ayuda entonces a la AFI, a la Procuraduría del estado…

—¿Ya era usted Presidente?

—No, era secretario de Energía. Eso fue en 2004. Lo de Lázaro Cárdenas fue en 2006. Ya para entonces había pasado la muerte de un secretario de Seguridad Pública en Nuevo Laredo dos horas después de que lo nombraron. Ya ahora me he enterado que a uno de los capos de Los Zetas no le gustó su nombramiento y lo mandó matar. Ya habían pasado también los enfrentamientos en Nuevo Laredo por la disputa de la plaza; los primeros operativos que envió Vicente Fox, uno a Tijuana, otro a Nuevo Laredo; los decapitados de la presidencia municipal de Acapulco; las cabezas tiradas en un table dance de Uruapan… todo eso había pasado.

“Y Lázaro me describe la forma en que la ahora Familia Michoacana, entonces asociada a Los Zetas, se había apoderado de amplias regiones del estado, y que requería urgentemente la ayuda del gobierno federal, que le había pedido insistentemente al presidente Vicente Fox y que, por una u otra razón, simplemente se la había negado, que no había condiciones, que era un año electoral, etcétera, etcétera.

“Yo estoy platicando una de esas veces con Lázaro Cárdenas y, en ese preciso momento, se da un motín en un penal de Michoacán. Los criminales de La Familia, que tenían de rehenes a sus propios abogados defensores, que eran unos pasantes de derecho, jóvenes estudiantes, los matan. Entonces ahí asumo el compromiso con Lázaro de apoyarlo y preparar un operativo con las Fuerzas Armadas y la entonces Policía Federal Preventiva para respaldar a las autoridades.

“Así empieza la historia, y en la medida en que vamos avanzando se va develando el descomunal deterioro de las instituciones públicas…”

—¿Se va descubriendo en la medida en que van entrando los militares en Michoacán?

—Sabíamos que el problema existía, pero la dimensión del problema era simple y sencillamente difícil de predecir.

—Cuando se reunió, me imagino, con los mandos de Defensa y Marina, ¿cuál fue la instrucción que les dio y cuál fue la estrategia que le plantearon respecto de qué hacer en Michoacán?

—Lo analizamos en el gabinete de seguridad. Teníamos los informes de la zona militar de Michoacán, que eran, yo creo, los más precisos, era la labor de inteligencia mejor hecha entonces: los liderazgos, las zonas de influencia, los segundos mandos, los lugartenientes, el modus operandi. La conclusión era que había que mandar un operativo tal que fuera disuasivo y tomara verdaderamente el control de las cosas, porque un operativo con una presencia leve simplemente no habría hecho nada.

“Entonces, se planteó un operativo masivo en Michoacán que resultó exitoso. Además, en los primeros meses, pasa el operativo y se recomponen las cosas. Y ahí viene, yo creo, una primera lección importante: no basta el operativo, sino que se requiere rápidamente reconstruir las policías locales, porque la inhibición de la acción de los criminales dura el tiempo que dura la presencia de las fuerzas federales, que no puede ser permanente.

“Entonces, se requiere, yo creo, tiempo para reconstruir las instituciones de seguridad pública y de procuración de justicia locales, cosa que desgraciadamente no se hizo en muchos operativos…”

—¿Sería una de las cosas que habría hecho distinto?

—Una de las cosas, por supuesto, pero sí. Actuar más, en el marco de la ley, y presionar más para acelerar la renovación de los cuerpos policiacos, su fortalecimiento que es algo que se dio, primero, en el Acuerdo por la Seguridad, la Justicia y la Legalidad, en 2008, y luego con la Ley de Seguridad Pública, en 2010.

“Y ahora, tú sabes, parte importante del esfuerzo político que hacemos es para persuadir a los estados de que tomen cuanto antes acciones claras para depurar sus cuerpos policiacos, para fortalecerlos, para crear sus centros de control de confianza, para tener mandos confiables, para pasar por el control de confianza a los mandos, para tener un proceso agudo de capacitación, etcétera”.

—¿Diría usted que, ante el éxito en Michoacán de este tipo de operativos, se repitió mecánicamente en otros lados y, a lo mejor, no era la forma de hacerlo?

—No. Simplemente, en la medida en que fuimos viendo las pistas del crimen, en ese caso las pistas de los criminales llegaban claramente a Tamaulipas, hasta Reynosa, porque había una alianza entre La Familia y Los Zetas. De hecho, Los Zetas dominaban, y La Familia se independiza tiempo después. De hecho, algunos de los líderes de La Familia huyen a Reynosa y se arma otro operativo, muy fuerte, en esa ciudad.

“Luego vienen más estados con problemas de violencia y que piden la presencia de las fuerzas federales. Esa fue la regla. Este proceso de imitación, digamos, es un proceso a través del cual muchos gobernadores tienen un problema de seguridad y solicitan urgentemente un operativo para su estado. Y así surgió, en parte, el operativo para Tamaulipas, así surgió el operativo de Baja California, que yo creo que ha sido el que mejor ha salido, y así surgió el operativo de Sinaloa.

“Entonces, cuando se vuelve muy vistoso el operativo de Michoacán, muchos gobernadores tienen problemas y solicitan el apoyo federal. Así surgió también el operativo de Chihuahua.”

—Usted advirtió en su momento que ésta sería una lucha larga, dura y que habría muchos muertos. ¿Se imaginó que la cifra sería de estas dimensiones?

—Era muy difícil de imaginar eso. Igual que pensar cuántos muertos habría de no haber actuado. Eso también es muy difícil de imaginar porque, en honor a la verdad, la mayor causa de muertes violentas está surgiendo en el choque de las organizaciones y ese choque se estaba produciendo ya en algunas partes y se iba a producir en otras tarde o temprano.

“¿Qué es lo que causa la división entre Los Zetas y La Familia? ¿O entre el Golfo y Los Zetas? ¿O entre el Pacífico y el Golfo? ¿O entre el cártel de Juárez y el de El Chapo? ¿Qué es lo que causa eso? Pues que ellos disputan territorios.

“No dudo que haya una influencia muy clara de la acción del gobierno, pero es un factor independiente a la acción del gobierno. Es decir, las organizaciones criminales, en su nueva modalidad de narcomenudeo, lo que buscan es control territorial. Y cuando esas manchas de crimen chocan y se disputan una plaza, viene una violencia terrible y brutal en su expresión, porque no sólo asesinan, sino decapitan y torturan para mostrarle a sus adversarios su agresividad. Es como si marcaran su territorio.

“Entonces, esa violencia se estaba presentando ya, empezó hace muchos años, como demuestran el caso Nuevo Laredo o Acapulco, con aquellas cabezas dejadas en la presidencia municipal, todos esos eran factores que indicaban el crecimiento de esta podredumbre entre las bandas criminales en la disputa territorial.”

—Hay mucha gente que cree que hubo un punto de quiebre la semana pasada con el diálogo en el Castillo de Chapultepec, pero también se advierte que si no hay continuidad, podría terminar en un buen esfuerzo pero sin resultados. ¿Usted entiende ese escepticismo de la gente?

—Totalmente. Con toda razón. Pero me parece que el testimonio de las víctimas ha sido tan poderoso que tiene que hacernos cambiar a todos. Una de las cosas que tienen que cambiar es la atención a las víctimas.

“Efectivamente, cada persona que muere es un ser humano, independiente de si haya sido una víctima inocente, que son las que más duelen, o si fue reclutado por una banda criminal u otra. Finalmente, es gente que muere y cada una de ellas merece que su caso sea expresado, revelado, con conciencia del entorno familiar.

“Yo creo que ese esfuerzo por darles el espacio a las víctimas es medular, particularmente cuando mueren inocentes, cuando caen en un tiroteo, sea entre criminales o de éstos con la autoridad; o la gente que es secuestrada, simplemente porque a un cártel se le ocurrió que por ser ese grupo muchachos de Michoacán, sencillamente eran el enemigo. Todo eso duele y tiene que ser una de las cosas que deben cambiar a partir de ese diálogo. Hay muchas otras, desde luego.”

—Queda año y medio de gobierno. ¿Qué quisiera usted lograr?

—Hay muchas cosas que lograr. Primero, quiero lograr la cobertura universal de salud, que es una de las metas sociales más importantes para México que vamos a legar a las futuras generaciones. Quiero seguir ampliando la cobertura escolar para los jóvenes, sobre todo en educación media superior y superior. Quiero completar la infraestructura más grande que se haya hecho en México, no sólo hospitalaria, que ya es la más grande, sino de puertos, aeropuertos, carreteras, etcétera. Quiero poder superar la enorme presión que sobre los más pobres genera la subida de los precios de los alimentos en todo el mundo. Quiero que todas las casas en México tengan piso de concreto. Quiero llevar a la cobertura de los servicios básicos a más de 90% de la población.

“Quiero también ver que empiece a disminuir la violencia en México, como ocurrió finalmente en Colombia y en otros países que pasaron por olas similares, y creo que eso lo vamos a poder lograr. Quiero capturar, desde luego, a los líderes más importantes de las organizaciones criminales. Sé que eso no es suficiente, pero sí es muy importante. Y quiero también que, al término de mi mandato haya 32 cuerpos policiacos renovados y confiables, uno por cada entidad federativa.”

—¿Y las reformas, Presidente? ¿Con el actual clima político, con los tiempos electorales, con los periodos de sesiones que restan en el Congreso, podríamos pensar en alguna reforma estructural?

—Yo estimo que sí, porque independientemente del ámbito electoral, creo que va creciendo la conciencia de lo importantes que son para México esas reformas. La laboral estuvo a punto, es una reforma que prácticamente tenía un consenso explícito de los partidos más relevantes, y se paró. Yo espero que continúe. La reforma política ya tuvo un consenso en el Senado. La reforma contra el lavado de dinero, también. En fin, hay muchas cosas que son importantes y se pueden lograr.

—¿Las frena la ambición política?

—Se ha dicho eso. Creo que influyen las variables de la circunstancia electoral que vivimos, sí. Pero no hay que cejar en el empeño de sacudir, a través de la opinión pública, de los ciudadanos y la problemática que vive México, esas reformas.

—Hubo una reforma electoral en 2007. Una de las cosas que se intentó fue compactar las campañas y que nadie saliera anticipadamente. ¿No hay cierta esquizofrenia en lo que vemos ahora?

—La verdad es que es absurdo, en un país que ha peleado tanto por la libertad política, tener una legislación totalmente restrictiva de las expresiones. Me parece que hay que saber interpretar correctamente la ley y ponderar lo que es una natural expresión política en un país libre, de lo que son propiamente campañas electorales.

“A mí me parece que el impedir que se diga lo que se cree y lo que se propone no es lo más democrático y no creo que sea una correcta interpretación de la ley. A mí me parece que en materia de promoción política, pues ni tanto que queme al santo ni tanto que no lo alumbre.

“Yo creo que debemos dar paso a la sensatez en México. Hemos llegado a extremos verdaderamente absurdos. Por ejemplo, soy el primer Presidente en México que no tiene la posibilidad, salvo en torno del informe presidencial, de tener un solo spot ni una sola publicidad ni una sola imagen ni siquiera la voz ni el nombre, en publicidad pagada, mientras mis propios adversarios tienen la posibilidad de hacerlo, y con dinero del gobierno. Algo está mal ahí.”

—He hablado con varios de los panistas que aspiran a sucederlo y me dicen que usted debería ser el primer interesado en no promover a un candidato oficial, porque usted tuvo que sobreponerse a uno. ¿Qué piensa?

—Pues sí. Estoy totalmente de acuerdo. Yo tengo una convicción plenamente democrática, y así deben ser. Pero eso no excluye que yo tenga también mi opinión sobre los precandidatos y mi afecto por muchos de ellos. Muchos han sido colaboradores cercanos y son amigos míos. Y la verdad es que lo puedo decir de prácticamente todos.

—¿Afectos, y desafectos en algunos casos?

—Afectos… Francamente no tengo desafecto por ninguno de los que aspiran. Mira, por mencionar nombres propios: Santiago (Creel). Creo que la competencia que tuvimos ya es cosa del pasado. Sí creo que a él le afectó esa condición de candidato oficial.

“No deja de ser paradójico que quien lo aupó y lo impulsó en ese carácter, pues es muy aleccionador que ahora diga que no debe haber candidaturas oficiales. Pero, bueno, así suele ser la memoria política.

“De lo que estoy convencido es que el PAN puede tener un proceso competido, como en ningún otro partido. Va a ser un proceso competido, un proceso democrático, de votos que cuentan y se cuentan, como creo que no ocurrirá en ningún otro partido.

“Ese proceso democrático le va a dar visibilidad a las propuestas e ideas de todos los precandidatos del PAN, independientemente de lo que diga el Presidente, y eso es lo democrático. Y que el que gane va a crecer con una plataforma política que es la que hace falta para estar en condiciones de ganar. Fue lo que me pasó a mí. Yo, antes del proceso electoral interno del PAN no era absolutamente nadie en términos políticos. La competencia dentro del PAN y el resultado me permitieron estar, después de ir 40 puntos debajo de López Obrador, tres o cuatro puntos debajo de él en diciembre. Así que creo que eso va a pasar.”

—¿No le preocupa quedarse con cuatro o hasta cinco secretarios menos, si tomamos en cuenta que el doctor Córdova aspira a Guanajuato?

—Sí es un problema, pero de las facultades constitucionales del Presidente de la República, la más importante es nombrar y remover libremente a sus secretarios. Es como en un partido de futbol: hacer todos los cambios que necesites. Si se lesiona un jugador, o si vas ganando y tienes que poner más defensas, o si, al contrario, vas perdiendo y tienes que poner más atacantes, hacer cambios de manera tal que te permitan que el gobierno pueda renovarse constantemente.

—¿Usted va a dejar que ellos renuncien o se los va a sugerir?

—Voy a hablar con ellos… He hablado con todos ellos, y creo que lo importante es ordenar el proceso. En eso, más que el Presidente tiene que ver el propio partido. Pero de mis colaboradores tengo que asumir una responsabilidad y ver cómo podemos conducir esto sin que descuiden su función. Porque va a llegar un momento en que, por una parte, su carácter de secretarios los va a ser muy vulnerables ante quienes los critican o los atacan, y, por otra parte, lo que a mí me interesa más es que no se descuide la labor en la que están trabajando.

“Me parece que la carta más importante para ellos no es qué tan amigo o conocido del Presidente son, que todos lo son, sino qué tanto destacan en su trabajo.”

—Ernesto Cordero es aspirante a la Presidencia, pero también es el secretario de Hacienda. ¿Ha platicado con él sobre las expresiones que ha tenido, como la de los seis mil pesos, que tanta discusión han suscitado?

—No, no he platicado con él… Bueno, sí, sobre algunas cosas. Me parece que hay una tarea que cada secretario tiene que cumplir, que es poner en el balance no sólo todas las cosas malas que todo mundo conoce y critica todos los días, sino también las cosas positivas.

“Y creo también que la propia dinámica política, y por eso es bueno este ejercicio de exposición pública e interlocución con la sociedad, tiene que ir ajustando las tonalidades y las sensibilidades.

“Es decir, ¿es cierto o es falso que el salario real ha crecido en México? ¡Es cierto! Contra un deterioro de 60% del salario mínimo durante los años ochenta y los noventa, en la primera década del siglo el salario mínimo por primera vez ha recuperado poder adquisitivo. Poquitito, si quieres. O, digámoslo de otra manera, es la primera vez que el salario mínimo no pierde. Es la primera vez que los salarios medios comienzan a recuperarse. Es la primera vez que los salarios promedios registrados ante el Seguro Social son mayores.

“¿Qué el salario mínimo es insuficiente? ¡Por supuesto que sí! La gente está sufriendo los efectos de una crisis económica que fue brutal. La más terrible de que se tenga registro, también es cierto. Entonces, el hecho mismo debe ponerse en un contexto y eso debe hacerse por parte de todos.

“Pero, por otra parte, yo francamente aprecio a secretarios que en lugar de ver los toros desde la barrera y ver cómo están golpeando inmisericordemente al gobierno, por lo menos tienen el valor de salir y poner argumentos en la discusión. ¿Es muy insensible decir que el salario mínimo se ha recuperado? A lo mejor sí, porque hay mucha gente que no lo ve, no lo siente, porque es muy pequeño, porque es nimio. Pero qué importante es que se sepa que en este país el salario mínimo cayó 60% en dos décadas. Qué importante es que se sepa que en una crisis, la de 95, se mandó a la calle al 10% de los trabajadores. Y que siendo peor la crisis que acabamos de pasar, perdimos el 2%. Qué importante es ver que hoy las familias efectivamente tienen lo que, según dice el Censo, no tenían antes. Hoy tienen electricidad, electrodomésticos, piso firme y agua que no tenían. Entonces, es importante que se planteen estos argumentos.

“Evidentemente que todos tienen mucho qué pulir y perfilar, y creo que eso precisamente lo va a permitir el ejercicio político en el que todos los secretarios debieran estar inmersos.

“No hay cosa peor que un secretario o una secretaria que no se arriesga y ve pasar los tiros, y aunque sean hacia su portería no se aviente a pararlos. Y luego yo tengo que andarlos parando todos.”

—¿Y eso pasa?

—La verdad, sí, en muchas ocasiones.

—La decisión de que el secretario Cordero pronunciara el discurso ante los delegados federales se han interpretado como una señal sucesoria de su parte. ¿Usted cómo la describiría?

—Pues sí, lamentablemente fue así, pero eso tiene una lógica. Una de las tareas que se da a los delegados es esa. Primero, que hagan bien sus programas de gobierno y, segundo, que los defiendan.

“Dentro del gabinete, porque ha tenido varias tareas, como subsecretario de Presupuesto, como secretario de Desarrollo Social y como secretario de Hacienda, y quien defiende las tareas a la hora de discutir el presupuesto, alguien que conoce los programas es Ernesto Cordero.

“Por eso consideré adecuado que tenía que hacerse un planteamiento de los principales problemas del gobierno y que lo hiciera la persona del gabinete que los conoce. Además, el diseño de varios programas fue hecho desde la transición, cuando él era el eje de la propuesta de gobierno, desde la propia campaña. Entonces es una cosa lógica.

“Para mí una cosa es muy importante: la política pública. Una de las cosas que más me han fascinado en mi formación académica y en la administración pública es que la creación y puesta en práctica de políticas públicas es clave para el debate político y para el gobierno.

“Entonces, lo lógico fue que alguien que por su perfil y su puesto está más familiarizado con políticas públicas que hay que defender, las explicara y las resumiera. ¿Qué otro secretario del gabinete hubiera podido ser? El secretario de Gobernación, quien también habló, se olvida ese detalle. Hablaron los dos. Son los secretarios que en ese momento son relevantes en materia de política pública interna.”

—Usted me dijo en febrero de 2009 que era legítimo que usted aspirara a que el PAN ganara la mayoría en la Cámara de Diputados. ¿A qué aspiraría en 2012?

—Respondería igual que en 2009. Es legítimo que el PAN aspire a ganar nuevamente la Presidencia de la República. Es lo que yo puedo contestar. Como Presidente, yo aspiro a que la elección de 2012 sea democrática y limpia y que la decida el ciudadano.

“Y creo que como miembro de un partido político también es legítimo que ese partido gane las elecciones. A final de cuentas, es lo que busca cualquier partido político. No sólo tiene derecho, es el deber de cualquier partido político hacerlo. Lo que debemos evitar en México es que después de tantos años de luchar contra la censura y de lograr la libertad, nosotros no podamos hablar con libertad de lo que pensamos.”

El Perú que aguarda a Humala

El Perú que aguarda a Humala

Fue sintomático tras conocerse la elección de Ollanta Humala como presidente que la bolsa peruana se precipitara el 12 por ciento. También ocurrió en los Estados Unidos y Brasil con Obama y Lula, respectivamente. Era impostergable el diálogo con el líder de CONFIEP, uno de los gremios más influyentes del país. Recibió su voto de confianza y la noticia rebotó en los medios como agua bendita, calmando los ánimos de quienes aún temen a los cambios radicales.

Atrás quedó el lenguaje incendiario. El virtual mandatario ha prometido respetar el modelo económico que impulsó el crecimiento. Millones de ciudadanos esperan una distribución más equitativa del ingreso y oportunidades, pero el reto inmediato es preservar la cohesión social sin socavar la estabilidad macroeconómica.

Perú necesita una cirugía para concretar la paz social. Además, la cuota del electorado no constituye un cheque en blanco. El partido gobernante sólo dispone de 47 curules y requiere 80 para ser mayoría en el Congreso; por ende, debe concertar y hacer alianzas. La situación financiera es favorable, mientras la deuda es 34 mil millones de dólares. Las reservas en divisas suman 46 mil millones de dólares. Humala ha prometido respetar la autonomía del Banco Central de Reserva.

Alan García fue prudente con la caja fiscal, pero hace poco redujo el impuesto general a las ventas de 19% a 18%, el impuesto a las transacciones financieras, aumentó salarios a las Fuerzas Armadas y a la Policía, reajustó aranceles. A esas medidas se suma el Fondo de Estabilización del Precio de los Combustibles y acaba de derogar el decreto que limitaba los gastos de la administración actual, hecho que fue censurado por Luis Arias, miembro del equipo de transferencia del próximo gobierno.

Tenemos un país viable, pero nuestra población es pluricultural, no existe uniformidad racial, étnica, ni territorial. En Lima un sector importante de 9 millones de habitantes vive como en las grandes metrópolis, excepto en los cinturones de miseria de la capital, pero el contraste con la Costa, la Sierra y la Selva es desolador. Allí abundan la pobreza, la corrupción y el narcotráfico, que constituyen el talón de Aquiles del Perú. Pese a sus recursos naturales, el país aún no ha encontrado la fórmula del desarrollo integral y está entre las 10 naciones con mayor desigualdad del mundo.

Según la OMS, el 23% de los infantes padecen desnutrición, y medio millón sufre retraso en el crecimiento. El gasto en educación es el 2.7% del Producto Bruto Interno. El problema de comprensión de lectura es trascendental. Más de 2 millones de niños entre 6 a 17 años trabajan en las calles, 21% hacen ambas tareas y el 6% solamente trabaja. La OIT señala que alrededor de un millón de jóvenes está desempleado, 18% del total. La ONG Young Lives de la Universidad de Oxford sostiene que en Perú hay más pobres que ricos en mayores niveles que la India.

Humala ha generado expectativas, especialmente entre los humildes, y su triunfo es un veto a los políticos tradicionales, pero también obedece a una lluvia de promesas de corte asistencial, como una pensión de 250 soles mensuales para personas mayores, aunque no hayan laborado. Prometió a las comunidades indígenas y selváticas derecho de voto sobre los proyectos de minería y petróleo en sus tierras, una Universidad en cada pueblo y becas para los jóvenes.

La financiación de estos ofrecimientos sería mediante la imposición de impuestos a las sobreganancias mineras y esto es sensible porque las inversiones más importantes de los últimos tiempos corresponden a este rubro.

Si revisan los Tratados de Libre Comercio habrá que hacerlo dentro del marco jurídico, tomando en cuenta que estos tratados cubren más del 90 por ciento del comercio exterior y que en 2010 las exportaciones fueron de 35 mil millones de dólares y el mayor intercambio comercial se hace con China, los Estados Unidos, la Unión Europea, Singapur, Chile, etc.

Este 28 de julio el presidente Humala asume una gran responsabilidad con el pueblo polarizado, un sector temeroso de sus primeros anuncios y millones de peruanos que esperan que cumpla sus ofrecimientos. Está obligado a mantener la estabilidad política y económica, y lo importante es no erosionar la confianza de los inversionistas e instituciones. Es un momento histórico y no puede tomar decisiones erradas.

Surgen interrogantes: ¿el presidente Humala adoptará el modelo brasileño o seguiremos con la misma plantilla? ¿Cómo enfrentará las presiones del presidente venezolano Hugo Chávez? ¿Podrá cumplir con sus promesas sin sacrificar el desarrollo?

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