martes, 7 de junio de 2011

Perú ante la incógnita de Humala

Perú ante la incógnita de Humala 

 

El presidente electo Ollanta Humala, derecha, estrecha la mano de la ex candidata presidencial Keiko Fujimori tras una reunión entre ambos en Lima, Perú, el lunes 6 de junio del 2011.
El presidente electo Ollanta Humala, derecha, estrecha la mano de la ex candidata presidencial Keiko Fujimori tras una reunión entre ambos en Lima, Perú, el lunes 6 de junio del 2011.
Karel Navarro / Foto AP
Perú se encontraba el lunes sumido en la incertidumbre tras la victoria electoral del izquierdista Ollanta Humala, en medio de preguntas sobre si adoptará un estilo de gobierno moderado y similar al de Luiz Inácio Lula da Silva en Brasil, o si emprenderá una transformación radical y autoritaria como lo hizo Hugo Chávez en Venezuela.
Humala, quien derrotó a su rival Keiko Fujimori con algo más del 51 por ciento de los votos, ha dado muestras de las dos cosas, presentándose en su campaña presidencial del 2006 como un candidato que pretendía emprender una transformación radical de Perú y en su último intento electoral como un aspirante más moderado.
“¿Cuál es el verdadero Ollanta Humala? Esa es la pregunta del millón de dólares”, dijo Roberto Izurieta, Director de Proyectos Latinoamericanos para la Escuela de Postgrado de Gerencia Política (GSPM), de la Universidad George Washington.
“Si yo creyera todo lo que dijo Humala al final de esta elección, pensaría que sería un presidente como Lula, pero el temor existe de que esa postura no fue más que una simple artimaña de comunicación empleada solamente para ganar la elección”, añadió.
Por el momento, los mercados peruanos parecen están siendo sacudidos por la segunda tesis.
La Bolsa de Valores de Lima (BVL) cayó de bruces desplomándose un 12.45 por ciento, lo que obligó a las autoridades a suspender las operaciones en un intento por calmar al mercado.
“Hay gente asustada, preocupada. Hay gente que considera que mientras no se sepa exactamente lo que va a ocurrir con el plan económico (de Humala), quiénes van a ser los principales conductores de la economía, han preferido vender”, dijo Luis Felipe Arizmendi, presidente de la sociedad agente de bolsa GPI Valores, al notar que los inversionistas habían salido “corriendo a vender los valores a cualquier precio”.
Mark Jones, profesor del Departamento de Ciencias Políticas de Rice University, en Houston, dijo que el temor de los inversionistas es legítimo.
“Todos sabemos cuáles eran sus opiniones hace cinco años. De modo que tenemos que escoger entre la posibilidad de que pasó a través de una transformación, en la que decidió que estaba equivocado, o que esto simplemente se trató de una cortina de humo electoral para seducir a los electores a los que no les gustaba Keiko Fujimori”, afirmó.
De tratarse de una cortina de humo, los peruanos bien podrían esperar un gobierno poco dispuesto a mantener las políticas económicas que ayudaron al país andino a mantener un acelerado ritmo de crecimiento durante los últimos 10 años.
En su plataforma presidencial del 2006, Humala, de 48 años, aseguró que el “neoliberalismo ha provocado la desnacionalización salvaje de los recursos fundamentales del país y un deterioro casi irreversible del patrimonio natural y cultural que arruina el presente e hipoteca el futuro de todos los peruanos”.
“El modelo neoliberal extremo y el Estado predatorio son hermanos mellizos alumbrados en el mismo parto. […] Para los pobres se entregan las migajas del banquete a través de un neopopulismo elemental: reducir la pobreza con dádivas”, declaró el proyecto de gobierno que presentó ese año, reproducido por el diario El Comercio.
En esa campaña, Humala planteó la necesidad de emprender un cambio radical en el país andino, ungido como la “Gran Transformación” que habría de ser aplicada a través de un “imprescindible” cambio constitucional.
Andrea Stiglich, analista del Economist Intelligence Unit (EIU), con sede en Londres, opinó que el cambio de Humala parece estar más relacionado con las realidades del juego electoral del país que por una verdadera transformación de su visión ideológica.
“Si logra conseguir suficiente aprobación presidencial y alianzas en el Congreso, yo no daría por descontado que Humala quisiera aplicar algunas de las partes más radicales de su plan de gobierno”, advirtió Stiglich.
Esto, sin embargo, no se produciría de inmediato, comentó Stiglich. En una primera instancia, sus principales esfuerzos estarían centrados en tratar de generar confianza, con el nombramiento de un gabinete económico escogido precisamente para tratar de calmar a los mercados.
“Humala sabe que en este momento él no lo puede hacer”, señaló Stiglich, en referencia a la implementación de su programa radical.
El primer reto, en tratar de seguir ese camino, sería la conformación de alianzas más consolidadas. Ya hay una alianza en camino con Perú Posible, del ex presidente Alejandro Toledo, que le da una mayoría simple.
“Pero las alianzas en el Congreso son muy precarias” comentó. “Las bancadas moderadas no son en sí mismas partidos sino que son alianzas conformadas por diferentes partidos”.
Por otro lado, Humala tendría que superar la natural resistencia que ejercería Lima sobre cualquier proceso por arrastrar el país hacia un proyecto populista y autoritario similar al de Venezuela.
“Lima tiene mucha influencia política”, sostuvo Izurieta. “Y la capital es más bien de centro-derecha”.
A esa resistencia habría que sumarles la proveniente de los principales medios de comunicación, los cuales han expresado rechazo hacia los planteamientos políticos de izquierda, y la de los empresarios, cuyos intereses se verían amenazados.
Asimismo, las condiciones económicas de Perú son diferentes a las que encontró Hugo Chávez en Venezuela, cuya enorme renta petrolera le dio el suficiente oxígeno para emprender su revolución socialista, dijo Jones.
“No va a contar con el mismo grado de ingresos que tiene Venezuela para poder implementar algo tan extremo como lo que adoptó Chávez”, comentó el profesor.
“Pero existe el temor de que empiece a adoptar una transformación, menos radical, pero de aspecto parecido al adoptado por Correa en Ecuador, con cierto respeto hacia el sector privado, pero con un alto rasgo de populismo y elevadas dosis de irrespeto hacia la constitución y las leyes”, sostuvo.
Este articulo fue complementado con servicios cablegráficos de El Nuevo Herald.

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