martes, 7 de junio de 2011

El eslabón perdido de Atlacomulco

El eslabón perdido de Atlacomulco

Dicen los que saben que el discurso terminará de construirse con dos golpes más contra dos ex gobernadores marcados por la corrupción.

José Cárdenas
En sus primeras 24 horas, la detención de Jorge Hank Rhon redujo a la mitad a sus huestes de apoyadores públicos en la vida real. Su caso en la tuitósfera, de plano, se convirtió en sentencia anticipada: TJ es culpable.
¿Así que la cosa va en serio? ¿Cuánto aguantará la fortaleza económica y política construida por el ex intocable y reforzada alrededor suyo por numerosos priistas?
El sabadazo contra el TJ produjo mil 372 artículos en internet, 90% en contra del acusado. Ya ha perdido la primera batalla. La de los medios de comunicación.
La PGR busca apuntalar el escandaloso oso. A la acusación por acopio de armas se le sumará la de delincuencia organizada y, en un descuido, no sería extraño que acusaran al TJ de lavado de dinero y hasta tráfico de especies. Y, claro, de mal gusto “agravado”.
En el PRI pocos se avientan el tiro de defenderlo. Humberto Moreira apenas se asoma. Enrique Peña Nieto exige, por la tangente, que todo se lleve con apego a derecho.
¿Defender al TJ es defender al diablo?
La tesis del tricolor: ante el casi seguro triunfo de Eruviel Ávila el 3 de julio, Felipe Calderón y su partido intentan una maniobra de descarrilamiento de la locomotora priista. Y la caída de un hombre símbolo de lo peor del viejo régimen. Y de “tres bandas”, la afectación a la imagen de Enrique Peña Nieto.
Dicen los que saben que el discurso terminará de construirse con dos golpes más contra dos ex gobernadores marcados por la ineptitud y la corrupción. ¿Nombres? ¡No’ombre! ¡Todavía no! Porque si digo Ulises Ruiz, Eugenio Hernández o Arturo Montiel, quizá nos desmienta Mari Morales.
Después, vendrá la pregunta mediática: “¿Usted, querido elector, estaría dispuesto a votar por el pasado cochambroso representado por tan ilustres personajes?”
En el PRD, la memoria del michoacanazo hace pensar en la posibilidad de un tijuanazo, con una diferencia: un caso fallido sería devastador para los planes presidenciales de cara a 2012.
El vocero de seguridad del gobierno, Alejandro Poiré, le lava cara y manos a su jefe. Felipe Calderón no ordenó la captura de Hank Rhon, asegura. Poiré defiende la detención del TJ apoyado en una discutible flagrancia. Su actitud adelanta cómo se piensa manejar todo el caso: sin comedimiento de ninguna especie. Sin negociación alguna.
MONJE LOCO. En política no hay sorpresas, sino sorprendidos. Un sabadazo no se “cocina” sin una minuciosa preparación. Ya se sabe. Ya se supo.

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