viernes, 26 de noviembre de 2010

El suegro de La Barbie

El suegro de La Barbie; michoacanos inocentes

Martín Moreno

El pasado 11 de noviembre revelamos en esta columna de Excélsior —antes que nadie— que Carlos Montemayor, alias El Charro o El Compadre, señalado por sus propios sicarios como el autor intelectual del secuestro y la ejecución en Acapulco de 20 michoacanos, era suegro de Édgar Valdés Villarreal, La Barbie. Ayer, la captura de Montemayor confirmó nuestra información.

Hoy sabemos que, desgraciadamente, los asesinados fueron confundidos con integrantes de La Familia Michoacana y, por eso, los masacraron. “Él (Montemayor) señala que pensaban que estaban entrando a la plaza”, aseguró el jefe de la División Antidrogas de la Policía Federal, Ramón Pequeño.

Es decir: esos michoacanos —integrantes de la familia Ortiz, propietaria de un taller automotriz, así como mecánicos, un repartidor de refacciones y un médico rural, entre otros— eran inocentes y, aun así, los ajusticiaron.

Tan inocentes como el doctor Mario Eduardo Robles, tiroteado por la Policía Estatal Preventiva minutos después de la ejecución del ex gobernador de Colima, Silverio Cavazos. Fue muerto por mostrar “actitudes sospechosas”. Es el colmo de la barbarie y de la estupidez policiaca.

O el doloroso caso de Alejo Garza Tamez, el empresario maderero que se resistió a entregar su rancho en Ciudad Victoria, enfrentó a los criminales, mató a cuatro, y después fue acribillado.

Los 20 michoacanos, el doctor Robles y don Alejo, se suman así a los civiles inocentes caídos en la guerra contra el crimen organizado. Son aquellos que en su momento fueron calificados como “daños colaterales” por el ex secretario de Gobernación, Fernando Gómez Mont, hoy panista renegado.

El evidente descontrol en el que ha caído la estrategia del gobierno federal en la lucha contra el narcotráfico, reflejado necesariamente en los incontables e incontenibles fallecimientos de civiles, obligó al titular de la Segob, Francisco Blake Mora, a reconocer que el gobierno calderonista está decidido a hacer ajustes para combatir con mayor eficacia a la delincuencia.

Pero hasta ahí quedó la frase. Blake no ha precisado cómo, de qué manera, dónde y con quiénes se podrían hacer los cambios urgentes a la estrategia anticrimen.

Por un lado, la estrategia fallida —a la luz de los civiles muertos en los últimos cuatro años— y, por otro, el salvajismo y la saña con que actúan los grupos criminales y sus ejércitos de miles de sicarios, incluidos hasta 35 mil menores de edad (Excélsior, 16-XI-2010). Es la cifra de nuestra derrota.

Y tenemos la cifra de la brutalidad: según el presidente de la CNDH, Raúl Plascencia, en los últimos 18 meses han muerto más de cien civiles, en operativos protagonizados por policías o militares, al margen de la ola de violencia desatada por el crimen organizado.

Y ahí están también los 900 niños asesinados en esta guerra, por las balas de ambos bandos.

Así como los 35 mil huérfanos en todo el país.

¿Quién responde por estos damnificados de la guerra interna en México? ¿Quién levanta la mano por ellos?

Por eso, la percepción —esa famosa palabrita que anda tan de moda, sobre todo en Los Pinos— es que la guerra se está perdiendo.

Consulta Mitofsky, de Roy Campos, da a conocer que, por vez primera en el sexenio, son mayoría los ciudadanos (49%) que consideran que los operativos contra el narcotráfico han sido un fracaso.

La misma encuesta señala: quienes creen que la seguridad es peor a la que se vivía hace un año aumentó de 71% a 83 por ciento.

Lo cierto es que civiles inocentes caen como moscas por la guerra contra el narco. Algo no se está haciendo bien.

Si el secretario Blake cree necesario un ajuste a la estrategia, que la sostenga y la amplíe, y que no sea solamente una frase para calmar las cosas. Que no se repita la historia de los foros que hubo en el Campo Marte, cuando todo el mundo fue convocado a presentar análisis y propuestas —muchas de ellas descalificadas sin siquiera ser evaluadas—, mientras que el presidente Calderón sólo decía, triunfalista: “Vamos ganando la guerra”.

Así no se puede.

ARCHIVOS CONFIDENCIALES

* Aunque ya se dio a conocer el retrato hablado del verdugo del ex gobernador colimense, Silverio Cavazos, lo cierto es que muy poco se ha podido avanzar en el caso. Una vez más, no debemos esperar gran cosa de las investigaciones.

* Dentro de este océano de malas noticias, más que merecido el Premio Nacional de Derechos Humanos 2010 que la CNDH le otorgó a la valiente Isabel Miranda de Wallace, por su labor en favor de las víctimas del delito y sus esfuerzos para lograr una mejor impartición de justicia, con su organización Alto al Secuestro. Su lucha ha sido incansable y es ejemplo ciudadano en el país de la impunidad.

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