miércoles, 1 de junio de 2011

Razones para la indignación

ESPAÑA

Razones para la indignación

Por Fundación Burke

Han pasado las elecciones y no ha pasado nada. Es verdad que se ha producido un cambio, que en los resultados se ve que el electorado ha castigado al PSOE, y con razón. Su mala gestión económica, la revolución social que ha llevado a cabo por su cuenta y riesgo, la desmembración de España, el desprestigio de las instituciones y la difícil situación internacional en que nos ha dejado son razones más que suficientes para castigar a los socialistas.

Pero también es verdad que no ha pasado lo que muchos querían que pasase, el acontecimiento por el que algunos jóvenes salieron a la calle y en la calle se quedaron. Lo que sí ha pasado es que el grito popular, que a tantos nos ha mantenido expectantes, ha sido sofocado.

Desde un principio se pudo ver la intervención directa del partido comunista: a la vista están las reclamaciones originales, tales como una reforma electoral muy concreta que beneficiaría claramente a Izquierda Unida –y no queremos decir que no sea justa; simplemente, que desenmascara al que la propone–, la recuperación del impuesto sobre el patrimonio, el derecho a la vivienda y al transporte, etcétera. Estas propuestas dejaban muy dañada la posibilidad de dar respuestas válidas a una verdadera y justificada indignación.

El movimiento fue más poderoso que el mezquino cálculo de algunos de los agitadores y desbordó las previsiones. Pronto jóvenes de todo tipo se dieron cita en la Puerta del Sol buscando algo, es verdad que mal definido, pero algo que a todos nos inquieta. Era difícil no simpatizar con la indignación general, porque hay muchas razones para estar indignado. Hay razones políticas evidentes, hay razones sociales y culturales y hay razones religiosas. Hay muchas razones para la indignación.

El movimiento perdió gran parte de su fuerza tras la celebración de las elecciones. Izquierda Unida estará contenta, el Partido Popular también, el PSOE no tanto pero se recuperará. ¿Qué ha sido de ese grito de protesta? Una vez más, ha sido absorbido. De tanto ser interpretado por las fuerzas dominantes, que se lo han querido apropiar, ha sido neutralizado y reducido a un esquema socialdemócrata. El sistema de partidos ha ganado y la socialdemocracia sale reforzada con el triunfo de uno de sus mejores gestores, el Partido Popular; pero no ha sabido dar cauce a la indignación popular.

Hay razones del corazón que los socialistas (de izquierda y de derecha) desconocen, hay razones políticas que la socialdemocracia ignora, hay razones económicas que no se atienden; el resultado es una indignación consecuencia de una frustración de la naturaleza humana. El pueblo está tan sano, pese al sistema, que todavía se duele, gritando. El enfermo grave es el que no se queja. Lo que no se le puede pedir es que sea capaz de realizar un diagnóstico preciso. La responsabilidad del médico es explicar la enfermedad; la del paciente, quejarse y dejarse sanar. Los síntomas de la enfermedad social han sido muy mal interpretados por los responsables políticos, y la opinión del enfermo apunta a agravar los males.

Hacen falta verdaderas razones para la indignación, las razones del corazón que Pascal conocía y que también, claro está, son razones políticas.

Pol Pot

GRANDES CRIMINALES DEL SIGLO XX

Pol Pot

Por Mario Noya

De Saloth Sar, alias Khmaer Da'em, alias Pol Pot, hombre mediocre, sólo se puede escribir usando superlativos negativos, que diría S. J. Lec. Fue el Superestalin, el Megamao, el Hiperasesino del siglo XX. Gran Exterminador, igual murió con la conciencia tranquila.

No es fácil rastrear los orígenes de este bárbaro abominable, "señor de las tinieblas" que "toda su vida trató de mantenerse oculto" –al punto de que, según se cuenta, su hermano Saloth Neap se enteró de que era el formidable Hermano Número Uno al ver su cara en un afiche de su comuna–. Así, si unos te dicen que nació el 19 de mayo de 1925, otros apuntan al mismo día pero del año 28, y otros –la BBC– ni siquiera se atreven a dar una fecha. Lo que sí parece claro es que el lugar que tuvo la mala suerte de verlo nacer fue la aldeúca de Prek Sbauv (provincia nororiental de Kompung Thom) y que su familia tenía relaciones con la Monarquía; muy estrechas incluso, si es cierto que una de sus hermanas fue concubina del rey Sisovath Monivong –y esposa una de sus primas–. También él acabó entrando en palacio, como aprendiz de marquetería y a instancias de su hermano Loth Suong, que trabajaba en cuestiones relacionadas con el protocolo. "A lo largo de aquella etapa de contacto con el mundo extremadamente clasista de la servidumbre palaciega –informa Vicente Romero en su biografía del personaje–, el joven Pol Pot no se interesó jamás por la política ni mostró preocupación social alguna".

Su "poco refutable mediocridad" intelectual (Jean-Louis Margolin, en El libro negro del comunismo, dixit) quedó patente en todos y cada uno de los centros educativos que lo acogieron. Tras seis infructuosos cursos, de la pagoda budista en que lo metió Loth Suong le mandaron de vuelta a la granja familiar sin el preceptivo certificado de aprovechamiento. Tampoco aprobó el bachillerato. Si acaso, de los años escolares sacó una gran amistad con Lon Non, hermano del futuro dictador Lon Nol. Más le hubiera valido no conocerle: Lon Non, que andando el tiempo llegó a general, fue ejecutado por los jemeres rojos en cuanto éstos accedieron al poder; por lo que hace al pueblo del que eran originarios los Lon, fue desalmado el 17 de abril de 1977, segundo aniversario de la revolución libertadora: vivían en él 350 familias.

Por esas cosas estupefacientes que pasan, en 1949 este pésimo estudiante consiguió que le becaran para estudiar radioelectricidad en Francia. Claro que no le aprovechó (de hecho, le acabaron quitando la beca), pero esos tres años y tres meses en la metrópoli le sirvieron para descubrir a Stalin, orbitar en torno al Partido Comunista Francés y conformar el denominado Grupo Estudiantil de París, con alimañas humanas como Ieng Sary, Khieu Samphan, Son Sen y Huo Yuon, tan culpables como él del holocausto camboyano.

De vuelta a Indochina, aprendió a odiar a los vietnamitas luchando con ellos contra la dominación francesa. "Se sintió minusvalorado –escribe Romero–, ya que se le encargaron tareas tan secundarias como cuidar pollos, recoger estiércol, limpiar letrinas...". "Sar fue un recluta más", pero él, Khmaer Da'em, me llaman Camboyano Auténtico, no podía serlo. En 1960, el Grupo de París se hace con el control del Partido Revolucionario del Pueblo de Kampuchea, lo transforma en el Partido de los Trabajadores de Kampuchea y corta los hilos que lo mantenían unido a los comunistas de Vietnam. (Un inciso: Kampuchea es la palabra jemer para Camboya). Tres años después, tras la desaparición en extrañas circunstancias de Tou Samouth, Pol Pot es aupado a la Secretaría General de la formación.

Como tal, en 1965 viaja a Hanoi, donde la gente de Ho Chi Minh le reprocha el virulento nacionalismo del PTK y le pide que deje de lado la lucha armada en Camboya hasta que los norteamericanos abandonen Vietnam. No le gusta nada ese viaje. Qué distinto será el que le lleve el año siguiente a China, la China de Mao, la China de la Revolución Cultural salvajísima, que pudo cobrarse la vida de hasta un millón de personas.

Durante varios años, China, una de las civilizaciones más antiguas del mundo, se vio asolada por bárbaras hordas a las que se había enseñado a tratar todo aquello que escapaba a su comprensión como algo merecedor de ser destruido. En el apogeo de este movimiento, todas las escuelas se cerraron, y no circulaban libros salvo los de texto y las propias obras de Mao. Se prohibieron los conciertos de música occidental. Los guardias rojos agredían a los intelectuales y los obligaban a humillarse públicamente, y torturaron y mataron a muchos de ellos.

(Richard Pipes, Historia del comunismo, Mondadori, Barcelona, 2002, p. 167).

Ése era su modelo, el comunismo más despiadado y brutal, la aniquilación del pasado y del presente conflictivo, el terror extremo hacia fuera y hacia dentro. Guerra de exterminio contra la civilización para, desde la más estricta barbarie, empezar de cero y "asegurar la perennidad de la raza jemer", como dejó escrito este Hitler aceituno en el periódico oficial de su partido, Tung Padevat ("bandera revolucionaria").

La sangre roja y centelleante cubre la tierra, la sangre vertida para liberar al pueblo: la sangre de los obreros, los campesinos y los intelectuales; la sangre de los adolescentes, los novicios y los jóvenes. La sangre se arremolina y asciende suavemente al cielo, transformándose en una bandera roja revolucionaria. ¡Bandera roja! ¡Bandera roja! ¡Ondula ahora! ¡Ondula ahora! Oh, amados amigos, perseguid al enemigo, golpeadle y destruirle. ¡Bandera roja! ¡Bandera roja! ¡Ondula ahora! ¡Ondula ahora! No dejéis con vida a ningún imperialista reaccionario: echadles de Kampuchea. ¡Movilizaos y golpead, movilizaos y golpead, y conquistad la victoria, conquistad la victoria!

(Letra de la canción "Bandera roja", reproducida en Bernard Bruneteau, El siglo de los genocidios, Alianza, Madrid, 2009, pp. 289-289).

El Horror se instala en la ya machacadísima Camboya (por la guerra de Vietnam, la guerra civil, la dictadura, las injerencias extranjeras sin cuento, la cleptocracia...) el 17 de abril de 1975, cuando los jemeres rojos del Partido Comunista de Kampuchea (nombre del PTK desde 1966) toman Phnom Penh. El alivio de los habitantes de la capital (más de 3 millones, entre residentes habituales y desplazados por el conflicto) apenas dura unas horas: no podían saber que con el final de la guerra llegaba como un ciclón de saña lo peor:

Se los empujó hacia la campiña circundante. La violencia comenzó a las 7 de la mañana con ataques dirigidos contra las tiendas chinas, y después hubo un saqueo general. Las primeras muertes sucedieron a las 8,45 de la mañana. De los 20.000 heridos que estaban en la ciudad, hacia la caída de la tarde todos estaban en la jungla. (...) Se vaciaron todos los hospitales (...) Fueron destruidos todos los documentos y archivos. Los libros fueron arrojados al río Mekong o quemados en las orillas. Se procedió a incinerar el papel moneda de la Banque Khmer de Commerce. Los automóviles, las motocicletas y las bicicletas fueron [confiscados]. Los [jemeres rojos] dispararon cohetes y bazucas sobre las casas en las que se advertía movimiento. Hubo muchas ejecuciones sumarias. Se dijo al resto: "Salgan inmediatamente de aquí o los mataremos a todos". Hacia la medianoche se cortó el suministro de agua.

(Paul Johnson, Tiempos modernos, Vergara, Barcelona, 2000, pp. 802-803).

"Lo que confería al episodio su horror peculiarmente kafkiano era la ausencia de autoridad visible", explica Johnson. "Los soldados campesinos se limitaban (sic) a matar y aterrorizar; obedecían órdenes e invocaban los mandatos de la Angka Loeu". La Angka Loeu, la Organización Superior, o simplemente Angkar, la Organización, era la plana mayor del Partido Comunista: Pol Pot, ¡Hermano Número Uno!, y sus camaradas igual de tenebrosamente anónimos: Hermano Número Dos (Nuon Chea), Hermano Número Tres (Ieng Sary)... Pero eso no se sabía. Y siguió sin saberse hasta septiembre del 77. Sólo se sufría.

Se vaciaron literalmente las ciudades. Se confinó a la población en comunas agrarias. Se abolió la propiedad privada. Se abolió el dinero. Se cerraron los medios de comunicación. Se suprimió el correo. Se cortó el teléfono. Se prohibió hablar cualquier lengua distinta del jemer. Se prohibió el uso de las gafas. Se prohibió lucir el menor adorno en la vestimenta.

Se prohibió la relación sexual; el adulterio o la fornicación eran castigados con la muerte (...) Se prohibía a los miembros de las parejas casadas [mantener] conversaciones prolongadas, pues se afirmaba que eso era "discutir", y [la reincidencia] se castigaba con la muerte (...) Cuando el hambre y la epidemia se difundieron, los viejos y enfermos y los muy jóvenes, sobre todo [los] huérfanos, fueron abandonados. Se ejecutaba en público y se obligaba a mirar a los parientes mientras el hermano, la madre o el hijo eran sometidos al garrote vil o decapitados, apuñalados, muertos a golpes o (...) a hachazos. A veces se ejecutaba (...) a (...) familias enteras. (...) un docente llamado Tan Samay, que desobedeció la orden de enseñar a sus alumnos únicamente el trabajo de la tierra, fue ahorcado; sus propios alumnos, de ocho a diez años, tuvieron que realizar la ejecución mientras gritaban: "¡Maestro incapaz!". La terrible lista de crueldades es interminable.

(Johnson, ob. cit., p. 804).

No encuentro las palabras; sí los números insoportables del martirio camboyano. Entre 1,5 y 2,2 millones de muertos por hambre, fatiga extrema, enfermedades derivadas del sometimiento a las peores condiciones de vida, asesinato. Entre el 20 y el 30% de la población del momento, pues (7,5 millones). La mortalidad entre los mandos del régimen republicano alcanzó el 83% en la oficialidad, el 67% en la policía y el 60% en el funcionariado. De los 550 magistrados existentes en 1975, sólo cuatro seguían con vida en 1979. De los 60.000 monjes budistas existentes en 1975, sólo 1.000 seguían con vida en 1979. Las tres provincias más urbanizadas del país perdieron el 40% de su población. Desaparecieron 402 de los 450 médicos con que contaba el país, y el 51% de los licenciados universitarios; y el 29% de quienes sólo habían cursado estudios primarios, y el 19% de los campesinos pobres, y el 17% de la gente sin profesión conocida. Y el 34% de los musulmanes cham, y el 49% de los católicos, y el 38% de los miembros de la minoría china, y el 37% de la minoría vietnamita. Y el 50% de los propios afiliados al partido comunista ("Una cifra incomparablemente superior a la de los peores momentos del terror estalinista", apunta Bernad Bruneteau, a quienhe tomado los datos precedentes). Por la infernal cárcel de Tuol Sleng (antes fue una escuela) pasaron más de 16.000 presos: sólo siete salieron vivos.

La mortalidad fue terrorífica en todas las edades, pero sobre todo entre los jóvenes adultos (un 34% de hombres de 20 a 30 años, un 40% [de hombres] entre los 30 y los 40) y entre las personas de ambos sexos de más de 60 años (el 54%). (...) desde 1945, ningún país se ha visto afectado hasta ese punto. En 1990 aún no se había alcanzado el número de habitantes de 1970. Y la población se hallaba muy desequilibrada: 1,3 mujeres por cada hombre. Entre los adultos de 1989, encontramos la bagatela (¡sic!) de un 38% de viudas, frente a un 10% de viudos. También vemos un 64% de mujeres entre la población adulta, y que el 35% de [los] cabeza de familia son madres. [...] En 1979, el 42% de los niños eran huérfanos, tres veces más de padre que de madre; el 7% había perdido a sus dos progenitores. En 1992, la situación de aislamiento resultaba más dramática entre los adolescentes: un 64% de huérfanos.

(Jean-Louis Margolin, "Camboya: en el país del crimen desconcertante"; en VVAA, El libro negro del comunismo, Planeta-Espasa, Barcelona, 1998, pp. 662 y 713).

El multimillonario Noam Chomsky, gurú de la siniestra izquierda estupenda, hozó como un pobre cerdo en el ya será menos y en la versión más degenerada del salomonismo: las culpas, que se las repartan los jemeres rojos y, ¡bingo!, los Estados Unidos de América, que de todas formas no se cubrieron de gloria y sí de mierda por aquellos años en aquellas tierras.

Fue la criminal dictadura comunista de Vietnam la que, en 1979, puso fin a la genocida dictadura comunista de Camboya: ocupó el país e instauró la República Popular de Kampuchea, que dejó a cargo del ex jemer rojo Heng Samrin. Pol Pot y su yunta de hermanos numerados huyeron a la jungla, donde siguieron a lo suyo: odiar, aniquilar, matar a modo.

"La revolución es una obra propia de Dios, demasiado colosal para simples humanos", dicen (Romero) que dijo un día. Pero luego llegó otro, el del juicio a que le sometieron sus propios cuervos no por el holocausto que perpetró contra su propio pueblo sino por mandar asesinar a su ex ministro de Defensa Son Sen, a su esposa y a sus nueve hijos ("también mandó aplastar sus cadáveres bajo las ruedas de un camión"; de nuevo Romero), y entonces se reveló un miserable cobarde, qué chivato y acusica:

Dijo que sabía que muchos habitantes del país le odiaban y le consideraban responsable de las matanzas. Dijo que sabía que muchas personas habían encontrado la muerte. Al decir esto, casi se derrumbó y se echó a llorar. (...) Dijo que él era como un amo de casa que ignoraba lo que hacían sus hijos, y que había confiado demasiado en las personas. (...) Le decían cosas que no eran verdaderas, que todo iba bien, pero que tal o cual persona era un traidor. En última instancia, los verdaderos traidores eran ellos. El principal problema eran los mandos formados por los vietnamitas.

(Margolin, ob. cit., p. 708).

Ese juicio filfa se celebró el 25 de julio de 1997, en el último reducto de los jemeres rojos, un pedazo de selva en la frontera camboyano-tailandesa. "El bizarro tribunal, en lo que parecía más un exorcismo de sus propios demonios que un acto de justicia, dictó pena de cadena perpetua (...). Pero, dados el estado de salud y la edad del reo Saloth Sar, se le permitió cumplir la sentencia en su domicilio", vulgo choza (Vicente Romero, Pol Pot, el último verdugo, Planeta, Barcelona, 1998, p. 10). Ni siquiera entonces mostraron, pues, compasión por los exterminados.

Al poco, por no pasar no pasó un año, Saloth Sar, Khmaer Da'em, Pol Pot, Hermano Número Uno devenido Último de la Fila, murió. El 15 de abril de 1998. Del corazón que no tuvo. O lo mataron:

Las noticias sobre la muerte de Pol Pot se producen sólo horas después de que oficiales del Jemer Rojo dijeran estar dispuestos a entregar a su antiguo líder para así poner fin a la lucha contra las tropas del Gobierno camboyano [...] En las últimas semanas el Jemer Rojo ha sufrido una ola de deserciones [...] Miles de guerrilleros hastiados están dispuestos a abandonar la lucha [...] Según el corresponsal de la BBC en la región, Enver Solomon, la muerte de Pol Pot podría resultar extremadamente conveniente para el núcleo duro de lo que queda de las guerrillas. Podrían tratar de prepararse un papel político para sí mismas, libres ya de un hombre que es tenido por uno de los líderes más brutales de todos los tiempos.

("Pol Pot dead", BBC News, 16 ABR 1998).

(...) su fallecimiento se produjo en un momento muy oportuno, cuando el presidente norteamericano Bill Clinton había iniciado trámites diplomáticos para que fuese capturado y juzgado. Y entre la clase dirigente de Camboya no interesaba a casi nadie que el Hermano Número Uno viviese para declarar sobre el reparto de responsabilidades históricas ante un tribunal internacional.

(Romero, ob. cit., p. 11).

La pira fúnebre para nada fue sobria sino sórdida, astrosa, directamente cutre. Tablones, neumáticos, una manta, el colchón, la silla desequilibrada. Una pira mendiga. Pero no le faltaron las flores. Que, es claro, no le pusieron aquellos de sus sirvientes "ejecutados bajo la acusación de sabotaje tras producirse fallos en los servicios de agua y electricidad de alguna de sus residencias" (Romero, p. 21. "Sus cocineros y camareros eran objeto de especial vigilancia"). Tampoco su primera mujer, la fanática Khieu Ponnary, de la que se divorció en los 80, estando ya ella mentalmente desquiciada. Igual sí la segunda, la campesina Mia Som, a la que sacaba treinta años y con la que tuvo una hija (Set Set), y que tuvo a bien informarnos de lo feliz que había sido ese despojo palúdico en sus últimos días (Romero, p. 24). Quiso además que constara que "fue un buen esposo y un excelente padre".

"Nadie rezó por él. Tampoco nadie en el mundo lloró su muerte", mintió Romero; para acto seguido estar en lo cierto:

Pero nadie en Camboya conseguirá olvidarle.

El nacimiento de Israel

LOS ORÍGENES DE LA GUERRA FRÍA

El nacimiento de Israel

Por Emilio Campmany

Tradicionalmente, los estudios sobre la Guerra Fría apenas se ocupan del nacimiento del Estado de Israel. Oriente Medio pasa al primer plano del conflicto a partir de 1956, con la crisis de Suez. Sin embargo, Oriente Medio fue uno de los lugares donde más agriamente se enfrentaron las dos superpotencias, y se vio como natural que EEUU apoyara a Israel y la URSS, a los árabes. Sin embargo, ese alineamiento tiene su historia, y no es tan sencilla.

En la escuela historiográfica alemana es conocida la discusión acerca de si en la historia de las relaciones internacionales prima la política exterior, la Aussenpolitik, o la política interior, la Innenpolitik. Tradicionalmente se cree que los Estados se relacionan entre sí en función de unos intereses más o menos inmanentes. De ahí que por lo general la política exterior de los países no se altere, a pesar de los cambios de Gobierno. No obstante, un grupo de historiadores alemanes defiende el Primat der Innenpolitik frente al Primat der Aussenpolitik.

Naturalmente, la respuesta al problema no puede ser definitiva. No cabe duda de que los Estados tienen intereses que defender en la arena internacional, al margen de sus problemas internos. Pero tampoco debe olvidarse que la política exterior puede verse condicionada esporádicamente por la política doméstica, sobre todo cuando no están en juego intereses esenciales.

Pues bien, en lo relacionado con el nacimiento del Estado de Israel, las dos superpotencias actuaron sobre la base del Primat der Innenpolitik.

Los judíos y Truman

Truman, hijo de granjeros, nació en Kansas City, Misuri, en 1884. Es casi imposible que, siendo blanco, educado en la Iglesia Baptista y nacido en un estado del Sur a finales del siglo XIX, el presidente no tuviera ideas que hoy calificaríamos de xenófobas. Su correspondencia privada contiene frecuentes chascarrillos despectivos sobre los judíos, pero tales bromas eran frecuentes en su tiempo.

Sea como fuere, cuando después de la guerra el sionismo reclamó un territorio en Palestina para fundar en él un Estado, Truman apoyó la emigración judía presionando a Gran Bretaña para que levantara o aliviara las limitaciones que impuso desde 1939, si bien no respaldó la creación del Estado de Israel hasta el último momento.

De hecho, cuando el 25 de febrero de 1947 Gran Bretaña, incapaz de imponer la paz en Palestina, decidió desentenderse y pasarle la patata caliente a la ONU, Truman no tenía una idea formada acerca de si prefería la creación de dos Estados, uno árabe y otro judío –lo que se conoció como "la partición"–, o la de uno solo que reconociera ciertos derechos a los judíos. El Departamento de Estado, sin embargo, apostaba por esta última solución.

La votación en la ONU para decidir si habría un Estado (solución favorable a los árabes) o dos (la que querían los judíos) estaba programada para el 29 de noviembre de 1947. La discusión en Washington tuvo en cuenta los intereses estadounidenses en la zona. Lo que se valoró fue qué era más conveniente para que Truman consiguiera renovar mandato el año siguiente. De hecho, la reelección se presentaba extraordinariamente difícil. Desde luego, apoyar la partición hubiera atraído el voto y la financiación judíos. Pero estar a favor del sionismo podía enajenar el voto de la derecha del partido demócrata, afincada en los estados del Sur y de sentimientos visceralmente antisemitas. Al final, Truman se decidió por la partición.

A finales de 1948, y gracias, entre otras cosas, al voto judío, Truman ganó contra todo pronóstico las presidenciales al candidato republicano, Thomas Dewey, a quienes todas las encuestas daban vencedor.

Los vaivenes de Stalin

Stalin presidía un régimen comunista que, como tal, no podía ser racista ni, por lo tanto, antisemita. Además, eminentes miembros del Partido Comunista de la Unión Soviética estaban casados con mujeres judías. Durante la guerra, Stalin había creado el Comité Judío Antifascista (CJAF), encargado de lograr el respaldo de los hebreos rusos y extranjeros a la causa soviética. Acabado el conflicto, el CJAF trató de sobrevivir adaptando sus funciones al tiempo de paz; llegó incluso a proponer la creación de la República Soviética Judía de Crimea –dentro de la URSS, claro–, lo cual no hizo sino exacerbar la notable mucha desconfianza del aparato soviético hacia los judíos.

Planteada en la ONU la cuestión de la creación de un Estado judío, el Politburó se mostró inequívocamente en contra de la partición. Sin embargo, Stalin ordenó a sus diplomáticos y a los regímenes satélites recién creados en el este de Europa que votaran a favor del Estado de Israel. Sin ese apoyo lo más probable es que la partición, que necesitaba un respaldo de dos tercios de los votos emitidos, no hubiera salido adelante. El discurso de Andrei Gromyko, embajador de la URSS en la ONU, fue un resumen de las reivindicaciones sionistas.

Se ha discutido y escrito mucho acerca de las razones de Stalin para respaldar la partición en 1947. Puede decirse que todas estaban fundadas en su visión de la geopolítica y, por lo tanto, que sus motivaciones tuvieron que ver con la política exterior.

Ante todo, apoyar a los judíos significaba ponerse enfrente de los británicos, que consideraban Palestina el lugar adecuado para vigilar sus intereses petrolíferos en el Golfo Pérsico y el Canal de Suez, vía esencial de comunicación con la India. En segundo lugar, al georgiano le pareció que el nacimiento de un Estado judío en Oriente Medio podría acrecentar las rivalidades británico-estadounidenses en la zona (de hecho, Washington y Londres terminaron chocando en Oriente Medio con ocasión de la crisis de Suez, en 1956). En tercer lugar, Stalin veía al futuro Estado de Israel como un aliado, pues estaría en manos de judíos de izquierdas procedentes, en su mayoría, de Europa del Este. Ese aliado podría proporcionar a la Armada rusa una base en el Mediterráneo, un objetivo estratégico más antiguo que los sóviets. En cuarto lugar, la emigración de judíos rusos le ofrecía la posibilidad de penetrar el nuevo Estado con agentes que se encargarían de garantizar su prosovietismo. En resumen, Israel podía suponer para la URSS una victoria en una región del mundo donde todavía no había terminado de fijarse la influencia de las superpotencias.

Stalin no se limitó a votar a favor de la partición, sino que ayudó a los judíos a combatir a los árabes en la guerra que la propia partición desencadenó. A través de Checoslovaquia, les hizo llegar gran cantidad de armamento. No es fácil saber si Israel hubiera sido capaz de lograr la victoria en 1949 sin esa ayuda.

Sin embargo, el nacimiento del Estado de Israel tuvo efectos indeseados para el dictador soviético. Ante todo, Stalin se vio desconcertado al ver que su enemigo, Estados Unidos, apoyaba la partición con casi tanto entusiasmo como él. Luego, cuando Golda Meier llegó a Moscú como primera embajadora de Israel en la URSS, los judíos rusos la aclamaron enfervorizados. Fue entonces cuando se dio cuenta de que su política había proporcionado a sus hebreos una nueva patria...

Encima, los israelíes parecían más agradecidos con los Estados Unidos que con la URSS. El paranoico Stalin dio en ver una conspiración de enormes proporciones entre las asociaciones judías norteamericanas, el Gobierno de Israel y los judíos rusos. Esta paranoia fue constantemente alimentada por los asustados miembros del Politburó, quienes, mitad por antisemitismo, mitad por temor a las consecuencias internas, empujaron a Stalin a acometer la persecución de sus propios judíos. El pogromo se llamó con el eufemismo campaña contra el cosmopolitismo. En enero de 1949 llegó a ser detenida la esposa del ministro de Asuntos Exteriores, Molotov. Cuando se discutió la corrección de tal medida, Molotov tuvo –para irritación de Stalin– el valor de abstenerse. Como consecuencia, fue cesado de su cargo.

La Innenpolitik se impone a la Aussenpolitik

¿Se equivocó Stalin al apoyar el nacimiento del Estado de Israel? No exactamente. Ocurrió que se limitó a considerar factores de política exterior y se olvidó de la política interna, tanto la de su país como la de su enemigo. Para empezar, no se dio cuenta de que Estados Unidos es una democracia en la que, a diferencia de la URSS, los judíos votan. Pero su olvido más importante tenía que ver con las cuestiones de su propio país.

Cuando Alemania invadió la URSS, el Ejército Rojo se vino abajo como un castillo de naipes. Stalin sólo consiguió fijar el frente y oponer resistencia cuando llamó a librar la que él mismo denominó Gran Guerra Patriótica. Ya no se trataba de defender el comunismo, el bolchevismo, los sóviets o la dictadura del proletariado. Se trataba de defender a la Gran Madre Rusia. Fue ese llamamiento lo que despertó en el pueblo ruso la voluntad de resistir a toda costa. Cuando terminó la guerra, la URSS ya no podía ser lo que fue porque quien había ganado la contienda era Rusia, no las repúblicas soviéticas. De hecho, se lanzó una campaña de rusificación que conllevó el reconocimiento de las virtudes de lo ruso y el envilecimiento de lo foráneo. Incluso se valoraron las cosas buenas que tuvo el régimen de los zares.

Habida cuenta de la gran cantidad de judíos que vivían en su seno, y la relevancia de muchos de ellos, el sionismo no podía ser –a diferencia de lo que creía Stalin– aliado de una URSS tan rusificada. Por muy comunistas que fueran los judíos rusos –y no todos lo eran–, antes que comunistas eran judíos. El sionismo les proporcionó una patria que la URSS, reconvertida nuevamente en la Gran Madre Rusia, les negó. Nacido Israel, los judíos ya no sólo eran rusos sospechosos de no querer serlo, sino que posibles agentes al servicio de una potencia extranjera. Esa misma potencia a la que Stalin, por consideraciones de política exterior exclusivamente, había ayudado a nacer.

***

Stalin pudo luchar con los Estados Unidos por las mentes y los corazones de los israelíes. Pero, por razones de política interior, renunció a hacerlo y el Estado judío, a pesar del carácter socialista de sus primeros años, se convirtió en la avanzadilla de Occidente en Oriente Medio. Cuando el dictador soviético murió, a Kruschev, su sucesor en el Kremlin, no le quedó otra que aliarse con los árabes –a los que tanto despreció su antecesor–, por el mero hecho de que eran enemigos de un aliado de los Estados Unidos. Pero ese alineamiento no tuvo por qué ser necesariamente así. Lo fue porque tanto Truman como Stalin se plegaron a intereses de la política interior de sus respectivos países. Las guerras que se libraron después en esa zona encontraron a los norteamericanos en un bando y a los soviéticos en otro. Fue así por las razones expuestas, pero no porque estuviera de alguna manera predeterminado que así fuera.

España: La liberticida Ley Antitabaco

TRIBUNA

España: La liberticida Ley Antitabaco

Juan Ramón Rallo

constituye una agresión en toda regla al derecho de propiedad de los dueños de locales abiertos al público

Aclaremos conceptos. La nueva Ley Antitabaco que entró en vigor a comienzos de 2011 en España y que prohíbe fumar en todo espacio abierto al público —sea éste de titularidad estatal o privada— no es una agresión a los derechos de los fumadores. Los fumadores no tienen el más mínimo derecho por la sencilla razón de que no son sujetos de derecho con entidad propia: son personas y como tales sí poseen derechos, pero entre ellos no se incluye, por motivos que no deberían merecer mayor comentario, el de fumar allí donde les plazca.

La ley, en cambio, sí constituye una agresión en toda regla al derecho de propiedad de los dueños de locales abiertos al público. En concreto y para no andarnos con medias tintas, estamos ante una nacionalización de su potestad para decidir si en su propiedad puede fumarse o no. En este sentido, la normativa es radicalmente liberticida, del mismo modo en que lo es toda nacionalización. Luego podrán salir liberales que harán de su capa un sayo y que, con algún rocambolesco argumento, la vean con buenos ojos al tiempo que, por ejemplo, defienden que el Estado no debe meter sus narices en las relaciones laborales o que no debe exprimirnos a impuestos; mas ello ni vuelve liberal a la normativa ni antiliberales en todo lo demás a esos liberales.

Pero lo peor de esta ley, siendo gravísimo este ataque a la propiedad privada, no es tanto que el Estado nos arrebate nuestros derechos —una vez más— cuanto la sumisa, complaciente y jolgoriosa actitud que han adoptado muchos españoles. Lo peor, pues, no es que los políticos nos quieran robar, atracar y subyugar —que es lo suyo—, sino que seamos nosotros quienes por conveniencia o Síndrome de Estocolmo justifiquemos a nuestros verdugos.

En primer lugar, los hay que nunca van a un bar y que piensan que esto no va con ellos: “Que hagan lo que quieran, a mí no me afecta”. Pensamiento ingenuo que cree poder desentenderse de la voracidad del intervencionismo de un Estado dentro de cuyas fronteras esa persona está residiendo. La estructura jurídica —y de la económica derivada— de una sociedad nos afecta a todos, y la expropiación de una parte de los derechos de propiedad nos concierne a todos de análogo modo a cómo nos afectaría a todos la nacionalización de cualquier industria —aun cuando no guardáramos relación con ella— o la abolición de la libertad de prensa —aun cuando no leyéramos periódicos—. Por desgracia, no hay bunkers contra el Estado, pues ya se ha encargado de nacionalizarlos todos.

En segundo lugar, nos encontramos con los propietarios de locales que, en lo que podría considerarse un comportamiento esquizofrénico, están encantados con la ley. Claro que, en realidad, no existe tal esquizofrenia, sino que estamos más bien ante el típico caso de productor ineficiente que busca eliminar a la competencia. No hay duda de que a muchos propietarios de locales abiertos al público les molestaba que se fumara dentro de su establecimiento. Como propietarios poseían, hasta hace un mes, la potestad de permitir fumar o de prohibirlo, pero si optaban por esta segunda opción, que era más compatible con sus preferencias personales, perdían demasiada clientela a favor de una competencia que sí permitía fumar, lo que erosionaba gravemente su cuenta de resultados. Un caso paradigmático de soberanía del consumidor en el mercado: aunque el propietario era soberano para gestionar sus dominios, no lo era para decidir cómo ganar dinero, facultad esta última que le correspondía únicamente al consumidor.

Con la prohibición global a fumar, pues, muchos propietarios de locales han conseguido hacer prevalecer sus preferencias sobre las de sus clientes merced a eliminar la competencia. El caso no se diferencia demasiado del de un productor con costes altísimos que presiona al gobierno para que decrete precios mínimos, esto es, para que prohíba que su competencia venda a precios más bajos que los suyos. Empresarios codiciosos y prepotentes de este estilo los habrá siempre en un mercado libre, la cuestión es si un gobierno debiera canalizar sus deseos despóticos en forma de ley. No se trata de que ellos renuncien voluntariamente a sus derechos de propiedad, sino que aplauden que el Estado les expropie a sus competidores los suyos propios.

Luego nos topamos con los fumadores que consideran la ley como un incentivo para su desintoxicación: “Carezco de fuerza de voluntad para dejar de fumar, así que necesito que el gobierno me ponga trabas”. El punto flaco de esta justificación es que, como señalábamos al principio, la ley no limita los derechos de los “no fumadores que quieran ver restringidos sus derechos para dejar de fumar”, sino los de los propietarios de locales en general. El discurso es tan ridículo como el de solicitar que se prohíba la venta de alcohol para curar la alcoholemia, el sexo para combatir la ninfomanía o las enfermedades de transmisión sexual, los casinos para evitar la ludopatía o los centros comerciales para favorecer el ahorro. Sólo el mayor de los desprecios hacia los derechos individuales puede llevar a defender la violación generalizada de los mismos como un sustitutivo a la falta de fuerza de voluntad para corregir malos hábitos.

Y por último hay que hacer ineludible mención a los no fumadores, los presuntos beneficiarios de la norma cuyos “derechos” se pretende defender. Lo esencial, claro, es que si, como decíamos al principio, los fumadores no tienen derechos per se, los no fumadores tampoco los tienen; de ahí que sea del todo falso que la norma restablezca unos derechos que no existen. Al contrario, en todo caso la ley constituye un salvoconducto, una positivización, un refrendo estatal a la violación de los derechos de propiedad por parte de los no fumadores. No había conflicto jurídico alguno que el gobierno, como legislador, tuviera que solventar en tanto en cuanto no se producía ninguna colisión de derechos: aquí tan sólo se han aplastado los derechos de los dueños de locales, de un modo similar al que se violarían los derechos de propiedad de mi casa si me impidieran fumar en ella en presencia de mis invitados o si me forzaran a corregir la decoración de mi residencia para no irritar o dañar la sensibilidad estética de mis huéspedes.

El derecho de los no fumadores a no inspirar el humo en locales abiertos al público estaba perfectamente protegido desde el momento en que no se les obligaba por la fuerza a entrar en ninguno de ellos. Al decidir libremente quedarse fuera de una propiedad privada ajena, todos salían ganando: el propietario retenía el uso y disfrute pleno de su dominio; los clientes que disfrutaran o a quienes no les molestara lo suficiente el humo podían entrar y gozar de su estancia en las condiciones delimitadas por el propietario, y los clientes que valoraran más no tragarse el humo a entrar en el local, podían quedarse fuera (y buscar otro local donde no estuviera permitido fumar… si es que existía una demanda lo suficientemente intensa por ese servicio y los no fumadores valoraban lo suficiente encontrarlo como para ponerse a buscarlo).

Los habrá que considerarán que no poder entrar en cualquier propiedad privada abierta el público sin imponerle a su dueño sus condiciones supone una violación de sus derechos como clientes. Pero, ¿qué derechos? Dejémonos de cabriolas y piruetas éticas para intentar justificar un atropello: no existe ningún derecho ni a entrar en locales abiertos al público, ni a disfrutar de vida social en bares y restaurantes, ni a someter al propietario a los caprichos personales. Si así fuera, cuando el dueño de un bar decidiera cerrarlo, tomarse unas vacaciones o incluso servirnos un menú dietéticamente desaconsejable para nuestra salud estaría violando nuestros derechos. ¿O acaso no supondría una agresión a nuestro derecho a entrar en su local, a tener vida social y a imponerle nuestros caprichos? Nuestros derechos supondrían su esclavitud: demasiada inconsistencia en un razonamiento cuyo corolario, además, sólo puede ser que el Estado debe garantizarnos el derecho al “ocio” asegurando una correcta provisión del mismo en todas las villas, aldeas, pedanías, pueblos, barrios y ciudades de España. Un derecho de tercera o cuarta generación tan disparatado como el derecho al paisaje, a la cultura o a una vivienda digna.

Es más sencillo y decoroso llamar a las cosas por su nombre: aquí hemos asistido a una nacionalización parcial de los derechos de propiedad. Sin más. Luego podremos revestir esa indiscutible agresión con el ropaje de la “defensa de los derechos de los fumadores” y demás barrabasadas, del mismo modo en que otros hablan de justicia social, solidaridad intergeneracional o derechos históricos para justificar otras abiertas agresiones a la libertad individual y a la propiedad privada. Pero al menos, puestos a mentir, tengamos presente que (nos) estamos mintiendo. Lo peor sería olvidar que aquí se está reprimiendo la libertad y que, por tanto, el mal ejemplo puede extenderse a otros campos de nuestras relaciones sociales sin merma alguna de los derechos individuales.

Ah y por cierto, no fumo, ni soy propietario de un local abierto al público ni tengo particular interés en que se fume en mi presencia. Por si alguien, a la muy marxista manera, pensaba que sólo estaba racionalizando mis explotadores intereses de clase capitalista y fumadora

Pese a Ecuador, Honduras regresa a la OEA

Pese a Ecuador, Honduras regresa a la OEA

Los países miembro de la Organización de los Estados Americanos (OEA) han aprobado este miércoles durante una sesión extraordinaria readmitir a Honduras, expulsada del grupo en julio de 2009 por el golpe de Estado que derrocó al entonces presidente, Manuel Zelaya.

Honduras obtuvo el reingreso gracias a 32 votos a favor y pese a la postura contraria de Ecuador, que ya había manifestado sus reticencias antes de la votación, celebrada en la sede de la OEA en Washington.

El Gobierno ecuatoriano ha alegado que Honduras sólo cumple parte de los requisitos que la organización le había impuesto y entre los que figuraba la suspensión de todos los juicios contra Zelaya y su regreso a Tegucigalpa. En concreto, Ecuador ha denunciado que el Gobierno de Porfirio Lobo no ha promovido una investigación de los militares que estuvieron detrás del golpe de Estado y de los supuestos delitos cometidos por la administración ´de facto´ creada tras el golpe.

Zelaya regresó el pasado sábado a Honduras de forma definitiva. Tras su expulsión inicial a Costa Rica, el 28 de junio de 2009, el ex mandatario volvió tres meses después de manera clandestina y se alojó en la Embajada de Brasil en Tegucigalpa, donde permaneció hasta el 27 de enero de 2010, cuando el presidente, Porfirio Lobo, le dio un salvoconducto para viajar a República Dominicana, donde residió como ´huésped de distinguido´.

DOS AÑOS DE CRISIS

En los últimos dos años, Honduras ha vivido una de sus peores crisis políticas desde el retorno de la democracia. Sin embargo, el panorama político en esa nación centroamericana ha cambiado en las últimas semanas gracias al proceso de reconciliación emprendido por el Gobierno de Lobo, en el que participaron como mediadores los presidentes de Venezuela, Hugo Chávez, y de Colombia, Juan Manuel Santos.

Las negociaciones llegaron a su fin hace apenas unos días con la firma del llamado "Acuerdo para la Reconciliación Nacional y la Consolidación del Sistema Democrático en la República de Honduras" por parte de Zelaya y Lobo, quienes se vieron cara a cara en una reunión realizada en la ciudad colombiana de Cartagena de Indias.

Añorando Radio Caracas Televisión

Añorando Radio Caracas Televisión

Hace cuatro años que Hugo Chávez ordenó el cierre de RCTV, pero como millones de venezolanos, no he olvidado mi antigua casa


Por Angélica Mora

Acaban de cumplirse cuatro años de la salida del aire de RCTV.

Trabajé casi diez años como reportera y luego presentadora de noticias en Radio Caracas Televisión antes que venir a Estados Unidos.
Tambien trabajé como periodista para El Nacional de Caracas.

Fueron los mejores años de mi vida como profesional y en mi vida personal. En Venezuela nació mi segundo hijo, y allí en esa Tierra que nunca fue para mi extranjera, terminé de formarme como comunicadora.
En RCTV el único requisito que me pedían para desarrollar mi labor era llegar a tiempo, de vuelta a la planta ubicada de Bárcenas a Río con las noticias y las consiguientes tomas.

El director que me contrató fue Rafael Poleo.
Jamás me pasó por la imaginación en aquellos días, que lo iba a ver en el exilio. Y que esa Casa donde trabajé con tanto apoyo y tan libremente, iba a ser cerrada por un Presidente elegido democráticamente.

Este 29 de mayo 2011, hace cuatro años que Hugo Chávez ordenó el cierre de RCTV, pero como millones de venezolanos, no he olvidado mi antigua casa.

Por eso, he querido explicar ahora a muchos que me lo preguntan, el por qué de mi lucha por Venezuela: Lo hago por mis lazos afectivos pero especialmente por mi deuda, con esa bella nación, que me recibió con los brazos abiertos.

A continuación les brindo un capítulo de mi libro de Memorias -aún inéditas- donde relato ese encuentro con RCTV

RADIO CARACAS TELEVISION Y EL COMIENZO DE UNA GRAN AMISTAD
Al día siguiente de mi conversación, me dirigí muy temprano a Radio Caracas Televisión, ubicada de Bárcenas a Río en Quinta Crespo, en un edificio de un piso, pero con un enorme sótano donde funcionaba toda la planta.
Me recibió el Jefe de Prensa, Rafael Delgado, quien me pasó a la oficina del director, Rafael Poleo.

Este levantó la vista de la máquina Underwood donde estaba escribiendo y me hizo una sola pregunta:
-¿Cuándo puedes comenzar?
Recuerdo que -debido a los nervios- le contesté con un chilenismo: -"al tiro", que significa, "ahora mismo".
-Toma el equipo -me dijo- y sale a la calle, donde está una unidad esperando... aquí está la pauta del día.
Y se volvió a seguir aporreando la máquina de escribir.
Yo me encontré de pronto en la calle, llevando una cámara pesadísima que se la entregué a un camarógrafo gordo, que se presentó como Manuel Flores.
Junto a él había un tipo flaquísimo que era "el luminito", o sea la persona que sostenía las luces mientras se grababa. Nunca supe el nombre verdadero porque todos le llamaban "Pelo Pintado".
Los miré y por poco me echo a llorar.
Estaba en un lío.
-Nunca he hecho televisión, salvo en Chile, les confesé.
-No importa, te enseñaremos me dijo el gordo y el otro asentió.
Fue como el final en la película de Casablanca: el comienzo de una gran amistad.

Lenin de cabeza

Lenin de cabeza

La izquierda europea da vergüenza, pero la derecha democrática, insisto, no ha asumido aún con plena claridad el significado de la quiebra de los Estados de Bienestar, que considero irreversible
La decadencia materialista de la juventud europea presagia tormentas

Por Aníbal Romero

La decadencia materialista de la juventud europea presagia tormentas
Durante mis años mozos, e inspirado por el poeta Rimbaud, quise “cambiar la vida”. Tan quimérico pero romántico propósito es propio de la inmadurez. Sin embargo, ser joven exige una dosis de romanticismo, a riesgo de una vida sin ilusiones. Por ello llaman tanto la atención los denominados “indignados” que acampan en diversas Plazas españolas, pasándola de lo mejor haciendo nada.

He visto a algunos de sus voceros articular a medias sus aspiraciones en los noticieros nocturnos. Uno de ellos dijo, sin la menor vergüenza, que lo que desean es “tener las mismas jubilaciones y pensiones de las que disfrutaron sus abuelos”. Otros hablan del “derecho” a tener buenos trabajos, estables y bien pagados, una linda casita, vacaciones en bellas playas, y lo que nunca falta: una pensión.

No deja de asombrarme la obsesión de los jóvenes europeos de hoy con su jubilación. Si alguien me hubiese preguntado al respecto cuando tenía diecinueve o veinte años posiblemente ni le habría entendido. ¿Se trataba de un signo de irresponsabilidad hacia el futuro, o es que, sencillamente, la pensión de vejez no es tema prioritario cuando lo que está en juego es cambiar la vida? La Plaza del Sol madrileña y sus indignados son un símbolo de la crisis del “modelo social” europeo, un síntoma de la patología que corroe el alma de Europa y amenaza con enfermar a Estados Unidos. Me refiero al incontenible agrietamiento de Estados de Bienestar levantados sobre derechos sin deberes, distribución sin producción, multiculturalismo sin valores y relativismo sin brújula.

Por un lado, es preferible que los “indignados” se dediquen a cantar y hacer el amor que a incendiar las hermosas plazas y calles de Madrid y otras ciudades. Por otro lado, no obstante, la decadencia materialista de la juventud europea presagia tormentas. Sin un horizonte distinto Europa caerá inexorablemente por el desfiladero de los extremismos.

Lenin estaría asombrado al contemplar lo que hoy ocurre en Europa: en medio de la crisis económica las masas votan por la derecha y castigan a la izquierda. En cuanto a Trotsky, quedaría estupefacto al comprobar que la “revolución permanente” consiste en comer tapas de chorizo en una plaza. Los jóvenes enarbolan al Ché Guevara junto a Lady Gaga. Pero el mal va por dentro. Por ahora, el Partido Popular se beneficia del repudio al deleznable Rodríguez Zapatero y sus despistados socialistas, pero la derecha democrática europea tampoco enfrenta con la necesaria crudeza las graves fisuras del “modelo social”. De no hacerlo a tiempo y con valentía, con base en un amplio programa de reformas centrado en la libertad de las personas y el desmantelamiento de las asfixiantes redes estatistas imperantes por décadas, los extremismos se extenderán como una plaga a través del viejo continente.

La izquierda europea da vergüenza, pero la derecha democrática, insisto, no ha asumido aún con plena claridad el significado de la quiebra de los Estados de Bienestar, que considero irreversible. En cuanto a EEUU, si la sumisa reverencia de la prensa occidental hacia la figura mesiánica de Obama no fuese tan abrumadora, caeríamos en cuenta que detrás de los altisonantes discursos hay cuarenta y tres millones de norteamericanos recibiendo “food stamps” (subsidios para alimentarse), la deuda pública ahoga al gobierno federal y a entidades como California, y la economía se hunde en un marasmo, con 10 por ciento de desempleo. Pero ni los partidos políticos ni sus dirigentes quieren darse por enterados. El panorama es alarmante pero todos lo esquivan.

Lo que Obama hizo a Israel

Lo que Obama hizo a Israel

Cada negociación árabe-israelí alberga una asimetría fundamental: Israel cede territorio, que es un bien tangible; los árabes hacen promesas, que son intangibles efímeros. La veterana solución estadounidense ha consistido sin embargo en empujar a Israel a correr riesgos por la paz al tiempo que América equilibra las cosas dando garantías de apoyo estadounidense a la seguridad y las necesidades diplomáticas de Israel.


Por Charles Krauthammer

Cada negociación árabe-israelí alberga una asimetría fundamental: Israel cede territorio, que es un bien tangible; los árabes hacen promesas, que son intangibles efímeros. La veterana solución estadounidense ha consistido sin embargo en empujar a Israel a correr riesgos por la paz al tiempo que América equilibra las cosas dando garantías de apoyo estadounidense a la seguridad y las necesidades diplomáticas de Israel.

Es sobre la base de tan solemnes garantías que Israel llevó a cabo, por ejemplo, el repliegue de Gaza. Para paliar este riesgo, el Presidente George W. Bush hizo la promesa por escrito de que América apoyaba que Israel absorbiera los principales bloques de asentamientos dentro de cualquier acuerdo de paz, que se oponía a la demarcación de 1967, y que permanecería firme frente al denominado derecho de retorno palestino a Israel.

Durante dos años y medio, la administración Obama se ha negado a reconocer y refrendar estas garantías. Entonces, en su intervención en el Departamento de Estado la semana pasada, el Presidente Obama se deshacía de ellas definitivamente. Afirmó públicamente que el conflicto árabe-israelí debe resolverse realmente según "la demarcación de 1967 con intercambios mutuamente acordados".

Nada nuevo en esto, decía Obama tres días más tarde. "Por definición, significa que las propias partes -- israelíes y palestinos -- negociarán una frontera diferente" a la de 1967.

No significa nada parecido. "Mutuamente" significa que ambas partes deben estar de acuerdo. ¿Y si una de las partes no está de acuerdo? Entonces, por definición, volvemos a la demarcación de 1967.

Tampoco se trata de un postulado teórico simplemente. En tres ocasiones se les ha ofrecido exactamente esa fórmula a los palestinos, 1967 con intercambios - en Camp David en el año 2000, en Taba en el año 2001, y en las negociaciones Olmert-Abbás de 2008. En cada ocasión, los palestinos respondieron negativamente y abandonaron las negociaciones.

Y ésa sigue siendo su postura hoy: la demarcación de 1967. Punto. En la práctica, los palestinos acudirán en septiembre a las Naciones Unidas a obligar al mundo a ratificar eso exactamente -- un estado palestino en las fronteras del 67. Cero intercambios.

Observe la forma en que Obama ha minado la postura de negociación de Israel. Está exigiendo que Israel entre en negociaciones de paz habiendo renunciado ya a sus aspiraciones al territorio con el que se hizo en la guerra del 67 -- su única moneda de cambio. Recuerde: la demarcación del 67 discurre justo a lo largo de Jerusalén. El punto de partida de las negociaciones sería por tanto que el Muro de las Lamentaciones y hasta el barrio judío de Jerusalén son palestinos -- territorio extranjero por el que Israel debe ahora negociar.

La idea misma de que el lugar más sagrado del judaísmo es extranjero o de que el barrio judío de Jerusalén es ilegítima o histórica o demográficamente árabe es un absurdo. Y la idea de que, para conservarlos, Israel tiene que renunciar a regiones del propio país es una aberración.

Obama también cambió las reglas del juego del llamado derecho de retorno. Inundar Israel con millones de árabes destruirá al único estado judío del mundo al tiempo que crea el estado árabe número 23 y el segundo estado palestino -- que no es precisamente lo que queremos decir cuando hablamos de "la solución de los dos estados". Ésa es la razón de que la política de los Estados Unidos haya sido tan numantinamente contraria a este "derecho".

Pero en su intervención del Departamento de Estado, Obama se negaba a repetir simplemente esta postura -- y se volvía a negar en un discurso de corrección supuestamente tres días más tarde. En su lugar, decía a Israel que tiene que negociar el derecho de retorno con los palestinos después de haberles cedido hasta el último centímetro de territorio. ¿Negociar con qué, dígame?

No importa. "El estatus quo es insostenible", anunciaba Obama, "e Israel también tiene que actuar audazmente para impulsar una paz duradera".

¿Israel también? ¿Qué pasos audaces por la paz han dado los palestinos exactamente? Israel ha hecho tres ofertas radicalmente conciliatorias de establecer un estado palestino, replegarse de Gaza, y lleva más de dos años tratando de renovar las negociaciones. En ese tiempo, los palestinos de Gaza han estado disparando misiles contra los pueblos y los municipios israelíes. Y en Cisjordania, el Presidente palestino Mahmoud Abbás rechaza la oferta de Olmert, abandona las negociaciones con Binyamin Netanyahu, y ahora desafía a los Estados Unidos al aspirar no a conversaciones de paz sino al estado instantáneo -- sin paz, sin reconocer a Israel -- en las Naciones Unidas. Y para hacer imposible de confundir este rechazo tajante a cualquier proceso de paz, Abbás accede a unirse al abiertamente al genocida Hamás en un gobierno de unidad, que hasta Obama reconoce hace imposible las negociaciones.

¿La respuesta de Obama a esta implacable intransigencia de los palestinos? Recompensarla -- abandonando las garantías Bush, legitimando la demarcación del 67 y negándose a reafirmar el rechazo de América al derecho de retorno.

El único interrogante que queda es si esta política nociva y en última instancia contraproducente nace de la antipatía genuina hacia Israel o de la arrogancia de un torpe aficionado que se niega a ver que está socavando no sólo la paz sino la posibilidad misma de negociación.

Los tipos de interés negativos

Los tipos de interés negativos destruyen el capital

por Juan Ramón Rallo

Juan Ramón Rallo Julián es Director del Observatorio de Coyuntura Económica del Instituto Juan de Mariana (España).

Los tipos de interés nominales negativos son una anomalía dentro de un sistema productivo sano. No indican ni que el ahorro es mucho más abundante que las inversiones ni que, súbitamente, los agentes hayan pasado a valorar mucho más los bienes futuros que los bienes presentes: en ambos casos, los ahorradores tendrían la opción de trasladar su renta presente al futuro atesorando dinero, lo que provocaría una reducción de los precios actuales (incluyendo los de los factores productivos) en relación con los precios futuros y, por tanto, un restablecimiento de los tipos de interés positivos (pasaríamos de un backwardation a un contango en el mercado de capitales), lo que canalizarían el atesoramiento previo hacia inversiones que generaran intertemporalmente valor. Es decir, los capitalistas adelantarían a los factores productivos una menor cantidad de bienes presentes a cambio de su contribución a fabricar bienes futuros.

Obviamente, dado que, tras el ajuste de precios forzado por el atesoramiento, ni tiene por qué haber caído el ahorro ni tiene por qué haber mutado la preferencia temporal, el tipo de interés negativo no podía traer causa en alguno de estos fenómenos: los ahorradores siguen dispuestos a esperar el mismo tiempo que antes a volver a consumir (ahorro) y siguen sin aceptar degradar su liquidez en proyectos de inversión a largo plazo cuyo excedente de explotación sea igual o inferior a cero (prefieren la liquidez del atesoramiento que la merma de su capital). Y, por los mismos motivos, el tipo de interés negativo no era una condición esencial para lograr el crecimiento y la plena ocupación de los recursos: más bien al contrario, era una maldición que iba erosionando el capital inmovilizado en proyectos que despilfarraban los recursos (pues el valor de su producción futura era inferior al coste de oportunidad presente de esos recursos).

Siendo así, ¿cuál es la causa de los tipos de interés negativos? El deseo, por parte de los ahorradores, de conservar una parte de su capital en un mundo donde todas las alternativas de inversión acarrean pérdidas. Dicho de otro modo, los tipos de interés negativos son un engendro que jamás podría darse allí donde la tenencia de dinero en efectivo no esté penalizada o prohibida, pues los ahorradores siempre disponen de la opción de atesorar dinero si quieren trasladar su capital al futuro.

Pero, aun en un mundo donde suprimiéramos el dinero en efectivo, ¿a qué podría deberse que no existieran oportunidades de inversión con rendimientos positivos? Pues a que los recursos estuvieran mal invertidos, de modo que los ahorradores hubiesen adelantado a los factores productivos bienes presentes más valiosos que aquellos que finalmente han terminado fabricando. La solución a este entuerto puede ser tanto la de reducir los precios abonados a los factores productivos cuanto darles a esos factores otros usos más valiosos (o una combinación de ambas). Sólo en un mundo donde no fuera posible el atesoramiento y donde no se pudieran llevar a cabo ajustes en los planes empresariales —donde la estructura de bienes de capital estuviera dada— tendría sentido que los capitalistas aceptaran tipos de interés negativos: en ese contexto, para trasladar renta presente al futuro sólo tendrían la opción de hacerlo con pérdidas.

Con todo, fijémonos que, en realidad, lo esencial para explicar la existencia de tipos nominales negativos es la imposibilidad de atesorar el dinero: y es que, precisamente, el atesoramiento —la negativa de consumidores y ahorradores a salirse de los circuitos del sistema productivo, no comprando los bienes de consumo y de capital que se están fabricando— es lo que fuerza a los empresarios a desatar los cambios dentro de sus planes de negocio —a reajustar precios y ocupaciones— y, gracias a ellos, a volver generar un excedente de explotación positivo, momento en el que consumidores y ahorradores comenzarán a desatesorar el dinero.

Keynes escribió su Teoría General bajo la hipótesis de que el equipo de capital se mantenía constante; sus políticas iban orientadas a lograr el pleno empleo de los recursos bajo estas condiciones. Por eso se sumó a la propuesta inflacionista de Silvio Gesell del dinero sellado: si se penalizaba el atesoramiento de dinero, los tipos de interés podrían llegar a ser negativos, de modo que incluso las empresas con pérdidas podrían convertirse en inversiones atractivas para minimizar las pérdidas de capital.

A Keynes no le interesaba demasiado cómo generar empleo más allá de este corto plazo donde el equipo de capital estaba dado; de ahí su famosa expresión de que “a largo plazo, todos muertos”. Pero, aun así, conviene remarcar que todas las políticas keynesianas de reinflar la generación de empleo a corto obstaculizan el reajuste de la estructura productiva (y por tanto la generación de riqueza, esto es, de bienes de consumo futuros más valiosos que los usos alternativos de los factores productivos actuales) en el medio plazo; por eso su discusión con Hayek nunca fue fructífera: éste pensaba en cómo generar riqueza a lo largo del tiempo y aquél en cómo maximizar el empleo aun destruyendo riqueza a lo largo del tiempo.

Lo mismo sucede con los tipos de interés nominales negativos: penalizar el atesoramiento para convalidar rendimientos negativos sólo consigue perpetuar estructuras productivas inadecuadas que destruyen valor a lo largo del tiempo. Justo lo contrario de lo que debería hacer un sistema económico sano. Puede que ello contribuya a estabilizar el gasto durante un tiempo, pero sólo a costa de desacumular capital, esto es, sólo a costa de nuestra producción futura de bienes y servicios.

De ahí, por cierto, que resulte esencial contar con un patrón monetario sólido y no susceptible de ser manipulado por el poder político: el atesoramiento es el garante de la soberanía del consumidor y del ahorrador, no ya en tiempos de bonanza, sino también en medio de una crisis donde los productores se resisten al cambio y pretenden que consumidores y ahorradores asuman las pérdidas derivadas de sus errores de cálculo previos.

Ecuador: Cómo gastarse una bonanza

Ecuador: Cómo gastarse una bonanza

por Gabriela Calderón de Burgos

Gabriela Calderón es editora de ElCato.org, investigadora del Cato Institute y columnista de El Universo (Ecuador).

Guayaquil, Ecuador— Imagínese la historia de dos maiceros: Esteban y Juan. Esteban se contentó con el precio inusualmente alto del maíz y se gastó toda la bonanza en una casa nueva, un carro nuevo, viajes y demás consumos personales. Juan, en cambio, aprovechó la bonanza para invertir en tecnologías e infraestructura que aumenten el rendimiento por hectárea en su cultivo.

Durante la bonanza muchos pensaron que a Esteban le iba mucho mejor que a Juan. Pero de repente cayó el precio del maíz. Esteban gastó tanto que hasta se endeudó, además como no había invertido en mejorar su productividad vendía casi el mismo volumen de maíz pero a una fracción del precio de “las buenas épocas”. Juan, en cambio, estaba casi libre de deudas y con el rendimiento más alto por hectárea en la historia de su hacienda, de manera que el precio reducido se compensaba en gran medida con su mayor productividad.

Todo esto no es para sugerir que yo o algún planificador iluminado deba decirle a la gente cómo gastar su dinero —algo así nunca se recomienda en esta columna— sino para ilustrar dos estilos de gobierno: uno que implementó políticas que fomentaron el aumento en la productividad y otro que fomentó solamente el consumo.

¿Nuestro gobierno es Juan o Esteban? Depende de su definición de inversión. Según la propaganda oficial este gobierno sería claramente un Juan. “Nunca se ha invertido tanto como durante este gobierno”. El problema es que esa es la visión estatista de la economía: solo se considera lo que el gobierno invierte y nunca se les ocurre que tal vez esa no era la inversión que se requería o que el aumento en la inversión estatal no compensa la inversión privada (nacional y extranjera), ni en cantidad ni en calidad, que ha desplazado.

Marcos López, ex director del Banco Central del Ecuador, indica que mientras que los cuatro gobiernos entre 1998-2006 recibieron $40.870 millones de ingresos por petróleo e impuestos, este gobierno recibió entre 2007 y 2010 $46.515 millones. Es decir, en 4 años superó en $5.645 millones lo que los otros gobiernos recibieron durante 9 años.1 Durante el primer periodo, se redujo la deuda externa considerablemente y se llegó a acumular un ahorro con una parte del ingreso por la venta del petróleo.

Este gobierno se gastó ese ahorro, además de los cuantiosos fondos obtenidos por la bonanza petrolera, y ahora está endeudándose. Entre 2009 y 2010 la deuda aumentó de $10.230 millones (19,7% del PIB) a $13.340 millones (23,4% del PIB). Este año se espera que llegue a $16.500 millones, lo que demuestra un crecimiento rápido del endeudamiento incluso en épocas de vacas gordas.2

Además, el gasto en salarios públicos aumento en un 96% entre 2007 y 2010 y la inversión extranjera continua prefiriendo a nuestros vecinos (se desplomó entre 2009 y 2010).3 Finalmente, mientras que la población en edad de trabajar creció en 253.000 personas entre 2010 y 2011, la Población Económicamente Activa (PEA) se encoge en 145.000.4

Cuando caiga el precio del petróleo, se volverá muy evidente si nuestro gobierno había sido prudente como Juan o irresponsable como Esteban. Por lo pronto, podría empezar a considerar cómo reducir un gasto que es insostenible incluso con un precio alto de petróleo.

México: 28 muertos en tiroteo

México: 28 muertos en tiroteo entre presuntos carteles rivales

El tiroteo cobró la vida de 28 personas y dejó cuatro heridos.

El tiroteo cobró la vida de 28 personas y dejó cuatro heridos.
Foto: AP

Nayarit, en el oeste del país, informó del enfrentamiento en la ciudad de Ruiz, que dejó también 4 heridos.

Las autoridades mexicanas informaron que un enfrentamiento entre presuntos carteles rivales dejó 28 muertos en el estado de Nayarit, en el oeste del país y dejó otros cuatro heridos.

La Fiscalía estatal indicó que la policía respondió inicialmente a una denuncia ciudadana del secuestro de un hombre por parte de un grupo armado en las Peñas.

Cuando llegaron al lugar del suceso, los secuestradores habían huido hasta la ciudad de Ruiz, donde se produjo el tiroteo en el cruce de una carretera.

Allí encontraron a los muertos y a los heridos junto a 10 vehículos abandonados y armas de grueso calibre.

México: Detienen a 36 integrantes de ‘La Familia’

México: Detienen a 36 integrantes de ‘La Familia’

Autoridades mexicanas capturaron a 36 miembros de 'La Familia'.

Autoridades mexicanas capturaron a 36 miembros de 'La Familia'.
Foto: AP

Elementos de la Policía Federal detuvieron, en los límites de Michoacán y Jalisco, a 36 integrantes de la organización criminal conocida como “La Familia”, luego de un enfrentamiento en el que fallecieron 11 presuntos delincuentes y dos uniformados resultaron heridos.

En conferencia de prensa, el comisionado general de la Policía Federal, Facundo Rosas Rosas, informó que esta acción es resultado de las investigaciones tras las agresiones contra una aeronave de la corporación ocurrida el martes pasado, cuando realizaban actividades en comunidades cercanas a Apatzingán.

Durante la presentación de los detenidos en el Centro de Mando de la Policía Federal, señaló que reportes de inteligencia permitieron conocer que la víspera se llevaría a cabo una reunión de comandos armados en los límites de Michoacán y Jalisco, en el poblado de Las Lomas, municipio de Jilotlán de Los Dolores, Jalisco.

Al llegar al lugar los policías fueron agredidos, lo que originó un enfrentamiento y posterior detención de 36 integrantes de “La Familia”, entre los que destacan Gaudiyur Ambriz Altamirano, César Barragán Valencia y Gerardo Fernández Covarrubias, estos dos últimos jefes de grupo.

Durante la captura se aseguraron 70 armas largas, un fusil Barret, 14 armas cortas, tres granadas, 578 cargadores de diversos calibres, 21 mil 121 cartuchos, equipo de comunicación y diversos objetos.

Facundo Rosas precisó que la detención de estos sujetos es un duro golpe a esta organización delictiva, lo cual ha permitido que más de mil personas regresen a sus comunidades de origen, luego de haber sido desplazadas por enfrentamientos entre bandas rivales en Michoacán.

Precisó que en la actualidad esta banda delictiva se encuentra dividida en dos grupos, una liderada por Jesús Méndez Vargas, alias “El Chango Méndez” y la otra denominada “Los Caballeros Templarios” comandada por Servando Gómez Martínez alias “La Tuta” y Enrique Plancarte.

El comisionado comentó que en los últimos cuatros años han sido detenidos más de 600 integrantes de “La Familia” y con este golpe no se descarta la posibilidad de que busque el apoyo de otras organizaciones para enfrentar a “Los Caballeros Templarios”.

En conferencia de prensa, el comisionado general de la Policía Federal, Facundo Rosas Rosas, informó que esta acción es resultado de las investigaciones tras las agresiones contra una aeronave de la corporación ocurrida el martes pasado, cuando realizaban actividades en comunidades cercanas a Apatzingán.

Durante la presentación de los detenidos en el Centro de Mando de la Policía Federal, señaló que reportes de inteligencia permitieron conocer que la víspera se llevaría a cabo una reunión de comandos armados en los límites de Michoacán y Jalisco, en el poblado de Las Lomas, municipio de Jilotlán de Los Dolores, Jalisco.

Al llegar al lugar los policías fueron agredidos, lo que originó un enfrentamiento y posterior detención de 36 integrantes de “La Familia”, entre los que destacan Gaudiyur Ambriz Altamirano, César Barragán Valencia y Gerardo Fernández Covarrubias, estos dos últimos jefes de grupo.

Durante la captura se aseguraron 70 armas largas, un fusil Barret, 14 armas cortas, tres granadas, 578 cargadores de diversos calibres, 21 mil 121 cartuchos, equipo de comunicación y diversos objetos.

Facundo Rosas precisó que la detención de estos sujetos es un duro golpe a esta organización delictiva, lo cual ha permitido que más de mil personas regresen a sus comunidades de origen, luego de haber sido desplazadas por enfrentamientos entre bandas rivales en Michoacán.

Precisó que en la actualidad esta banda delictiva se encuentra dividida en dos grupos, una liderada por Jesús Méndez Vargas, alias “El Chango Méndez” y la otra denominada “Los Caballeros Templarios” comandada por Servando Gómez Martínez alias “La Tuta” y Enrique Plancarte.

El comisionado comentó que en los últimos cuatros años han sido detenidos más de 600 integrantes de “La Familia” y con este golpe no se descarta la posibilidad de que busque el apoyo de otras organizaciones para enfrentar a “Los Caballeros Templarios”.

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