martes, 31 de agosto de 2010

Fin del segundo tercio del sexenio

Fin del segundo tercio del sexenio
Pablo Hiriart

Felipe Calderón se enfila al último tercio de su mandato con el sello del combate al narcotráfico como la marca de toda su administración.
Cuatro años después de iniciado, el país está envuelto en la psicosis de la violencia criminal.

A su IV Informe llega, sin embargo, con resultados en la mano, como es la captura de La Barbie, uno de los capos más peligrosos del país. Y el golpe lo dio la Policía Federal, es decir, la policía civil.

Con la aprehensión de La Barbie por agentes federales, más la depuración de tres mil 200 miembros de esa corporación, Felipe Calderón puede decir que el trabajo de saneamiento y profesionalización de la policía, de su Policía Federal, comienza a dar resultados concretos.

Al Presidente se le critica por “haber lanzado una embestida frontal a los cárteles sin haber saneado primero las policías y el sistema de justicia: es como haber ido a la guerra sin fusil” (J.A. Crespo).

Hubiera sido ideal, desde luego, primero limpiar las policías, incorporar a nuevos elementos salidos de academias competentes y que los Ministerio Público y los jueces hubieran pasado por el tamiz de la renovación.

Pero el crimen organizado le había declarado la guerra a la sociedad desde antes que Calderón asumiera la Presidencia, y no tenía de otra más que responder al fuego con la única fuerza capaz de enfrentarse a los narcos y sus pandillas: el Ejército.

Decir lo contrario es demagogia.

No se podía esperar un par de años mientras se eleva la calidad de las policías y cambia la forma de operar del poder judicial.

La disyuntiva era someterse al poder de fuego de los criminales, o hacerles frente.

¿Se les entregaba la frontera sin disparar? ¿Se les regalaba Michoacán? ¿Se rendía la plaza de Tijuana?

De ese tamaño era el reto y el gobierno optó por la única salida posible que tiene un Estado que se respete: hacerles frente.
La gran duda después de cuatro años de lucha es si ha sido o no la forma correcta de enfrentarlos.

El combate al crimen organizado tiene que darse, de lo contrario perdemos el país.

Por eso el Presidente llamó a los foros sobre seguridad pública, donde amplios sectores representativos de la sociedad pudieron expresar su opinión.

Y la constante en esos diálogos fue que se necesita una lucha exitosa contra la delincuencia.

Ahí está toda la diferencia: una cosa es combatir al narco, y otra es combatirlo de manera exitosa. Hasta el momento, ése sigue siendo un reto.

La lucha, obviamente, hay que darla. Pero es preciso enriquecer el enfoque con política educativa, social, y con la participación del grueso de la sociedad.

Y a la sociedad no se le convoca sólo con discursos, sino organizándola y asignándole tareas concretas.

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