viernes, 3 de junio de 2011

Marx no tenía razón –

Marx no tenía razón – por Armando Ribas

Recientemente Terry Eagleton publicó un libro cuyo título es “Why Marx was Right” (Porqué Marx estaba en lo cierto). Por supuesto no he leído el libro, pero en una nota publicada por el autor parece expresar las conclusiones a las que habría arribado en la obra completa. En primer lugar señala que Marx “despreciaba la idea de que el socialismo pudiera arraigarse en sociedades desesperadamente pobres y atrasadas como Rusia y China”. Por supuesto en su errada predicción había supuesto que la razón en la historia, a través de la dialéctica hegeliana, modificada ad hoc pasaba de la lucha de los estados a la lucha de clases, que habría de producir el enfrentamiento de la clase obrera con la burguesía. Y ésta desaparecería bajo la égida de la dictadura del proletariado que se encargaría “de expropiar a los expropiadores”(SIC). Así se alcanzaría el nirvana comunista de la libertad como la superación de la escasez, y del antagonismo. Consecuentemente, se vendría el fin de la historia.

Esta a mi juicio estúpida predicción se cumplimenta en sus escritos sobre la Ideología Alemana. Allí partiendo de la idea absurda de que se eliminaría la división del trabajo existente en la sociedad capitalista, en la sociedad comunista nadie tendría una esfera exclusiva de actividad. Consecuentemente cada uno puede satisfacerse en cada rama que desee, y la sociedad regula la producción general, y puede hacer posible para mí hacer una cosa hoy y otra mañana…” (SIC) Como podemos ver a través de la historia esa estúpida predicción jamás se cumplió, entre otras razones precisamente porque la teoría de la anarquía es inconsecuente con la naturaleza humana.

Quien primeramente rechazó la predicción marxista de la Revolución proletaria fue Eduard Bernstein quien en 1899 escribió “Las Precondiciones del Socialismo”. Allí discutiendo a Marx también comenzó con un principio equívoco de que el socialismo era el heredero legítimo del liberalismo y que no había ningún pensamiento liberal que no perteneciera igualmente a los elementos de las ideas del socialismo. En este presupuesto se exageraba la falacia de la social democracia, y se ignora que el socialismo y el liberalismo parten de dos concepciones diametralmente opuestas respecto a la naturaleza humana. En tanto que el socialismo pretende la creación de un hombre nuevo, de conformidad con el pensamiento de Rousseau, el liberalismo parte de la naturaleza humana tal cual es, y es precisamente el sistema político el que determina el comportamiento de conformidad con el concepto mismo de justicia. O sea el respeto por los derechos individuales.

Bernstein en sus discusiones con Lenin, ignora, que para el heredero supuesto del pensamiento de Marx en Rusia, el objetivo de éste era como había sido históricamente la búsqueda del poder político absoluto, y la revolución era el medio. Como bien había señalado Tocqueville: “El socialismo y la concentración de poder son frutos del mismo suelo”. Y es en función de la realidad de la naturaleza humana que la predicción marxista de la anarquía, se convierte en la social democracia en el retorno a la presunción hegeliana de que la burocracia representa los intereses generales frente a la concupiscencia de las corporaciones. O sea frente al interés particular.

Bernstein siguiendo con el pensamiento de Rousseau y de Kant sostiene que el socialismo llegaría no a través de la revolución como había predicho Marx, sino de la democracia, o sea el sufragio universal. Consiguientemente sostiene que “en la democracia los partidos y las clases que la componen rápidamente aprenden a reconocer los limites del poder…”. Nada más falaz que esa predicción, que parte del supuesto de que el bien común es conocido por todos y nadie se hace daño a sí mismo. Por tanto sostiene que a la sociedad le es indiferente si además de las corporaciones y las empresas públicas existen empresas privadas, que con el tiempo se convertirían en cooperativas. Esa es la realidad que enfrenta hoy la Unión Europea, donde prevalece la regla de las mayorías y se ignora el Rule of Law que implica definitivamente que las mayorías no tienen el derecho de violar los derechos de los individuos.

Evidentemente el Sr. Eagleton, fue quien no entendió a Marx. Para Marx el socialismo implicaba en última instancia la destrucción del sistema que llamó capitalismo, precisamente para descalificarlo éticamente a partir de las falaces tesis de la explotación y la alienación. Y siguiendo con ese pensamiento señala que Marx se pregunta ¿Cuáles son las mecanismos por los que la opulencia de una minoría puede engendrar penurias e indignidad para mucho? Esa supuesta pregunta es de hecho una falsa afirmación. Jamás los trabajadores vivieron mejor relativamente que cuando comenzó el sistema capitalista. Como bien dice Ayn Rand “El capitalismo no inventó la pobreza, la heredó”.

Otra afirmación del Sr. Eagleton, implica asimismo otra falsedad y es cuando dice que “ningún documento prodiga elogios tan floridos a ese poderoso logro histórico como el Manifiesto Comunista, ni siquiera el Wall Street Journal”. Evidentemente no leyó el documento, pues si bien reconoce la creación de riqueza por parte de la burguesía, no deja de descalificarla como tal, y su propósito es que desaparezca bajo la dictadura del Proletariado. Tanto así que dice Marx expresamente en el Manifiesto: “La abolición de la individualidad burguesa, la independencia burguesa, y la libertad burguesa es indudablemente el objetivo”. La teoría del comunismo puede ser sintetizada en una simple sentencia: “La abolición de la propiedad privada”.

Pero a mayor abundamiento en su crítica al capitalismo Marx señala: “El trabajador moderno, por el contrario, en lugar de subir con el progreso de la industria, se hunde más profunda y más profundamente debajo de las condiciones de existencia de su clase”. No creo que este comentario constituya un elogio al sistema capitalista. Inclusive acusa a los burgueses de ver a sus esposas como meros instrumentos de producción. Cada vez más elogioso.

Bien; aquí termino por el momento mi crítica a la estupidez sostenida por el Sr. Eagleton. Mi preocupación es precisamente que la caída del Muro de Berlín destruyó la realidad del sistema comunista, tanto como se puede apreciar aparentemente en la China, pero no así la ilusión de su utopía. Y esa utopía que prevalece en la Unión Europea, parecería estarse apropiando de los Estados Unidos. Por supuesto esa utopía embarazada de fascismo prevalece en gran parte de nuestro continente, donde se ignoran los crímenes de Castro que superan los de Osama Bin Laden.

Insisto, no estamos ante la lucha de civilizaciones sino en la lucha por la civilización, que es el logro del prevalecimiento del Rule of Law. Y este principio que representa el respeto por los derechos individuales, tal como señalara Ayn Rand no fue jamás reconocido por los intelectuales europeos. Y nosotros que históricamente hemos sido una farsa de la tragedia europea nos empeñamos en ignorarlos en nombre del bien común, que es la excusa moral para el poder político absoluto. Es importante saber que es lo que estamos discutiendo. Sr. Eagleton, le ruego vuelva a leer a Marx.

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