viernes, 15 de abril de 2011

Del populismo al futuro

Bolivia: Del populismo al futuro

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por Oscar Ortiz Antelo

Oscar Ortiz Antelo es ex presidente del Senado de la República de Bolivia.

La crisis económica se ha convertido en la principal preocupación de los bolivianos. La gente, tanto en el campo como en las ciudades, vive y sufre con angustia el retorno de la inflación que devora los ingresos de las familias, cuyos ingresos han perdido sustancialmente su capacidad adquisitiva.

Mientras tanto, el Gobierno del MAS se dedica a hacer política. Se dedica a enjuiciar a las personas que piensan distinto al MAS o a buscar temas que le permitan distraer a la opinión publica de los problemas no resueltos de nuestras sociedad, como por ejemplo hoy utiliza al tema marítimo. Escándalos, juicios y mucha propaganda, es la respuesta del MAS a la crisis económica y a los problemas que causan la corrupción y el narcotráfico. Una falsa realidad donde la economía va mal y la política pretende no darse por enterada.

Todo ello, configura un círculo vicioso de deterioro general: la economía va mal; se cae por ello la popularidad del MAS; el MAS responde dedicándose a la política de modo irresponsable; esto empeora aún más la economía y el empeoramiento de la economía, profundiza o agrava el problema de popularidad del MAS… ante lo cual, el MAS vuelve a entramparse en el círculo vicioso: responde dedicándose a la política, creando escándalos políticos, dejando de lado la economía, intentando meter preso a quien se atreva a criticarlo y empeorando de este modo la crisis económica.

Ha llegado el momento de que el gobierno se tome en serio al país. Ha llegado el tiempo de que haga justo lo contrario a lo que ha venido haciendo. Ha llegado el tiempo de dedicarse a la economía y de respetar la libertad.

Eso es lo que necesita Bolivia. Un gobierno serio que sepa de economía y que impulse un sistema político basado en la libertad y respaldado por el Estado de Derecho. Necesitamos trabajar una nueva visión de futuro para el país, basada en la necesidad de encontrar soluciones económicas a la crisis que sufren las familias bolivianas, y en la necesidad de impulsar un sistema político auténticamente democrático, donde la libertad sea el centro de la vida pública y la ley, los fiscales y los jueces sean la garantía de esa libertad y no los verdugos políticos de la misma.

Con estas dos premisas, economía y libertad, será posible avanzar en la construcción de una sociedad próspera, una sociedad desarrollada, una sociedad donde todos los ciudadanos, hubieran nacido donde hubieran nacido y sean de la clase social que sean, tengan un empleo digno y oportunidades económicas de progresar en la vida.

Esa es la agenda del progreso y de la libertad. Exportar, producir, impulsar la iniciativa privada y productiva. Solo generando riqueza y distribuyéndola mediante la creación de oportunidades de movilidad social, se puede producir bienestar para toda la sociedad. Es el camino hacia la prosperidad que debe ser la causa que debemos abrazar para que también Bolivia se suba al tren del desarrollo que han tomado la mayor parte de nuestros hermanos latinoamericanos.

Una manera de gobernar para empobrecer a los países ricos

Venezuela: Una manera de gobernar para empobrecer a los países ricos

por Manuel Hinds

Manuel Hinds es ex Ministro de Finanzas de El Salvador y co-autor de Money, Markets and Sovereignty (Yale University Press, 2009).

El Socialismo del Siglo XXI no es un sistema de gobierno sino una manera de gobernar de acuerdo a los deseos arbitrarios de un dictador. Aunque no tiene ninguna definición específica de nada —ni objetivos ni medios ni procesos— sí ha mostrado que es una manera de gobernar que no es para países pobres, ya que aun a los ricos los empobrece.

La magnitud del desastre económico que el desaforado gasto del gobierno del presidente Chávez ha inflingido en Venezuela, puede apreciarse en el hecho que no sólo tiene la tasa de inflación más alta de Latinoamérica, sino que además tiene una enorme escasez de dólares. Esto sucede a pesar de que el promedio anual de las exportaciones del país, que había sido de cerca de $25.000 millones de 1990 a 2005, se triplicó a $74.000 millones anuales de 2004 a 2009. Sólo en 2009 el país exportó $97.000 millones, lo que exportaba en tres años a principios de la década. Todo esto no es porque el país haya ganado en competitividad sino porque el precio del petróleo ha subido exponencialmente.

Los dólares son tan escasos y caros que cada vez es más difícil para las empresas suplirse de materias primas y materiales necesarios para la producción. Así como era en El Salvador en tiempos del presidente Duarte, en Venezuela hay varios precios para el dólar. Hasta fines de diciembre de 2010, había tres precios oficiales, dependiendo de a qué ventanilla lo mandaran, más el precio del mercado negro. Es decir, había cuatro precios. El sistema que el Banco Central tiene para asignar el precio a distintas personas no es transparente. La verdad es que usted paga más barato o más caro dependiendo de sus influencias políticas.

La primera ventanilla era supuestamente para empresas importando cosas muy necesarias, como comida, medicinas y otras cosas que el gobierno especificaba. El precio en esta ventanilla era de 2,60 bolívares fuertes por dólar. En la segunda ventanilla había dólares para empresas importando cosas que el gobierno considera importantes pero no tanto, como carros, petroquímicos y productos electrónicos. En esta ventanilla el dólar valía 4,30 bolívares fuertes por dólar.

Había una tercera ventanilla para las empresas que importan bienes que eran menos importantes. El Banco Central provee los dólares de una manera bastante complicada en esta ventanilla, llamada el Sistema de Transacciones con Títulos en Moneda Extranjera (Sitme). En este sistema, el Banco Central de Venezuela no da dólares en efectivo a los que los necesitan y son aprobados para recibirlos, sino que les da bonos del gobierno de Venezuela denominados en dólares, para que los vendan en el extranjero. Es decir, si usted es un importador y el Banco Central le aprueba la venta de $1.000.000, no le dará los dólares sino bonos del gobierno por $1.000.000. Usted tiene que ir a venderlos a Nueva York, en donde hay un mercado para ellos. El precio nominal en esta ventanilla es de 5,30 bolívares fuertes por dólar. Sin embargo, el precio real es mucho mayor porque el mercado de Nueva York compra estos bonos, que pertenecen sólidamente a la clase de bonos chatarra, al 74 por ciento de su valor nominal, de tal manera que si el Banco Central de Venezuela le dio bonos por $1.000.000, usted recibe sólo $740.000 cuando los vende. Esto hace que el verdadero precio que usted paga en el sistema Sitme sea 7,16 bolívares fuertes por dólar.

Finalmente, todas las demás empresas, y todos los ciudadanos que no son parte de la rosca del gobierno, tienen que irse al mercado negro, en donde pagan entre 8,40 y 9,00 bolívares fuertes por dólar.

Esto era así hasta fines del 2010. En enero, el Banco Central cerró la ventanilla de 2,60 bolívares fuertes por dólar, de forma que hoy aun las empresas que el gobierno considera que son las más importantes pagarán 4,30 bolívares fuertes por dólar. Esto es equivalente a haber devaluado el llamado Bolívar fuerte en un 65 por ciento para estas empresas. Pero ellas no son las únicas que sufrieron una devaluación, ya que las empresas que pagaban 4,30 pasaron al Sitme (Sistema de Transacciones con Títulos en Moneda Extranjera), y han tenido que comenzar a vender bonos en Nueva York. Para ellas la devaluación también será de 65 por ciento. Y ellas harán que las que estaban en esa categoría caigan del Sitme al mercado negro. Al final, el efecto es un encarecimiento de todas las importaciones en Venezuela, que a su vez encarecen todos los bienes y servicios.

El costo económico de este sistema es astronómico. Tiene dos componentes. En primer lugar está el costo causado por la inflación misma, que golpea principalmente a los pobres y marginados. Con los precios subiendo al 27 por ciento anual y los salarios estancados por la crisis económica la situación de esta gente es realmente desesperada. En segundo lugar, está el desperdicio de tiempo para las empresas, que en vez de concentrar su gerencia en mejorar su productividad tienen que dedicar su tiempo y esfuerzo a conseguir los dólares.

Esta es sólo una pequeña muestra de cómo el gobierno de Chávez ha logrado convertir lo que debería ser un período de abundancia en uno de crisis y escasez. Eso es parte, la más pequeña, del costo que el pueblo venezolano está pagando por el populismo del gobierno. Peor aún es la pérdida de la libertad.

La maldición de los recursos naturales

Revaluación y la maldición de los recursos naturales

por Martín Krause

Martín Krause es Académico Asociado del Cato Institute y Profesor de Economía y secretario de investigationes de ESEADE (Argentina).

El notable aumento de los precios de los commodities ha generado un periodo de bonanza pocas veces visto en América Latina y ha permitido a muchos de estos países alcanzar altas tasas de crecimiento. Para algunos, sin embargo, no es una bendición sino una maldición. Esta visión, lamenta que esos precios generen un incremento del ingresos de divisas provenientes de las exportaciones, lo que revalúa la moneda local. Esto, a su vez, perjudica las exportaciones de otros productos que ahora son menos competitivas y también a las actividades locales que compiten con importaciones, las que se vuelven más baratas.

Este fenómeno recibe el nombre de “enfermedad holandesa” en razón de lo que aconteciera en ese país con motivo del descubrimiento de gas natural en el Mar del Norte en los años sesenta. De esta forma, lo que debería ser una buena noticia, se convierte en un problema, y el hallazgo o el desarrollo de recursos naturales en una maldición que termina hundiendo el resto de las actividades. Vale la pena señalar que no fue eso lo ocurrido en Holanda, el país atravesó sin mayores convulsiones ese periodo y sus industrias volvieron a exportar como antes, y los ingresos generados por la nueva producción terminaron beneficiando a todos.

En América Latina ocurre algo similar aunque los países han adoptado distintas estrategias de política económica para enfrentar el problema. Una alternativa es no hacer nada, dejar que la moneda se revalúe y forzar a la industria local se vuelva más competitiva, aprovechando entre otras cosas la posibilidad de modernizarse incorporando maquinarias y equipos importados los que ahora son más baratos. En algunos casos no se interviene en el mercado cambiario pero se ayuda a la producción local con algún tipo de subsidio o reducción impositiva. En este campo encontramos a Brasil y Chile, por ejemplo, aunque el Banco Central de este país ha anunciado un programa de intervenciones cambiarias.

La otra alternativa la muestra Argentina. Allí el gobierno interviene activamente para mantener relativamente fijo el tipo de cambio, pero la revaluación sucede igual porque se da a través del aumento de los precios internos: la inflación argentina es estimada este año en un 30% mientras que el peso se devaluara alrededor del 10%.

Es que el fenómeno es inevitable, no se puede esconder con maquillaje cambiario. Ahora bien, son esas las únicas alternativas disponibles. Por cierto que no. Un gobierno que observa este proceso de revaluación podría ayudar a la competitividad de la industria desregulando los mercados de forma tal que el costo de producir localmente caiga. Esto es especialmente importante en el caso de los mercados laborales, altamente regulados. También podría resignar recursos fiscales y reducir la carga impositiva sobre la producción. Pero muchas veces los gobiernos resisten perder ingresos, es más, suelen buscar aumentarlos lo que complica aun más la situación.

Una alternativa adicional y poco discutida se desprende de la propuesta realizada por F. A. Hayek sobre la competencia de monedas. Para que los exportadores de otros productos, que se ven perjudicados por la revaluación, puedan evitar esos efectos, se podría permitirles que realicen todas sus operaciones en la moneda que reciben.

Esto es, supongamos un exportador chileno de vino a Europa, que suele cobrar sus exportaciones en euros; pues bien la idea es que se le permite operar totalmente en esa moneda, acordando con sus proveedores o empleados el pago en esa moneda. De esta forma elimina el riesgo cambiario que ahora lo perjudica. De la misma forma, un exportador a Estados Unidos podría manejarse en dólares, y así sucesivamente.

Esta alternativa no implica un costo fiscal para el Estado, podría solucionar el problema y además avanza en fortalecer la libertad y el derecho de cada individuo o empresa a utilizar la moneda que estime conveniente. Y destaca, además, que no todas las soluciones han de buscarse en intervenciones que alteran el funcionamiento de los mercados.

Ajuste periférico: el Ibex 35 baja el 3,24%

Ajuste periférico: el Ibex 35 baja el 3,24% en la semana y cierra en 10.558,6 puntos

El índice de referencia de la bolsa española bajó el 0,6% y cerró la sesión en 10.558,6 puntos tras haber oscilado entre un mínimo de 10.484 y un máximo de 10.647. Los inversores negociaban 5.520 millones de euros a la espera del cierre de Wall Street, que será clave para el corto plazo.

La semana fue claramente correctiva. Las caídas de estos últimos días han servido para ajustar parte de las subidas previas y, como señalan los analistas de Ecotrader, "dependiendo del caso se ha llegado a ajustar entre un 38,20 y un 50% del movimiento alcista previo iniciado a mediados del mes pasado".

Estos expertos insisten en que el ajuste es normal y que "podría haber concluido a corto si atendemos al mantenimiento de soportes que, de forma general, aparecen en los mínimos de ayer jueves". Y es que su cesión abriría la puerta a una corrección más intensa, por lo que el cierre de hoy en Wall Street tendrá la palabra.

Grifols fue el mejor del día con una subida del 2,31%, seguido de Inditex, que avanzó el 1,51%, y de Abertis, que se revalorizó el 1,30%. Por contra, Sacyr fue el peor con una caída del 3,3%. Gamesa y FCC también bajaron más del 2,5%.

Todos los grandes valores cerraron a la baja: Telefónica cedió el 0,59%, Santander el 0,49%, BBVA el 1,52%, Iberdrola el 1,04% y Repsol el 0,83%. (Un vistazo al Ibex 35, al Eco 10 y al resto del mercado)

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