'TONTERÍAS ECONÓMICAS II'
Carlos Rodríguez Braun
Por Carlos Alsina
![]() | Siempre me ha intrigado que las asociaciones de consumidores tengan tan pésima opinión de los consumidores. Por navidades suben al púlpito a denunciar la perversión en que incurrimos quienes compramos lo que nos apetece, cuando queremos y donde nos da la gana. ¡Somos agentes del consumismo, manirrotos enfebrecidos, pobres idiotas que adquieren a precios desorbitados productos que, en realidad, no necesitan! |
Tengo un colega periodista que cuando quiere denigrar a un asalariado con sueldo alto le llama "ejecutivo". Los ejecutivos, como se sabe, son tipos despreciables que siempre van trajeados y comen en restaurantes caros. Mi colega lo repite a menudo: "Esos señores trajeados que comen en restaurantes caros". Nunca he entendido esta identificación entre el traje y las rentas altas, aunque sí tengo comprobado que el colega que ironiza, impostadamente, sobre los restaurantes caros se declara luego rendido admirador (y cliente asiduo) de El Bulli, restaurante low-cost donde los haya.
La Bonafini y compañía
LAS GUERRAS DE TODA LA VIDA
La Bonafini y compañía
Por Horacio Vázquez-Rial
![]() | Bernardo Neustad fue un periodista del que nunca acabé de fiarme. Un día presentó en su programa al arquitecto Bonafini, exesposo de la lideresa de uno de los sectores de Madres de Plaza de Mayo, organización que se dividió allá por 1986, cuando Alfonsín las convocó, tras el hallazgo de un cementerio de NN, para preguntarles si querían seguir adelante con las exhumaciones e identificaciones por ADN. |
En el programa de Neustad, al arquitecto Bonafini –nadie negó que lo fuera– dijo que sus hijos vivían y que estaban en Francia. Y nunca más se supo de él ni de sus descendientes. ¿Por qué esos muchachos, que ya deben de ser mayores, nunca se presentaron en un juzgado francés para hacer valer sus nombres y pedir ser retirados de las listas de la Conadep? ¿Por qué ningún otro miembro de la familia dio nunca la cara en ese sentido? ¿O es que el arquitecto Bonafini mintió, los hijos estaban desaparecidos y actuó movido por el odio hacia su exesposa? Por último, ¿era aquel hombre el marido perdido de la Bonafini? La sospecha, al menos, se extendió, y nadie olvidó aquella entrevista, pero tampoco volvió a mencionarla.
Geert Wilders es finalmente absuelto
Dijo que era un "régimen totalitario"
Geert Wilders es finalmente absuelto en Holanda por criticar el islam
El político holandés finalmente ha sido absuelto por criticar el islam y el burka, lo que se tradujo en una dura campaña contra él.
El político holandés Geert Wilders fue absuelto hoy por un juzgado de Amsterdam de los cargos de incitación al odio y discriminación contra los musulmanes.
Los jueces consideraron que el político holandés hizo comentarios "chocantes" contra el islam, pero que en todo momento sus críticas no iban dirigidas contra los musulmanes sino contra el islam en general.
"El juzgado ha considerado el contexto de intenso debate social sobre inmigración y multiculturalismo en el que Wilders ha hecho sus declaraciones en calidad de político", explicó el juez en la lectura de la sentencia.
Los magistrados consideraron que, en ese contexto, los comentarios de Wilders, cuyo Partido Para la Libertad (PVV), con 24 escaños, desempeña un papel crucial en el actual Gobierno de minoría holandés formado por liberales y democristianos, "no han sobrepasado los límites de lo permitido" por la ley.
Reconocieron que las palabras del político han sido en ocasiones "denigrantes y groseras", pero no ha sido susceptible del delito de incitación al odio al haberlas dicho en un "contexto más amplio" y haber especificado en todo momento que no tenía "nada contra los musulmanes".
Tampoco el documental dirigido por Wilders y emitido en Internet en 2008 ha sobrepasado los límites legales, establecieron los jueces, argumentando en la misma línea que sobre las cuestiones anteriores. Wilders criticó abiertamente el islam en ese documental en el que expuso que la "islamización" de Holanda tendría consecuencias negativas para el país. El juicio, que se inició el pasado octubre, se celebró con numerosas interrupciones provocadas por los intentos de la defensa de anular el proceso.
Los jueces consideraron que el político holandés hizo comentarios "chocantes" contra el islam, pero que en todo momento sus críticas no iban dirigidas contra los musulmanes sino contra el islam en general.
"El juzgado ha considerado el contexto de intenso debate social sobre inmigración y multiculturalismo en el que Wilders ha hecho sus declaraciones en calidad de político", explicó el juez en la lectura de la sentencia.
Los magistrados consideraron que, en ese contexto, los comentarios de Wilders, cuyo Partido Para la Libertad (PVV), con 24 escaños, desempeña un papel crucial en el actual Gobierno de minoría holandés formado por liberales y democristianos, "no han sobrepasado los límites de lo permitido" por la ley.
Reconocieron que las palabras del político han sido en ocasiones "denigrantes y groseras", pero no ha sido susceptible del delito de incitación al odio al haberlas dicho en un "contexto más amplio" y haber especificado en todo momento que no tenía "nada contra los musulmanes".
Tampoco el documental dirigido por Wilders y emitido en Internet en 2008 ha sobrepasado los límites legales, establecieron los jueces, argumentando en la misma línea que sobre las cuestiones anteriores. Wilders criticó abiertamente el islam en ese documental en el que expuso que la "islamización" de Holanda tendría consecuencias negativas para el país. El juicio, que se inició el pasado octubre, se celebró con numerosas interrupciones provocadas por los intentos de la defensa de anular el proceso.
Merkel lo ve claro
Energía para el día a día
Merkel lo ve claro, yo muy borroso
Manuel Fernández Ordóñez



No deja de ser curioso que la primera víctima del accidente de Fukushima haya sido el programa nuclear de Alemania. Cuando no ha habido ni una sola víctima mortal por radiación en Japón (y casi 25.000 por el terremoto y tsunami) es más que sorprendente que un país europeo haya tomado tal decisión. Más aún cuando ni siquiera Japón se plantea cerrar sus centrales nucleares. Pero no se engañen, esta decisión no tiene nada que ver con la seguridad de las centrales nucleares alemanas (bastante más estricta que la de su sistema agrícola, por cierto) sino con los fines electoralistas de la canciller Merkel, vapuleada y humillada en las últimas elecciones germanas.
Alguien le ha puesto las cosas muy claras. Angelita, si quieres ganar las próximas elecciones tienes que hacerle la pelota a la izquierda y cerrar las centrales nucleares. O al menos decir que lo harás: el año 2022 queda muy lejos y probablemente ya no estemos en el Gobierno para entonces. Y en esas estamos. Ahora bien, cuando de energía se trata hay dos tipos de personas: los que han hecho las cuentas y los que no. Es decir, los que hablan con conocimiento de causa y los que hablan a través de la ideología, generalmente dictada por otros.
Alguien le ha puesto las cosas muy claras. Angelita, si quieres ganar las próximas elecciones tienes que hacerle la pelota a la izquierda y cerrar las centrales nucleares. O al menos decir que lo harás: el año 2022 queda muy lejos y probablemente ya no estemos en el Gobierno para entonces. Y en esas estamos. Ahora bien, cuando de energía se trata hay dos tipos de personas: los que han hecho las cuentas y los que no. Es decir, los que hablan con conocimiento de causa y los que hablan a través de la ideología, generalmente dictada por otros.
Argentina: El escándalo Schoklender
Argentina: El escándalo Schoklender
Por Enrique Aguilar
El Imparcial, Madrid
En materia de corrupción, los argentinos hemos perdido sin duda el sentido del límite. Recuerdo que cuando Néstor Kirchner asumió el poder, parte del discurso oficial se centró en la “demonización” de los noventa, a los que se asociaba en bloque con la corrupción administrativa y el enriquecimiento ilícito de algunos funcionarios. Parecía instalarse entonces el lenguaje de la virtud, inclusive en boca de secretarios o ministros repentinamente “reciclados” que habían tenido durante aquella década un rol protagónico, empezando por el propio Kirchner, gobernador de la provincia de Santa Cruz e incondicional defensor y beneficiario de las políticas del ex presidente Menem.
La transición mexicana
La transición mexicana: ¿comenzó, está en proceso, concluyó?
Por Luis Rubio
En algunos círculos filosóficos hay un viejo debate sobre la eficacia de una antigua forma de ejecución china llamada ling chi, muerte por cientos de pequeños cortes. Cualquiera que sea el efecto del ling chi sobre la política mexicana, nuestro sistema democrático padece de innumerables problemas. Pasamos de un régimen centralizado y semi autoritario a un proceso de formas democráticas, pero sin el contenido de una democracia. Hay miles de opiniones sobre la transición mexicana y su devenir: desde los que afirman que la transición concluyó, hasta quienes consideran que ésta ni siquiera ha comenzado.Algunas son perspectivas interesadas, motivadas por un mero cálculo político, pero otras, en ambos lados del espectro, reflejan visiones contrastantes que son igualmente respetables.
Más que la democracia, las manifestaciones en las naciones árabes de los últimos meses han permitido que florezca una interesante discusión: las preguntas que se hacen quienes opinan, discuten y proponen se refieren a cómo aterrizar un movimiento ciudadano en una democracia consolidada; cómo darle funcionalidad a un sistema político en el que ya no operan los mecanismos históricos de centralización del poder y control de la población; cómo construir el andamiaje institucional que permita la participación de la población y haga efectivas las demandas que precedieron al cambio de régimen. En una palabra, la discusión -tanto en los medios árabes como en los occidentales- se ha concentrado precisamente en el tipo de preguntas que nosotros llevamos décadas discutiendo.
Decía Churchill que “la democracia es el peor sistema de gobierno, con excepción de todos los demás”. Lo que Churchill no explicó fue el misterio de cómo se llega al punto en que la democracia efectivamente funcione como sistema de gobierno y mecanismo de representación. Por ejemplo, las elecciones han logrado que las diversas fuerzas políticas estén representadas en los órganos legislativos, lo que no necesariamente implica que la población se sienta representada ni que tengamos un sistema funcional de gobierno. La tensión entre estos dos factores -representatividad y efectividad- yace en el corazón de la democracia.
De los muchos textos que leí respecto a los cambios en el mundo árabe, me encontré uno que llamó mi atención porque ofrecía un punto de vista distinto sobre la complejidad democrática. La cita, anónima, es de un diplomático egipcio radicado en una capital occidental que relata su aprendizaje luego de años de vivir fuera de su país. La democracia, dice la cita, “es de hecho una dictadura estricta donde cada ciudadano es su propio dictador. El ciudadano en una democracia se impone a sí mismo una etiqueta estricta: no empujar; no robar; no hostigar a las mujeres; no insultar o hacerle daño a otros; pararse en los semáforos, incluso a las tres de la mañana; no estafar en los negocios; mantener la puerta abierta para la persona que viene detrás de uno; pararse en una cola y no intentar saltarse lugares; no comportarse en formas socialmente inaceptables; y todas las reglas que un ciudadano en una democracia se siente obligado a cumplir sin más. Ese ciudadano cumple las reglas no por temor al régimen, sino por su propia disciplina y la convicción de que cada quien tiene la responsabilidad de hacer su parte para que la sociedad funcione tersamente”*.
Desde esta perspectiva, una sociedad democrática se fundamenta no en la coerción, sino del auto control de cada ciudadano que, al ser practicado por la sociedad en su conjunto, permite que ésta viva una vida de libertad y confort. Se trata, dice el diplomático, de un pacto no escrito entre todos los ciudadanos de aceptar las reglas de comportamiento en todos los aspectos de la vida: en la calle, al manejar, en la economía, en la política y en la familia. El diplomático afirma que en su país no hay un contrato social: “cada persona hace lo que quiere en cada momento, sin auto control o consideración por los demás, sin sentirse atado ni a las reglas más básicas de conducta. La luz roja en un semáforo es una mera recomendación; la corrupción es la norma; cada quien puede construir lo que quiera y donde quiera; cualquier persona se siente libre de nombrar a sus hijos o familiares para cualquier posición, independientemente de sus habilidades; y el recurso a la violencia contra el débil es ampliamente prevalente. El individuo se siente libre de actuar de acuerdo a sus impulsos y no tiene que rendir cuentas de sus acciones o faltas a nadie”. ¿Suena conocido?
La diferencia entre un sistema democrático y participativo y un sistema centralizado y autoritario es evidente. Pero la diferencia crucial, lo que me atrajo al argumento de este diplomático, reside en la forma contrastante en que se comporta el ciudadano. En un entorno democrático, el ciudadano asume su responsabilidad como factor central de funcionamiento del conjunto social, en tanto que en un sistema autoritario o, simplemente, no democrático, el ciudadano no asume responsabilidad alguna. Los ciudadanos responden a las reglas del juego. Cuando las reglas premian la legalidad y penalizan cualquier comportamiento que la viole, la ciudadanía se adapta y las adopta como suyas. En el momento en que hace eso, se consolida eso que el diplomático egipcio llama “dictadura estricta donde cada ciudadano es su propio dictador”. Mientras no existan reglas claras que se cumplen y se hacen cumplir, nos pareceremos más a Egipto que a un país moderno y democrático.
Para quienes afirman que la transición mexicana ya se concluyó, queda pendiente el pequeño asunto de la ciudadanía. En alguna medida, esto es análogo a la discusión del huevo y la gallina, pero quizá el fondo sea más simple: mientras la ciudadanía no perciba un cambio fundamental en la naturaleza del gobierno y del sistema en su conjunto, la única diferencia, que no es menor, entre el viejo sistema y el actual es que hay grados mucho más amplios de libertad individual. Lo que falta es un régimen de legalidad.
México padece conflictos abiertos y latentes. La ausencia de reglas democráticas que todos los ciudadanos (incluyendo, obviamente, a los partidos y políticos) hagan suyas, como una dictadura auto impuesta, explica en buena medida por qué los conflictos se profundizan en vez de resolverse. La incompleta democracia mexicana se encuentra asediada por quienes demandan efectividad y por quienes están desesperados por soluciones. La buena noticia es que es imposible reconstruir al viejo sistema; la mala es que no hay garantía de que se avance hacia una democracia integral, la dictadura de que hablaba el diplomático egipcio.
Luis Rubio es Presidente del Centro de Investigación para el Desarrollo (Cidac), una institución independiente dedicada a la investigación en temas de economía y política, en México.
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