lunes, 4 de julio de 2011

HISPANOAMÉRICA

El fin de Chávez y el gobierno cubano

Por Carlos Alberto Montaner

La prioridad de los servicios cubanos es apuntalar el chavismo a cualquier precio. Dan por sentado que Chávez se morirá pronto y hacen planes. Están en estado de alerta y se mueven en esa dirección a toda máquina.

Cuando Adán Chávez, el hermano mayor de Hugo, ya al corriente del cáncer que afectaba al presidente, regresó de Cuba hace unos días y dijo en Caracas, públicamente, que había que pensar en defender la revolución bolivariana por cualquier vía al margen de las elecciones, estaba describiendo el punto de vista y la desesperada estrategia de La Habana.

Era predecible. Raúl Castro y su hermano tienen buenas razones para temer que Chávez, si se muere, se lleve a la tumba la revolución cubana. Esos 100.000 barriles diarios de petróleo, y los copiosos subsidios que concede a la Isla, son el principal sostén de una dictadura asombrosamente improductiva, como no se cansan de denunciar los propios mandamases del régimen. Si se corta ese flujo de recursos, la hecatombe sería mayor que la vivida cuando desaparecieron la URSS y su generoso subsidio. Entonces, a principios de los noventa, la capacidad de consumo de los cubanos se contrajo súbitamente en un 40%. Ahora sería peor.

El escenario que Raúl y Fidel temen es probable que suceda: la cúpula chavista, sorprendida por la desaparición del caudillo venezolano, se divide y es barrida en las urnas. Eso es lo que quieren evitar. Todos saben que en ese país no hay nadie en las filas oficialistas que suscite simpatías populares. Chávez no creó un partido sino un coro de sicofantes. Muerto o en medio de una prolongada etapa agónica, simplemente, no tiene sustituto. Por eso Adán comenzó a preparar las condiciones para un escenario violento. Tratarán de imponerse por la fuerza y la represión utilizando a los chavistas cercanos al castrismo más o menos como Moscú, durante la Guerra Fría, dominaba a sus satélites, utilizando a los camaradas locales prosoviéticos. Lejos de pactar un acuerdo pacífico con la oposición, van a "radicalizar el proceso", como dicen en la jerga. En ello les va la vida.

El fin de la colaboración entre La Habana y Caracas conlleva otro aspecto muy grave para los Castro. En Venezuela hay unos sesenta mil cooperantes cubanos. Si el chavismo pierde el poder, tendrían que repatriarlos rápidamente, y temen que un porcentaje grande intente quedarse. Hay planes de contingencia para evacuarlos por cualquier medio en una especie de Dunkerque caribeño si la situación se hace muy crítica, pero antes de llegar a ese punto el gobierno de Raúl Castro hará cualquier cosa por mantener su jugosa colonia.

Los demócratas venezolanos de la oposición, naturalmente, no se cruzarán de brazos. No son idiotas. El mensaje que están susurrando al oído a los diputados chavistas y a los militares con mando de tropa va en la otra dirección: es inútil tratar de convertir el gobierno de Caracas en una dictadura procomunista contra la voluntad del 80% de los venezolanos, incluida la mayor parte de los chavistas, como confirman todas las encuestas. Ese intento terminaría en un baño de sangre. No hay chavismo sin Chávez, y nadie sabe exactamente qué es la revolución bolivariana, más allá de un inmenso desorden que se ha tragado un billón (trillion en inglés) de petrodólares mientras demolía buena parte del tejido empresarial. Llegó el momento de quitar la mecha a la bomba de tiempo mediante unos comicios honrados y el compromiso de no pasar la factura a nadie por los 12 años de chavismo.

Los chavistas –dicen– no pueden ni deben subordinar los intereses venezolanos a la conveniencia de Cuba. Para ellos (por lo menos para los que ya están al habla con sus adversarios), la desaparición del teniente coronel es una oportunidad de consolidar dos grandes fuerzas políticas de centroderecha y centroizquierda que, recurriendo a procedimientos democráticos, den estabilidad al país tras la desaparición de Chávez.

Es probable, en suma, que Cuba no consiga imponer su voluntad en Venezuela, pese a todo el empeño que ponga en el esfuerzo. Cuando era la metrópoli del mundillo comunista de Centroeuropa, Moscú tenía varias divisiones del Ejército Rojo ocupando el territorio de sus satélites, a los que suministraba petróleo y gas a precios preferenciales. La relación de Cuba con Venezuela es diferente. Los satélites de la URSS en gran medida eran parásitos económicos de Moscú; Cuba es un parásito de su satélite. Los venezolanos no necesitan para nada a los cubanos. Esa relación de fuerzas acabará prevaleciendo.

Freno a la desvergüenza

GUATEMALA

Freno a la desvergüenza

Por Raúl Benoit

A costa del erario, repartiendo bolsas solidarias, dinero y materiales de construcción a las personas menos favorecidas, Sandra Torres Casanova hizo campaña política fungiendo como primera dama de Guatemala. Cuando resolvió oficializar su candidatura para los comicios del próximo 11 de septiembre, comprobó que no podía hacerlo: la Constitución del país no se lo permitía por estar casada con el actual mandatario, Álvaro Colom.

Con el fin de evadir la pequeña traba se sacó de la manga una carta: se divorció. Por su parte, Colom dijo a los guatemaltecos que se sacrificaba por el país. Pocos le creyeron.

Como nuestra Latinoamérica es Macondo, Sandra Torres y Álvaro Colom siguieron con su plan burlesco, se metieron en campaña y se gastaron una fortuna en vallas publicitarias y comerciales. También intensificaron el reparto de las bolsitas solidarias.

Usar plata del gobierno para ganarse simpatías populares es un método propio de pícaros e injusto, pues no está al alcance de los otros candidatos presidenciales. Nadie, en ningún lugar del mundo, debería utilizar el propio sistema para mantenerse en el poder. Encima, Torres se sirvió de miembros de la Fuerza de Seguridad Civil para embalar y distribuir los alimentos. Los militares están para velar por la seguridad del país o para actuar en situaciones de emergencia, no para ayudar a un aspirante a la Presidencia.

Sin respeto al pueblo, la ahora señorita Torres Casanova siguió adelante... hasta el pasado día 29, cuando el Tribunal Supremo Electoral frenó la desvergüenza y le negó la inscripción como candidata:

El fraude de ley, por el divorcio que se llevó a cabo, en el presente caso está plenamente consumado, ya que la intención del mismo fue evadir la prohibición constitucional.

Torres presentó un recurso de nulidad, pero fue rechazado.

Torres es militante de una izquierda dudosa. Afirman ciertos subalternos que tiene un carácter fuerte, y que cuando estaba en el Palacio de Gobierno daba órdenes a ministros, militares y policías. Aseguran que es el poder detrás del trono. Luego de escuchar algunas de sus intervenciones públicas, puedo asegurar que en su discurso hay más populismo que ideas sólidas para sacar a la nación del ostracismo social y económico en que vive.

Ella estaba convencida de que el pueblo la reclamaba; sea como fuere, las encuestas auguran que el ganador será el exgeneral Otto Pérez Molina. Nadie le impide que anhele gobernar Guatemala, pero que lo haga en función de lo dispuesto en la constitución y las leyes.

Al negársele la posibilidad de inscribirse como candidata, el abanico electoral cambiará sustancialmente, a menos que los aliados de Torres hagan jugadas tramposas, se burlen del pueblo y la permitan, de una u otra forma, seguir en la contienda.

Guatemala necesita líderes que, además de ofrecer desarrollo social, posibiliten a los guatemaltecos el salir a la calle sin temor a morir en un asalto o ser víctima casual de un acto violento.

Sobre la naturaleza de un gobierno

Sobre la naturaleza de un gobierno

Por Ayn Rand

Un gobierno es una institución que posee el poder exclusivo de forzar ciertas reglas de conducta social en un área geográfica.

¿Necesitan los hombres tal institución y por qué?

Ya que la mente del hombre es su herramienta básica para sobrevivir, su instrumento para obtener conocimientos y guiar sus acciones, la condición básica que necesita es la libertad de pensar y actuar de acuerdo con su juicio racional. Esto no quiere decir que el hombre debe vivir solo y que una isla desierta es el ambiente que mejor satisface sus necesidades. El hombre puede derivar beneficios enormes de la cooperación con otros. El ambiente social es el que más conduce para su supervivencia exitosa, pero solamente en ciertas condiciones.

"Los dos grandes valores que se pueden obtener de la existencia social son: conocimientos e intercambio. El hombre es la única especie que puede transmitir y expandir cúmulos de conocimientos de generación en generación; los conocimientos que potencialmente están al alcance del hombre son mucho mayores que lo que un solo hombre pudiese comenzar a adquirir en una vida; cada hombre obtiene beneficios incalculables de los conocimientos descubiertos por otros. El segundo gran beneficio es la división del trabajo: permite que un hombre dedique su esfuerzo a un campo particular de trabajo y que intercambie con otros, quienes se especializan en otros campos. Esta forma de cooperación permite a todos los hombres que participan en ella adquirir mayores conocimientos, destreza y beneficios productivos de su trabajo que lo que lograrían si cada uno tuviera que producir todo lo que necesita, ya en una isla desierta o en una unidad agrícola autosuficiente.

"Pero estos mismos beneficios indican, delimitan y definen qué clase de hombres pueden ser de valor uno para el otro, y en qué clase de sociedad: únicamente hombres racionales, productivos e independientes, en una sociedad racional, productiva y libre". (The Objectivist Effects).

Una sociedad que roba al individuo el producto de su esfuerzo, o lo esclaviza, o pretende limitar la libertad de su mente, o le obliga a actuar en contra de su juicio personal una sociedad que establece un conflicto entre sus leyes y los requerimientos de la naturaleza del hombre no es, hablando estrictamente, una sociedad, sino una chusma unida por leyes de pandilla institucionalizada.

Tal sociedad destruye todos los valores de la coexistencia humana, no tiene justificación posible y representa, no una fuente de beneficio, sino la amenaza más mortal incomparablemente a la supervivencia del hombre. La vida en una isla desierta, es más segura y preferible a la existencia en la Rusia soviética o en la Alemania nazi.

Si los hombres han de vivir juntos en una sociedad pacífica, productiva y racional, y tratar uno con el otro para beneficio mutuo, tienen que aceptar el principio básico social, sin el cual no es posible una sociedad moral o civilizada: el principio de los derechos individuales.

Reconocer los derechos individuales significa reconocer y aceptar las condiciones que requiere el hombre por su naturaleza para sobrevivir adecuadamente.

Los derechos del hombre pueden ser violados únicamente por la fuerza física. Es únicamente por medio de la fuerza física que un hombre puede quitarle a otro la vida o esclavizarlo o robarle, o impedir que otro persiga sus propias finalidades, u obligarlo a actuar contra su propio juicio racional.

La precondición de una sociedad civilizada es la prohibición de la fuerza física en las relaciones sociales, estableciendo así el principio que si el hombre desea tratar uno con el otro, puede hacerlo únicamente por medio de la razón: mediante discusión, persuasión y acuerdo voluntario sin coerción. La consecuencia necesaria del derecho del hombre a su vida, es su derecho a defenderse. En una sociedad civilizada la fuerza puede utilizarse únicamente en vía de represalia y únicamente contra aquellos que iniciaron su uso. Todas las razones que convierten la iniciación de fuerza física en un mal, convierten el uso de la fuerza física en vía de represalia, un imperativo moral.

Si una sociedad "pacifista" renunciara al uso de la fuerza en vía de represalia, ella quedaría inútilmente a la merced del primer rufián que decidiese actuar inmoralmente. Tal sociedad lograría lo opuesto a su propia intención: en vez de abolir el mal, lo fomentaría y gratificaría.

Si una sociedad no provee protección organizada contra la fuerza, obligaría a cada ciudadano a vivir armado, convertir su hogar en una fortaleza, y disparar a los extraños que se acercasen a su puerta, o a asociarse a una pandilla de ciudadanos para protegerse, quienes pelearían con otras pandillas, formadas para el mismo propósito, y así traería la degeneración de esa sociedad al caos: al dominio por pandilla, es decir, gobierno por fuerza bruta, hacia la guerrilla de tribu típica de salvajes prehistóricos.

El uso de la fuerza física aun en vía de represalia no puede dejarse a la discreción de los ciudadanos individuales. La coexistencia pacífica es imposible si el hombre tiene que vivir bajo la amenaza constante del uso de la fuerza bruta por parte de sus vecinos en cualquier momento. Ya sea que las intenciones de sus vecinos sean buenas o malas, que sus juicios sean racionales o irracionales, que estén motivados por un sentido de justicia o por ignorancia o prejuicio o malicia, el uso de la fuerza contra un hombre no puede dejarse a la decisión arbitraria de otro.

Visualice, por ejemplo, qué pasaría si un hombre perdiese su cartera, concluyese que se la han robado, y entrase en todas las casas del vecindario a buscarla, matando al primer hombre que le mirase en forma sospechosa, tomando tal mirada como prueba de culpabilidad.

El uso de la fuerza de represalia requiere reglas objetivas para establecer pruebas de que un crimen ha sido cometido y probar quién lo ha cometido, así como también reglas objetivas para definir castigos y procedimientos para implementarlos. Los hombres que pretenden perseguir crímenes sin tales reglas, constituyen una chusma furiosa. Si una sociedad dejase el uso de la fuerza represiva en las manos de ciudadanos individuales, degeneraría hacia la ley de la jungla y hacia una serie interminable de vendetas y guerras privadas.

Si la fuerza física va a ser excluida de las relaciones sociales, el hombre necesita una institución encargada de la tarea de proteger sus derechos y supeditada a un código objetivo de reglas.

Esta es la función de un Gobierno de un legítimo Gobierno, su función primordial, su única justificación moral y la razón por la cual los hombres sí necesitan un gobierno.

Un gobierno es el medio que coloca el uso de la fuerza física represiva bajo el control objetivo. Es decir, bajo leyes definidas objetivamente.

La diferencia fundamental entre una acción privada y una acción gubernamental, una diferencia completamente ignorada y evadida hoy día descansa en el hecho que el gobierno tiene el monopolio del uso legal de la fuerza física. Tiene que tener tal monopolio, ya que es el agente para restringir y combatir el uso de la fuerza y, por esa misma razón, sus acciones tienen que ser rígidamente definidas, delimitadas, y circunscritas; ni el más ligero capricho o antojo debe serle permitido en el cumplimiento de sus obligaciones; debe actuar como robot impersonal, con la ley como su única fuerza motivadora. Si una sociedad ha de ser libre, su gobierno tiene que estar controlado.

Bajo un sistema social adecuado, un individuo particular es legalmente libre para tomar cualquier acción que desea, siempre que no viole los derechos de otros, mientras que un funcionario gubernamental está limitado por ley en cada uno de sus actos oficiales. Una persona individual puede hacer todo aquello excepto lo que está legalmente prohibido; un funcionario gubernamental no puede hacer nada excepto aquello que está legalmente permitido.

Esta es la manera de subordinar la "fuerza" al "derecho". Éste es el concepto estadounidense de "un gobierno de leyes y no de hombres".

La naturaleza de las leyes propias a una sociedad libre y de la fuente de la autoridad gubernamental, se derivan de la naturaleza o propósito de un gobierno adecuado. El principio básico de ambas está indicado en la Declaración de Independencia: "para afianzar estos derechos (individuales), los hombres instituyen gobiernos derivando su justo poder del consentimiento de los gobernados...".

Ya que la protección de los derechos individuales es la única función propia de un gobierno, igualmente la es la única función impropia de la legislación: todas las leyes deben estar basadas en los derechos individuales y dirigidas hacia su protección. Todas las leyes deben ser objetivas (y objetivamente justificables): los hombres deben saber claramente y con anticipación a sus actos, lo que la ley les prohibe hacer (y por qué), qué constituye un delito y cuál es el castigo que sufrirán sí lo cometen.

La fuente de autoridad del gobierno es "el consentimiento de los gobernados". Esto quiere decir que el gobierno no es el mandante, sino el que sirve, el mandatario, o sea un agente de los ciudadanos; eso significa que el gobierno como tal no tiene más derechos excepto los derechos delegados en él por los ciudadanos para un objeto específico.

Existe únicamente un principio básico, al cual el individuo debe consentir si desea vivir en una sociedad libre y civilizada: el principio de renunciar al uso de la fuerza física y delegarle al gobierno su derecho de autodefensa, con objeto de que la implementación sea ordenada, objetiva y legalmente definida, O, poniéndolo de otra manera, debe aceptar la separación de la fuerza y el capricho (cualquier capricho, incluyendo los propios).

Pues bien, ¿qué sucede en caso de desacuerdo entre dos hombres referente a alguna actividad en la cual ambos están involucrados? En una sociedad libre, los hombres no están obligados a tratar unos con los otros. Ellos lo hacen únicamente por acuerdo voluntario y, cuando existe un elemento de tiempo, mediante contrato. Si un contrato es quebrantado por la decisión arbitraria de un hombre, puede causarle daños financieros desastrosos al otro, y la víctima no tendría otro recurso que arrebatarle al que lo ha ofendido su propiedad en vía de compensación. Pero nuevamente, el uso de la fuerza no puede dejarse sujeto a la decisión de individuos particulares. Y esto nos lleva a una de las funciones más importantes y más complejas de un gobierno: la función de árbitro que arregla disputas entre los hombres de acuerdo con leyes objetivas.

Los delincuentes son una pequeña minoría en cualquier sociedad semicivilizada. Pero la protección e implementación de contratos a través de cortes de ley civil, es la necesidad más crucial de una sociedad pacífica; pues, sin tal protección, ninguna civilización podría ser desarrollada o mantenida.

El hombre no puede sobrevivir, como lo hacen los animales, actuando bajo el impulso del momento inmediato. El hombre tiene que proyectar sus finalidades y alcanzarlas a través del tiempo; tiene que calcular sus actos y planificar su vida a largo plazo. Mientras mejor sea la mente del hombre y mientras mayor sus conocimientos, mayor el plazo de su planificación.

Mientras más elevada y compleja una civilización, mayor será el plazo de sus actividades y, por lo tanto, mayor será el plazo de los acuerdos contractuales entre los hombres, y más urgente será su necesidad de proteger la seguridad de tales acuerdos. Y aun una necesidad primitiva a base de trueque no podría funcionar si un hombre, después de haber acordado entregar un quintal de papas a cambio de una canasta de huevos, y después de haber recibido los huevos, rehusara entregar las papas. Visualice las consecuencias de este tipo de acción caprichosa en una sociedad industrializada, donde los hombres entregan millones de dólares de bienes al crédito, o contratan las construcciones de miles de millones, o firman contratos a noventa años.

El rompimiento unilateral de un contrato involucra el uso indirecto de la fuerza física: consiste, en esencia, en que un hombre recibe valores materiales, bienes o servicios de otro, y entonces rehusa pagar por ellos reteniéndolos por la fuerza (por la mera posesión física), y no por derecho, es decir, que los guarda sin el consentimiento de su dueño. El fraude involucra un uso similar indirecto de la fuerza: consiste en obtener valores materiales sin el consentimiento del dueño bajo premisas o pretensiones falsas. La extorsión es otra variante del uso indirecto de la fuerza: consiste en obtener valores materiales, no a cambio de valores, sino mediante la amenaza, fuerza, violencia o daño. Algunas de estas acciones evidentemente son criminales. Otras, como el rompimiento unilateral de un contrato, puede que no esté motivada criminalmente, pero puede ser causada por irresponsabilidad o irracionalidad. Otros podrán ser asuntos complejos con algo de justicia en ambos lados. Pero sea el caso que fuere, todas esas disputas tienen que sujetarse a leyes objetivamente definidas y tienen que ser resueltas por un árbitro imparcial, aplicando las leyes, en otras palabras, por un juez (y un jurado cuando corresponde). Obsérvese el principio básico que rige a la justicia en todos estos casos: es el principio que ningún hombre puede obtener valores de otros sin el consentimiento del dueño y, como corolario, que los derechos del hombre no pueden abandonarse a la suerte de la decisión unilateral, el juicio arbitrario, o el capricho y juicio irracional de otro hombre.

Tal en esencia, es el fin propio de un gobierno: hacer la existencia social posible a los hombres, mediante la protección de los beneficios y combatiendo los males que los hombres pueden causarse unos a otros.

La función propia de un gobierno cae dentro de tres amplias categorías, todas las cuales involucran el punto del uso de la fuerza y la protección de los derechos del hombre: la Policía, para proteger a los hombres de los criminales; las Fuerzas Armadas, para proteger a los hombres de invasores extranjeros; las Cortes, para decidir disputas de acuerdo con leyes objetivas.

De estas tres categorías se derivan muchas situaciones y corolarios, y su implementación en la práctica, en forma de legislación específica, es enormemente compleja. Pertenece a un campo especial de la ciencia: la filosofía de la ley. Muchos errores y muchos desacuerdos son posibles en el campo de la implementación, pero lo que es esencial aquí, es el principio que ha de implementarse: el principio que el objeto de la ley de un gobierno es la protección de derechos individuales.

Hoy, ese principio está olvidado, ignorado y evadido. El resultado es el presente estado del mundo, con la regresión de la humanidad hacia la tiranía absolutista sin ley, hacia el salvajismo primitivo de gobierno por la fuerza bruta.

En actitud de protesta insensata contra esta tendencia, algunas personas presentan la cuestión de que siendo tales gobiernos tan malos por naturaleza, si no será la anarquía el sistema social ideal. La anarquía, como concepto político, es una abstracción que flota ingenuamente: por todas las razones discutidas antes, una sociedad sin un gobierno organizado estaría a merced del primer criminal que llegase, el cual la precipitaría hacia el caos de las guerrillas pandilleras. Pero la posibilidad de inmoralidad humana no es la única objeción a la anarquía: aún en una sociedad donde cada uno de sus miembros fuese completamente racional y sin tacha moral, no podría funcionar en estado de anarquía, es la necesidad de leyes objetivas y de un árbitro para desacuerdos honrados dentro de los hombres que crea la necesidad de establecer un gobierno.

Una variante reciente de la teoría anarquista, que está confundiendo a algunos jóvenes que abogan por la libertad, es el espantoso absurdo llamado "gobiernos en competencia". Aceptando la premisa básica de los modernos estatistas que no ven la diferencia entre las funciones de un gobierno y la función de la industria, entre la fuerza y la producción, y que abogan por la propiedad estatal de los negocios, los proponentes de "gobiernos en competencia" toman el otro lado de la misma moneda y declaran que ya que la competencia es tan beneficiosa para los negocios, debería aplicarse también a los gobiernos. En vez de un solo gobierno monopolista, declaran, debiera existir un número de diferentes gobiernos en la misma área geográfica, compitiendo por la lealtad de los ciudadanos individuales, dejando a cada ciudadano libre de escoger y estar con el gobierno que escoge.

Recordemos que el control del hombre por la fuerza es el único servicio que un gobierno puede ofrecer. Pregúntese qué significaría la competencia en control forzoso.

No puede llamársele a esto una teoría contradictoria en terminología, ya que evidentemente carece de comprensión de los términos "competencias" y "gobierno". Tampoco puede llamársele una abstracción flotante, ya que es carente de cualquier contacto o referencia a la realidad y no puede concretarse, ni siquiera en forma aproximada. Una ilustración será suficiente: supongamos que el Sr. Smith, un cliente del gobierno "A", sospecha que su vecino, el Sr. Jones, quien es cliente del gobierno "E", le ha robado; un destacamento de la policía "A" llega a la casa del Sr. Jones y encuentran en la puerta un destacamento de la policía "B", que declara que no aceptan la validez de la acusación del Sr. Smith y que no reconocen la autoridad del gobierno "A". ¿Qué sucede entonces? Siga usted adelante con el ejemplo.

La evolución del concepto del gobierno ha tenido una larga y difícil historia. Alguna idea de la función propia de un gobierno parece haber existido en toda sociedad organizada, manifestándose en un fenómeno tal como el reconocimiento implícito (aunque a veces no existente) de la diferencia entre un gobierno y una pandilla la aureola de respeto y de autoridad moral otorgada a un gobierno como el guardián de la "ley y el orden", el hecho que aun los gobiernos más malos reconocieron la necesidad de mantener alguna apariencia de orden y alguna pretensión de justicia, aunque fuese únicamente rutina y tradición, y de proclamar más de alguna justificación moral por su poder, ya de naturaleza mística o social. Así como los monarcas absolutos de Francia tuvieron que invocar "Los Derechos Divinos de Los Reyes", los dictadores modernos de la Rusia soviética tienen que gastar fortunas en propaganda para justificar su poder ante los ojos de los sujetos esclavizados.

En la historia del hombre, la comprensión de la propia función de un gobierno es de logro reciente. Únicamente tiene 200 años de edad y data de la revolución estadounidense. No solamente identificaron la naturaleza y la necesidad de una sociedad libre, sino encontraron la manera de traducirla a la práctica. Una sociedad libre como cualquier otro producto humano no puede obtenerse por casualidad, mediante el mero deseo ni sólo por la "buena voluntad" de sus líderes.

Un complejo sistema legal, basado en principios de validez objetivos, son requeridos para hacer una sociedad libre y mantenerla libre, un sistema que no depende de las motivaciones, del carácter moral o de las intenciones de algún funcionario público, un sistema que no ofrece oportunidad ni "salidas" para el desarrollo de la tiranía.

El sistema estadounidense de poderes balanceados y limitados consistió en tal hazaña. Y aunque ciertas contradicciones en la Constitución sí dejaron algunas salidas para el crecimiento del estatismo, la hazaña incomparable fue el concepto de una Constitución como medio para limitar y restringir el poder del gobierno.

Hoy día, cuando se está haciendo un gran esfuerzo conjunto para borrar este punto, no se puede repetir con demasiada frecuencia que la Constitución es una limitación al gobierno y no al individuo particular que no ordena la conducta del individuo particular, sino únicamente la conducta de un gobierno-, que no es una carta para poder estatal, sino una carta de protección ciudadana contra el gobierno.

Ahora considere la generalización del concepto moral y político invertido en el concepto prevaleciente de gobierno. En vez de ser un protector de los derechos del hombre, el gobierno se está convirtiendo en el violador más peligroso; en vez de guardar la libertad, los gobiernos están estableciendo esclavitud; en vez de proteger a los hombres de los iniciadores de la fuerza física, los gobiernos están iniciando la fuerza física y coerción en la forma y en los casos que le place. En vez de servir como el instrumento de objetividad en las relaciones humanas, los gobiernos están creando un mortal y subterráneo reinado de la inseguridad y miedo, mediante leyes no objetivas, cuya interpretación se deja a las decisiones arbitrarias de burócratas ocasionales; en vez de proteger a los hombres del daño por caprichos, los gobiernos se abrogan el poder del capricho ilimitado, en tal forma que rápidamente estamos llegando a la etapa de última inversión: la etapa cuando el gobierno es libre de hacer cualquier cosa que le plazca, mientras los ciudadanos actúan únicamente por permiso; que es la etapa de los períodos más oscuros de la historia humana, la etapa de gobierno por la fuerza bruta.

Muchas veces se ha mencionado que a pesar del progreso material, la humanidad no ha alcanzado un grado comparable de progreso moral. Tal expresión generalmente es seguida por alguna conclusión pesimista referente a la naturaleza humana. Es cierto que el estado moral de la humanidad es vergonzosamente bajo. Pero cuando uno considera las monstruosas inversiones morales de los gobiernos (hechas posibles por una moralidad altruista colectivista), bajo la cual la humanidad ha tenido que vivir a través de la mayor parte de su historia, uno principia a asombrarse cómo los hombres han logrado preservar aún un semblante de civilización, y cual vestigio indestructible de autoestimación, lo ha mantenido caminando sobre dos pies.

Uno también principia a ver más claro la naturaleza de los principios políticos que tienen que llegarse a aceptar y a advocar, como parte de la batalla, por el renacimiento intelectual del hombre.

El significado de la Revolución Americana

El significado de la Revolución Americana

Por John Adams

La Revolución Americana no fue un acontecimiento corriente. Sus efectos y consecuencias ya han resultado colosales para una gran parte del Globo ¿Y cuándo y dónde van a cesar?
¿Pero qué significa para nosotros la Revolución Americana? ¿Nos referimos a la Guerra Americana? La Revolución se llevó a cabo antes de que comenzara la Guerra. La Revolución estaba en las mentes y los corazones de la gente, era un cambio en sus sentimientos religiosos acerca de sus labores y obligaciones. Mientras se creyó que el Rey, y toda autoridad que de él dimanaba, gobernaba con justicia y piedad, de acuerdo con las leyes y la constitución derivada del Dios de la naturaleza y a él transmitida por sus antecesores, se sentía una obligación de orar por el rey y la reina, y todas las autoridades, como los ministros de Dios, lo hacían por su bien; pero cuando vieron que esos poderes renunciaban a todos los principios de autoridad y se inclinaban por la destrucción de toda seguridad en sus vidas, libertades y propiedades, pensaron que era su obligación orar por el congreso continental, los trece congresos estatales, etc.
Pudo haber y hubo otros que pensaron menos en la religión y la conciencia, pero que tenían ciertos sentimientos habituales acerca de la lealtad derivados de su educación, que creían que la lealtad y la protección deben ser recíprocos y pensaron que cuando la protección desapareció, la obligación de lealtad también lo hizo.
Otra alteración fue común a todos. La gente de América ha sido educada habitualmente en un cariño hacia Inglaterra, como su madre patria, y mientras pensaron en ella como una madre cariñosa y tierna (aunque bastante erróneamente, puede que nunca fue una madre de este tipo) no pudo haber un afecto más sincero. Pero cuando encontraron en ella una cruel bruja, que deseaba como Lady Macbeth “estrellarle los sesos” no sorprende que sus afectos filiales desaparecieran y se sustituyeran por indignación y horror.
Este cambio radical en los principios, opiniones, sentimientos y afectos de la gente fue la auténtica Revolución Americana.
Pero lo que significa esta grande e importante alteración en el carácter religioso, moral, político y social de la gente de trece colonias, todas distintas, desconectadas e independientes entre sí, lo que se comenzó, se persiguió y consiguió, es sin duda interesante para la humanidad que sea investigado y perpetuado para la posterioridad.
Para este fin, sería deseable que los jóvenes letrados de todos los Estados, especialmente de los trece originales, se pusieran a la laboriosa, pero sin duda interesante y entretenida tarea de buscar y recopilar todos los documentos, panfletos, periódicos e incluso octavillas que hayan contribuido en alguna forma a cambiar el humor y la perspectiva de la gente y les impulsó hacia una nación independiente.
Las colonias han crecido bajo constituciones de gobierno muy diversas, hay una gran variedad de religiones, están compuestas por naciones muy diferentes, sus costumbres, educación y hábitos se parecen poco y sus interrelaciones han sido tan escasas y su conocimiento entre sí tan imperfecto, que unirlas en los mismos principios teóricos y el mismo sistema de acción, era ciertamente una muy difícil empresa. Su absoluto cumplimiento en un periodo de tiempo tan corto y mediante el uso de medios tan simples fue posiblemente un ejemplo único en la historia de la humanidad. Se hizo sonar a la vez trece relojes –una perfección mecánica que ningún artista había realizado hasta entonces.
En esta investigación, la gloria de personalidades individuales y de los distintos Estados es de poca importancia. Los medios y las medidas son los objetos adecuados de investigación. Éstos pueden usarse para la posterioridad, no sólo en esta nación, sino en Sudamérica y en todos los demás países. Pueden enseñar a la humanidad que las revoluciones no son insignificantes, que nunca deben iniciarse temerariamente, ni tampoco sin consideración ponderada ni reflexión serena, ni tampoco sin una base sólida, inmutable y eterna de justicia y humanidad, ni sin gente que posea la inteligencia, fortaleza e integridad suficientes para llevarlas a cabo con serenidad, paciencia y perseverancia, a través de todas las vicisitudes de la fortuna, las fieras dificultades y los tristes desastres que puedan tener que afrontar.
El pueblo de Boston instauró pronto una plegaria anual el 4 de julio, en conmemoración de los principios y opiniones que contribuyeron a producir la revolución. He escuchado muchas de estas plegarias y he leído todas las que he podido obtener. Aparece mucha ingenuidad y elocuencia en cada uno de los asuntos, excepto cuando tratan de esos principios y opiniones. La de mi honrado y amigable vecino, Josiah Quincy, me parece que es la que apunta más directamente al propósito de la institución. Dichos principios y opiniones deben remontarse a doscientos años atrás y encontrarse en la historia del país desde las primeras plantaciones en América. Tampoco deberían olvidarse los principios y opiniones de ingleses y escoceses hacia las colonias durante todo este periodo. La perpetua discordancia entre los principios y opiniones británicos y los de América, al año siguiente de la supresión del poder francés en América, cayeron en una crisis y produjeron una explosión.
No fue hasta después de la aniquilación de dominio francés en América que algún ministro británico se atreviera a gratificar sus ambiciones y el deseo de de la nación, proyectando un plan formal para crear un impuesto nacional a América a través de una tasa aprobada parlamentariamente. La primera manifestación importante de este proyecto se realizó mediante la orden de llevar a cabo mediante estrictas ejecuciones aquellas actas del Parlamento, que son bien conocidas por el nombre de actas de comercio, que han generado letra muerta sin ejecutar durante medio siglo y en algunos casos, creo que por cerca de un siglo entero.
Esto produjo, en 1760 y 1761, un despertar y un renacimiento de los principios y opiniones americanos, con un entusiasmo que fue incrementándose hasta que, en 1775, irrumpió como violencia abierta, hostilidad y furia.
Los personajes más conspicuos, los más ardientes e influyentes de este renacimiento, de 1760 a 1766, fueron, en primer lugar y principalmente, antes y por encima de todos, James Otis, junto a él estuvo Oxenbridge Thatcher, junto a él, Samuel Adams, junto a él, John Hancock, después el Dr. Mayhew, después el Dr. Cooper y su hermano. De la vida de Mr. Hancock, de su carácter, su generosa naturaleza, sus grandes y desinteresados sacrificios y sus importantes servicios, si tengo fuerzas, me gustaría escribir un libro. Pero esto, espero, lo hará alguna mano más joven y más hábil. Mr. Thatcher, cuyo nombre y méritos son menos conocidos, no debe ser olvidado en absoluto. Este caballero fue un eminente abogado, con tanta experiencia como el que más en Boston. No había ciudadano en ese pueblo más generalmente querido por su conocimiento, ingenuidad, todas las virtudes domésticas y sociales y su correcta conducta en cada aspecto de la vida. Su patriotismo era tan ardiente como sus progenitores eran ilustres y respetados en este país. Hutchison decía a menudo, “Thatcher no nació plebeyo, pero está decidido a morir como uno”. En mayo de 1763, creo, fue elegido por el pueblo de Boston como uno de sus representantes en la legislatura, siendo colega de Mr. Otis, que había sido miembro desde 1761, y continuó siendo reelegido anualmente hasta su muerte en 1765, cuando Mr. Samuel Adams fue nombrado para ocupar su lugar. En ausencia de Mr. Otis, acudió al Congreso de Nueva York. Thatcher se había mostrado envidioso de la ilimitada ambición de Mr. Hutchinson, pero cuando encontró que éste, no contento con el puesto de Gobernador, con el mando de la plaza y emolumentos, con el de Juez del Condado de Suffolk, con un escaño en el Consejo de su Majestad en la Legislatura, con su cuñado como Secretario de Estado por designación del rey, con un hermano de este Secretario de Estado como Juez de la Corte Suprema y miembro del Consejo, ahora, en 1760 y 1761, solicitaba y obtenía el puesto de Justicia Mayor de la Corte Suprema de la Judicatura, concluyó, igual que Mr. Otis y como haría cualquier otro amigo informado de este país, que lo que veía era una administración con el deliberado propósito de fallar todas las causas a favor del ministerio en St. James y su servil Parlamento.
Su indignación contra él desde este momento hasta 1765, año de su muerte, no tuvo más límites que la verdad. Hablo con conocimiento de causa. Puesto que, de 1758 a 1765 acudí a cada corte superior e inferior de Boston y no recuerdo ninguna ocasión en la cual no me invitara a su hogar a pasar la tarde con él, cuando me hacía conversar con él lo mejor que podía, sobre todos los aspectos de religión, moral, derecho, política, historia, filosofía, bellas artes, teología, mitología, cosmogonía, metafísica –Locke, Clark, Leibniz. Bolingbroke, Berkeley-, la armonía preestablecida del Universo, la naturaleza de la materia y el espíritu y el eterno establecimiento de coincidencias entre sus operaciones, el destino, la predestinación y razonamos acerca estos inacabables asuntos tan elevados como la gente de Milton en el pandemónium, y los comprendíamos tan bien como ellos, aunque no mejor. A estos terribles misterios él añadía las noticias del día y los cotilleos del pueblo. Pero su materia favorita era la política y el pendiente y temible sistema de tasación parlamentario y gobierno universal de las colonias. Este asunto le ponía tan nervioso y agitado, que no tengo duda de que fue la causa de su muerte prematura. Desde el momento en que discutió la cuestión de los mandatos de asistencia a su muerte consideró que el rey, los ministros, el parlamento y la nación de Gran Bretaña estaban determinados a remodelar las colonias desde sus cimientos, a anular todos sus fueros, a constituir en ellos gobiernos reales para obtener beneficios de América mediante impuestos del Parlamento, para aplicar esas ganancias a pagar los salarios de gobernadores, jueces y otros oficiales de la corona y después de esto, obtener tanto beneficio como pudieran para aplicarlo a propósitos nacionales en el Tesoro de Inglaterra, y más adelante establecer obispos y toda la estructura de la Iglesia de Inglaterra, diezmos incluidos, a través de toda la América británica. Este sistema, decía, si se le permite prevalecer, extinguiría la llama de la libertad en todo el mundo, y América se emplearía como una máquina para aplastar todos los diminutos restos de libertad en Gran Bretaña e Irlanda, donde sólo quedaría una apariencia de ella. Consideraba enteramente fieles a este sistema a todos los Hutchinsons, los Olivers y sus conexiones, dependientes, adheridos, lamebotas, etc. Afirmaba que todos ellos estaban comprometidos con los oficiales de la Corona en América y los subordinados del Ministerio en Inglaterra, en una profunda y traicionera conspiración para suprimir las libertades de su país, para sus propios engrandecimiento privado, personal y familiar. Sus filípicas contra la ambición y avaricia sin principios de todos ellos, pero especialmente de Hutchinson, eran desenfrenadas, no sólo en conversaciones privadas y confidenciales, sino en cualquier compañía y ocasión. Dio a Hutchinson el sobrenombre de “Summa Potestatis”, y raramente la mencionaba si no era con el nombre de “Summa”. Su libertad de expresión no era un secreto para sus enemigos. Me he preguntado muchas veces por qué no fue expulsado de los tribunales, como hicieron poco después con el mayor Hawley. Aunque le odiaban más que a James Otis o Samuel Adams, y le temían más, porque no tenían posibilidad de acusarle de afán de revancha por la decepción de su padre por no obtener un puesto superior, como hicieron con Otis, el carácter de Thatcher a través de su vida fue tan modesto, decente y comedido, su moral tan pura y su religiosidad tan reverente que no se atrevieron a atacarle. En su despacho se formaron para actuar en los tribunales dos eminentes personalidades, el juez Lowell y Josiah Quincy, apropiadamente llamado “el Cicerón de Boston”. El cuerpo de Mr. Thatcher era delgado y de constitución delicada; ya sea porque sus médicos sobrecargaron sus vasos sanguíneos de mercurio cuando sufrió la viruela o porque se vio sobrepasado por las preocupaciones y esfuerzos públicos, la viruela le dejo en un estado de debilidad del que nunca se recuperó. Poco antes de su muerte envió por mí para que me hiciera cargo de algunos asuntos en el tribunal. Le pregunté si había visto las resoluciones de Virginia: “¡Oh, sí! ¡Qué hombres! ¡Son espíritus nobles! Me mata pensar en el letargo y la estupidez que prevalecen aquí. Deseo estar fuera. Quiero salir. Quiero salir. Iré a la corte y haré un discurso que será leído después de mi muerte, como mi último testimonio contra esta infernal tiranía que nos están trayendo”. Viendo la violenta agitación que le producía, intenté cambiar de tema lo antes posible y me retiré. Estuvo sin salir durante algún tiempo. Si se hubiera encontrado fuera entre la gente, no hubiera protestado de esa forma tan dramática acerca del “letargo y la estupidez que prevalecen”, puesto que el pueblo y el país estaban vivos, y en agosto se mostraron suficientemente activos, y algunos cometieron injustificados excesos, que son más lamentados por los patriotas que por sus enemigos. Mr. Thatcher murió pronto, lo que fue profundamente lamentado por todos los amigos de su país.
Otro caballero que tuvo una gran influencia en el inicio de la Revolución fue el Doctor Jonathan Mayhew, descendiente del antiguo gobernador de Martha’s Vineyard. Este reverendo se había ganado una gran reputación tanto en Europa como en América mediante la publicación de un volumen de siete sermones durante el reinado de Jorge II, en 1749, y por muchos otros escritos, particularmente un sermón de 1750, del 30 de enero, acerca de la obediencia pasiva y la no resistencia, en el cual se consideran la santificación y el martirio del rey Carlos I, adornados con un ingenio y sarcasmo superiores a los de Swift o Franklin. La leyó todo el mundo, siendo celebrado por los amigos y denigrado pro los enemigos. Los reinados de Jorge I y Jorge II, los de los Estuardo, los dos Jaime y los dos Carlos resultaron una desgracia general para Inglaterra. En América siempre se han considerado con aborrecimiento. Las persecuciones y crueldades sufridas por sus ancestros durante estos reinados habían sido transmitidas por la historia y la tradición, y Mayhew pareció levantarse para revivir todas sus animosidades contra la tiranía, en la Iglesia y el Estado, y al mismo tiempo para destruir su intolerancia, fanatismo e incoherencia. No había aparecido todavía la convincente, elegante, fascinante y falaz apología de David Hume, en la que disimulaba los crímenes de los Estuardo. Para describir el carácter de Mayhew haría falta escribir una docena de volúmenes. Su genio trascendente se transmite a la totalidad de su país en 1761 y se mantiene allí con su celo y ardor hasta su muerte, en 1766. En 1763 se inicia la controversia entre él y Mr. Apthorp, Mr. Caner, el Doctor Johnson y el Arzobispo Secker, sobre el fuero y la conducta de la Sociedad de Propagación de la Palabra de Dios en el Extranjero. Para hacerse una idea de este debate, les ruego que se dirijan hacia una revisión completa, impresa en ese momento y escrita por Samuel Adams, aunque algunos de una forma absurda y equivocada, la atribuyen a Mr. Apthorp. Si no me equivoco, se descubrirá un modelo de candor, sagacidad, imparcialidad y, en fin, de razonamiento correcto.
Si algún caballero supone que esta controversia no supone nada para el presente propósito, está tremendamente equivocado. Extendió una alarma general contra la autoridad del Parlamento. Provocó una prevención justa y generalizada que los obispos y las diócesis, y las iglesias, y los sacerdotes, y los diezmos nos fueran impuestos por el Parlamento. Se sabía que ningún rey, ni ministro, ni arzobispo podría nombrar obispos en América sin un acto de Parlamento, y si el Parlamento pudiera establecernos impuestos, podría establecer la Iglesia de Inglaterra, con todos los credos, artículos, criterios, ceremonias y diezmos y prohibir otras iglesias, como fuentes de sectarios o cismáticas.
Tampoco debe olvidarse a Mr. Cushing. Su buen sentido y sólido juicio, la urbanidad de sus maneras, su buen carácter general, sus numerosos amigos y conocidos y su continuo trato con todo tipo de gente, añadido a sus constante adhesión a las libertades de su país, le proporcionó y una gran y saludable influencia desde los inicios de 1760.
Permítame recomendar estas pistas a la consideración de Mr. Writ, cuya “Vida de Mr. Henry” he leído con sumo placer. Pienso que después de una investigación seria se convencerá de que Mr. Henry no “dio el primer impulso al baile de la independencia”, y que Otis, Thatcher, Samuel Adams, Mayhew, Hancock, Cushing y miles de otros estuvieron trabajando durante bastantes años antes de que el nombre de Henry fuera escuchado más allá de los límites de Virginia

Liberalismo y democracia

Liberalismo y democracia

Por Manuel Llamas

"La democracia significa tan sólo el aplastamiento del pueblo, por el pueblo y para el pueblo"

Óscar Wilde, El alma del hombre bajo el Socialismo (1981)

Resulta curioso que el debate teórico acerca de la democracia desarrollado a las puertas del siglo XX y comenzado ya el XXI, etapa histórica ésta caracterizada por los enormes avances en materia de conocimiento y tecnología, por el logro de metas y objetivos que, si bien hoy nos parecen rutinarios y normales, difícilmente pudieron ser concebidos e imaginados por nuestros predecesores hace apenas un siglo, se siga sustentando sobre la base de conceptos y argumentaciones que se remiten a tiempos ancestros en aras de una mayor demanda participativa e implementación de un modelo de democracia directa, pues, la democracia así entendida, en tanto modelo puro, se concibe en las postrimerías del siglo V a.C., constituyendo Atenas su ejemplo práctico más paradigmático.

Al mismo tiempo, desde la óptica contraria, inserta en la perspectiva crítica liberal, se vuelve a cuestionar mediante la restauración de conceptos liberales clásicos la vigencia y validez de un modelo, el representativo, que se creía ya permanente e inamovible, pero que, sin embargo, ha evolucionado de un modo paradójico justo en contra de lo que sus fundadores pretendían con su instauración. Esto es, el control y la restricción del poder político con el fin de defender y garantizar la libertad y ámbito privado de los individuos.

¡Oh, sorpresa!, pues ello demuestra lo ilusorio de aquellos planteamientos que pretendían enarbolar el fin de la historia[1], de la política y del pensamiento, ya que la realidad del debate expuesto nos muestra con claridad cuán equivocadas eran sus predicciones. Y es que nuevamente resurge el dilema que siempre ha estado presente y que, visto lo visto, no da señal alguna de que vaya a desaparecer en el futuro, pues lo cierto es que parece resultar insoluble, en el sentido de que permanecerá intacto por ser éste constitutivo de la condición y naturaleza humanas. La cuestión a la que me estoy refiriendo es, cómo no, el poder: su titularidad, su ejercicio y su particular naturaleza. Por constituir éste un atributo intrínseco e inequívoco de las relaciones humanas, al igual que ocurre con la razón y las pasiones en el individuo o la misma sociabilidad en el grupo.

El término de democracia liberal o democracia contemporánea, en tanto su origen, evolución y desarrollo, no se ajustan en absoluto al contenido y significación real del mismo, en tanto que no es democracia sino representación y en tanto no es liberal sino social. En este sentido, hemos podido observar cómo la teoría política contemporánea se ha encargado de demostrar fehacientemente la dinámica elitista que subyace en la práctica del gobierno representativo occidental. Ante tales pruebas, se viene configurando un nuevo debate teórico en las últimas décadas del siglo XX tendente a cuestionar la vigencia de tal modelo por verse éste supuestamente afectado por una situación de crisis, si bien es cierto que la interpretación de la misma difiere en función del análisis de dos problemáticas divergentes: en tanto crisis de representación o legitimidad (visión neomarxista), o bien crisis de gobernabilidad (perspectiva neoliberal).

Configurándose así dos corrientes analíticas opuestas y enfrentadas que difieren, no sólo en el problema, sino fundamentalmente en la solución propuesta para la superación de tal difícil y compleja situación:

  1. Mientras que la primera opta por reclamar una mayor participación ciudadana en el ámbito de la esfera pública con el fin de reforzar la construcción de una auténtica democracia: democracia directa.
  2. La segunda, sin embargo, propone un modelo limitativo del poder político al tiempo que maximizador de la libertad individual, consistente en la formación de una democracia legal o Estado mínimo: Estado liberal.

Así pues, presenciamos la vuelta o restauración teórica de conceptos y modelos interpretativos clásicos cuyos principales referentes se sitúan en épocas y períodos pertenecientes al pasado, la Antigua Grecia y la Época Moderna, respectivamente.

¿Se trata, pues, del afamado y suspirado fin de la historia? No, señores no, más bien todo lo contrario ya que, a la vista de las pruebas, lo que hoy en día estamos presenciando a nivel teórico es el retorno a la historia, la vuelta al pasado. Lo cual no debe extrañarnos si tenemos en cuenta que, si bien es cierto que las circunstancias y condiciones de las sociedades actuales son radicalmente distintas, el problema central de la Política sigue careciendo en la práctica de una solución final y definitiva. Esto es, la configuración del mejor régimen posible y, por consiguiente, la articulación y ordenación óptima del poder político.

La pregunta central que viene a colación sería, pues, la siguiente: ¿por qué ha de ser considerada la democracia como el mejor régimen político posible? ¿Cuáles son las razones que justifican tal afirmación?[2]

La respuesta a tales cuestiones deriva de nuestra particular concepción acerca de lo que consideremos el principal valor a tener en cuenta en toda sociedad: la igualdad (democracia) o la libertad (liberalismo).

Así pues, en función de la primacía de uno u otro, obtendremos sistemas políticos plenamente opuestos:

  1. Si el único valor a tener en cuenta es la igualdad, en tanto participación en el poder político, la consecuencia que se deriva de ello será la instauración de la democracia, una tradición teórica cuyo énfasis recae en el quién, ¿quién debe gobernar? Un régimen político que, por otro lado, ha sido denostado como sistema factible de gobierno a lo largo de toda la historia, excepto en momentos puntuales.
  2. Por el contrario, si lo fundamental es la defensa de la libertad del individuo, no cabe duda que el modelo a seguir será el concebido por los fundadores del liberalismo político primigenio[3], en tanto conformación de un Estado netamente liberal, una tradición que se centra en el cómo, ¿cómo se debe gobernar?

Lo paradójico de tal temática es que hoy en día la democracia es concebida en todo su esplendor como forma de gobierno deseable e, incluso, como el único sistema legítimo a tener en cuenta en el ámbito político mundial, a pesar de que su instauración práctica efectiva es sorprendentemente minoritaria. Prueba de ello es la excesiva frecuencia con que tal término es empleado por la intelectualidad y clase política actual sin apenas conocer su auténtico significado y consecuencias reales. En este sentido, la democracia ha tratado de justificarse epistémicamente de dos modos posibles:

  • Justificación intrínseca: según esto, la democracia se vería justificada no por sus consecuencias y resultados sino por algún rasgo que le es inherente. Ejemplo de ello es la justificación contractualista, según la cual la democracia es la mejor forma de gobierno por ser la única que cuenta con el consentimiento de los gobernados y, por lo tanto, se edifica sobre el consenso y sobre la aceptación de los gobernantes mediante proceso electoral. Se justificaría, además, por el hecho de que se constituye como un mecanismo de defensa eficaz para evitar el establecimiento y permanencia de un poder político arbitrario o tiranía, permitiendo por ello la protección de los derechos del individuo; mientras que, por otro lado, es el único sistema político capaz de conciliar del mejor modo posible dos valores contrapuestos e incompatibles por naturaleza: la libertad y la igualdad[4].
  • Justificación consecuencialista: de acuerdo con la cual una institución determinada se justifica porque su existencia produce mejores consecuencias o resultados que su no existencia. A este respecto, si uno observa la realidad que le rodea y comprueba que las cosas están mejor después de la introducción de una institución que antes no existía, tal introducción se encuentra plenamente legitimada. De acuerdo con esta visión, es mejor vivir en democracia no por razones fundadas en principios, sino por razones fundadas en consecuencias y resultados prácticos.

Ahora bien, las críticas contenidas en el debate teórico actual versan sobre ambas justificaciones respectivamente en función de la perspectiva de análisis escogida:

  • En primer lugar, desde una perspectiva rigurosamente democrática, el modelo representativo actual es acusado de no regirse por los auténticos principios en los que debe fundamentarse una auténtica democracia, viciando y perturbando así su verdadero contenido y significado ya que, en tanto "poder del pueblo", el actual sistema muestra una práctica elitista y un mecanismo de representación que limita a su expresión mínima la participación real de la población en la gestión y toma de decisiones de los asuntos públicos. Se trata, pues, de una crisis de representación cuya solución radica en mayor participación.
  • Desde una perspectiva liberal, la democracia es acusada de padecer una crisis de ingobernabilidad que trae como resultado la ineficacia e ineficiencia en cuanto al funcionamiento de tal modelo. Ello se debe a dos fenómenos intrínsecamente interrelacionados: por un lado, la enorme sobrecarga que padece el ámbito gubernamental y estatal contemporáneo como consecuencia de un exceso de demandas sociales dirigidas hacia la esfera pública; por otro, la extensión y ampliación competencial a numerosos ámbitos de la sociedad civil por parte del Estado, con la consiguiente intensificación de la intervención pública en la esfera privada de los individuos. Tal crisis ha de ser solucionada mediante la configuración y establecimiento de un menor gobierno, es decir, mediante la reducción de la esfera estatal al mínimo, siendo la seguridad y la protección para el libre ejercicio de los derechos naturales del individuo (vida, libertad, propiedad) la función básica a la que ha de circunscribirse la acción gubernamental para que pueda ser considerada legítima.

Al hilo de tal exposición, cabe decir que, históricamente, tan sólo han existido dos modos de concebir la libertad[5], valor básico del individuo:

  1. La libertad moderna: concebida como independencia del individuo con respecto al poder en un determinado círculo de actividades.

    "Así el individuo se siente libre cuando es dueño de su patrimonio y sus empresas, imprime la orientación que le place al ejercicio de su profesión, no encuentra trabas a la expresión de su pensamiento, educa a sus hijos según sus creencias, tiene pocas obligaciones militares y paga la menor cantidad posible de impuestos [...] se siente libre cuando su esfera personal, familiar y profesional no está invadida por el Estado. Este ideal se realiza cuando dentro del Estado hay muchas células autónomas, fronteras que el Estado respeta. En otras palabras, cuando el Estado no es totalitario. Según esto el hombre era más libre en el siglo XIII que en el XVI, y más en el XVI que en el XX, después de haberse hecho la ilusión de que iba a serlo plenamente en el XIX. Es decir, la libertad no depende de la posición del gobierno, por encima del pueblo o salido de él, sino de la organización social considerada en sus relaciones con el poder público".

    López Amo Marín, A., Los caminos de la libertad (1947)

  2. La libertad antigua: consistente en el hecho de participar activamente en el gobierno, siendo así el individuo libre por el simple hecho de que participa en la elección de su dueño y orientador de sus designios vitales.

    "El individuo es libre porque le manda quien él ha designado, independientemente de que le manden más o menos cosas. De esta manera podían considerarse libres el ciudadano francés del tiempo de Luis Felipe o el español de la segunda República, el alemán sometido a Hitler[6] y el inglés que votó por su actual régimen laborista".

    López Amo Marín, A.

Siguiendo las definiciones expuestas, llegamos a una conclusión ciertamente significativa y sorprendente: la libertad contemporánea ha sufrido un retroceso tal que, por paradójico que nos pueda resultar, se asemeja mucho más a la concepción antigua que a la moderna. Es decir, la libertad actual centra su objeto y punto de atención mucho más en la participación que en la defensa de las libertades individuales y restricción del poder público.

En este sentido, se ha cumplido ciertamente la predicción señalada por Constant en su crítica al pensamiento de Rousseau, en tanto que la implantación del sistema democrático supondría "la total sumisión del ciudadano para que la nación triunfe y que el individuo se convierta en esclavo para que el pueblo sea libre". Así pues, hemos vuelto al sistema de libertad de los antiguos, sólo que ahora su práctica, inherentemente problemática y claramente inferior a la concepción moderna, se ha visto infinitamente agravada por las extraordinarias dimensiones del Estado y formación política actuales.

¿Cómo ha sido esto posible? ¿Cómo se puede explicar que el hombre moderno haya sacrificado su propia libertad y la defensa de sus derechos naturales (vida, libertad, propiedad) en aras de una participación prácticamente imperceptible en la vida pública[7], perdida entre muchos millones de personas (derecho a voto cada 4 ó 5 años) y conservando además el Estado su omnipresencia y discrecionalidad interventora en la fundamental esfera privada de los individuos?

Parte de la respuesta a tal cuestión se encuentra en el análisis teórico-histórico en cuanto a la formación del Estado contemporáneo y sus diversas dimensiones. Ahora bien, cabe decir también que los tratadistas del Derecho Político moderno han ido conformando de forma progresiva la teoría del Estado, y con ella se ha producido la transformación de las doctrinas individualistas en las teorías de la supremacía y preeminencia estatal: el Estado crea la Ley, ¡he ahí el Derecho! De tal modo, que el individuo se subvierte y se termina por "arrodillar ante el nuevo Dios", un Dios terrenal, pero un Dios al fin y al cabo. ¡Rindámosle pues pleitesía al nuevo poder constituido!, un poder que se muestra más grande y extenso, más fuerte e intenso y mucho más perfeccionado que ningún otro hasta el momento conocido[8].

Ante esto, queda fehacientemente demostrado el fracaso del liberalismo clásico en su objetivo de lograr limitar y restringir el poder político ya que, si bien es cierto que tal corriente se origina como respuesta a la aspiración absolutista de los monarcas, el resultado del proceso iniciado con la instauración del Estado liberal moderno, el gobierno representativo, ha sido un fenómeno similar pero de gravedad y consecuencias infinitamente superiores a las que precisamente tales autores pretendían evitar: "el Estatalismo".

Y puesto que el liberalismo ha fracasado estrepitosamente en su intento, se hace necesario introducir ahora una nueva perspectiva de análisis en el debate teórico contemporáneo con el fin de revisar los postulados existentes, mejorar la comprensión de la situación en la que nos hallamos y, abriendo una nueva alternativa teórica, tratar de proponer y concebir nuevas soluciones a la problemática planteada.

Para ello, será preciso delimitar claramente el problema para, posteriormente, desde la perspectiva y visión liberal, avanzar e introducir una nueva línea de análisis, cuya formulación se encuentra inserta en una corriente de pensamiento emergente: "el libertarismo".

Los ojos del Gran Hermano

Los ojos del Gran Hermano

Jorge Carrillo Olea

Dentro de nuestro trasnochado nacionalismo nos acomoda muy bien el rechazo a cualquier juicio que provenga del exterior. Cualquier opinión o señalamiento es tomado como una violación a nuestra soberanía. Esto tiene varios efectos, quizá uno de los importantes es aislarnos en forma cognoscitiva del universo, cada vez más interdependiente, comunicado y participativo que es el de este siglo. De ello se deriva la incapacidad para hacer correcciones de rumbo, trazar nuevos destinos y sobre todo identificar riesgos y oportunidades que están situados en el exterior.

Esa idea que podría ser auténtica y hasta inobjetable se verifica con casos como el de una publicación hecha en el Daily Telegraph, periódico londinense de prestigio, en el que publican un reporte del US Joint Forces Command, organismo del Pentágono creado hace 10 años, que está especializado en escrudiñar el futuro mundial y sus efectos sobre Estados Unidos.

En él se destaca que para el futuro mediato dos países colapsarán con singulares efectos sobre la seguridad nacional de esa nación, Pakistán y México, y que ambos derrumbes deberán ser menguados en sus efectos con la intervención de diversas fuerzas estadunidenses: financieras, comerciales, migratorias, etcétera, sin descartar, y por eso el encargo hecho a un estamento militar, la intervención de las fuerzas armadas.

En los pasillos de Washington suena cada vez más la idea de que el vecino mexicano es lo que algunos teóricos denominan Estado fallido y ven con suma preocupación que tal situación aumente la inseguridad regional. El escenario de que México y Pakistán pudieran sufrir un colapso rápido se encuentra considerado dentro del reporte en el capítulo denominado Estados débiles y fallidos.

El increíble informe del Departamento de Defensa considera a los dos países como susceptibles de una intervención armada estadunidense. El informe y su juicio consideran un Estado fallido a aquel que por débil ha perdido el control práctico y real sobre su territorio, de manera literal, lo que se expresa por el hecho de que no hay en él un gobierno efectivo

Con lo anterior se quiere decir que un gobierno tiene éxito si es capaz de mantener el monopolio del uso legítimo de la fuerza de la ley y de la fuerza física. Cuando este monopolio se quebranta por la presencia de elementos insólitos, como fuerzas guerrilleras, terrorismo, corrupción extrema, ineficacia judicial, interferencia militar en la política o alta criminalidad como la del narcotráfico, la misma existencia del Estado es puesta en duda, ya que el gobierno ha fallado en su misión fundamental: proteger los más altos intereses de su población.

Aunque dichos elementos insólitos en nuestra realidad resultan inobjetables, tanto que tienen al gobierno contra la pared y han marcado ya su registro histórico, se ha decretado por su parte que su discusión resulta inaceptable. Sencillamente no existen.

Todos estos juicios son coincidentes, salvo matices, con aquellos que han producido otros departamentos, como el de Estado, de Energía, etcétera, y es la suma de ellos lo que priva en la mente de los altos dirigentes estadunidenses.

El gobierno, como la opinión pública informada, está al tanto de estas consideraciones. Lo están sólo porque con el tiempo todas ellas han acabado por nutrir las páginas de múltiples publicaciones.

No estaría enterado sin esas filtraciones, ya que sus órganos de integración e interpretación de información de este rango sencillamente o no existen o no lo consideran su deber, y más bien, como definición existencial, son repelentes a todo aquello que se sepa o se diga en el exterior y que no cuadre con la visión divina del gobierno. Así nos ve el Gran Hermano, ante la ceguera nuestra, la del que no quiere ver.

Video:

El colapso planeado de México

La Narco-Guerra y la Iniciativa Mérida como instrumento geopolítico de las élites financieras estadounidenses. Una llamada de atención para toda la gente de México, Canadá, los Estados Unidos y Latino América. En el video se analizan tanto la propaganda en los medios para meter la idea de que México es un peligro para USA, así como reportes de inteligencia de USA que desde hace algunos años vienen advirtiendo o planeando este escenario que encaja muy bien con lo que estamos viviendo y que muestra que es muy probable que estén teniendo éxito en sus planes.

Atención: Los subtítulos van un poco rápido por lo que hay que poner pausa para leer bien el contenido y poder entenderlo.


Las otras partes están sin traducir en el canal de greylion3000

Carlos Fazio Militarizacion y Paramilitarización en México Brujula 3/7

Carlos Fazio Militarizacion y Paramilitarización en México Brujula 2/7

Carlos Fazio Militarizacion y Paramilitarización en México Brujula 1/7

La corrupción y la ignorancia dan triunfos al PRI

La corrupción y la ignorancia; los factores clave para dar triunfos al PRI

Sin restar importancia a las tan conocidad prácticas priistas conocidas como mapachería y otros DELITOS ELECTORALES que, viendo los reportes de la gente en las elecciones de ayer, deberán ser un factor determinante para anular la elección del estado de México pero que no ocurrirá ya que el órgano electoral esta coptado por quienes detentan el poder, hay que ver otras causas que están más en el fondo de la problemática que lleva a que personas que están en la pobreza, la inseguridad y con pésimos servicios, voten por aquellos que son quienes propician esa situación.

Por mucho que haya un sector de la sociedad mexicana que ya sabe, en mayor o menor grado, que la situación crítica y de atraso en que se encuentra el país se debe a los gobiernos del PRI y los dos últimos del PAN junto con los medios masivos, sigue siendo una mayoría la que no se ha dado cuenta de eso y es la que vota por ellos creyendo que van a recibir algún beneficio. Otro sector que influye mucho es el que está desesperanzado y mejor no va a votar porque esos mismos medios y políticos les han hecho creer que no hay políticos honestos y que no tiene caso ejercer su derecho a votar.

Los dos grupos; los ignorantes que votan y los desesperanzados (ignorantes) que se abstienen, son los que deciden la elección. El primer grupo es el que valida la elección y determina por quien votar de acuerdo a lo que dice su locutor o actor favorito. Obviamente este sector mayoritario sumido en la ignorancia se cree todo lo que la tv le dice y no se ha dado cuenta que ésta y la mayoría de medios están vinculados al poder; los dueños de los medios son los mismos políticos o sus aliados. El otro grupo, los desesperanzados que no votan, está también influenciado por los medios y los políticos pero para que se abstengan de ir a sufragar, su ignorancia no los deja ver que su participación puede hacer la diferencia o al menos no dejarla tan fácil para quienes detentan el poder.

Por lo mismo, gran parte de esa mayoría, que piensa según le dice la tele, cree que un político de izquierda como AMLO o como Encinas no son de fiar o incluso que son de temerles porque nos van a llevar al comunismo (si vieran como en Cuba una persona tiene garantizada su educación, su alimentación y la atención médica de por vida a pesar del bloqueo de USA!), y nunca pensaría en votar por ellos ya que no sabe de verdad lo que son las políticas de izquierda y como lo beneficiarían.

Esa mayoría es la que decide elecciones, es la que vota por quien le regala una despensa ya que se está muriendo de hambre y no se da cuenta que quien la tiene en esa condición es el mismo que le da migajas a la hora de la elección. Es un círculo vicioso para la sociedad pero un círculo virtuoso para los políticos, principalmente los del PRI y los del PAN, que se benefician con esa situación.

El reto enorme para la izquierda y la sociedad consciente es sacar de la ignorancia a esa mayoría sin tener el poder, sólo así se podrá derrotar al PRIAN. En suma, está complicado que haya un cambio verdadero pero, la cosa está peor con políticos seudo izquierdistas infiltrados que sabotean los esfuerzos de los progresistas auténticos.

México: el PRI mantiene una gobernación

México: el PRI mantiene una gobernación que podría conducirle a la presidencia

Eruviel Ávila

Con la ratificación de su hegemonía en el estado de México, el PRI se proyecta a un posible regreso al poder federal.

Las elecciones regionales del domingo en el estado de México -Edomex para los locales- podrían definir tendencias en la política nacional y una eventual vuelta al poder del histórico Partido Revolucionario Institucional (PRI).

Con el 98% del escrutinio realizado, el candidato a gobernador del PRI, Eruviel Ávila, consigue el 62% de los votos, seguido con el 21% por Alejandro Encinas, del izquierdista Partido de la Revolución Democrática (PRD).

Se trataría del mejor resultado del PRI desde 1987.

Mientras que, por contraste, el conservador Partido de Acción Nacional, PAN, del presidente Calderón, sufriría su peor derrota desde esa fecha, cayendo hasta el tercer puesto en la votación con sólo un 12% de los votos.

El Estado de México se ubica en el centro del país, rodeando al norte, este y oeste al Distrito Federal. El Edomex, como es llamado comúnmente, es el estado más poblado del país, con más de 15 millones de habitantes.

Y, precisamente por contar con el padrón electoral más grande de México, los partidos mexicanos suelen prestar especial atención a sus procesos electorales, según apuntó el corresponsal de BBC Mundo en México, Ignacio de los Reyes.

Atentos al gobernador saliente

El triunfo del PRI era lo que pronosticaban las encuestas previas a la elección.

Para el resto del país, la atención no se centra en el candidato ganador que asumirá el mando regional, sino clic en el gobernador saliente, Enrique Peña Nieto.

Peña Nieto deja la gobernación de México como el favorito para suceder a Felipe Calderón en la presidencia, a pesar de que no ha expresado tener esa aspiración.

Eruviel Avila, candidato PRI a la gobernación de México

La atención se centra no tanto en el candidato ganador Eruviel Avila (en la foto) sino en el gobernador saliente Enrique Peña Nieto.

"Es el político más conocido, junto a Calderón y Manuel López Obrador, y el que genera mejores opiniones, de acuerdo a las encuestas. Por eso, algunos candidatos a ser presidente en 2012 ya lo consideran como el rival a vencer en las elecciones de agosto" asegura nuestro corresponsal.

En ese sentido, los comicios en el estado, el mayor contribuyente a la economía nacional después de la Ciudad de México, el Distrito Federal, son vistos como prueba de popularidad de la fuerza de Peña Nieto.

En Edomex, el derechista PAN y el izquierdista Partido de la Revolución Democrática (PRD) fracasaron en el intento de formar una alianza para quebrar la hegemonía del PRI.

En los estados menos políticamente determinantes de Nayarit y Cohaulia, donde también se realizaron elecciones regionales, el PRI logró mantener las gobernaciones

Algunos analistas indican que el resultado en la elección regional podría ser un anticipo de lo que podría suceder en el 2012, cuando se realicen los comicios nacionales.

De cumplirse los pronósticos el PRI regresaría al poder federal mexicano, después de 12 años en la oposición.

Enrique Peña Nieto, el jinete

Enrique Peña Nieto, el jinete que puede llevar al PRI hasta la Presidencia

Enrique Peña Nieto, en el centro, gobernador del Estado de México. Foto tomada de su sitio en Facebook

Enrique Peña Nieto dejará su cargo como gobernador de Estado de México en septiembre.

Le gusta montar a caballo, vestir camisas rojas y presumir de sus "compromisos cumplidos" ante el electorado. Enrique Peña Nieto, gobernador del Estado de México desde 2005, es el favorito de los mexicanos para convertirse en el próximo presidente del país. Aunque él, con su cuidado peinado y su perenne sonrisa, ni siquiera ha declarado su intención de ser candidato.

Los habitantes del Estado de México votaron este domingo para elegir al sucesor de Peña Nieto, un político de 45 años que ha crecido, en lo personal y en la política, en ese rincón del centro del país, el más poblado y uno de los más importantes para la economía de la nación.

Las elecciones habían sido calificadas como una antesala de las presidenciales de julio de 2012 y elclic imponente triunfo del candidato del PRI, Eruviel Ávila, es considerado como una aprobación de los electores a la gestión de Peña Nieto.

Lea: clic Edomex, donde se decide el futuro de México

Desempeñó varios cargos bajo la anterior administración estatal antes de convertirse en gobernador. Y cuando deje este cargo revelará sus planes. De momento, dice, ni se "encarta" ni se "descarta" como contendiente por el Partido Revolucionario Institucional (PRI).

Pero lo cierto es que, a falta de anuncios, las encuestas ya dan por hecho que será él quien lleve las riendas del país en el futuro, el jinete que regrese al PRI al poder federal después de 12 años en la oposición.

Una encuesta de la empresa de demoscopia Consulta Mitofsky realizada en mayo colocaba a Peña muy por encima de otros políticos que sí han declarado su intención de convertirse en presidente, con más de un 47% de los votos frente a cualquier otro rival del Partido Acción Nacional (PAN) o el de la Revoución Democrática (PRD).

UN "NO CANDIDATO" POPULAR

Uno de cada tres mexicanos quiere a Peña Nieto como el próximo presidente. Su nivel de conocimiento entre el electorado es similar a los de Calderón o López Obrador.

Uno de cada tres mexicanos consultados eligió a Peña Nieto cuando le preguntaron quién quería que fuera el próximo presidente. Y no es la primera vez que aparece tan bien posicionado en un sondeo.

Una encuesta celebrada por GEA-ISA en mayo arroja datos similares, con Peña Nieto a enorme distancia de sus principales rivales. Según este sondeo, el gobernador ganaría con más del 42% de los votos al alcalde de Ciudad de México, Marcelo Ebrard, al secretario de Economía, Ernesto Cordero o al ex candidato presidencial Manuel López Obrador, tres declarados aspirantes a mudarse a Los Pinos.

"Modelo bombón"

Pero, ¿por qué un político local genera tanta pasión a nivel nacional?

Enrique Peña Nieto, gobernador del Estado de México, con su esposa Angélica Rivera. Foto tomada de su sitio en Facebook

Sus rivales dicen que es el candidato de una telenovela, él sostiene que tiene un plan para un "estado eficaz".

En parte, explican los expertos en campañas (y también sus adversarios), porque Peña Nieto ha ocupado casi tantas páginas en los diarios políticos como en las revistas del corazón.

Descendiente de una saga de gobernantes locales, Peña Nieto dice ser un político del futuro, de las nuevas generaciones, aunque sus críticos se encarguen de recordarle que su partido fue el que gobernó de manera hegemónica en México durante 70 años.

Padre de tres hijos, enviudó en 2007 de su primera esposa, Mónica Pretelini. Un año después, su romance con una actriz de telenovelas le convirtió en objeto del chismerío nacional.

Enrique Peña Nieto se había enamorado de Angélica Rivera, o "La Gaviota", como es conocida tras su participación en la serie Destilando Amor, de Televisa.

Las imágenes de la pareja saliendo de la catedral de Toluca (capital del Estado de México) el día de su boda, en noviembre de 2010, fueron repetidas hasta la saciedad por los medios mexicanos. El político en ascenso y la estrella de la televisión.

"Una ecuación cuidada, perfectamente planeada: cara bonita + dinero + televisoras + publicidad + PRI dinosáurico = triunfo electoral"

Denise Dresser, Reforma

No falta el día en que no se revelen nuevos detalles de la vida del gobernador: desde su marca favorita de cosméticos hasta los últimos piropos arrojados por la audiencia femenina a Peña Nieto en sus actos públicos.

Fue la politóloga Denise Dresser la que, en uno de los artículos más críticos con Peña Nieto, acuñó en 2009 la expresión "modelo bombón" para referirse al provecho que, según la autora, hace el PRI de la imagen de este político.

"Los componentes centrales del modelo de competencia política que el PRI construye y con el cual logra ganar; los ingredientes fundamentales de la estrategia que el PRI despliega y con la cual logra arrasar; una ecuación cuidada, perfectamente planeada: cara bonita + dinero + televisoras + publicidad + PRI dinosáurico = triunfo electoral. Una fórmula concebida en el estado de México y ahora instrumentada exitosamente a nivel nacional. (…) El modelo bombón. El modelo golden boy. El modelo Peña Nieto", escribió en Reforma.

"Un estadista"

Sin embargo, Peña Nieto se presenta como mucho más que una cara bonita. En un gesto sorprendente para un político con responsabilidades en el segundo órgano de gobierno, el estatal, el gobernador dio a conocer a todo el mundo su llamada Estrategia Nacional para Reducir la Violencia a través de un artículo publicado en enero en el diario Financial Times.

Enrique Peña Nieto, gobernador del Estado de México. Foto tomada de su sitio en Facebook

A un año para la elección presidencial, Peña Nieto defiende sus logros en el Estado de México.

Como el presidente, Felipe Calderón, Peña apoya la intervención del ejército y el combate frontal al crimen organizado, pero propone más esfuerzos en la prevención del delito.

En su clic blog aborda también otras cuestiones más propias de un mandatario nacional que de un gobernador, como la necesidad de una reforma de la paraestatal energética Pemex o la lucha contra el cambio climático.

"Su imagen pública le está ayudando en esta etapa, porque favorece que la gente le recuerde. Pero ya está", advierte Roy Campos, presidente de Consulta Mitofsky.

"Cuando empiece la campaña electoral tendrá que ser algo más que el gobernador del que conocemos su vida privada… tendrá que presentarse como un estadista", le dice a BBC Mundo.

"De momento, Peña Nieto ya es como un opositor al presidente, pero un opositor leal. Se reúne con secretarios de Estado, nunca critica abiertamente a los gobiernos… no basa su popularidad en el conflicto", añade.

Rival a vencer

Peña Nieto es el político más conocido, junto a Calderón y López Obrador, y el que genera mejores opiniones, de acuerdo a las encuestas. Por eso, algunos candidatos a ser presidente en 2012 ya lo consideran como el rival a vencer en las elecciones de agosto.

CONTRA EL NARCO

El gobernador ha presentado a grandes rasgos su estrategia sobre Seguridad: prevención, creación de policías especializas, focalización de la estrategiay responsabilidad compartida a nivel nacional e internacional.

El aspirante de la izquierda López Obrador no duda en tildarle como el candidato "frívolo, el personaje central de una telenovela". Ernesto Cordero, secretario de Economía, retó al gobernador a un debate sobre Economía. Y tanto políticos del PAN como del PRD le han acusado de maniobrar en la sombra para evitar la aprobación de reformas políticas en el Congreso.

Otros críticos desde la política, las organizaciones no gubernamentales o los medios de comunicación, le reclaman que haga más respecto a la violencia contra las mujeres en Estado de México -según grupos feministas y ONGs, más mujeres han sido asesinadas en este estado durante su mandato que en Ciudad Juárez, la llamada capital de los "feminicidios"- o más transparencia en la manera en que el Gobierno del Estado de México se anuncia en otras entidades del país.

Pero ante las críticas, Peña Nieto echa mano de sus 500 compromisos ante el pueblo mexiquense, firmados ante notario.

Los de la reforma del pavimento de una calle, la instalación de alumbrado público o la edificación de un puente. "Compromisos cumplidos" que se publicitan a lo largo del Estado de México con carteles del ejecutivo estatal en cada nueva obra.

Dedicado a gobernar

"Dediquémonos a gobernar y dejemos que los partidos estén en la disputa electoral. No soy ajeno a las especulaciones y las encuestas, pero esperaré el momento para tomar mi definición", dijo Peña en una entrevista con Televisa.

Ese momento podría llegar en septiembre, cuando ceda su despacho en el palacio de gobierno de Toluca, el 16 de septiembre. En octubre, el PRI comenzará el proceso de elección de candidato.

"Dediquémonos a gobernar y dejemos que los partidos estén en la disputa electoral. No soy ajeno a las especulaciones y las encuestas, pero esperaré el momento para tomar mi definición"

Enrique Peña Nieto

Hasta entonces, "no está nada decidido", advierte Roy Campos. "Si interpretamos la lucha por la Presidencia como una carrera, diremos que Peña Nieto está en la 'pole position'. Sólo sabemos que él sale delante, pero no sabremos qué tal le irá a lo largo de la carrera", advierte.

Quizás una de las personas que más directo ha sido al definir el camino que le queda a Peña por delante es el ex presidente Vicente Fox, precisamente el que expulsó al PRI del poder en 2000.

"Primero tiene que pasar la aduana de las primarias, primarias simuladas, dentro de su partido; que no le pongan las zancadillas ni los codazos que acostumbran y, si libra todo eso, ya empezará a mostrar madera de presidente. Porque desde ahí hay que empezar”, le advirtió el ex mandatario.

Peña Nieto, licenciado en Derecho y maestro en Dirección de Empresas, es un "jockey" que aún no se ha "destapado", como se refieren en México a quienes expresan abiertamente su intención de correr en la carrera presidencial.

Sólo 60 kilómetros separan su oficina en Toluca de la residencia de los Pinos, una hora de viaje en caballo. Otros jinetes que salieron con ventaja en los índices de popularidad llegaron segundos a la meta, como López Obrador en 2006. Pero por el momento, en las encuestas, el gobernador viaja a galope.

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