sábado, 2 de julio de 2011

Entrevista con Mauricio Funes: “Los radicalismos no conducen a nada”

El presidente salvadoreño asegura seguir el modelo brasileño de desarrollo y, a la mitad de su gobierno, expresa su deseo de sacar a muchos de la pobreza y reducir los índices de la delincuencia.

Foto: Ernesto Ramírez

El Presidente de El Salvador, Mauricio Funes, cumplió el primero de junio dos años al frente del gobierno. El mandatario, ganador del premio de periodismo María Moors Cabot en 1994, visitó México del 20 al 22 de junio y aquí recordó las ideas que expresó a M Semanal días antes de ganar la elección en 2009, para confrontarlas con su experiencia como primer mandatario de izquierda en el país centroamericano, donde apenas en 1992 se puso fin a una guerra civil con la firma de los Acuerdos de Chapultepec en México. El énfasis con el que mandatario exige a la ex guerrilla del Frente Farabundo Martí de Liberación Nacional (FMLN) transitar “de una izquierda moderada y moderna a una izquierda sensata y pragmática”, es el mismo con el que plantea “acuerdos y pactos” con la derecha que ocupó la Presidencia durante 20 años.

VFG: ¿Cómo ha sido su relación con el presidente Barack Obama?

MF: Para mi gobierno ha sido importante el lanzamiento del programa de Asociación para el Crecimiento, que ha hecho él. La primera vez que me reuní con Obama, en marzo del año pasado en Washington, le dije que la mayor apuesta que podría hacer Estados Unidos (EU) era ver de manera distinta a los países que ha tratado como su traspatio. No debe vernos sólo como aliados para combatir el terrorismo y el crimen organizado sino también para reducir la pobreza y la exclusión social. Así se van a lograr tasas de crecimiento económico sostenidas que permitan reducir los flujos migratorios, y eso le conviene a EU.

VFG: ¿Cómo ha cambiado el enfoque del tema migratorio en EU?

MF: Estos flujos no se reducen poniendo muros fronterizos o aprobando leyes xenófobas. La migración salvadoreña no se ha reducido después de las iniciativas antiinmigrantes de estados como Arizona o de la matanza de San Fernando, en Tamaulipas. Mientras no creemos oportunidades de educación, empleo y un mayor nivel de bienestar, los salvadoreños se seguirán yendo del país. Yo le decía a Obama que si quería reducir los flujos migratorios debería ayudar a los países de donde salen los migrantes, para que no salgan más. Y esto no se logra impidiéndoles de manera represiva ingresar a EU, sino ayudando a los países de origen para que se creen las oportunidades para que no quede como única válvula de escape la emigración.

VFG: ¿Su apuesta es al norte estadunidense o a la Sudamérica de Brasil?

MF: La apuesta de El Salvador al corto y mediano plazo es diversificar sus destinos de exportación. Ha sido un error ver sólo hacia el norte, y en los dos años de mi gobierno hemos intensificado nuestras relaciones con economías emergentes que se han convertido en paradigmas del desarrollo, de manera particular Brasil. El modelo brasileño apuesta a reconstruir el tejido productivo y a invertir en los pobres. El presidente Lula da Silva logró, en sus ocho años de gobierno, que salieran de la pobreza 30 millones de brasileños, que se han convertido en clases medias. Él construyó un mercado interno más activo, lo que hizo posible el crecimiento de la industria local. Brasil, cuando llegó la crisis del 2008-2009, fue de los países menos afectados porque no depende de que sus productos los compren EU o Europa, sino en la fortaleza de su mercado interno.

VFG: ¿Sigue inspirado en el modelo de Brasil heredado por Lula?

MF: El brasileño es el modelo que debemos seguir en El Salvador. Hay que invertir en los pobres, para que ingresen al mercado interno, y promover el desarrollo del sector agrícola y la industria local. Para eso hay que apoyar a la pequeña y mediana empresas. Volteamos al sur, Brasil, pero no descuidamos al norte, EU. Ahora buscamos la creación de una banca de desarrollo basada en el paradigma brasileño.

VFG: ¿Cómo garantizar que el proyecto del FMLN no caminará por la línea del chavismo venezolano?

MF: Yo agregaría a la opinión que le expresé hace dos años, antes de ganar la elección, que no sólo represento el proyecto de una izquierda moderada y democrática, sino que después de mis dos años de gobierno diría también que represento una izquierda sensata y pragmática. Los extremismos y el radicalismo de un signo u otro no conducen a nada, menos en un país como El Salvador. Tan obstáculo al crecimiento y al desarrollo pueden ser una izquierda radical como una derecha radical. Hoy enfrentamos la oposición de un sector de la derecha radical, entronizada en el principal partido de oposición, Alianza Republicana Nacionalista (Arena), y en las cámaras empresariales. La derecha radical sigue teniendo temores infundados de que mi gobierno no tiene rumbo o que si lo tiene es el rumbo del socialismo chavista del siglo XXI. En estos dos años, mi gobierno no ha tomado ninguna decisión que haga pensar que el proyecto por el que hemos caminado se acerque al cubano o al venezolano. Primero, porque las condiciones históricas no son las mismas, y segundo, porque tenemos a la tercera parte de nuestra población viviendo en EU, más aún ahora que entra en vigencia el acuerdo de Asocio Estratégico para el Crecimiento. La derecha quiere ver a un gobierno que está cooptado por el partido, el FMLN, cuyo liderazgo está más cerca de las ideas del presidente Chávez y de los hermanos Castro que de las de Lula y de la presidenta Dilma Rousseff.

Hugo Chávez recibe en Caracas al ex presidente Lula da Silva el pasado dos de junio.
Hugo Chávez recibe en Caracas al ex presidente Lula da Silva el pasado dos de junio. Foto: Jorge Silva / Reuters
VFG: ¿Usted ve en el FMLN la posibilidad de cambiar para no obstaculizar su proyecto político?

MF: Las posibilidades de que el FMLN se convierta en una fuerza que no sea obstáculo al desarrollo sí existen. Creo que el FMLN ha dado señales de que ha tenido que adaptarse a las circunstancias y esto le llevó durante la campaña a modificar su discurso y hasta su visión estratégica. El FMLN tuvo que fracasar en las elecciones que ganó el presidente Antonio Saca y que perdió el candidato Shafick Handal (comunista) para darse cuenta de que no iban a ganar la elección con un candidato orgánico. Entonces me buscan a un candidato externo, a un outsider no sólo ajeno al partido sino ajeno a la política. Cuando los dirigentes del FMLN dicen que no renuncian a la construcción del socialismo habría que entender qué quieren decir con socialismo. No se están refiriendo al socialismo cubano ni a lo que de socialismo puede tener Venezuela. Lo que están buscando ellos es construir un modelo de sociedad donde se supere la pobreza, la exclusión social y haya mayor participación de la población en la toma de decisiones, que decida y viva en una democracia donde las instituciones seas fuertes.

VFG: ¿Y ese nuevo modelo cómo se llamaría?

MF: No importa cómo se llame. La verdad es que, si uno analiza lo que ha hecho el FMLN en estos dos años, ve que como partido político, con la mayor bancada legislativa en el Congreso y habiendo construido allí una alianza con un sector de la derecha, no ha tomado una sola decisión que bloquee el proyecto político y el programa de gobierno que yo estoy empujando.

VFG: ¿Existe la posibilidad de acuerdos con la derecha, en particular con la escisión que encabezó Antonio Saca (Presidente de 2004 a 2009)?

MF: Muchas iniciativas promovidas por este gobierno han contado con el apoyo del FMLN y de un sector de la derecha moderada, con una derecha popular no populista, una derecha que no está comprometida con los intereses de grandes grupos empresariales y que no ven en el Estado una especie de aparato puesto al servicio del FMLN. Con ese sector de la derecha, el FMLN ha podido construir la aritmética necesaria para aprobar muchos proyectos.

VFG: ¿Su experiencia de gobierno llevará al FMLN a reeditar esa candidatura externa en 2014 o a ponerla en manos de un hombre de partido?

MF: Ahora se dice que el FMLN está pensando en un candidato más de “hueso duro”. En mi opinión, esa versión es para satisfacción de su base partidaria. Por una sencilla razón: si a este gobierno le va bien, entonces el FMLN puede ganar las próximas elecciones. Pero la población debe percibir que el próximo candidato presidencial que lleve el FMLN sea una continuidad de este gobierno. De lo contrario no va a ganar los votos necesarios.

VFG: En estos dos años ¿cuáles han sido los principales obstáculos para que las promesas de un proyecto de izquierda moderada y pragmática se realicen?

MF: El principal obstáculo ha sido la realidad que este gobierno heredó. Yo estaba conciente durante la campaña que uno de los problemas más complejos que tendría que enfrentar desde la administración pública iba a ser la cantidad de demandas sociales y económicas no cumplidas a lo largo de las últimas dos décadas. La esperanza y la ilusión de la población en el cambio de gobierno era tal que la población, especialmente los sectores más desposeídos, iban a demandar que los problemas se resolvieran de la noche a la mañana; pero ninguna economía que ha estado postrada durante 20 años va a resolverlos de la noche a la mañana. Mucho menos el problema de la delincuencia.

Imagen de archivo de guerrilleros del FMLN salvadoreño durante la toma de la Universidad Nacional de ese país  el 12 de noviembre  de 1989.
Imagen de archivo de guerrilleros del FMLN salvadoreño durante la toma de la Universidad Nacional de ese país el 12 de noviembre de 1989. Foto: Ivan Montecinos/ AFP
VFG: ¿Existe la posibilidad de un desencanto ante promesas incumplidas?

MF: A dos años de gobierno estamos en un país en el que los sectores populares dicen que la situación económica es peor que antes. ¡Claro que es peor que la de antes! Porque los precios internacionales del petróleo se han disparado y nosotros importamos el ciento por ciento del petróleo que consumimos, además de que los precios de las mercancías tradicionales y las materias primas se han disparado, y nosotros importamos el 70 por ciento de arroz, 35 por ciento del frijol y casi la totalidad de las hortalizas, frutas y verduras. Necesitamos flujos de inversión privada, y en nuestro país hay capitales que están invirtiéndose, pero no en El Salvador sino fuera de Centroamérica.

VFG: ¿Cómo espera lograr el pacto nacional para la institucionalidad democrática?

MF: Hay que añadir que es un pacto para la productividad, para la armonía y para la convivencia democrática. Porque estamos en un punto en el cual, si no nos despojamos de nuestros intereses, sean de grupo o de partido, y si no trabajamos bajo una visión de unidad nacional, de ninguna manera sacamos adelante a El Salvador.

VFG: Todo eso en el marco de un grave problema de seguridad pública.

MF: Hicimos un diagnóstico de la seguridad pública y nos dimos cuenta que necesitamos una estrategia que implica un presupuesto extraordinario que para los próximos años es del orden de los 380 millones de dólares. Es lo que hace falta para fortalecer nuestras policías, al Ejército en el terreno, perfeccionar a los fiscales y aparatos de investigación, disputar el territorio a las pandillas y llevar a cabo un reclutamiento de jóvenes de entre 16 y 24 años en una nueva modalidad de servicio de protección civil sin armas, donde los candidatos percibirían un salario y los sacaríamos del semillero de las pandillas. Y ese dinero sólo puede venir de dos vías: préstamos y cooperación, que se agotan, o de un propio esfuerzo sobre la base de aumentar la carga tributaria. Por eso he planteado un presupuesto extraordinario de seguridad para los grandes patrimonios, arriba de los 500 mil dólares, patrimonios libres de pasivos y deudas. Esa idea ya comenzó a tener resistencia de parte de los empresarios.

VFG: ¿Cuál es el principal obstáculo a remover para lograr ese pacto?

MF: En el proceso de toma de decisiones hay sectores de una derecha política y empresarial que no tienen visión de país, muy temerosos, que quieren acabarse a como dé lugar al FMLN, y que desean que el Presidente de la República sea un socio para impedir que el FMLN pueda ganar las próximas elecciones presidenciales. Hay que hacer entender a esta derecha que puede tener otra visión, que puede ser oposición, pero que construya puntos de entendimiento.

Bienvenida oficial del presidente Felipe Calderón al presidente salvadoreño  Mauricio Funes en la residencia de Los Pinos el 20 de junio pasado.
Bienvenida oficial del presidente Felipe Calderón al presidente salvadoreño Mauricio Funes en la residencia de Los Pinos el 20 de junio pasado.
VFG: La posibilidad de derogar la amnistía que se decretó al final de los acuerdos de paz de 1992, ¿puede ser un factor que impide los acuerdos?

MF: La amnistía no es ningún problema. En primer lugar, los delitos de lesa humanidad no están amnistiados. A los casos de los jesuitas masacrados en 1989 y del asesinato de monseñor Oscar Arnulfo Romero (1980) no los cubre la amnistía.

VFG: ¿Usted extraditaría a los militares que son procesados en España por el caso de los jesuitas?

MF: Con o sin amnistía, si la orden de detención decretada por el juez Eloy Velasco de la Audiencia Española se hace efectiva en el país, esos 20 jefes militares van a tener que ser detenidos por la policía, siguiendo un procedimiento que viene desde la Interpol; vamos a tener que solicitar la autorización de la Corte Suprema de Justicia para decidir si se pueden o no extraditar.

VFG: ¿El tema de las extradiciones es un problema para la derecha?

MF: No creo. Es un temor que tiene el ex presidente Alfredo Cristiani y el grupo de altos jefes militares que estuvieron comandando las operaciones contrainsurgentes durante la guerra. Lo dijo el mismo partido Arena cuando hizo la modificación modificó al procedimiento de la Sala Constitucional para que sus acuerdos ya no fueran por mayoría calificada —cuatro de cinco jueces—, sino por consenso de cinco. Arena dijo que la Sala de lo Constitucional le había dado garantías de que la ley de amnistía no se declararía inconstitucional y que, por el contrario, se iba a defender y a proteger.

VFG: Presidente, le quedan tres años por delante, ¿cómo quiere ser recordado?

MF: Como un Presidente que institucionalizó una nueva forma de ejercer el poder desde el Estado. Un Presidente que no sirvió a los intereses corporativos de grandes grupos económicos, ni a los intereses partidarios, sino que a los intereses generales del país. Como un Presidente que, aun cuando fue candidato de un partido de izquierda y tiene una trayectoria de izquierda, ha logrado el entendimiento con algunos sectores de la derecha, y que ha podido gobernar con la derecha. Como un Presidente a quien no le interesa defender las visiones ideológicas que están detrás de las decisiones que se toman, sean de derecha o de izquierda, sino al interés nacional. Como un Presidente que logró reconstituir el tejido productivo del país y que pudo sacar a muchos pobres de la pobreza, dándoles capacidad de consumo y un mayor nivel de bienestar. Un Presidente que pudo reducir los niveles de delincuencia.

La 33 Marcha del Orgullo

Entrevista con Arturo Vázquez Barrón y Polo Gómez

La 33 Marcha del Orgullo: “Estábamos convencidos de que, algún día, íbamos a vivir en el socialismo, y en uno anticastrista”

“Estábamos convencidos de que, algún día, íbamos a vivir en el socialismo, y en uno anticastrista”.

La trigésima marcha del orgullo LGBT en 2007.
La trigésima marcha del orgullo LGBT en 2007. Foto: Claudia Guadarrama
RRM: Les agradezco que me hayan concedido esta entrevista para M Semanal, y tengo que decir que propuse la entrevista pensando en esas imágenes históricas de Polo Gómez en la Marcha del Orgullo, pues han sido, y son, muy representativas. ¿Podrías hablar un poco sobre ellas?

PG: Bueno, en todas las marchas he tratado de ir con un toque muy específico y personal, ¡un toque Polo! Recuerdo la de 1994, cuando nos tocó lo del movimiento zapatista, y dije: “¡Chin!, ¿cómo voy?”. Tenía que ser algo con todo respeto, o un homenaje al levantamiento armado en Chiapas… así que ¡me fui de zapatista! Con una capucha, con un girasol gigante, mi pipa y un traje que me hice en 20 minutos, incluso hasta usando grapas.

RRM: El mero día de la marcha.

PG: Yo siempre me hago los atuendos ese mismo día. El de zapatista era una “chiquiminifalda” rosita, unas cananas, botas y mochila militares, todo en su conjunto como un pequeño homenaje.

RRM: ¿Estás describiendo esa imagen conocida internacionalmente?

PG: Sí, así es. Le dio la vuelta al mundo gracias a un fotógrafo que se llama Antonio Oropeza. Esa foto estuvo por toda Europa, ganó premios. En fin, muy buena foto. Luego, en aquella en la que abrieron los padres de gays, lesbianas y demás, me dije: “¿Cómo me voy? Bueno, si todos los mexicanos dicen que la madre de todos los mexicanos es la Guadalupana, pues me voy de eso: ¡de la Guadalupana!”. Y así me vestí. En el manto, en lugar de estrellas, pues que le pongo condones, ¿por qué chingados no? Esa imagen, igual, provocó todo un escándalo.

RRM: ¿Te sabes provocador?

PG: ¡Sí! Mucho. Soy bastante contracultural. Creo que intento dar una respuesta bastante asertiva. Quiero que mis imágenes traten de decir algo, no es nada más ponerte un disfraz por el mero hecho de que vas a una marcha gay, ¡no! Por eso yo digo que no son disfraces: son caracterizaciones que tratan de impulsar, de despertar la conciencia. Y que te digan “vamos a actuar, vamos a hacer algo”, o que te cuestionen “¿por qué estás haciendo lo que estás haciendo?”. Que la gente se cuestione y diga: “¡Ah!, ¿por qué?”, y no lo común, eso de “¡ay, qué bonita loquita, mira cómo se vistió!”. ¡Eso no! Lo mío tiene un trasfondo; detrás de todas mis caracterizaciones siempre hay un contexto y un porqué. Recuerdo, por ejemplo, cuando estaban con aquello de hacer santo a Juan Diego. Ese día me fui desnudo con un body painting de la virgen en toda la parte de enfrente. Eso también movió cosas y provocó el clásico “¡pero cóomo!”. Cuando llegamos al Zócalo por primera vez, ese día me dije: “¿Cómo me voy?”, y decidí llevar un atuendo indígena y, bueno, según yo, tenía su razón de ser. Como cuando cumplió 15 años la marcha, ¿cómo me fui? ¡Pues de quinceañera! Un vestido amplio, rosa, ¡por supuesto!, con todo y su tocado, porque… ¡yo era esa quinceañera!

RRM: Esa foto también tuvo su impacto y se hizo famosona.

PG: Sí, también tuvo lo suyo. Creo que, por todo eso, los fotógrafos siempre me han seguido. Yo, de verdad, no soy el que los busco. Ellos van directamente conmigo. De hecho, todo mundo siempre me pregunta: “Oye, ¿cómo vas a ir?”. Y les respondo: “Pues no sé”. De verdad, nunca lo pienso. Todo eso surge el mero mero día.

Polo Gómez, <i>zapatista</i> en la marcha del orgullo de 1994.
Polo Gómez, zapatista en la marcha del orgullo de 1994. Foto: Antonio Oropeza

ÉPOCA DOLOROSA

RRM: Pero Polo tiene una historia. Dado que ya te has vuelto una imagen reconocidísima, no solamente dentro del movimiento lésbico, gay, bisexual y transgénero (LGBT) sino de la Marcha del Orgullo en sí con esa perspectiva visual que impacta mucho mediáticamente, quiero pensar que eso es producto de “algo”. Cuéntanos cómo fueron los inicios de ese “algo”.

PG: Bien, creo que, haciendo un poco de historia, todo se remonta a que provengo del lado cívico. ¿Por qué te digo esto? Porque en 1976 yo entré a una secundaria que se llamaba Augusto Sandino, que se encontraba en las calles de Comonfort y Jaime Nunó, en La Lagunilla. En esta escuela, por ser de primera generación, no teníamos un espacio físico. Nos daban un espacio en un estacionamiento. Gracias a una maestra que tuve en aquel entonces, Raquel Zedillo…

RRM: Es decir, aquí estamos hablando de un proyecto popular.

PG: Así es, uno en el que, gracias a esta maestra, anduvimos en muchas marchas, en todas las marchas habidas y por haber. Que vamos a Los Pinos, que vamos al Zócalo, que hay una marcha allá, que vamos a la otra, que vamos a aquella para conseguir también su apoyo… es decir, siempre anduve en marchas. Esa fue la forma en que yo entré en contacto con el movimiento cívico.

RRM: Cuando hablas de “movimiento cívico”, ¿a qué te refieres?

PG: Mira, paradójicamente, cuando salgo de la secundaria, ¡se inaugura la secundaria! Yo hablo del movimiento cívico, pues cuando entro en contacto con el cubano, el chileno, el nicaragüense, y veo que con todas esas marchas y causas uno podía lograr cosas justas y, además, concientizarte.

RRM: Tu secundaria no existía físicamente. ¿Cómo te pudiste graduar?

PG: Usamos aulas improvisadas, estacionamientos, en carros… recuerdo que una vez, cuando teníamos tres aulas montadas, en un fin de semana, nos las destruyeron. Nunca supimos quién o quiénes. Recuerdo que la secundaria 16, de Tlatelolco, nos acogió como tres meses. Pero volvimos a las marchas y a las negociaciones para conseguir nuestras propias aulas, nuestra propia secundaria. Por fin pudimos conseguir un espacio, un terreno, una Casa de la Cultura —que actualmente sigue en Tepito. A nosotros nos tocó poner la primera piedra de la que hoy es la secundaria número 200. Nosotros, los de mi generación, ya no pudimos gozar de sus instalaciones, pero fuimos quienes luchamos para que se hiciera realidad.

Entré en contacto con todos aquellos movimientos latinoamericanos, y hubo uno que, al yo ya sentirme diferente, me llamó muchísimo la atención: el movimiento gay, que ya para entonces estaba haciendo un buen de cosas. Recuerdo que, en una marcha para conmemorar la matanza de 10 años antes y el movimiento cubano, un dos de octubre de 1978, vi a unos compañeros abiertamente homosexuales. ¡Me sorprendí! Y pensé: “¿Cómo le hacen?”. Así que me acerqué con los líderes de ese entonces. Me dijeron que eran del Frente Homosexual de Acción Revolucionaria (FHAR), que se reunían ciertos días, que hacían tales cosas y que estaba el espacio abierto.

Ese fue mi primer contacto con el movimiento gay, que ahora es ya LGBT. Aquello fue muy padre, porque ya no te sentías solo contra el mundo, esa soledad que sí experimentas cuando la sociedad te comienza a marcar y a señalar, época dolorosa. Así que, claro, que me sentí muy identificado y empecé a buscar más opciones. Ellos me dijeron, recuerdo, que al siguiente año harían lo que fue… ¡la primera marcha gay!

RRM: ¿No habías hecho aquel proceso de salir del clóset?

PG: Es raro porque, fíjate, yo ya había salido del clóset con mi familia, en 1978, pero la calle…

RRM: El contexto de casa es uno, pero la imagen pública es otra cosa, ¿cierto?

PG: Y es que yo desde los 14 años, en mi casa, ya me sentía diferente, sabía que era diferente y lo dije. Pero en mi casa me dijeron: “¡O te quedas para aliviarte o te vas!”.

RRM: ¿Para aliviarte?

PG: Era esa época. Así que, obviamente, me fui de casa a los 14 años. Me fui a vivir con amigos, con amigas… o sea, me tocó vivir situaciones muy fuertes, muy feas. Como empiezo a tener contacto con todos estos movimientos, pues, me dije: “¡Hay más opciones!”. En aquella primera marcha, voy, pero soy de los que no se bajan de la banqueta, por Reforma…

RRM: ¿Fuiste de las llamadas “banqueteras”?

PG: Sí, de las que dicen “son ustedes, pero yo no”. Fui un rato “banquetera”. En aquel entonces no te gritaban así, pues los grupos eran pequeños. En las primeras marchas, todos los que estábamos en las banquetas como que nos preguntábamos “¿Es verdad? ¿No es verdad? ¿Qué está pasando? ¡Es un sueño!”. Afortunadamente se fueron uniendo otros grupos como Lambda, Oikabeth (grupo de lesbianas)… y qué bueno que lo hicieron de manera pública en aquel entonces. Actualmente, ¡cuántos no vamos a la marcha!

Polo Gómez como <i>Virgen de Guadalupe</i> en 2004.
Polo Gómez como Virgen de Guadalupe en 2004. Foto: Jesús Quintanar

GUSTO POR LOS REFLECTORES

RRM: Ya que hablas de las bondades de dar la cara públicamente, ¿cuándo diste ese salto?

PG: Fui a algunas reuniones del FHAR, no muchas, que hacían por el metro Nativitas, había una casa…

RRM: ¿Cuál era la dinámica?

PG: Eran de un contenido muy político. Nos daban un texto y nos preguntaban sobre qué nos decía el texto. Analizábamos los textos, de los cuales tengo que decir que, casi todos, venían de Europa.

RRM: ¿Quién llevaba esos textos?

PG: Juan Jacobo Hernández Chávez, de los pioneros, como Mario Rivas; estaban Nacho Álvarez, La Pepa Covarrubias. Muchos ya no están con nosotros, pero me enseñaron a ver la vida de una manera más política, más consciente. Por cosas del destino me retiro, y cuando vuelvo me involucro ya más de lleno en el Colectivo Sol, uno de los colectivos sobrevivientes del FHAR, que desapareció por confrontaciones internas, esos egos y poderes que, siempre y desafortunadamente, desarticulan movimientos. Yo me involucro con el Colectivo Sol en 1985 ya muy constantemente. De hecho, es en ese año cuando acudo a mi primera marcha, por decirlo así, y no he parado hasta hoy.

RRM: Es decir, tuvo que ver mucho tu concientización política en tu salida pública del clóset hacia la calle.

PG: ¡Definitivamente! Creo que el haber estado con estos compañeros, quienes me dieron herramientas para que yo me pudiera construir como una persona más, fue lo que me permitió estar en las marchas y ya reforzando mucho más este toque mío, ¿no?

RRM: Entonces, ¿desde la primera vez ya tenías este “toque Polo”, como tú mismo lo defines?

PG: ¡Sí! Yo ya hacía teatro, así que ya desde entonces siempre me preguntaba: “¿Cómo me voy?, ¿cómo me voy?”. Y aunque ya se hablaba de desnudos, de exposición sexual y esas cosas, me acuerdo que la primera vez me fui con uno de esos payasitos blancos y una malla blanca, pero una casi transparente, y fui sin ropa interior, así que, ¡imagínate! Desde ahí todo mundo se admiró, se escandalizó y, ¡claro!, vinieron fotos, fotos y fotos. Recuerdo ahora que también llevaba enredada al cuello la bandera del arcoiris.

RRM: Es decir que desde tu primera participación impactaste mediáticamente.

PG: ¡Sí! Y fue cuando me dije: “¡De aquí soy!”.

RRM: Te gustó, vamos.

PG: ¡Me encantó! Mienten aquellos que dicen que no nos gustan los reflectores, las cámaras y las fotos. ¡Claro que nos gustan! A mí me encantan. Y al ver, desde aquella vez, que hice un buen clic con las cámaras, pues aproveché. Si hay una idea para contextualizar, informar y hacer cosas por medio de una imagen, ¡lo voy a seguir haciendo! De hecho, en aquel entonces estaba todo un grupo que hacía activismo de vanguardia y provocador, Act Up, me gustó lo que hacían y yo mismo tuve que evolucionar para plasmar lo que me gustaba: cosas contraculturales.

Marcha del orgullo en 2003.
Marcha del orgullo en 2003. Foto: Mónica González

REPRESIÓN SIN DISTINGOS

Llega Arturo Vázquez Barrón, activista fundador de Cálamo, la primera asociación civil abiertamente gay de México, quien, además, formó parte del Grupo Lambda de Liberación Homosexual.

RRM: ¿Podrías hablarnos del contexto histórico que te tocó vivir?

AVB: El contexto histórico del movimiento no me tocó vivirlo personalmente, pues yo me integré al Grupo Lambda de Liberación Homosexual en las reuniones que se hacían en casa de Max Mejía, en Tlatelolco, y en casa de José Ramón Enríquez, con Claudia Hinojosa, Alma Aldana, etcétera. Estamos hablando de los años 1978-1979. Puedo hablarte de mi vivencia en esos años como gay y como víctima de la represión que había en ese momento. La vivencia de un homosexual o una lesbiana era bastante represiva, en el sentido de que salir a ligar a la calle implicaba también el riesgo de que te subieran a una patrulla, que te subieran a una “julia”, por el simple hecho de estar en una esquina, esperando a un amigo o estar buscando un compañero sexual; por el simple hecho de estar pasando por ahí. Yo tuve la experiencia, en dos o tres ocasiones, en que estaba esperando a un amigo en Insurgentes y Chilpancingo, y me subieron a una patrulla. Te podía tocar que te subieran con un travesti, con algún empleado de un banco, etcétera. Es decir, la represión no hacía distingos… subían al primero que se les parara enfrente y la idea era extorsionarlos y, en algunos casos, golpearlos. No a todos los trataban igual, porque no todos tenían la misma capacidad económica para hacerle frente a la extorsión. Así las cosas, a quienes podían los dejaban sin dinero, sin reloj, sin tarjetas de crédito. Ya sabes que según el sapo es la pedrada, por eso no a todos los trataban igual. La humillación era bastante fuerte: uno quedaba con una sensación muy grande de desprotección. Éste era el contexto general, lo podías vivir en las calles, en las discotecas que había. De pronto, a ese tipo de sitios podían llegar las patrullas, se metían al lugar, hacían una selección y se la llevaban. La gente vivía, pues, con cierto miedo; saliendo de unos baños, Los Finisterre, a donde fui a meterme con un amigo que conocí en la calle, un ligue callejero, nos agarraron. A él lo subieron a un coche, a mí a otro y después, cuando nos reencontramos, nos dimos cuenta de que a los dos nos habían contado la misma historia, nos habían tratado de la misma manera…

RRM: ¿Cuál era esa historia?

AVB: Pues los policías nos dijeron que estaban buscando al violador de un hijo de un alto funcionario, y ése fue el pretexto con el que nos detuvieron, el mismo con el que nos dijeron que estaban buscando a los sospechosos, todo sin órdenes de aprehensión ni legalidad de ningún tipo; lo único que querían es que les soltaran dinero y obviamente les funcionaba bastante bien porque era muy atemorizante.

RRM: ¿Qué actividades políticas realizabas tú en Lambda?

AVB: Sólo déjame insistir en el contexto que te acabo de mencionar, porque me parece importante que la gente que lea la entrevista se dé cuenta de que las condiciones públicas de vida de los homosexuales en ese momento no eran las que existen hoy, que había una razón muy fuerte y muy poderosa para que la gente se organizara; es decir, que eso fue lo que le dio un sentido a la organización política. En este sentido, ¿cómo llego a Lambda? No me lo preguntaste, pero te lo voy a contestar. Saliendo un día de una obra de teatro, con Javier Marc, se encontraba un pequeño grupo, una brigada de lo que era el incipiente FHAR, y repartía folletos e invitaba a reunirse. Fue así como yo llegué por primera vez a una reunión del FHAR, donde conocí a Humberto Álvarez, y fue él quien me dijo que había otros compañeros que se estaban reuniendo, aparte de los del FHAR, y que estaban formando otro grupo. Fue así como llegamos a Lambda. Te estoy hablando de 1978.

RRM: Me interesa que me hables de tus actividades en Lambda.

AVB: No me acuerdo exactamente. Pero el Grupo Lambda de Liberación Homosexual era un grupo mixto, a diferencia del FHAR, es decir, había tanto lesbianas como homosexuales, y había comités: contra la represión, de estudios políticos, de financiamiento… tenían diferentes tareas.

RRM: ¿El FHAR no era mixto, Polo?

PG: El FHAR no era mixto, fíjate. Es bien chistoso porque, aparte, otra condicionante que veíamos que nos dividía a ambos grupos era que Lambda era el grupo que tenía más dinero y estaba mucho más organizado al interior de sus filas. FHAR era más mediático, pero no era mixto; recibía a las vestidas de Neza que, obviamente, ¡no iban a estar en Lambda jamás!, porque, digamos, no iban a ser bien vistas. Esas fueron las diferencias que siempre tuvimos ambos grupos y… bueno, aunque también es cierto que todos nos conocíamos.

RRM: Pero, al final, no había mujeres en ese FHAR.

PG: ¡No! ¡No había mujeres!

RRM: ¿Por qué no había mujeres?

PG: Porque, como en todo, era el Club de Tobi. Yo creo que la gente que desde un principio lo coordinó así lo decidió y nunca se abrió.

RRM: ¿Esto tuvo que ver con su origen más popular, más radical?

PG: Pues sí, más radical… ¡era otro rollo! Lambda y el FHAR perseguíamos los mismos objetivos, pero trabajábamos de diferente manera.

Arturo Vázquez Barrón, fundador de la primera asociación civil gay de México.
Arturo Vázquez Barrón, fundador de la primera asociación civil gay de México. Foto: Especial

SOCIALISMO SIN SEXISMO

RRM: Les pregunto a ambos. Tomando en cuenta estos contextos que ya han abordado, ¿qué diferencias ven entre aquellas primeras marchas y las últimas, como la que viene, que será la número 33 de todo este movimiento de la diversidad sexual?

AVB: Para aterrizar: FHAR era mucho más revolucionario en sus consignas y Lambda era considerado un grupo no tan revolucionario, más bien reformista. Yo por eso me identifiqué más con Lambda, pues no estaba tan radicalizado.

RRM: ¿En qué consistía esta radicalización del FHAR?

PG: Yo creo que en que nosotros sí íbamos a las marchas, y si teníamos que ir a sacar a las vestidas de la cárcel “El Torito”, pues, ¡lo hacíamos! Cosa que los compañeros de Lambda no querían hacer. Ellos se cuidaban más de ciertas cosas, ¡y nosotros sí íbamos con todo!

RRM: ¿Esa era la principal diferencia?

AVB: ¡Ésa era sólo una de las diferencias! No es la única. Pero tenemos que decir que el FHAR tenía una línea mucho más proletaria.

RRM: Se involucraron cuestiones de clase.

AVB: ¡Sí, claro! Es decir, los compañeros del FHAR nos acusaban de ser reformistas y ellos se autodefinían como revolucionarios.

PG: ¡Exacto! Ellas eran las estudiadas, y pues nosotros éramos… ¡su nombre lo dice!

RRM: ¡Revolucionarias! Y es que el contexto de aquella época ayudó a esta división, ¿cierto?

AVB: Lo que es interesante, históricamente, es que tanto FHAR como Lambda y Oikabeth habían nacido en el seno de la izquierda. Es decir, había pugnas internas que ahora pueden parecer triviales, pero que en aquel momento nos parecían importantes y de peso. Dentro de la izquierda, nosotros planteábamos que era necesario pelear por un socialismo sin sexismo. Era una consigna que, me parece, compartíamos, porque, si bien había consignas que no compartíamos, había planteamientos generales. No es que hubiera una agenda en común, pero nuestra utopía era un poco pelear en contra de la sociedad capitalista, opresora y demás, y estábamos convencidos de que, algún día, íbamos a vivir en el socialismo, y en uno anticastrista, por así decirlo. Nosotros teníamos muy claro que no queríamos ese tipo de socialismo y decíamos, por eso, en nuestra consigna, que luchábamos por un socialismo sin sexismo. Nosotros sabíamos cómo estaban ocurriendo las cosas en la URSS, en Cuba, y no queríamos ese socialismo.

RRM: Interesante. Hablando de consignas, y dado que en aquella época de extremada ideologización había una muy variada gama de ellas, ¿cómo ven las marchas actuales? ¿Qué opinión les merecen a 33 años de la primera?

PG: Pues… ¡qué fuerte! ¡33 años! Yo creo que, gracias a todo lo que se hizo en esos ayeres, hoy podemos hablar de una apertura a este movimiento LGBTI (incluye a intersexuales), tal vez no como quisiéramos, pues hubo un gran lapso en donde se interrumpió la lucha por lo del VIH-sida. Esa parte en donde mucho de nuestro trabajo se enfocó a darle respuesta a esa necesidad, a esa emergencia, creo que ahí se dejó un poco de lado el movimiento y hoy se ha retomado con mucha fuerza, tan es así que ya hemos logrado tener diputaciones locales y federales, como con Patria Jiménez, Enoé Uranga y otros, que han estado y están ahí por nosotros, por este movimiento; está la Ley de Sociedad de Convivencia, el matrimonio entre personas del mismo sexo; ya se están viendo también lo de los derechos de este tipo de parejas en los institutos Mexicano del Seguro Social (IMSS) y de Seguridad y Servicios Sociales de los Trabajadores del Estado (ISSSTE)… o sea, hay cosas en las que seguimos trabajando fuertemente, pero, a veces, de repente, a mí se me hace como que toda la gente, sobre todo los jóvenes, se olvidan de esa parte de la historia, ¿no? Se olvidan de que muchos, como dice Arturo, fuimos atrapados y subidos a una “julia”, y en aquellos tiempos yo recuerdo que te tenías que estar 72 horas si no tenías para pagar. Obviamente los del FHAR no teníamos dinero, así que había que pasar por ahí.

 Al centro Polo Gómez,  <i>Juan Diego</i> en la marcha de 2001.
Al centro Polo Gómez, Juan Diego en la marcha de 2001. Foto: Especial
RRM: ¿Cuántas veces caíste en “El Torito”?

PG: ¡Como unas 20 veces! ¡Ya era cliente! Por eso, como dice Arturo, para nosotros es importante que se rescaten este tipo de historias, la historia del movimiento, para que vean que gracias a eso y al trabajo de muchos compañeros que ya murieron, hoy esos jóvenes tienen esa facilidad de poderse besar, de poderse abrazar en las calles, de tener mucha apertura, de tener tantos bares, discos y antros, y de que haya tantos otros espacios en donde ellos pueden expresar sus afectos y su orientación sexual sin ningún problema. Ya hasta con las familias esto ha penetrado: hoy en día tú puedes llegar a tu casa y decir “soy gay”, y no va a pasar nada. Ya no es como antes, pero faltan todavía muchas otras cosas por trabajar en conjunto. En este sentido, yo siento que el movimiento está muy desarticulado.

RRM: ¿Tú qué piensas de esto, Arturo?

AVB: Yo quiero insistir en esas etapas históricas, que hay que mencionar. En aquellos momentos, esto quiero recalcarlo, estábamos luchando por las mismas cosas. Lo que existía eran sesgos. Los grupos, ya fueran reformistas, radicales o revolucionarios, estábamos todos en la izquierda, pero eran grupos muy ideologizados, por esa razón representaron un movimiento que no logró todos los objetivos que se había planteado. Logró algunos muy importantes, como la visibilidad, ganar las calles con marchas públicas que fueron creciendo de manera exponencial, fue un logro importantísimo que podemos seguir disfrutando. Eso nadie lo puede negar. Sin embargo, yo podría decir que hay una parte que no se cumplió, que no supimos ver en ese momento, y era que, por estar tan ideologizados, nos encontrábamos desconectados de una gran parte de la sociedad. Es decir: ni toda la gente quería pelear por un socialismo sin sexismo, lo que nosotros enarbolábamos, ni toda la gente, tampoco, vivía ni sentía la represión de la misma manera. Esta diferencia, que ahora podemos ver con una mayor claridad, no se veía entonces. Esto se comienza a ver cuando aparece el VIH-sida. Los grupos se colapsan por sus diferencias internas, y de pronto aparece una amenaza externa, que viene a remover todo aquello y a relanzarnos a una nueva línea de pelea, y es precisamente con la defensa de nuestros derechos, de nuestra sexualidad, de cosas que supuestamente ya teníamos ganadas, es que aparece la segunda parte del movimiento, ya no puramente político, sino uno que ya toma en cuenta a otros sectores de la sociedad, que trata de incluirnos y que empieza a echar mano de lo que se llamó, después, Red de Servicios, por ejemplo. Es decir, aparece Cálamo, la primera asociación civil abiertamente homosexual, y empezamos a usar las herramientas jurídicas existentes a las que teníamos derecho, y que, en este país, estaban y están ahí para todos.

PG: Cálamo dio servicios que nadie más proporcionaba.

AVB: Claro, dábamos esos servicios legales, psicológicos, médicos, de reflexión política, etcétera. La cuestión se diversificó, y se pudo dar paso a la apertura del movimiento, que estaba muy ideologizado, muy ensimismado. Con el logro de la visibilidad, la toma de calles, con el hecho de poder pararte ante la policía y decir: “No tienes por qué reprimirme”, y denunciar, hacer plantones y salir a las marchas. Con todo esto se logró poner en la plaza pública la discusión de la represión de la homosexualidad. ¡Esto es un logro que esos primeros grupos obtuvimos y que es necesario que, en estos momentos, se reconozca! Es lo que Polo dice: tal vez un joven homosexual de 15, 16 o 17 años, hoy, no pueda identificar esto porque sus condiciones de vida son muy diferentes ya. Es decir, no sufrió esta represión. Siguiendo con lo de las etapas de este movimiento, al que, en realidad, yo no llamaría movimiento, por lo menos no en México, vemos una evolución que nace en la marginalidad política y que ya ha llegado incluso a la apertura de los espacios parlamentarios.

RRM: Esa sería una de las enormes diferencias entre aquel movimiento de los grupos en los años setenta y los de ahora, ¿no? Las representaciones parlamentarias de la diversidad sexual.

AVB: ¡Yo creo que sí!

PG: Sería una de las tantas. Tú mencionabas hace rato que qué diferencias veíamos en las marchas. Yo sí veo una diferencia muy palpable, porque antes las marchas eran muy políticas y se daban en un contexto también muy político. Hoy la Marcha, como tal, es un carnaval. Hay pocos activistas y grupos que asistimos con esa conciencia política. Hoy todo mundo prefiere ir en el camión de tal o cual antro, bailando y sintiendo que es su día. Eso siento que fue lo que se perdió, que yo, en lo particular, sí extraño de las primeras marchas.

Marcha del orgullo gay realizada en Guadalajara, en 2000.
Marcha del orgullo gay realizada en Guadalajara, en 2000. Foto: Iván García Guzmán

TOMAR LA PLAZA PÚBLICA

RRM: Hay quien dice que ahora la marcha es la gran publicista de los antros.

PG: ¡Y yo estoy de acuerdo! Ahora los camiones se pelean hasta por ver cuál de ellos es el más bonito. Se pelean por ganarse a la gente, pues ya te dan que la cortesía, que la bebida, que la entrada, que la promoción, todo para ganarse a la gente y que ese día el antro o el lugar esté a reventar.

AVB: Estoy de acuerdo con Polo. La cuestión sobre si la marcha sigue siendo crítica o no, yo creo que no deja de tener un sentido político el simple hecho de salir a marchar por las calles. Es decir, sacar a pasear tu homosexualidad, en este país, en el fondo, no deja de tener un sentido político. Porque las cosas, a pesar de que han cambiado, no lo han hecho por completo. Y vuelvo a recalcar: lo que pasa es que no todos lo viven de la misma manera y eso puede convertirse, efectivamente, en algo carnavalesco. Pero lo que yo veo ahora, y tiene que ver con que las marchas ya han crecido cuantitativamente, aunque siguen sin poder competir con las brasileñas, las europeas o las de Estados Unidos; es que no hemos logrado sacar a millones a las calles, y eso, para una ciudad como el Distrito Federal (DF) y un país como México, creo que se tendría que hacer. Pero al menos se ha logrado que las marchas no sean un coto exclusivo de un solo sector de todo lo que puede ser la homosexualidad.

RRM: Hablando sobre ese enorme poder de convocatoria de las marchas en otros países, ¿no se da esa gran diferencia porque allá sí hay una convocatoria parlamentaria, y acá no?

AVB: Yo no lo creo. Más bien lo de nuestra marcha tiene qué ver con un problema endémico del país: la falta de participación política de la gente en general, en cuestión de salir a pelear por tus derechos de manera pública y notoria. Es decir, tomar la plaza pública para pelear es algo que el mexicano no ve con mucha alegría. Es una cuestión cultural, pues. Mira, por ejemplo, las primeras marchas eran mal vistas por otros homosexuales mexicanos que decían que denigraban la imagen del homosexual, porque iban vestidas y porque lo que veían era bastante “grotesco”, según ellos. ¡Y mira que eso continúa! Entonces, yo siempre establecí en distintos foros que eso era una falsedad y una hipocresía muy mexicana. Siempre dije: “Tú no quieres que a ti te cataloguen como si fueras un travesti, porque te parece grotesco y crees que te denigra, pues entonces sal a marchar con tu propia imagen y que la gente vea que hay distintos tipos de homosexuales”. Es decir, contrarrestar eso que según esto es una imagen grotesca y denigrante, no se va a lograr impidiendo que los travestis y las vestidas salgan a la marcha, sino con la diversidad. Creo que una de las cosas que más me gustan de las marchas actualmente es precisamente que eso se ha logrado.

De alguna manera o de otra, las marchas están llenas de diversidad: están desde el homosexual que ni en sueños se quiere poner tacones, peinarse, pintarse y demás, que es el fulano de a lado, común y corriente, hasta la vestida, el transexual. Es decir, que la marcha está conformada ahora por una enorme diversidad de individuos y de individuas que muestran lo que antes decíamos y que no habíamos logrado hacer. Ya no tiene que ver solamente con cuestiones de clase, de ideología, de cultura, de poder económico. La marcha aglutina a una gran diversidad de individuos, y es esa riqueza la que me parece un paso muy importante. Ese veinte ya cayó, independientemente del aspecto carnavalesco o de su lado poco político.

Marcha de 2007 sobre Paseo de la Reforma en la capital.
Marcha de 2007 sobre Paseo de la Reforma en la capital. Foto: Claudia Guadarrama
RRM: ¿Tolerancia o respeto?

PG: Yo matizo, pues creo que aún hace falta trabajar al interior de nuestras familias para que de verdad se dignifique esa parte, pues si vemos la última encuesta del Consejo Nacional para Prevenir la Discriminación (Conapred) sobre la discriminación por orientación sexual, las personas, en un 42 por ciento, no quiere vivir ni convivir con ningún homosexual. Eso es bastante elevado. Entonces, atendiendo tu pregunta, si nosotros empezamos justamente a abatir esa parte desde nuestro entorno inmediato, desde nuestras familias, creo que este porcentaje se podrá modificar. Hacia la calle sí se ha logrado mucho.

RRM: A 33 años de la primera marcha, para ubicarnos en la modernidad, ¿tendremos que seguir hablando de la homosexualidad o de la diversidad sexual?

AVB: Hablar de homosexualidad, ya de por sí, tiene que ver con modernidad, pero sí, se tiene que hablar de diversidad. Es decir, hablar de otredad, hablar de diversidad, hablar del respeto a lo diferente, que ha adquirido un sesgo mucho más democrático, mucho más abierto de lo que era hace 20 años. Entonces sí creo que uno de los grandes rasgos de nuestra modernidad podría ser, efectivamente, hablar de diversidad, no solamente de homosexualidad. Tan es así que el movimiento gay se ha transformado ahora en el Movimiento LGBT, y añádele cuatro “T” más. Y bueno, Polo, en nuestros años mozos, acuérdate, ¿quién hablaba de bisexualidad?

PG: No, nadie. ¡Nadie!

AVB: ¡Nadie! De hecho, era una cosa que no se consideraba siquiera políticamente viable. Los derechos bisexuales, por ejemplo…

PG: Pues, ¡mucho menos!

RRM: ¿Cómo ven el futuro del movimiento?

AVB: No sé qué piense Polo, pero yo no tengo una visión de futuro, como, digamos, de aquí a 20 años. No creo que haya grandes grandes cambios. Se han ganado las calles, los espacios mediáticos, parlamentarios y jurídicos; la pelea está más equilibrada, pero todo esto es en un contexto capitalino. El DF es una burbuja respecto al país. Tal vez, más que hacer futuro, me gustaría que ocurriera en el país y que, efectivamente, fueran surgiendo en los espacios de provincia. ¡Las diferencias son gigantescas! Éstas hay que achicarlas y hay todo un trabajo por hacer ahí. Me gustaría que pudieran generarse condiciones para que leyes que son locales y que nos benefician fueran federales. ¡Y eso está cabrón! Sería genial, sería bonito que este país fuera avanzando todo parejito. Lo cual me parece muy complicado y poco probable que ocurra.

PG: ¡A mí no se me hace tan complicado! Por ejemplo, en Puebla tuvieron su quinta marcha, a la que acudieron 500 personas. ¡Puebla! Un estado que todos sabemos que es de ultraderecha y demás. Baja California Sur, que ya tiene su tercera o cuarta marcha. Es un movimiento que sí se mueve, se está moviendo. Yo, claro, lo veo desarticulado porque “las coronas” siguen pesando mucho y eso es lo que no permite que haya un avance como tal. La marcha del DF sigue siendo parteaguas en Latinoamérica, incluso es la más grande después de las que se hacen en Brasil, y ya los medios la abordan con otro tinte.

RRM: Hablando de esa marcha de Brasil, en donde sus grupos y colectivos cuentan con innumerables proyectos, sé que tú tienes uno, ¿me platicas de él?

PG: Sí, claro. El proyecto surgió como Condomóvil hace tres años en el Colectivo Sol, una de las instancias que quedó después de que se desintegró el FHAR. Soy el creador de ese proyecto cuando me doy cuenta de que adolescentes y muchachos que comienzan a tener vida sexual activa cada vez más jovencitos, lo están haciendo sin protección, por la pena de llegar a la farmacia o al IMSS a pedir condones. Me dije: “Si ellos no van por el condón, pues yo se los llevo”. Recordando que en aquella época estaba eso del Papamóvil, comencé a jugar con el nombre: ¡Condomóvil! Así se llamó ese proyecto. Hoy, a 13 años de su nacimiento, decidí volar con mis propias alas y ahora somos Condomóvil AC.

RRM: ¿Qué hizo el Condomóvil de Colectivo Sol durante sus 13 años de vida?

PG: Recorrió el 96 por ciento del territorio nacional brindando información sobre VIH, diversidad sexual, equidad de género, todos estos temas que a los gobiernos no les gustan mucho. Nosotros repartimos más de millón y medio de condones, todo un logro, y desde hace seis años se nos ocurrió la idea de las condoneras, en la que un grupo de amigos nos caracterizamos de Drag Queens justamente para romper los esquemas y hacer llegar los condones y todo el material que llevamos. Realizamos un recorrido por toda la frontera sur de Estados Unidos e hicimos una ruta México-Panamá-México. En fin, creo que, si hablamos de logros de trabajo, el Condomóvil ha tenido bastantes.

Pero muchos me dicen que yo he de estar en los cuernos de la luna, y no. La gente sigue con miedo a apostarle a este tipo de proyectos. Ya como asociación civil, el Condomóvil no tiene recursos, por lo mismo.

RRM: Entonces, a pesar de todo lo que se ha dicho, proyectos como el Condomóvil siguen causando temor y miedos injustificados.

PG: Así es. En Guanajuato el Condomóvil está vetado, a pesar de que sirvió para que el Centro Nacional para la Prevención y Control del VIH-sida (Censida), programa federal, lanzara un proyecto muy similar al de nosotros que se llama Prevenmóvil.

Una pareja gay en la marcha de 2010.
Una pareja gay en la marcha de 2010. Foto: Sara Escobar
RRM: ¿El Condonmóvil no cabría en estos programas federales?

PG: Pero yo no soy una instancia no gubernamental. ¡Soy contracultural! (risas). El proyecto dejó una huella, rompió esquemas y logró que en la calle se hablara de pene, vagina, ano, relaciones sexuales, que se enseñara al aire libre cómo ponerse correctamente un condón. En fin, ha ayudado a que se hable de estos temas en espacios como la televisión y en otros, ¿no?

RRM: ¿Alguien retomó los programas o talleres que manejó Cálamo en su momento?

AVB: No que yo sepa. Es decir, lo retomaron muchas otras asociaciones civiles que se registraron, aprovechando el marco legal vigente en el país, pero el mismo tipo de perfil, de brindar servicios comunitarios como lo hacía Cálamo, no creo.

PG: Es importante decir que Cálamo fue un parteaguas de la sociedad civil organizada hoy en día en México, porque a partir de que obtuvieron el reconocimiento como entidad jurídica, en los años noventa, muchos grupos se animaron y obtuvieron su identidad jurídica también. ¡Un parteaguas! Y digo, al mismo tiempo es triste, porque si Cálamo fue ese parteaguas, y nadie de nosotros está replicando esa parte tan importante y tan rica, ¡es una lástima!

RRM: En vísperas de la celebración de la 33 Marcha del Orgullo, ¿tienen algo qué agregar?

PG: Yo sí quisiera mandar un mensaje a todos los colegas activistas, nuevos y de la vieja guardia. A 33 años de nuestra aparición pública como movimiento, me gustaría que se organizara una mesa redonda o un seminario, no sé, en donde intercambiáramos nuestros puntos de vista para ver dónde hemos fallado, para impulsar con nuevos bríos el movimiento de la diversidad sexual.

AVB: ¡Claro! Reflexionar sobre cómo vamos, qué se logró y en qué se falló siempre será importante. Polo tiene razón. Y habría que hacerlo incluyendo a todos: los históricos, los nuevos, los jóvenes, los maduros, etcétera. Es un trabajo titánico.

Monterrey disputa a Juárez títulos rojos

Monterrey disputa a Juárez títulos rojos

La capital neoleonesa es ya la segunda ciudad más violenta del país e incluso en junio superó al municipio chihuahuense en ejecuciones. En 2011, el promedio en la urbe regia es de tres ultimados diariamente.
Foto: Especial

Monterrey y su zona conurbada —formada por ocho municipios más literalmente pegados a la capital neoleonesa: una calle o un paso a desnivel pueden separar uno de otro, como ocurre en las delegaciones del Distrito Federal— con 650 ejecuciones y muertos en enfrentamientos en lo que va de 2011, ya es la segunda urbe más violenta del país en el año, sólo detrás de Ciudad Juárez, que lleva 975 asesinatos vinculados al crimen organizado.

De hecho, en junio Monterrey fue la ciudad más violenta de México: superó a la ciudad chihuahuense, ya que Juárez tuvo 143 asesinatos en el mes, y Monterrey… 155 ejecuciones y muertos en escaramuzas.

Y el 15 de junio, Monterrey también le arrebató a Juárez otro título rojo: el área regiomontana fue la más violenta del país durante un día: tuvo 32 ejecutados y caídos en choques armados, contra los 25 que había tenido la zona juarense durante la jornada del 12 de septiembre de 2010.

Monterrey se acerca poco a poco a Ciudad Juárez en ejecuciones y muertos en enfrentamientos por la guerra contra el crimen organizado y entre narcos: si Juárez lleva 975 ejecuciones en 2011 (recuento MILENIO), Monterrey tiene 650 (recuento del reportero especializado en el tema, Miguel Ángel Puértolas de Multimedios Monterrey). Pero mientras en Juárez las ejecuciones disminuyen (52 por ciento en junio respecto al mismo mes del año anterior), en Monterrey y su zona conurbada aumentan vertiginosamente: en los últimos dos meses no ha habido un día sin ejecuciones. En todo el año tienen un promedio de al menos tres ejecutados por día, uno cada ocho horas. En 2010 la zona regiomontana tuvo 412 ejecutados. Ahora, a la mitad del año, lleva 238 más, un crecimiento de 58por ciento.

Aquel 15 de junio de 32 ejecuciones —por lo menos una cada hora, en promedio—, algunos medios locales anunciaban: “Monterrey rebasa a Juárez como la ciudad más violenta del mundo”.

¿Y en la calle, más allá de las cifras, cómo viven los regiomontanos esto?...

***

—Un conocido periodista local cuenta que… adiestró a su familia para que sepa cómo tirarse al piso ante las balaceras cotidianas que hay en su colonia. “Así, como lo oye… Ya es parte de nuestra vida saber cómo proceder en una balacera dentro de nuestra propia casa”.

—En la Universidad Autónoma de Nuevo León, a las espaldas del hospital universitario, está ubicado el anfiteatro del servicio médico forense. El mismo que, en los días de extrema violencia, satura de cuerpos las heladas planchas metálicas del lugar, tanto, que decenas de restos sin identificar tienen que ser enviados con premura a fosas comunes en el panteón municipal. Uno de los forenses acepta charlar amablemente:

“Mire, antes llegaban muertos por accidentes y asuntos… ‘normales’. Ahora, por ejemplo, de enero para acá, llegan llenos de orificios. ¿Qué resalta? La saña con que los matan. No queremos acostumbrarnos: si perdemos la sensibilidad, perdemos con ellos (con los criminales). No podemos quedarnos en este presente que todos los días hablamos de lo mismo en nuestra casas, en los restaurantes, en las reuniones, en todos lados…”

—Dos de las paredes del forense están siendo tapizadas con hojas y cartulinas… con fotografías de rostros de desaparecidos y sus filiaciones. Con letras escritas a mano o impresas luego de ser redactadas en computadoras, decenas de familiares de víctimas llegan a la recepción del anfiteatro para colocar sus súplicas:

—“Ayúdame a encontrar a mi hijo… Desaparecido desde el 3 de febrero de 2011. Édgar Alberto Moreno López. Edad: 28 años. Complexión: media. Estatura: 1:68 mts. Tez: aperlado. Ojos: café oscuro. Celular: 811…”

—“Se busca. Delia Karen Hernández Guerra. 18 años de edad. Es alta. Tiene cabello largo, negro. Ojos negros. Vestía con blusa morada, pantalón de mezclilla y tenis blancos. Desapareció el martes 4 de enero por la mañana. Si la ha visto, favor de llamar al…”

Muchas personas han abandonado por las noches zonas que antes eran de esparcimiento. Por ejemplo, en el céntrico barrio antiguo a las nueve o diez la presencia de paseantes es mínima. Pero al mismo tiempo, la vida continúa con normalidad en la mayoría de las zonas. “Mientras no sea un día en el que el demonio se suelte”, como se refieren los regios a sus jornadas de ejecutados múltiples, colgados, o narcobloqueos, los centros comerciales, los restaurantes de áreas ricas y las vialidades tienen aceptable presencia de compradores, y comensales.

Aunque sí hay algo nuevo entre los regiomontanos: con todo y bromas y sarcasmos, sí hay cierto miedo y vergüenza cuando hablan de su nueva cotidianeidad: la violencia. Las historias que narran (mañana) así lo exhiben...

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