jueves, 9 de junio de 2011

Hank, Salazar y los periodistas muertos

Jorge Fernández Menéndez
Los dos han sido detenidos con pocos días de diferencia. El sábado en la madrugada, en su casa dentro del Hipódromo de Tijuana, el ex alcalde de esa ciudad, Jorge Hank Rhon. El martes, a las 7 de la tarde, al llegar al aeropuerto de Cancún, Pablo Salazar Mendiguchía, ex gobernador de Chiapas. El primero está acusado de acopio de armas de uso exclusivo de las Fuerzas Armadas y está siendo investigado, en México y en Estados Unidos, por su posible relación con el cártel de los Arellano Félix. Salazar está acusado por haberse otorgado, por vías fraudulentas, un bono sexenal de 104 millones de pesos, pero eso podría extenderse a las obras inconclusas de reconstrucción luego del huracán Stan y existen puentes que lo conectan muy directamente con el ex alcalde de Benito Juárez, Cancún, el perredista Greg Sánchez, preso y acusado de relaciones con el narcotráfico. Una relación que había nacido mucho antes, con la familia de Greg, asentada desde hace años en la zona de la selva, cerca de Benemérito de las Américas, acusados, ellos también, de relaciones con el narcotráfico y el tráfico de armas.
Todo indica que ambos tendrán que afrontar largos procesos por esos delitos. Pero los dos tendrían que asumir también responsabilidades por la muerte de tres periodistas: Hank Rhon por el asesinato, hace 20 años, de Héctor El Gato Félix Miranda, fundador del semanario Zeta, en Tijuana, y Salazar por la persecución injustificable que ejecutó contra el periódico Cuarto Poder, que terminó con la muerte en el exilio de su director Conrado de la Cruz y la muerte, luego de casi cuatro años de una prisión brutal y sin justificación alguna, de su hijo, de nombre también Conrado. Los dos deberían rendir cuentas ante la sociedad por esos crímenes que vulneraron gravemente la libertad de expresión y la justicia.
Héctor Félix Miranda fue asesinado el 20 de abril de 1988. Hacía una columna de chismes políticos durísimos y provocadores en el naciente semanario Zeta. Era la más leída de la ciudad. Había sido muy amigo de Hank Rhon, pero finalmente habían roto su relación y de la misma forma en que Félix había sido el conducto para que Hank ingresara “socialmente” al mundo de los negocios en Tijuana, en los meses previos a su asesinato había documentado en forma inflexible sus excentricidades y comportamientos. En la mañana de ese 20 de abril, Antonio Vera Palestina, el jefe de ayudantes de Jorge Hank, quien había llegado a Tijuana para cuidar a su hijo Jorge, enviado por su padre, Carlos Hank González, de quien había sido un inseparable guardaespaldas, emboscó, junto con otros dos sicarios, el carro en el que iba Félix Miranda. Vera Palestina le disparó en por lo menos dos ocasiones con una escopeta de alto calibre. El cuerpo de Félix quedó destrozado. Vera y sus compañeros huyeron y se refugiaron en el Hipódromo de Agua Caliente, pero fueron identificados debido a la investigación realizada por el  semanario. Vera Palestina fue detenido dos años después en Los Ángeles. Hoy purga una condena de 25 años de prisión, su defensa fue pagada por Jorge Hank Rhon, quien también se hizo cargo de su familia, y el hijo de Vera Palestina se ha convertido en su jefe de seguridad (hoy se supone que está prófugo). Muy poco después de la detención de Vera Palestina y de otro guardaespaldas de Hank Rhon, de apellido Murguía, regresó a Tijuana el tercer sicario, Emigdio González, y visitó a Vera en la cárcel. Al poco tiempo de salir fue asesinado. La investigación determinó que otro empleado del Hipódromo cobró cinco mil pesos por matar a su ex compañero.
La Comisión Interamericana de los Derechos Humanos ha exigido al gobierno mexicano que investigue y detenga, no sólo a los autores materiales, sino también al autor intelectual del crimen. Un dato adicional: Vera Palestina recibió, el día anterior al asesinato, un depósito de diez mil dólares en su cuenta. Nunca ha explicado el origen de esos recursos ni quién le ordenó matar a Félix Miranda.
Catorce años más tarde, Pablo Salazar Mendiguchía, entonces candidato del PAN y del PRD al gobierno del estado, también se indignaba por una columna. En el periódico Cuarto Poder, de Chiapas, el más influyente de la entidad, se publicaba entonces que su título de licenciado en derecho era falso, que no había concluido esa carrera, que el número que ostentaba en el registro de profesiones de la SEP correspondía en realidad a una mujer que se había recibido de sicóloga. Los datos eran irrefutables y lo deberían haber llevado a la cárcel y la inhabilitación política, y no pasó nada, pero ese día comenzó la persecución al periódico Cuarto Poder, que le costaría la vida a su director y la cárcel y posteriormente la muerte a su hijo.
Mañana concluiremos esa historia.

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