sábado, 16 de abril de 2011

Los héroes entre nosotros

Los héroes entre nosotros

   Miembros de la Brigada 2506 se entrenan en la base Trax, en Guatemala, a principios de 1961, poco antes del desembarco en Bahía de Cochinos.
Miembros de la Brigada 2506 se entrenan en la base Trax, en Guatemala, a principios de 1961, poco antes del desembarco en Bahía de Cochinos.
CORTESIA DE ESTEBAN BOVO / handout

Mañana conmemoramos el 50mo aniversario del día más triste de la historia de Cuba, la invasión de Bahía de Cochinos. Debe ser un día de reflexión para los cubanos en ambas orillas. La batalla duró varios días. Cubanos combatieron a muerte contra cubanos mientras las dos superpotencias observaban desde la barrera. Durante los días de combate sangriento, todos los cubanos lucharon con convicción y con honor. Pero un bando (la Brigada 2506) estaba mal equipado, mal asesorado y, lo peor de todo, fue traicionado.

En las últimas semanas hemos tenido la oportunidad de hablar con veteranos de los días oscuros de abril de 1961. Siempre me ha asombrado la humildad con que muchos miembros de la Brigada relatan sus historias. En efecto, hay muchos miembros de la Brigada 2506 en la comunidad y uno no se imaginaría que hace medio siglo el gobierno de Kennedy los abandonó en Cuba, batiéndose por una cabeza de playa en la isla. Son nuestros abuelos, vecinos, amigos y a veces son pocos los que conocen su odisea.

La historia la escriben los vencedores, y en el caso de la Brigada 2506, habían perdido la batalla antes de salir hacia Bahía de Cochinos. Fueron las desafortunadas víctimas de la inexperiencia del flamante presidente Kennedy y la mala planificación y la arrogancia del saliente presidente Eisenhower.

El plan para combatir al régimen de Castro comenzó bajo el gobierno de Dwight D. Eisenhower. La CIA y el Departamento de Estado tardaron un poco en aceptar el hecho de que Fidel era un peón de los soviéticos. El retraso resultó ser un cálculo costoso, ¿suena familiar?

El plan original fue elaborado por el mismo grupo (dirigido por Howard Hunt, más tarde involucrado en el caso Watergate) que desestabilizó y derrocó al gobierno izquierdista de Jacobo Arbenz en Guatemala en 1954. Supongo que nunca entendieron que Fidel Castro no era Arbenz y que la situación de Cuba era muy distinta a la de Guatemala.

El plan original consistía en ayudar a la oposición clandestina en la isla. Alberto Muller, en esa época un valiente líder estudiantil de 20 años de edad, que había combatido al régimen de Batista y que luego participó en el movimiento clandestino, me dijo hace poco que para Estados Unidos habría sido mejor haber seguido ese plan.

“Había una oportunidad legítima de ayudar a los cubanos a liberarse. Aunque muchos, cuando no la mayoría, todavía estaban bajo el embrujo de Castro, había una cantidad significativa de cubanos que descubrieron la farsa comunista y estaban dispuestos a combatirla por cualquier medio. Muchas veces tuvimos que rechazarlos porque no teníamos armas ni pertrechos”. Muller fue capturado durante la invasión de Bahía de Cochinos, en la Sierra Maestra. Cumplió 15 años de cárcel.

Cuando Kennedy ocupó la presidencia en 1960, heredó el plan. En vez de perfeccionar la estrategia, el Presidente se obsesionó con mantener una capacidad de “denegación plausible”. La estrategia, inexplicablemente, se cambió de guerra de guerrillas a una invasión total. Casi 1,600 exiliados cubanos recibieron entrenamiento y se les prometió apoyo, aunque “no una intervención directa”.

“El aire sería nuestro, según nos dijeron”, comentó Julio González Rebull, otro joven estudiante que se había ofrecido voluntariamente para ir a los campamentos en Guatemala y entrenarse para la invasión.

La misión estuvo en peligro desde el principio: se dieron menos suministros, menos equipo y menos ayuda logística que lo que se prometió. Y peor aún: no hubo apoyo aéreo. Los invasores fueron blancos fáciles de los aviones de Castro, que debían haber sido destruidos en bombardeos que al principio Kennedy y sus asesores redujeron y luego se eliminaron por completo días antes de la invasión.

Eduardo Barea, piloto veterano de la Brigada 2506, que realizó varias misiones aéreas sobre Playa Girón, me preguntó: “¿Qué habría pasado si los que desembarcaron en Normandía hubieran tenido un apoyo tan deficiente como el que nosotros tuvimos? ¿Qué habría pasado?”

La Brigada combatió hasta la última bala. Con su acción preservaron la dignidad y la esperanza que ha mantenido al exilio cubano por 50 años. Estos hombres que están entre nosotros son héroes y mañana debemos recordarlos a todos.

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