jueves, 2 de junio de 2011

El dinero no lo es todo

Primavera árabe

El dinero no lo es todo

GEES

Lo que en verdad los líderes mundiales deberían poner en marcha es el desmantelamiento de las trabas comerciales con las que intentan proteger a sus economías de muchos de los productos con los que podrían sobrevivir y prosperar muchos de estos países.

Los países más industrializados –y más endeudados– del planeta ya han decidido lo que deben hacer frente a la llamada "primavera árabe": dar dinero. Durante la última reunión del G-8 de la semana pasada, eso fue, esencialmente, lo que acordaron: poner en marcha un paquete financiero de ayuda a Túnez y Egipto; dinero, por lo demás, que se verá ayudado por importantes cantidades que los países del Golfo, productores de petróleo e inmensamente ricos, también aportarán.

Tal vez calme los ánimos morales de muchos a la vez que alarme a no menos, habida cuenta del peso de la deuda que muchos países desarrollados arrastramos y arrostramos, pero está por ver que 20 ó 40 mil millones de dólares puedan servir para algo.

En primer lugar, porque dichas sociedades no cuentan con las estructuras imprescindibles para absorber y emplear adecuadamente esas ayudas millonarias, por mucho que necesiten liquidez para poder funcionar. La lluvia de dólares serviría, en el mejor de los casos, para que millones volvieran a las arcas de los bancos suizos y europeos, pero para disfrute de unas pocas familias, como ha ocurrido durante décadas de corrupción.

En segundo lugar, está la experiencia práctica que ya conocemos. Arrojar literalmente miles de millones a la Autoridad Palestina no ha servido ni para impulsar la economía de Gaza o Cisjordania ni para modernizar su tejido social. Si hay alguien que quiere culpar a Israel de ello, tomemos otro ejemplo: los Estados Unidos han regalado a Egipto más de 30 mil millones en los años pasados y no ha conseguido que la renta per capita del país supere los 2 dólares al día. Los subsidios generan una cultura de más subsidios, no una economía próspera.

Tercero, la Historia nos debería haber enseñado a estas alturas que cuando llega ayuda financiera del Golfo, no sale gratis, porque viene con una etiqueta bien definida: "la solución es el islam". El whabbismo no tiene más secreto que las rentas del petróleo. Así que cuando empiece a llegar a Egipto en cantidades significativas, ya podemos prepararnos para quienes serán los receptores, lo Hermanos Musulmanes.

Lo que en verdad los líderes mundiales deberían poner en marcha es el desmantelamiento de las trabas comerciales con las que intentan proteger a sus economías de muchos de los productos con los que podrían sobrevivir y prosperar muchos de estos países. También podrían poner en marcha programas de reforzamiento institucional de partidos laicos y moderados, en lugar de pagar las campañas electorales de todo quisqui, incluido los islamistas.

Desgraciadamente, ni todo el oro del mundo compraría el destino del mundo árabe y sus veleidades con el islamismo radical. No se lo pongamos más fácil a costa de nuestro bolsillo.

Genghis Kahn en el trullo

Strauss-Kahn

Genghis Kahn en el trullo

Alberto Gómez

La paz y la prosperidad en las sociedades civilizadas se consigue con la monogamia y el derecho de propiedad, que son pactos de no agresión entre los hombres.

El ocho por ciento de los hombres del territorio del antiguo imperio mongol tienen idéntico cromosoma Y. Son los descendientes directos por línea paterna de Genghis Khan. Los poderosos siempre han tenido mucha descendencia, para lo cual es necesario practicar el sexo. Sin duda, muchas de las relaciones de Genghis Khan eran consentidas, pero seguro que no se lo pensaba dos veces a la hora de utilizar la fuerza.

Con consentimiento o por la fuerza, un hombre realmente poderoso podía hacer lo que se le antojara, sobre todo en la tribu de al lado. A mayor poder, más fácil era que nadie le objetara nada. Con toda probabilidad, en el acto de llevarse un bolígrafo de oro delante de las cámaras y en el de violar a una pobre camarera indefensa participan algunas zonas comunes del cerebro que comparan la percepción de impunidad con el valor del bien ganado. No hay mayor bien en términos biológicos que conseguir descendencia y el sexo es un prerrequisito para ello. No es extraño que muchos ricos, famosos y poderosos tengan una mayor propensión a intentarlo: simplemente, les resulta más fácil. Ahora bien, una cosa es la liviandad o las corruptelas y otra, la violación y el robo.

La moralidad es una adaptación a la vida social y todas las sociedades tienen una solución moral al problema de tendencias individuales que son socialmente deletéreas. En las sociedades más primitivas, ni siquiera se consideraba moral lo que se haga fuera de la tribu. En las sociedades tribales más extensas, como los mongoles o el islam, la pacificación interna se consigue con el derecho y el deber de conquista para lograr mujeres y botín. Finalmente, la paz y la prosperidad en las sociedades civilizadas se consigue con la monogamia y el derecho de propiedad, que son pactos de no agresión entre los hombres.

De todos es conocido el desprecio de los socialistas por ese tipo de pactos morales heredados. No es de extrañar que un tipo rico, poderoso y socialista como Strauss-Kahn sea como es. Y tampoco extraña la doble vara de medir de los socialistas que le defienden, porque el socialismo es una regresión a lo más primitivo: la tribu de Strauss-Kahn son los socialistas.

Alberto Gómez Corona es físico y creador de varios blogs sobre evolucionismo, como La nueva Ilustración evolucionista, Psicología evolucionista y Darwinismo Conservador.

De cómo Venezuela fue a parar a Chávez

Rebelión popular

((De cómo Venezuela fue a parar a Chávez))

Xavier Reyes Matheus

El ciclo revolucionario no es un automatismo que una vez en marcha resulte imposible de detener, sino una especie de órbita magnética en la que de pronto se alinean los odios individuales de los actores políticos y de los grupos de interés.

El 27 de febrero de 1989 sucedió en Caracas algo que la sociología se recreó en mirar y describir con el mismo interés que tendría para los vulcanólogos una erupción del Vesubio. Bajo la escueta fórmula de "estallido social" quedó descrito aquel fenómeno consistente en que, un buen día, la gente se levanta como Michael Douglas en Un día de furia y se echa a la calle a arramblar con todo. Desde luego, no era por falta de razones que fuera a dejar de entenderse un comportamiento semejante. El telón de fondo, por entonces, no era muy distinto al de ahora aquí: un bipartidismo largamente instalado, al que la falta de democracia interna, los escándalos de corrupción y las crisis económicas habían convertido en foco no ya del descontento, sino de la antipatía popular.

A lo que quiero referirme, sin embargo, no es propiamente al hecho de la protesta, que por lo demás es connatural a la democracia y más cuando se aplican políticas irresponsables que afectan al bienestar del país. Lo decisivo es que el ciclo revolucionario no es un automatismo que una vez en marcha resulte imposible de detener, sino una especie de órbita magnética en la que de pronto se alinean los odios individuales de los actores políticos y de los grupos de interés. En un momento dado, todo el mundo descubre en la situación sobrevenida la oportunidad de fastidiar al contrario, de cobrar cuentas atrasadas, de impedir el avance ajeno. Mirando sólo a sus inquinas particulares, cada facción contribuye a la ruina general, y nadie hace nada por atajarla.

El caso de Venezuela resulta paradigmático en esto. En propiedad, lo menos de asombrarse es que Chávez haya acabado con la democracia, pues llegaba con esa intención, que es y ha sido siempre la intención del socialismo. Lo tremendo es que todos los que pudieron haber impedido aquel desastre, incluidos los mismos partidos que corrían el riesgo de ser defenestrados, contribuyeron a aumentarlo. Hubo políticos que se atrincheraron en un inmovilismo ciego y sordo, queriendo hacer ver que eran invencibles y nada ni nadie podía derrocarlos. Pero otros hicieron de Felipe Igualdad, y comenzaron dando por buena la explicación del "estallido social" para rentabilizar el juego populista de desmarcarse del establishment y de anunciar que "lo habíamos advertido". Los medios de comunicación, los intelectuales y hasta ciertas voces de la Iglesia Católica, hoy en día tan perseguidos por el régimen chavista, se sumaron también a echar capotazos para hacer caer aquel sistema, cuyos fallos consideraban imperdonables, y a cuyos méritos sin embargo debían tanto. En vez del sentido patriótico que es capaz de cerrar filas para hallar el liderazgo que la crisis reclama –uno dispuesto generosamente a salvar la libertad y a salir del bache–, cada quien, a fuerza de arrimarse la brasa, acabó suicidándose a lo bonzo. Y así está hoy Venezuela, cuyo modelo político quizá anhelan no pocos de los que acampan en Sol. Yo, que habiendo nacido en aquel país abracé luego la nacionalidad española, se lo trueco por el suyo de muy buena gana.

Lluvia de críticas a Berlusconi

Zarzuela excusa al italiano

Lluvia de críticas a Berlusconi por tocar a don Juan Carlos al preguntarle por su salud

La prensa italiana se ha lanzado a criticar a su primer ministro por una falta de protocolo en un acto con el Rey don Juan Carlos.

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La conversación entre el Rey y Berlusconi. | EFE

El Rey don Juan Carlos asistió este jueves en Roma al desfile militar invitado por el presidente de la República italiana, Giorgio Napolitano, para conmemorar el 150 aniversario de la Unidad de Italia, informa Europa Press. Allí, un breve encuentro entre el monarca y Berlusconi ha suscitado críticas entre la prensa italiana.

Corriere della Sera habla de "metedura de pata" en alusión a lo ocurrido en el desfile. El diario destaca que Berlusconi ha hablado durante algunos minutos con el Rey y le ha tocado el brazo, un gesto que, según el rotativo, es una falta de protocolo porque "los reyes y reinas no pueden ser tocadas".

Posteriormente, el 'Cavaliere' ha vuelto a su sitio y el Presidente de la República italiana, Giorgio Napolitano, ha llamado la atención al mandatario sobre la falta de protocolo que acababa de protagonizar, según destaca el diario 'Corriere della Sera'.

Por ello, el primer ministro ha vuelto a dirigirse por segunda vez al monarca, aunque esta vez sin tocarlo. Además, 'La Repúbblica' asegura que Berlusconi ha preguntado al Rey sobre su estado de salud y su próxima operación de rodilla. El diario incluye incluso una galería de fotos con los momentos de la conversación.

Lo que dijo Berlusconi, según Zarzuela

Tras las informaciones en la prensa, Zarzuela ha aclarado que Berlusconi se acercó al Rey para decirle, por encargo de Napolitano, queno es necesario que se levante al paso de cada bandera.

Las autoridades que presenciaban el desfile se han levantado y vuelto a sentar en varias ocasiones al paso de las numerosas banderas italianas de los escuadrones militares, pero también de los países que participan en misiones internacionales junto a Italia, ante la tribuna presidencial.

Este mismo portavoz ha restado importancia al hecho de que Berlusconi tocara al Rey en el brazo cuando se ha dirigido a él y ha señalado que al inicio del acto distintos jefes de delegaciones han saludado con abrazos y besos al monarca español.

A pesar del gesto que Napolitano ha querido tener con el Rey excusándole de tener que levantarse al paso de cada bandera durante toda la parada militar, Su Majestad, jefe de las Fuerzas Armadas, ha seguido el protocolo.

Según la versión de la Casa Real, Berlusconi, que era el representante de las instituciones italianas más próximo al asiento del Rey, se ha acercado muy afectuoso a Don Juan Carlos y ambos se han reído durante esa breve conversación.

Raúl Castro y Lula celebran un encuentro de trabajo

Brasil/Cuba: Raúl Castro y Lula celebran un encuentro de trabajo

Infolatam/Efe
La Habana

Las claves

  • Castro y Lula realizaron un "cordial intercambio" en el que mostraron "satisfacción por el excelente estado" de las relaciones entre los dos países.
  • Brasil y Cuba han estrechado las relaciones políticas y comerciales en los últimos años y el mayor país de América Latina tiene amplios programas de cooperación y financiación para obras de infraestructura en la isla.

El presidente de Cuba, general Raúl Castro, sostuvo un encuentro de trabajo con el exgobernante de Brasil Luiz Inácio Lula da Silva, recién llegado a la isla, donde permanecerá hasta el jueves, según informó la televisión estatal.

Durante la reunión, Castro y Lula realizaron un “cordial intercambio” en el que mostraron “satisfacción por el excelente estado” de las relaciones entre los dos países, indicó el telediario que no ofreció otros detalles.

Además reseñó que conversaron sobre diversos temas de la actualidad internacional y mostró imágenes del encuentro en el que participaron varios asesores que acompañan a Lula, y el embajador de Brasil en La Habana, José Martins.

Los ministros cubanos de Exteriores, Bruno Rodríguez, y de Comercio Exterior y la Inversión Extranjera, Rodrigo Malmierca, estuvieron presentes en la entrevista.

El informativo también resaltó que la visita a Cuba del expresidente de Brasil “contribuye al fortalecimiento de los excelentes vínculos” entre ambos países que mantienen cooperación en las áreas económico-comercial, salud y capacitación, entre otras.

Este es el primer viaje de Lula a la isla desde que concluyó su periodo en la presidencia de Brasil (2003-2010), durante el cual visitó en cuatro ocasiones a la isla, la última en febrero del año pasado.

Aunque no se ha confirmado, no se descarta que durante su estancia Lula sea recibido por el expresidente Fidel Castro, apartado del poder desde 2006 por una grave enfermedad.

El exmandatario brasileño tiene previsto recorrer “lugares de interés económico”, según la breve nota divulgada por los medios oficiales de la isla para anunciar este martes su visita.

Brasil y Cuba han estrechado las relaciones políticas y comerciales en los últimos años y el mayor país de América Latina tiene amplios programas de cooperación y financiación para obras de infraestructura en la isla.

En principio, Brasil ha otorgado créditos por 150 millones de dólares para los trabajos de ampliación del puerto de Mariel, situado a unos 40 kilómetros al oeste de La Habana.

En esas obras están asociadas empresas cubanas y brasileñas con inversiones comprometidas del país suramericano que podrían llegar, según fuentes oficiales, a más de 500 millones de dólares.

Lula da Silva llegó a Cuba procedente de Bahamas, donde este martes tenía previsto ofrecer una conferencia sobre economía para el grupo mexicano Salinas, y tras su escala en Cuba viajará a Venezuela el viernes para entrevistarse con el mandatario Hugo Chávez.

Argentina: hija de Menem elogia a Fernández

Argentina: hija de Menem elogia a Fernández mientras evalúa dedicarse a la política

Infolatam/Efe
Buenos Aires

Las claves

  • La hija de Menem empezó a pensar en dedicarse a la Política después de que una encuesta hecha en su provincia natal arrojara "buenos resultados" sobre su imagen.

Zulemita Menem, hija del expresidente argentino Carlos Menem, dijo que analiza dedicarse a la política en vista de que “es digna de admiración” la gestión de la jefa del Estado, Cristina Fernández, quien mantiene la incógnita sobre si optará a la reelección en los comicios de octubre próximo.

“Todavía no hay nada firme, porque es algo que tengo que pensar”, señaló Zulemita, de 40 años, en declaraciones que publica la prensa local al comentar la posibilidad de sumarse a la lista de candidatos del Frente para la Victoria de Fernández a bancas de diputados en las próximas elecciones.

La hija de Menem sostuvo que empezó a cavilar sobre este asunto luego de que una encuesta hecha en su provincia natal, La Rioja (noroeste), arrojara “buenos resultados” sobre su imagen.

“Como está haciendo las cosas (Fernández) es digna de admiración”, apuntó luego de matizar que no le interesa demasiado la fuerza política a la cual representaría.

Además vaticinó que la jefa del Estado ganará los comicios de octubre.

Zulemita aseguró que tomará una decisión una vez que hable con su padre, de 80 años, quien gobernó durante una década (1989-1999) y actualmente aspira a renovar su banca de senador por La Rioja en momentos en que afronta múltiples causas judiciales por presunta corrupción.

“Él fue gobernador riojano por tres períodos, presidente del país por dos. He crecido en el mundo de la política”, sostuvo su hija.

Chávez dice que toma “medidas de precaución”

Venezuela: Chávez dice que toma “medidas de precaución” tras las sanciones de EE.UU.

Infolatam/Efe

Las claves

  • "Nosotros hemos dado una respuesta política muy firme y muy fuerte y estamos haciendo todos los demás estudios jurídicos, técnicos, operativos, financieros, tomando medidas de precaución", indicó Chávez.
  • La Administración estadounidense decidió la semana pasada inhabilitar a la petrolera venezolana para la firma de contratos con el Gobierno de ese país y para recibir financiación de EE.UU.

El presidente de Venezuela, Hugo Chávez, afirmó que su país está tomando “medidas de precaución” tras las sanciones impuestas la semana pasada por Estados Unidos contra la petrolera estatal venezolana (PDVSA) por mantener relaciones comerciales con Irán.

“Nosotros hemos dado una respuesta política muy firme y muy fuerte y estamos haciendo todos los demás estudios jurídicos, técnicos, operativos, financieros, tomando medidas de precaución”, indicó Chávez en un Consejo de Ministros transmitido por el canal 8 de televisión (estatal).

Chávez, convaleciente desde el pasado 9 de mayo de una lesión en la rodilla que tiene limitada su actividad, indicó que “el imperio decidió dar el primer paso”.

“Nosotros tenemos bajo la manga, y bajo la mesa, todavía infinidad… No hemos jugado ninguna carta, la respuesta que se dio es la respuesta que había que dar, pero nosotros no hemos jugado ninguna carta”, dijo el presidente en su primera intervención pública desde que EE.UU. sancionó el pasado 24 de mayo a PDVSA.

“Dependerán nuestras futuras acciones de los pasos que ellos sigan dando si es que los van a seguir dando”, afirmó.

La Administración estadounidense decidió la semana pasada inhabilitar a la petrolera venezolana para la firma de contratos con el Gobierno de ese país y para recibir financiación de EE.UU. para sus operaciones de importación y exportación, aunque sin afectar el comercio de petróleo venezolano a ese país.

El Gobierno venezolano reaccionó manifestando su “más contundente repudio” a esta decisión que consideró “una acción hostil situada al margen del derecho internacional”, y afirmó que evalúa el alcance de las medidas para tomar una decisión.

El presidente venezolano dijo que los estadounidenses “cruzaron una raya, ahora ellos verán qué van a hacer. Ellos tienen la iniciativa, nosotros somos David ellos son Goliat, ellos son el imperio, ellos verán que más van a hacer”, añadió.

“Creo que la respuesta nuestra ha estado a la altura del calibre de lo que estamos hablando, no podía ser menos ni puede ser menos y la respuesta sigue en plena marcha, en pleno movimiento en plena dinámica”, manifestó.

El presidente venezolano afirmó que gracias a las medidas que ha ido tomando su Gobierno en los últimos años para no recurrir a la financiación estadounidense, las sanciones no le hacen “daño” a Venezuela.

Por otra parte, Chávez aprovechó para cargar contra la oposición afirmando que “quienes han tratado de minimizar la agresión” le hacen el juego a esa agresión.

¿Puede un chavista convertirse en lulista?

¿Puede un chavista convertirse en lulista?

Por Michael Shifter

Artículo publicado en FP en español.-

“Como transformación política, la del aspirante presidencial peruano Ollanta Humala ha sido espectacular. El antiguo oficial del Ejército apoyó un golpe militar en 2005 y se presentó como pretendiente al máximo cargo de Perú, sin ninguna posibilidad de ganar, un año después. Su campaña se centró en el orgullo de ser un candidato ferozmente antisistema y admirador confeso del presidente populista e izquierdista de Venezuela, Hugo Chávez; perdió por 5 puntos en la segunda vuelta ante el presidente actual, Alan García. Sin embargo, en 2011, Humala ha intentado convencer de que es la prudencia y la moderación personificadas, y se presenta, no como el Chávez peruano, sino como la reencarnación del popularísimo ex presidente de Brasil Luiz Inacio Lula da Silva. La pregunta es: ¿se creerán los peruanos esa conversión?

La respuesta llegará el 5 de junio, cuando Humala, de 48 años, se enfrente a Keiko Fujimori en la segunda vuelta de las elecciones. Fujimori, una congresista de 55 años, tiene su propio lastre: es la hija de Alberto Fujimori, presidente de Perú durante los 90, que cumple una condena de 25 años de cárcel por violaciones de los derechos humanos y corrupción. Pero, ahora que Keiko Fujimori está haciendo todo lo posible para sembrar dudas sobre las afirmaciones de su rival e inspirar miedo sobre la posibilidad de que él tome las riendas de Perú, las verdaderas convicciones de Humala están sometidas a un escrutinio más atento que nunca.

Da la impresión de que la estrategia está funcionando: la última encuesta de DATUM muestra que Fujimori ha invertido la escasa delantera que tenía antes Humala y le aventaja ahora por un estrecho margen, menos del 4% (un 13,8% está aún indeciso o piensa votar en blanco). Según el sondeo, más del 55% de los peruanos opina que, si Humala saliera elegido, gobernaría en Perú de la misma forma que Chávez en Venezuela, nacionalizando empresas privadas y ahuyentando a nuevos inversores. Los ciudadanos desconfían (con motivo) de las promesas políticas, después de numerosos escándalos de corrupción que han afectado a políticos de todas las ideologías, y también se muestran escépticos ante una de las principales promesas de Fujimori: que, si gana, no concederá el indulto a su padre. Una promesa que se cree menos del 25%.

Ni Fujimori ni Humala eran los candidatos favoritos de los inversores internacionales. Los dos se han esforzado en expresar su respaldo a las políticas de mercado. Ahora bien, si hay que elegir, la mayoría considera que Fujimori es menos peligrosa y tranquiliza más a los mercados. Éstos siguen muy de cerca los resultados de las encuestas. La ventaja inicial de Humala produjo una brusca caída de las bolsas y de la divisa peruana, que se han recuperado ahora que Fujimori va en cabeza

No es extraño que Humala quiera que los peruanos lo asocien con Lula, que dejó su cargo en enero con un índice de popularidad del 80%. El ex líder laboral convertido en campeón de la globalización demostró una capacidad única de abarcar todo el espectro ideológico, un don que le granjeó el afecto de la clase trabajadora sin distanciarle de la élite económica y empresarial. Además, Lula ofreció a los brasileños resultados concretos, sacó a unos 30 millones de personas de la pobreza durante sus ocho años de mandato y catapultó su país a su indiscutible situación actual en el mundo.

El aparente cambio de opinión de Humala puede ser sincero, no una mera treta electoral, pero no hay duda de que su brusca metamorfosis huele mucho a oportunismo. La comparación con Lula es particularmente engañosa. Al fin y al cabo, el pensamiento político del ex presidente brasileño evolucionó a lo largo de varios decenios, como resultado de su experiencia de dirigente sindical, opositor a la dictadura militar de Brasil y presidente del Partido de los Trabajadores. Obtuvo y moldeó sus credenciales democráticas –el consumado arte de toma y daca– durante varias batallas políticas. De hecho, a Lula le costó cuatro intentos alcanzar la presidencia.

Pero también es una exageración decir que Humala, en el fondo, es un Chávez. No hay duda de que ambos comparten el haber sido tenientes coroneles con historiales discutibles: Humala ha sido objeto de denuncias creíbles por violaciones de los derechos humanos en los primeros años noventa, y existen numerosas pruebas de que el líder venezolano ayudó a financiar su campaña en 2006. Sin embargo, en esta ocasión, pese a los rumores y sospechas generalizados, no existen esas pruebas. Y tras su victoria en la primera vuelta, después de que Chávez le llamara “un buen soldado peruano”, el candidato pidió públicamente al Presidente que no se inmiscuyera en la política de su país.

Aunque Humala sea presidente de Perú e intente engañar al electorado, se encontraría con enorme resistencia para emprender la misma vía que ha recorrido Chávez en Venezuela. Para empezar, la riqueza petrolera ha financiado la “revolución” bolivariana de Chávez o, al menos, le ha permitido comprar a sus detractores y favorecer a sus bases populares, los ciudadanos más pobres. En Perú no existen recursos comparables, lo cual significa que el presidente no tendría medios para implantar nuevas políticas radicales ni podría permitirse la enemistar de los grupos financieros.

Todavía más importante es que estos dos países han seguido trayectorias totalmente distintas en las últimas décadas. Cuando Chávez ganó sus primeras elecciones, en 1998, Venezuela llevaba 20 años de crecimiento estancado, y había un ansia popular de cambio. Perú, por el contrario, ha tenido el mayor índice de crecimiento de Latinoamérica en la última década. Los niveles de pobreza han disminuido enormemente e incluso la brecha entre ricos y pobres se ha reducido.

Humala, por tanto, ha conectado con un deseo de cambio moderado, al comprometerse a bajar los niveles de corrupción y criminalidad e incluir a los peruanos a los que no han llegado los beneficios de la buena racha nacional. Pero ahora que la campaña llega a su fin, este candidato –que tiene su apoyo fundamental entre los pobres de las zonas rurales de la meseta sur– debe convencer al decisivo grupo de los votantes de clase media en Lima de que no tienen nada que temer de su presidencia.

En esa tarea están ayudándole asesores reclutados, en gran parte, del Partido de los Trabajadores de Lula. Humala no ha tenido reparos en imitar la campaña de “Paz y amor” que llevó a cabo el líder brasileño en 2002, en la que el viejo y duro luchador se esforzó por presentar una imagen más suave y amable ante el electorado. El compromiso de estabilidad que ha ofrecido Humala a los sectores empresariales de Perú, que llama un “compromiso con el pueblo peruano”, guarda una semejanza extraordinaria con “la carta al pueblo brasileño” con la que Lula quiso tranquilizar a sus electores. En el equipo de Humala hay varios economistas procedentes de la campaña del ex presidente Alejandro Toledo, cuyas opiniones están dentro de las corrientes mayoritarias.

Humala se ha retractado de un compromiso que hizo al comienzo de la campaña, el de revisar la constitución, como hizo Chávez en Venezuela poco después de tomar posesión en 1999 (y como posteriormente hicieron Evo Morales en Bolivia y Rafael Correa en Ecuador). Durante la campaña se ha mostrado a favor de un impuesto extraordinario sobre “ganancias inesperadas” para las compañías mineras, y se opone a las nacionalizaciones drásticas (otra diferencia con las políticas de Chávez). Su estridente retórica nacionalista de otros tiempos, con frecuencia dirigida de manera muy agresiva contra el vecino Chile, está hoy mucho más contenida. Ya no es contrario al acuerdo de libre comercio entre Estados Unidos y Perú, aprobado en 2007, y está a favor de mantener buenas relaciones con Washington. Incluso ha llegado a distanciarse de su propia familia: su padre es famoso por fomentar una filosofía violentamente nacionalista y su hermano menor intentó en 2005 un golpe contra Toledo que le supuso acabar condenado a 25 años de cárcel. (Humala ha dicho que no le indultará, pero, como ocurre en el caso de Fujimori y su padre, muchos tienen dudas).

Sin embargo, a pesar de todas estas acusaciones, existen indicios de que las clases medias y altas de Lima se resisten a dar una oportunidad a Humala. Temen que desbarate el progreso económico logrado hasta ahora, por tener una ideología caprichosa o por incompetencia. En general tienen también grandes reservas a propósito de Fujimori, pero, dado el miedo de los mercados financieros, que están dispuestos a reaccionar de forma negativa a una posible victoria del candidato de izquierdas, los votantes de este grupo, en su mayoría, prefieren no correr riesgos. Por eso es posible que Fujimori se beneficie del “voto oculto” de la clase media. Una excepción muy conocida es la del premio Nobel peruano Mario Vargas Llosa, que perdió una elección presidencial frente a Alberto Fujimori en 1990 y ha asegurado que va a votar por Humala, aunque sea “a su pesar y con miedo”.

Los buenos recuerdos del viejo Fujimori que conservan unos electores fieles ayudan a explicar la capacidad de atracción de su hija, que ha utilizado los éxitos que tuvo su padre cuando consiguió acabar con la hiperinflación, la brutal actividad de los rebeldes y la implantación de programas sociales populares. Ha prometido continuar con el crecimiento económico y mejorar el acceso a viviendas con mejores condiciones de salubridad. Además ha hecho campaña como candidata de la ley y el orden, y ha dicho que apoya el restablecimiento de la pena de muerte para ciertos crímenes graves; incluso ha contratado al ex alcalde de Nueva York Rudy Giuliani como asesor en temas relacionados con la criminalidad.

A pocos días de la votación definitiva, en Perú se ha desatado una guerra mediática en la que ambos bandos se intercambian feas denuncias y acusaciones. El ambiente está tenso, desagradable y polarizado, y lo estará aún más a medida que los dos candidatos luchen para convencer al casi 45% de los peruanos que en la primera vuelta votaron por alguno de los otros tres candidatos, más moderados.

El resto de Suramérica –en especial Brasil, Chile y Colombia– sigue las elecciones peruanas con gran interés y cierto grado de preocupación. Ninguna de las dos opciones es atractiva para la región, porque los dos candidatos parecen estar desconectados de las tendencias actuales, más alentadoras, en el continente, hacia gobiernos más democráticos y políticas sociales eficaces.

A estas alturas, la batalla entre las distintas corrientes de la izquierda en Latinoamérica está resuelta. El contraste entre un Brasil pujante y una Venezuela absolutamente deteriorada es escandaloso. Las tremendas diferencias reflejan dos formas distintas de gobernar, la primera mediante la negociación y el compromiso y la segunda mediante dictados arbitrarios.

En los países latinoamericanos se ha producido un proceso gradual, a base de prueba y error y revisión constante, que ha desembocado en el asentamiento de la política pragmática con un tinte izquierdista: Brasil con Lula y Dilma Rousseff, Chile con Ricardo Lagos y Michelle Bachelet, Uruguay con Tabaré Vásquez y ahora José Mujica, y El Salvador con Mauricio Funes. Todos ellos han combinado reformas sociales progresistas con políticas económicas más centristas, mientras que otros, como Ecuador y Bolivia, han emprendido vías más conflictivas, con reformas constitucionales y enfrentamientos con las clases políticas y empresariales tradicionales.

Algunos peruanos creen que un Humala aparentemente más moderado es una oportunidad de ocupar un espacio político similar al de sus vecinos brasileños y chilenos. Si logra la victoria el 5 de junio, tendrá la ocasión de demostrar que su transformación es genuina. De ser así, sería otro golpe importante para Chávez y una prueba más de que cada vez es más irrelevante en la región”.

Austeridad y suicidio

Austeridad y suicidio

por Carlos Alberto Montaner

Carlos Alberto Montaner es periodista cubano residenciado en Madrid.

En España castigaron a los socialistas en las urnas porque después de años de irresponsabilidad fiscal, enorme deuda pública y desempleo creciente comenzaron a ajustarle el cinturón a la población.

Los electores no respaldan a los políticos que llevan a cabo los temidos ajustes.

Mientras el recorte es un tema abstracto, todo el mundo parece comprender que no es posible gastar más de lo que se produce porque sobreviene la quiebra.

Pero cuando ese razonamiento se transforma en políticas públicas, el afectado culpa al gobierno y le quita apoyo.

Este fenómeno se origina en un problema que tiene difícil solución: el elector no percibe los síntomas del mal gobierno, sino los aparentes beneficios que recibe. El gasto público alegre y continuado es visto como prueba de las preocupaciones de los políticos con la sociedad y no como un manejo torpe de los recursos.

El elector no siente que el político está asignándole un dinero que previamente le extrajo del bolsillo, y todavía le resulta menos alarmante la noticia de que es una deuda que alguien tendrá que pagar algún día.

Precisamente, no hay nada que disfrute más que vivir mejor de lo que sus ingresos reales le permiten y ya se verá por dónde sale el sol.

Al elector no le importa demasiado si el político se apodera de los bienes públicos, recibe coimas y favorece a los amigos.

Detrás de esa indiferencia moral está la falsa sensación de que los fondos desviados no le pertenecen.

Ni siquiera advierte que la corrupción no sólo pudre los cimientos de la democracia, sino, además, encarece todas las transacciones.

Hay dos formas de enfrentarse a este problema.

La primera es la información descarnada. La sociedad debe hacer patente las consecuencias de todo gasto público. No hay dispendio bueno, aunque algunos se beneficien a corto plazo.

La otra manera es generar impedimentos legislativos para el malgasto.

Si los presupuestos se hacen inflexibles, si se ponen límites legales al porcentaje de empleados públicos y los salarios que pueden devengar, y si cada gasto tuviera que ser aprobado por un contralor elegido para impedir los excesos y la prodigalidad, probablemente el elector tendría la tentación de respaldar a los buenos políticos y no a los que más incurren en los míticos gastos sociales.

En nuestro sistema democrático la idea de que existe y se percibe un bien común es una falacia. Lo que existe es intereses particulares, defendidos a dentelladas por los grupos de presión con algún acceso al poder.

Eso es triste, pero es bueno entenderlo.

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