domingo, 12 de junio de 2011

Quién gobernará las finanzas mundiales?

¿Quién gobernará las finanzas mundiales?

El Fondo promete cambios en la sucesión de DSK, pero Europa difícilmente cederá el cargo

ALICIA GONZÁLEZ

"Si queremos que todo siga como está, es necesario que todo cambie". El diálogo que Giuseppe Tomasi di Lampedusa escribió en su obra El Gatopardo entre Tancredi Falconeri y su tío, el Príncipe de Salina, bien podría servir para resumir el trasfondo del proceso de selección del próximo dirigente del Fondo Monetario Internacional (FMI) tras la abrupta salida de Dominique Strauss-Kahn (conocido como DSK) del organismo. Al arrancar el proceso de selección, el FMI se comprometió a llevar a cabo "un proceso abierto y transparente, basado en el mérito y no en la nacionalidad". Pero solo una gran sorpresa -o una improbable imputación judicial, por ejemplo, en el caso Tapie- evitará que Europa vuelva a dirigir el Fondo, manteniendo así una tradición que se remonta a la fecha de creación del organismo y del Banco Mundial, 1944.

Solo el mexicano Carstens y la francesa Lagarde han hecho campaña

El sistema de voto, donde pesan más los desarrollados, no favorece el cambio

La elección se complica; también está en juego el 'número dos'

Los emergentes se muestran incapaces de consensuar un candidato único

Lagarde ha relatado sus viajes en busca de apoyos en Twitter y Facebook

El buzón de candidaturas al cargo se cerró el pasado viernes a medianoche y no será hasta esta semana cuando el Consejo del organismo examine todas las propuestas y haga públicos los nombres. Si finalmente hubiera más de tres candidatos, se dará una semana más de plazo para proponer una terna y empezar así el proceso de entrevistas con cada uno de ellos. Todo con el objetivo de terminar el proceso de selección antes del 30 de junio.

El gobernador del banco central de Kazajistán, Grigori Martchenko, y el exministro de Finanzas de Suráfrica, Trevor Manuel, han amagado con presentarse como contendientes en la batalla por el liderazgo del FMI aunque ambos se batieron en retirada a última hora del viernes. Solo dos candidatos han hecho campaña puerta a puerta: la ministra francesa de Economía, Christine Lagarde, y el gobernador del Banco Central de México, Agustín Carstens. Uno tras otro -el mexicano siempre a la zaga- han visitado Brasil, India, China y distintos países europeos. Pero las posibilidades de cada uno de ellos son muy dispares. "Algo muy raro tendría que pasar para que Lagarde no sea la próxima directora gerente del FMI", admite Ángel Ubide, profesor visitante del Peterson Institute en Washington y buen conocedor del Fondo.

El propio Carstens reconocía en una reciente entrevista que es muy difícil acabar de golpe con una tradición de 66 años, pero hay que reconocer que el sistema de voto tampoco favorece el cambio. La elección del director gerente corresponde al Consejo Ejecutivo del Fondo, compuesto por 24 directores -o sillas, como se denominan en la institución-. Con puesto propio en el consejo se encuentran EE UU, Japón, Alemania, Francia y Reino Unido, los miembros con mayor peso en el capital del organismo (16,7%, 6,2%, 5,8%, 4,3% y 4,3%, respectivamente). El resto de países se agrupa en torno a las sillas y sus integrantes se alternan como directores de la misma.

En el caso de España, esta comparte silla con Costa Rica, El Salvador, Guatemala, Honduras, México, Nicaragua y Venezuela. Entre todos tienen un porcentaje de voto del 4,6%, y en este momento es México quien ostenta la presidencia de la silla. Por eso la vicepresidenta Elena Salgado admitía hace unos días que, como miembro de la Unión Europea, España deseaba que el próximo director gerente del Fondo fuera Christine Lagarde, pero que España, seguramente, votaría por el candidato mexicano. Todo porque el director de la silla ostenta el voto a título individual, y aunque cada silla establece sus propias normas de funcionamiento y si pacta o no las decisiones a adoptar, lo cierto es que es el director de turno quien tiene la última palabra. La silla de España, sin duda, votará por Carstens.

Ese puede ser todo el apoyo que reciba el gobernador mexicano. Aunque otros países latinoamericanos han expresado su apoyo oficial a la candidatura (como Belice, Bolivia, Colombia, Honduras, Guatemala, Nicaragua, Panamá, Paraguay, Perú, República Dominicana, Uruguay y Venezuela), ninguno de ellos ostenta las sillas de sus grupos, y quienes lo hacen, como Argentina o Brasil, han dejado entrever los recelos intrarregionales y las dificultades para consensuar un candidato alternativo. Lo mismo sucede con el conjunto de países emergentes.

"La prensa y el mundo occidental tratan a los emergentes como si fueran un bloque único y unido, pero la realidad es que son muy diferentes entre sí y tienen intereses encontrados. En cambio, el G-8 encuentra puntos de acuerdo con facilidad", asegura desde China Michael Pettis, profesor de finanzas de la Universidad de Pekín y socio de la Fundación Carnegie para la Paz Internacional.

De hecho, a finales de mayo, el G-8 (integrado por EE UU, Francia, Alemania, Reino Unido, Canadá, Japón, Italia y Rusia) emitió un comunicado de apoyo a la candidatura francesa, aunque no necesariamente comprometían sus votos. Grigori Martchenko ha denunciado que el acuerdo del G-8 era incluso previo a la reunión de Deauville en la que se produjo oficialmente y que se había acordado incluso antes de la precipitada salida de DSK.

No son pocos quienes defienden esa tesis, siempre off the record. La salida de Strauss-Kahn a mediados de julio para competir por la presidencia de Francia era casi un secreto a voces, y el Gobierno francés ya había promocionado a Christine Lagarde como su reemplazo. Para ganarse el apoyo de los emergentes, parte del acuerdo sería que el actual asesor especial del director gerente, el chino Zhu Min, pasara a tener estatus permanente en la dirección del organismo, bien ampliando los puestos directivos de los tres actuales a cuatro o bien sustituyendo al director japonés, Naoyuki Shinohara, de forma automática al término de su mandato. La sospecha de ese pacto explicaría, dicen las mismas fuentes, la negativa de India a garantizar su apoyo a Lagarde.

La elección del director gerente se complica aún más toda vez que el número dos del Fondo, el estadounidense John Lipsky, había anunciado su marcha para agosto apenas un par de días antes de la detención de Strauss-Kahn en Nueva York. Es la primera vez desde su creación que hay que elegir al mismo tiempo a los dos máximos responsables de la institución, una circunstancia que condiciona la posición estadounidense. Aunque muchos analistas consideran que Carstens, como mexicano, estaría muy vinculado a EE UU y sus intereses, y que podría representar una transición tranquila hacia un FMI dirigido por emergentes, lo cierto es que cuestionar la dirección del FMI para Europa supondría lo mismo para el número dos del organismo, así como la presidencia del Banco Mundial, en mano de los estadounidenses desde su creación y que debe renovarse en 2012. Antes de que se desatara la crisis en la dirección del Fondo y de manera extraoficial, EE UU ya ha anunciado que el sustituto de Lipsky sería David Lipton, actual responsable del Tesoro estadounidense para asuntos internacionales.

Sea quien sea quien finalmente dirija el Fondo, "no va a tener periodo de aprendizaje ni de rodaje. Va a tener que ponerse a trabajar desde el primer día porque los retos son considerables y el mundo no puede esperar", advierte Luigi Zingales, profesor de finanzas de la Universidad de Chicago.

Ahí sí que hay coincidencia total: no hay mayor reto en la próxima década para el Fondo que resolver apropiadamente y con la mayor rapidez posible la crisis de deuda europea. La disparidad empieza a la hora de valorar si Lagarde es la más apropiada para esa tarea.

"Lagarde sería una excelente candidata en circunstancias normales, pero estas no lo son", señala Michael Pettis. "Su principal desventaja son sus conflictos de interés sobre el futuro del euro y que no podrá proporcionar el consejo independiente y desapasionado que la eurozona necesita para resolver su crisis", señala Paul Seabright, profesor de la Escuela de Económicas de la Universidad de Toulouse y analista del Centro Europeo de Investigación Económica (CEPR, por sus siglas en inglés). No en vano, Zingales recuerda que cuando tuvo lugar la crisis latinoamericana de los años noventa y la crisis asiática de 1997 y 1998, Europa esgrimía la bondad de que el Fondo estuviera dirigido por alguien alejado de la región. "No recuerdo al canciller alemán en la crisis de 1997 y 1998 defendiendo que fuera un asiático quien tuviera que dirigir el Fondo como consecuencia de la crisis asiática, ni que defendiera a un latinoamericano para el cargo cuando las crisis de Brasil y Argentina", reprochaba Stephen King, economista jefe del HSBC, en un debate en Internet.

Para Ángel Ubide, sin embargo, "Lagarde cuenta con amplia experiencia de cómo funciona la dinámica política europea, tiene la capacidad de poder hablar cara a cara con los ministros y responsables políticos de todo el mundo y ha demostrado gran capacidad de gestión durante la presidencia francesa del G20". El principal reproche que le hace Zingales es la formación. "Lagarde estudió derecho y carece de la formación técnica necesaria para afrontar los complejos retos que tiene por delante", algo que no sucede en el caso de Carstens.

El gobernador del Banco de México estudió en Chicago, la universidad en la que Zingales es profesor, y ha tenido que defenderse precisamente de las críticas que suscita esa escuela, asociada a Milton Friedman y al liberalismo. "En Chicago no nos enseñan religión, solo instrumentos para el análisis económico", replicaba en una reciente entrevista.

El perfil político de la candidata francesa, una característica que también comparte con los dos últimos responsables de la entidad, puede ser un elemento a su favor, como recuerda Ubide, pero también suscita críticas. "Se corre el riesgo de que el director gerente pueda, en un determinado momento, salvaguardar su futura carrera política más que atender a las necesidades reales del cargo", asevera Paul Seabright desde Toulouse. "Esto era evidente en el caso de Strauss-Kahn, y tenía que haber dimitido hace mucho tiempo", apostilla Zingales.

Lo que no se puede negar es que, aun partiendo con ventaja, Lagarde se ha empleado a fondo en la carrera por dirigir el FMI. Desde que hiciera pública su candidatura, ha visitado Brasil, India, China, Portugal y Arabia Saudí en busca de apoyos para su candidatura, un periplo que ha ido relatando a través de una cuenta en Twitter y otra en Facebook creadas expresamente al efecto. Carstens ha hecho un recorrido similar, pero siempre un par de días después que la ministra francesa.

Aunque no sirva para granjearle votos, Lagarde es consciente de los nuevos tiempos que corren, de la necesidad de hacer más transparentes las políticas del organismo al que aspira y de tener una mayor conexión con la sociedad. Esta semana mantenía una entrevista online con sus seguidores. Fue ahí donde, por primera vez, esgrimía su condición de mujer como una ventaja para la candidatura -"desde 1944, todos los directores han sido hombres, [mi candidatura] es un signo alentador de diversidad"- y demostraba, según algunos internautas, "sus dotes de política: cómo escribir 140 caracteres sin decir nada". Nada no. También mostró discrepancias con la línea oficial del Fondo al defender, en un tono mucho más suave que el organismo, su confianza en que el yuan mantenga la senda al alza. Veremos si el discurso cambia desde el último piso del edificio de la calle 19 en Washington. -

El Ejército sirio devasta la ciudad rebelde

El Ejército sirio devasta la ciudad rebelde de Jisr al Shughur

El asalto consiste en una operación de castigo.- El conflicto aumenta el flujo de refugiados hacia Turquía

ENRIC GONZÁLEZ | Jerusalén

El Ejército sirio devastó la ciudad rebelde de Jisr al Shughur e incendió sus alrededores, matando ganado y destruyendo cultivos. El asalto consistió básicamente en una operación de castigo, porque gran parte de la población de Jisr al Shughur había huido en los últimos días y las tropas del general Maher el Asad encontraron poca resistencia. Los soldados y policías que desertaron el pasado fin de semana, en número desconocido, apenas aparecieron en los combates. Los bombardeos, el éxodo de civiles hacia la frontera turca y la destrucción de cosechas crearon en la región noroccidental de Idlib una "emergencia humanitaria", según la Media Luna Roja.

La agencia estatal de noticias de Siria, Sana, portavoz del régimen junto a la televisión oficial, habló de "duros combates" contra "grupos armados". "Dos miembros de los grupos armados resultaron muertos, hubo un gran número de detenidos y las armas letales en su poder quedaron incautadas", informó Sana.

Un periodista de la agencia estadounidense Associated Press, al que le fue concedida autorización para trabajar en Siria y viajar en uno de los vehículos militares de la expedición, no hizo referencia a ningún "duro combate" e informó de que a mediodía Jisr al Shughur estaba desierta y solo se veían montones de escombros por todas partes, el resultado de casi 24 horas de ataque con helicópteros artillados, cañones y tanques.

Añadió que 10 cadáveres uniformados fueron encontrados en una fosa común excavada frente al edificio de la Policía Militar. Cuatro de los cuerpos estaban decapitados o habían recibido hachazos en la cabeza. El edificio había sido incendiado y en varias de sus estancias se veían manchas de sangre. Según el enviado de Associated Press, los indicios tendían a confirmar que en el cuartel se había registrado un motín y que los soldados habían combatido unos contra otros.

Un residente en Jisr al Shughur que permaneció en la ciudad hasta el mismo domingo, poco antes de que entraran las tropas, explicó que los bombardeos previos habían sido muy intensos y que solo unos 60 soldados y policías, que una semana antes se negaron a disparar contra civiles desarmados y se unieron a la resistencia contra el régimen, se habían preparado para hacer frente al asalto. El mismo testigo indicó que otros 200 hombres sin armas se quedaron también para intentar oponerse a las unidades de élite de Maher el Asad. Ignoraba qué había ocurrido con los soldados y los civiles.

El humo de los campos y granjas incendiados alrededor de Jisr al Shughur era visible desde varias localidades cercanas y desde una franja de terreno cercana a la frontera siria en la que se acumulaban miles de fugitivos, temerosos de pasar a Turquía por si no se les permitía volver, pero dispuestos a dar el paso en caso de que se aproximaran columnas militares, según Mustafa Osso, un activista por los derechos humanos residente en Siria. Osso aseguró que además de Jirs al-Shughur el Ejército había bombardeado otras ciudades de la provincia de Idlib como Maaret al-Numan (donde días atrás los manifestantes incendiaron la comisaría y los juzgados) y la cercana montaña de Jabal al-Zawiya, donde se hallaban varias pequeñas aldeas que, según diversos fugitivos en Turquía, podrían haber acogido a desertores del Ejército.

El enviado de Associated Press pudo hablar con algunos residentes de Jisr al-Shughur que se habían ocultado en sótanos durante el bombardeo. "Los grupos de matones armados nos intimidaban, nos decían que el Ejército iba a matarnos y que debíamos huir", declaró Zeina Salloun, de 37 años, coincidiendo con exactitud con las informaciones oficiales, las mismas que afirmaban que miles de personas se habían refugiado en Turquía "por comodidad" y para "reunirse con familiares". El periodista precisó que no se le permitió hablar con residentes sin la presencia de funcionarios del Ministerio de Información y que "no era seguro que los testigos se expresaran libremente", dado que "quien expresa opiniones antigubernamentales se expone a la detención".

Idlib, una provincia de mayoría suní (como el conjunto de Siria) con varias comunidades alauíes y cristianas, fue escenario en los años 70 de intermitentes insurrecciones islamistas, protagonizadas por los Hermanos Musulmanes. En 1980, el entonces presidente Hafez al Asad ordenó a su hermano Rifaa que bombardeara Jisr al-Shughur. El ataque causó miles de muertos y acabó con la resistencia antigubernamental. Dos años después, en 1982, el bombardeo de Hama causó entre 10.000 y 20.000 muertos y puso fin a la presencia de Hermanos Musulmanes en el país. Desde entonces, la simple pertenencia a la organización es castigada con la muerte. Como en aquella época, el presidente Bachar el Asad y su hermano Maher, jefe de la Guardia Presidencial y de la Cuarta División y virtual jefe del Ejército, se reparten los papeles: uno se encarga de la administración y el otro de la represión.

Turquía cambia su política exterior

Turquía cambia su política exterior forzada por las revueltas árabes

La represión en Libia y Siria alteró su objetivo de neutralidad con los vecinos

J. C. SANZ - Ankara -

Hace poco más de una década Turquía estaba enemistada con casi todos sus vecinos. Estuvo a punto de declarar la guerra a Siria, que daba cobijo a la guerrilla separatista del Partido de los Trabajadores del Kurdistán (PKK), y a enfrentarse a Grecia por un disputado islote en el Egeo. Su único aliado, con quien compartía numerosos enemigos, era Israel. Pero con la llegada al poder de los islamistas moderados de Recep Tayyip Erdogan la estrategia exterior de Ankara ha evolucionado hasta dar un vuelco completo.

La expansión comercial ha hecho del país una potencia emergente

Erdogan incluyó pronto en su equipo de consejeros al profesor de relaciones internacionales Ahmet Davutoglu, teórico de una política exterior neootomana que se resume en el lema cero problemas con los vecinos. De la mano de la expansión comercial de sus empresas, Turquía se ha convertido en una emergente potencia regional.

Grecia no ha dudado en apoyar el proceso de adhesión de Turquía a la UE, con la esperanza de que Ankara acabe gastando más en infraestructuras que en defensa. Solo la frontera con Armenia se mantiene aún cerrada a causa de la acusación de genocidio que Erevan lanza por las matanzas y deportaciones masivas de cristianos armenios en la etapa final del Imperio Otomano.

Antes de ser nombrado ministro de Exteriores, en mayo de 2009, Davotuglu alcanzó su máximo logro al conducir la mediación turca entre Israel y Siria. Turquía había suscrito en 1999 un tratado de cooperación militar para permitir que la aviación de combate israelí participara en maniobras sobre el amplio espacio aéreo de Anatolia y obtener en contrapartida sistemas de modernización para su propia Fuerza Aérea. Años más tarde, Turquía también desmanteló su impresionante despliegue militar en los 900 kilómetros de frontera común con Siria.

La intervención israelí en Gaza, sin embargo, enfrió las relaciones bilaterales, sobre todo después de que Erdogan clamara en el Foro de Davos contra la matanza de civiles palestinos. Pero el asalto por comandos israelíes de la flotilla con ayuda a Gaza, en el que murieron nueve ciudadanos turcos en aguas internacionales, congeló por completo los contactos bilaterales hace ahora un año.

Mientras, las relaciones con Siria parecían ir viento en popa y las exportaciones turcas se triplicaron hasta alcanzar en 2010 los 2.270 millones de dólares. El presidente sirio Bachar el Asad era entonces un amigo y aliado para Erdogan. Al igual que Muamar el Gadafi, sin duda gracias a que las empresas turcas habían obtenido contratos por un monto de 15.000 millones de dólares y más de 25.000 trabajadores turcos consiguieron empleo en Libia.

Cuando estalló la ola de cambio en el mundo árabe muchos analistas internacionales pusieron a Turquía como modelo de compatibilidad entre democracia e islam para países que, como Túnez o Egipto, se iban liberando de sus dictadores. Erdogan fue incluso aclamado como un héroe por la multitud de la plaza de Tahrir cuando pidió al presidente Hosni Mubarak que abandonará el poder.

Pero el estallido de la represión contra los opositores civiles libios y sirios ha desbaratado la estrategia de cero problemas del Gobierno islamista turco. Pese a sus vagos intentos de mediar ante Trípoli, Turquía, país miembro de la OTAN, ha acabado por aceptar la intervención aliada en Libia y ha reconocido al Consejo Nacional de los rebeldes de Bengasi.

También intentó lidiar con Damasco y recomendó a El Asad que emprendiese reformas. Pero la crisis siria le ha estallado en la cara a Erdogan en plena campaña electoral con la llegada de unos 5.000 refugiados amenazados por las balas de las tropas sirias. Tras condenar las "inaceptables atrocidades" del régimen de Damasco, el líder de la emergente potencia turca no ha tenido más remedio que entender que a veces es imposible conciliar los negocios con los principios.

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