miércoles, 6 de julio de 2011

¿Está sobrevaluada la democracia?

Hoy la democracia ha tenido un desarrollo que tiende a legitimar prácticas excluyentes de amplios grupos sociales. Por ello es necesario reconstruirla para que sea real y garantice los derechos de todos los ciudadanos.

Toneladas de la propaganda electoral en el basurero del Bordo de Xochiaca en 2006.
Toneladas de la propaganda electoral en el basurero del Bordo de Xochiaca en 2006. Foto: Archivo

Existe un amplio debate a escala mundial acerca de cuál es el tipo de régimen político más propicio para la promoción, respeto y garantía de los derechos humanos. De manera unilateral, los países paneuropeos (es decir, Europa y sus ex colonias exitosas en América del Norte y la cuenca del Pacífico) han afirmado durante el último medio siglo que la democracia es el único tipo de gobierno capaz de embonar a la perfección con una vida en sociedad regida por los derechos humanos.

Algunos críticos de esta postura sostienen que no hay una regla de oro universal, evidente e irrefutable, que establezca que sólo la democracia es capaz de dar viabilidad a los derechos humanos. Sostienen que dicha afirmación sólo es parte de la ideología de las poderosas naciones paneuropeas para imponer su modo de ser a lo largo y ancho del planeta, así como para castigar, ya sea de manera económica o incluso militar, a los países que no se atienen a su modo de pensar; tales han sido los casos de las invasiones estadunidenses a Irak y Afganistán, por ejemplo.

No obstante que este tipo de crítica es saludable en la medida que pone un dique intelectual a las pretensiones neoimperialistas de los países poderosos del mundo, lo cierto es que, efectivamente, hasta el día de hoy, la forma de gobierno que ha demostrado la mayor capacidad y eficacia para garantizar y hacer respetar los derechos humanos es la democracia. Aquí, entonces, es preciso hacer una precisión de la mayor importancia. La democracia es una forma de gobierno en la que una mayoría decide, pero en la que todos participan. No puede decirse de un Estado que es democrático si no están incluidos todos los actores relevantes de una sociedad; por éstos, y para seguir la caracterización que desde el final del Renacimiento se ha hecho de la dignidad humana, se debe entender a todos y cada uno de los integrantes de una nación, independientemente de su nivel educativo, poder económico o el grupo étnico al que pertenezcan.

Esto representa un reto fundamental para la gran mayoría de los Estados que se dicen democráticos, porque lo que en la práctica ocurre es que la “democracia” la llevan a cabo las clases económicamente privilegiadas y un cierto porcentaje de las clases medias, mayoritariamente aquellas con una cierta instrucción escolar. Aunado a esto, existe la creciente tendencia a que los elementos formales de la democracia, como son las campañas, los usos y las personalidades políticas, se mezclen cada vez más con el dominio de la mafia, vía la corrupción, con lo que queda así minado el terreno para hacer valer con justicia la voluntad popular.

Una democracia de este tipo puede ser llamada “parcial” o “sesgada”. Dicha modalidad se ve exacerbada en el Tercer Mundo en general, y en el caso particular de América Latina cuenta con pesados lastres heredados del colonialismo peninsular de corte medieval. Por supuesto, una democracia sesgada (en la que estructuralmente se excluye a los más pobres, a los indígenas y a los iletrados) tiende a generar mucha más injusticia que respeto a los derechos humanos. La razón es simple y atroz: tácitamente no se considera que los excluidos de esa democracia tengan derechos humanos. De manera que una de las necesidades y también de las grandes encrucijadas tanto del subsistema político como de la sociedad civil, es abrir los cauces (políticos, mediáticos, de resistencia pacífica, etcétera) para exigir que las naciones se constituyan como una democracia real, cuya meta sea la expansión de los incluidos y no la constante generación de excluidos.

Integrante de la Coordinadora Estatal de Trabajadores de la Educación escribe sobre un muro del Instituto Electoral del Estado de Guerrero en 2008.
Integrante de la Coordinadora Estatal de Trabajadores de la Educación escribe sobre un muro del Instituto Electoral del Estado de Guerrero en 2008. Foto: Óscar Alvarado/ Cuartoscuro
EL PRINCIPIO DE LA MAFIA

En un ambiente así, ciertamente los derechos humanos pueden constituirse en piedra angular del Estado. Éste sería completamente viable y estaría en capacidad de hacer frente de manera eficaz a sus grandes enemigos, como son los grupos de poder local que sistemáticamente violan los derechos humanos (los cacicazgos), los malos elementos al interior de los gobiernos que sólo ven sus fines egoístas despreciando las necesidades de la población (la alta corrupción) y, por supuesto, los practicantes de lo que el pensador estadunidense Immanuel Wallerstein llama “el principio de la mafia”, el crimen organizado en todas sus ramificaciones.

Los tres fenómenos antedichos son los mayores opositores a la democracia y al respeto de los derechos humanos al interior de un Estado, y llegan incluso a minarlo a tal grado que se vuelva inviable como proyecto nacional en cierto periodo de tiempo. Sin embargo, su existencia no es debida a la acción de un demonio maligno que pretende hacer insoportable la vida en sociedad; fatalmente, existen porque las democracias sesgadas son una vasta tierra fértil para su crecimiento. Todas aquellas personas excluidas de la vida democrática de un Estado, que en países como México se cuentan por millones, no tienen más remedio que aceptar una sobrevivencia bajo el azote de estos fenómenos anómalos, o bien impulsarlos y participar activamente en ellos.

Pensemos en el fenómeno del narcotráfico en nuestro país. ¿Qué puede hacer una persona excluida de todos los servicios del Estado, sin posibilidad de recibir educación, ni trabajo ni oportunidades para tener una vida digna, que sabe que su voto no cuenta y que su voz jamás será escuchada? Decide entonces que se unirá como matón, como mensajero o como esclavo (o los tres) con la banda del narcotraficante de la localidad. Piensa que por lo menos hará dinero rápido y en abundancia. Por supuesto, en el corto o en el mediano plazo, su vida (y muchas veces la de sus seres queridos) será el precio a pagar por tal decisión, pero en el ínterin ya ha servido de base social para la mafia. Como este hombre hay cientos de miles.

Diálogo en el Castillo de Chapultepec el 23 de junio pasado.
Diálogo en el Castillo de Chapultepec el 23 de junio pasado. Foto: Oscar Alvarado/ Cuartoscuro
ALTERNATIVAS A LA DEMOCRACIA SESGADA

En breve, una formación social con una democracia sesgada tenderá a desaparecer y, en el mediano plazo, es muy probable que acabe siendo tomada por completo por los barones de la mafia, la corrupción y el cacicazgo. La sociedad que emergerá de ella será hostil y oscura porque dependerá de una desregulación negativa de lo social, una manera de entender y efectuar la interacción con los demás ajena a los principios fundamentales de la civilidad humanista: el respeto a la vida y a la propiedad privada. El miedo y la violencia serán las maneras preeminentes de cohesionar las relaciones humanas, y las alternativas positivas para el futuro serán difíciles de llevar a cabo, aunque no imposibles: pasarán por la reforma integral de la educación. Si ésta no puede llevarse a cabo de manera estructural por los cauces del Estado, debido a que su anquilosamiento es irreversible, entonces tendrá que armarse de forma alternativa desde la comunidad, con una educación en valores sustentable y reproducible desde los primeros días de vida en el interior de familias convencidas, responsables, que sepan mirar al futuro.

Existe la experiencia de la transmisión generacional de costumbres, de creencias religiosas y de maneras de ver el mundo. Es posible utilizar esto para fines iluministas, para la expansión de las creencias en la dignidad humana, el respeto mutuo y el trabajo común.

Una segunda opción es incluir los reclamos públicos, pacíficos, dialógicos y constructivos contra las acciones perniciosas de los actores políticos. Las leyes están hechas, o deberían estarlo, para el beneficio de la ciudadanía, y en esa medida deben hacerse observar y respetar. Cuando tengan flancos débiles o inestabilidades producto de su omisión o su quebranto, se hace necesario hacer cambios en ellas, ya sean de superficie o de raíz. No son perennes, sino que deben estar sujetas a constantes rehechuras y modificaciones. Por ejemplo, no debería existir el fuero para los políticos de elección popular y debería transparentarse toda asignación de recursos. Asimismo, debería estar perfectamente claro de dónde proviene el dinero de las campañas políticas, y deben prohibirse las donaciones anónimas a las mismas, entre un sinnúmero de acciones más.

Una tercera alternativa proviene de la disolución de los grandes monopolios (ya sean estatales o privados) en campos clave de las estructuras del bienestar poblacional: el sistema educativo, los medios masivos de comunicación y el sistema de salud pública, por mencionar tres de los más importantes. Éstos deben empalmarse con las necesidades de las grandes masas poblacionales. La coparticipación entre quienes están al frente de dichos sectores, los administradores públicos de los mismos y la ciudadanía es indispensable para encontrar un modelo común de funcionamiento que beneficie a todos los implicados. En una sociedad verdaderamente democrática, las personas deberían ser capaces de tener una educación edificante, información precisa y verídica y, muy especialmente, acceso a consultas, tratamientos, intervenciones y medicamentos buenos, efectivos y asequibles.

Protestas en el Tribunal Electoral del Estado de Guerrero, en septiembre del 2008.
Protestas en el Tribunal Electoral del Estado de Guerrero, en septiembre del 2008. Foto: Óscar alvarado/ Cuartoscuro
EVOLUCIÓN O EXTINCIÓN

Como se ve, éstas son ideas generales que ayudarían a hacer más vivible el mundo futuro. Qué tipo de organizaciones sociales, entendimiento comunitario y puesta en práctica requieren, es algo que todavía está por determinar y es uno más de los retos cuya solución queda por imaginar en el corto plazo. Por lo pronto, como habitantes de un Estado todavía soberano y formalmente democrático, aunque en medio de una crisis vital y estructural de colosales dimensiones, tenemos la obligación ética de trabajar, pedir y sustentar día con día el logro de una democracia real, amplia e incluyente. Ése es el reto mayor de nuestra generación.

En suma, la democracia, tal y como la hemos conocido hasta la fecha en nuestro país y en otras partes del mundo, sí está sobrevalorada, porque se ha convertido en un instrumento de legitimación política para prácticas excluyentes y, en consecuencia, antidemocráticas. En muchos casos es ya casi un cascarón reiterativo por medio del cual las clases dirigentes, cerradas y ensimismadas, realizan un cambio de personas, pero no de clanes, de ideas o de prácticas.

En cambio, lo que está subvaluado es el ejercicio democrático real, aquel que incluye la voz de todos los grupos de interés al interior de un Estado-nación, y que define como grupos de interés a todas las personas al interior del mismo. Por supuesto, lograr un régimen sociopolítico de esta guisa es una tarea colosal, pero la medida del reto implica la medida del problema: o el Estado nacional se refunda sobre las bases de una solidaridad nueva, participativa y omniabarcante o, simple y sencillamente, habrá comenzado su acelerado proceso de desaparición como forma de vida en comunidad. La apuesta por el futuro en nuestra encrucijada contemporánea pasa, ni más ni menos, que por la evolución o la extinción de la forma de vida democrática en su encarnación moderna.

Christine Lagarde: La Dama del Fondo

Christine Lagarde: La Dama del Fondo

Con una demanda en su contra por tráfico de influencias, la nueva directora-gerente del FMI deberá enfrentar las crisis deficitarias, fiscales y de endeudamiento de la eurozona.

Christine Lagarde, nombrada directora-gerente del FMI el pasado 28 de junio. Es la primera mujer que alcanza ese cargo.
Christine Lagarde, nombrada directora-gerente del FMI el pasado 28 de junio. Es la primera mujer que alcanza ese cargo. Foto: Martin Bureau/ AFP

“Nunca debería haber demasiada testosterona en una misma habitación”, dijo en febrero al diario británico The Independent. “Si se les deja solos, los hombres tienden a crear lío”. La primera mujer en la historia en tomar las riendas del poderoso Fondo Monetario Internacional (FMI), la francesa Christine Lagarde, llega a las altas cumbres de las finanzas internacionales precedida de una fama de buen timonel, el tipo de capitán de tormentas que se necesita en estos momentos para capear el temporal de la crisis. Con aires aristocráticos, sobria, elegante y con una dicción en inglés que haría palidecer a Shakespeare, la nueva dama del Fondo deberá lidiar ya desde sus primeros días al frente del organismo con la marejada que despierta la crisis griega y hasta con la sombra de un proceso judicial en marcha en su tierra natal, en donde se la acusa de tráfico de influencias. Es una piedra en el zapato que puede empañar su figura antes de comenzar su difícil travesía.

Cuando profirió sus críticas al exceso de testosterona tal vez no imaginaba que unos meses más tarde iba a terminar ocupando el sillón de su compatriota, Dominique Strauss-Kahn, caído en desgracia por haber cedido en demasía a los influjos de esta hormona. Al presentarse frente a los 24 miembros del Consejo Ejecutivo del FMI el jueves 23 de junio para hablarles de sus dotes, tenía muy en claro que ser mujer se había transformado en más que una ventaja en las actuales circunstancias. “Me presento antes ustedes como una mujer, con la esperanza de contribuir a la diversidad y equilibrio de esta institución”, afirmó, para reiterar luego lo que ya le había soltado en mayo a la columnista del diario The New York Times, Maureen Dowd: “La mayor presencia femenina siempre es positiva siempre y cuando éstas acepten ser ellas mismas y no se dediquen a jugar juegos de chicos”.

El primer reto de Lagarde son las protestas atenienses contra el ajuste económico para enfrentar la crisis.
El primer reto de Lagarde son las protestas atenienses contra el ajuste económico para enfrentar la crisis. Foto: Orestis Panagiotu/ EFE
EL ASCENSO A LA CUMBRE

Nadie sabe aún qué juegos jugará ahora Christine Lagarde al comando del Fondo, aunque mucho se conoce de los que ya ha jugado al frente del Ministerio de Economía francés, así como en su larga carrera profesional. Nacida en París en el seno de una familia acomodada el primero de enero de 1956, Christine Madeleine Odette Lagarde fue la primogénita de un matrimonio de profesores; su excelente inglés le viene de su padre, profesor de idiomas. Su apellido de soltera es Lallouette, y creció y se educo en Le Havre, una ciudad del noroeste de Francia ubicada en la Alta Normandía.

Aficionada a los deportes, fue integrante de la selección nacional de natación sincronizada y se graduó en leyes con las mejores notas. Sufrió una gran frustración al no lograr aprobar dos veces consecutivas el ingreso a la exclusiva École Nationale d´Administration, el instituto de estudios por donde pasa la crema y nata de la futura dirigencia política del país. El fracaso la llevó a descartar sus sueños de poder y decidió dedicar todas sus energías a la abogacía. Fue así como luego de perfeccionarse en leyes internacionales consiguió trabajo en Baker & McKenzie, uno de los despachos de abogados más importantes del mundo, con sede en Estados Unidos pero con 40 mil empleados repartidos en oficinas de 40 países.

Su carrera fue fulgurante. En menos de una década ascendió a la cima de la organización hasta transformarse en su directora general. Llevaba 10 años viviendo en Chicago cuando en 2005 recibió una llamada del entonces Primer Ministro francés, Dominique de Villepin, invitándola a formar parte de su gobierno. Designada ministra de Comercio del presidente Jacques Chirac, sus comienzos no fueron afortunados. Con la franqueza que la caracteriza criticó la rigidez del mercado laboral galo y tachó a los trabajadores franceses de vagos, lo que le valió fuertes críticas y la obligó a retractarse. Sin embargo, sus ideas no cambiaron y dos años después, ya al frente del Ministerio de Economía, impulsó una cuestionada reforma laboral para flexibilizar el mercado y apoyó el aumento de la edad jubilatoria de 60 a 62 años, transformándose en una especie de “bestia negra” de los sindicatos, que contestaron con dureza sus medidas en las calles.

En Washington, en protesta por la elección <i>antidemocrática</i> de la titular del FMI, dos jóvenes coronan a una persona caracterizada como Lagarde.
En Washington, en protesta por la elección antidemocrática de la titular del FMI, dos jóvenes coronan a una persona caracterizada como Lagarde. Foto: Oxfam International/ EFE
AL FONDO, NO TAN A LA DERECHA

El gobierno de Chirac acabó y al comando de Francia en 2007 se instaló el hiperkinético Nicolás Sarkozy, quien puso en manos de Lagarde el Ministerio de Economía como un regalo envenenado. Un año más tarde estallaba la crisis financiera internacional y la ministra se iba a topar con el desafío más grande de su vida. Previsora como es, tomó antes que nadie medidas para prevenir la caída. Su éxito fue tal que el Financial Times la designó en 2009 como la mejor ministra de Economía de Europa.

Divorciada y madre de dos hijos, Christine aportaba a un gobierno sacudido por las extravagancias de su presidente un imprescindible bajo perfil. Poco atrae al glamour de las revistas del corazón esta vegetariana que jamás bebe alcohol, que se considera una adicta al trabajo y quien seguramente se apoyó en su práctica del yoga para guardar la calma. En su memorable aparición en el documental ganador del Oscar del 2011, Inside Job (sobre la responsabilidad de la crisis financiera de 2008), de Charles Ferguson, confiesa que se enteró de la quiebra de Lehman Brothers “después del hecho”. “¿Y cuál fue su reacción al enterarse?”, le pregunta Ferguson. “¡Santo Cielo!”, responde, lacónica. En ese mismo filme recuerda que en la cumbre del G-7, en febrero de 2008, discutió con el entonces secretario del Tesoro estadunidense, Hank Paulson, sobre la tormenta que se avecinaba. “Recuerdo claramente que le dije a Hank que veíamos venir un tsunami, y ustedes sólo están proponiendo que preguntemos qué traje de baño vamos a usar”, a lo que Paulson respondió que se quedara tranquila, que “las cosas están bajo control”.

A la quiebra de Lehman siguió una de las mayores crisis financieras que el mundo haya conocido desde el crack de 1929, y Christine tuvo que salir a apagar el fuego. En 2009, junto con los ministros de Economía de Holanda, Alemania, España, Italia, Suecia y Luxemburgo firmó una carta en la que pedía que los países del G-20, incluido Estados Unidos, aumentaran su regulación al mercado financiero, un recuerdo que hace crujir los dientes de los brokers de La Gran Manzana ante la incógnita de las medidas que tomará ahora al timón del Fondo. “La industria financiera es de servicio. Debe servir a otros antes que servirse a sí misma”, afirmó a modo de conclusión en la mencionada cinta Inside Job, aunque durante las entrevistas que mantuvo con las autoridades del FMI antes de ser designada se cuidó mucho de no insistir en estas advertencias y prefirió resaltar su perfil de dura con los déficits públicos, un modo de despejar las dudas a propósito de cual será su rol ante la inminencia de la crisis griega. Al FMI le preocupaba el ascenso de otro europeo a la cumbre en estos momentos, ya que el organismo se está viendo obligado a intervenir en el rescate de los países de la eurozona en dificultades, como Irlanda, Grecia y Portugal, pero Lagarde despejó rápidamente las dudas sobre un posible conflicto de intereses. Con Grecia, mano dura, afirmó. Y en el Fondo le creyeron.

Agustín Carstens, gobernador del  Banco de México, candidato perdedor en la disputa por la dirigencia del FMI.
Agustín Carstens, gobernador del Banco de México, candidato perdedor en la disputa por la dirigencia del FMI. Foto: Eduardo Verdugo/ AP
SOMBRAS

Su carrera contra el actual gobernador del Banco de México, Agustín Carstens, estaba ganada de antemano gracias al inmenso poder que Europa tiene en el FMI, una institución que ha sido dirigida por europeos desde su fundación en 1945. Aunque hubo momentos en que su candidatura pareció a punto de naufragar, no sólo por las dudas que despertaba en Washington la designación de otro francés al frente del organismo luego del escándalo con que había terminado la presidencia de Strauss-Kahn, sino también por el proceso judicial inconcluso que pesa sobre Lagarde, acusada de haber ejercido tráfico de influencias a favor del controvertido empresario Bernard Tapie.

Tapie es uno de los ricos más extravagantes de Francia. Ex militante socialista y ex presidente del equipo de futbol Olympique de Marsella, a comienzos de la década demandó al gobierno francés alegando que el ex banco estatal Crédit Lyonnais le había defraudado con la venta de su participación en la empresa Adidas, en 1993. La justicia falló en su contra, pero cuando en 2007 llegó al poder su amigo Nicolás Sarkozy, las cosas cambiaron. El presidente le pidió a Lagarde que solucionara el entuerto legal, y ella optó por sacar el caso de la justicia y llevarlo a un panel de arbitraje que decidió indemnizar al empresario con 285 millones de euros con cargo al Estado. La oposición socialista le entabló entonces una demanda a la ministra por considerar que no había sido imparcial. La justicia deberá resolver en los próximos meses si Lagarde es imputada o no en esta causa.

Pero la sombra más grande que pesa sobre Christine Lagarde es la crisis económica mundial. Ahora mismo Grecia es un polvorín a punto de explotar, cuya onda expansiva puede poner al filo del abismo al sistema bancario europeo en conjunto. Y la flamante directora del FMI deberá lidiar con un problema que se puede volver aún más serio que la quiebra de Lehman Brothers en 2008: el mando de una institución desprestigiada a escala internacional, sobre todo en los países periféricos, por la dureza de sus programas de ajuste y sus recetas de corte neoliberal que fueron rechazados socialmente en varios países durante las últimas décadas. Aunque su predecesor Strauss-Kahn intentó darle un giro keynesiano y un rostro más amable a la institución cuando hasta su propia existencia llegó a ponerse en duda antes del vendaval de 2008, ahora le toca a ella usar sus artes de persuasión y sus modales pausados y elegantes para convencer al mundo de que, a pesar de las tormentas, aún hay buenos capitanes de navío al mando.

Culpa Ebrard a Encinas

Culpa Ebrard a Encinas del tropiezo en Edomex

El jefe de Gobierno del DF destaca, sin embargo, el “gran papel, casi sin recursos”, del ex aspirante de la izquierda; defiende las coaliciones, “acciones políticas inteligentes” que permitieron triunfos en 2010.
El mandatario local llamó a conjugar esfuerzos para balancear el poder de un régimen.
El mandatario local llamó a conjugar esfuerzos para balancear el poder de un régimen. Foto: Claudia Guadarrama

Marcelo Ebrard, jefe de Gobierno del Distrito Federal, acusó al ex candidato del PRD a la gubernatura del Estado de México, Alejandro Encinas, de tomar la decisión de no ir en alianza, y por lo tanto, “ahí están los resultados”.

“Esa es una decisión que tomó el propio candidato que defendimos. Alejandro Encinas dijo: `no quiero una alianza, vamos a ir así’; bueno, ahí están los resultados”, manifestó el mandatario capitalino luego de poner en marcha el Centro de Capacitación e Información Social de la Junta de Asistencia Privada del Distrito Federal.

Al preguntarle sobre los comentarios de perredistas que culpan a Andrés Manuel López Obrador de esta derrota, donde el candidato del PRI le sacó alrededor de 40 puntos a Encinas en los resultados preeliminares, Ebrard respondió que no se trata de culpar ni responsabilizar a nadie. “Desde mi punto de vista, no es un tema en el partido de ver a quién le echas la culpa, sino de entender qué es lo que está ocurriendo”.

El titular del GDF comentó que se deben tomar acciones políticas inteligentes como las del año pasado, cuando a través de las alianzas se le arrebataron al PRI Oaxaca, Puebla y Sinaloa.

“(Las alianzas) pueden ser una de las vías importantes. A mí me parece que la única manera que tienes de balancear el poder de un régimen y no de un partido es conjugando esfuerzos”, señaló.

El aspirante presidencial indicó que el nivel de participación en el Estado de México fue de 43 por ciento “y es bajísimo, son de los más bajos en la historia. Entonces, hay muchas claves que se deben analizar con cuidado, evaluar, aprender de lo que ahí ocurrió y tomar decisiones inteligentes en las próximas semanas”.

Señaló que cuando se habla de que hubo bajos niveles de participación significa que no le interesó o no se sintió una competencia a gran escala, como sí ocurrió en todos los estados donde el PRI perdió en 2010.

Ebrard consideró que a pesar de luchar contra un régimen de 80 años, una maquinaria inmensa y con todas las expectativas en contra; Encinas hizo un gran trabajo, “un gran papel, casi sin recursos ni nada”.

Sin embargo, el gobernante no quiso abundar en el tema, pues comentó que esperará a que su partido y militantes hagan una evaluación sobre los comicios celebrados el pasado domingo.

“Vamos a ver qué se deduce de la evaluación que nos va a presentar el partido, yo voy a esperar eso, creo que debe ser así para tener datos muy claros, y entonces ya fijamos una lectura final. Lo que importa no es lo que pasó, sino lo que va a pasar”, señaló.

- Claves

Cambiar estrategia

• Manuel Camacho Solís, coordinador nacional del DIA (Diálogo para la Reconstrucción de México), reconoció que el PRD debe cambiar sus estrategias e incluso pensar en coaliciones y alianzas con otros partidos para vencer la estructura “perversa pero efectiva” del PRI en las elecciones del 2012.

• En entrevista televisiva con Carlos Puig, Camacho consideró que ya es tiempo de revisar las estrategias, ante los resultados electorales del pasado domingo, con el objetivo de presentar a la población una verdadera oferta de cambio y los motivos por los que no debe regresar el PRI.

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