lunes, 25 de abril de 2011

Jeremy Irons también

Tontería económica

Jeremy Irons también

Carlos Rodríguez Braun

A lo largo de la historia, las personas han demostrado ser los verdaderos recursos: son los seres humanos los que han probado ser capaces no sólo de administrar recursos escasos sino de crear recursos nuevos.

Con frecuencia se comete una injusticia con nuestros actores, artistas e intelectuales, al considerarlos excepcionalmente ignaros y presos del pensamiento único. Esto no es así en absoluto: el mundo de la cultura deja en general mucho que desear también en el resto del mundo. Por ejemplo, leí en El País esta declaración de Jeremy Irons: "No podemos crecer de forma permanente en un mundo de recursos limitados".

Esta majadería es ampliamente compartida porque apela al sentido común, que, al revés de lo que se dice, sí es el más común de los sentidos, aunque no es la única y definitiva guía para la comprensión de la realidad. En muchos casos es un obstáculo para dicha comprensión, como lo atestigua la historia de la ciencia, cuyos avances han requerido a menudo quebrantar el sentido común.

La falacia de Jeremy Irons, y de tantos otros, es doble. Si los recursos están limitados, eso no puede ser una novedad. No pueden estar limitados hoy: han estado limitados siempre. Pero si han estado limitados siempre: ¿cómo ha podido producirse y difundirse tanta prosperidad en comparación con el pasado?

La única forma de superar esta primera falacia es suponer que hoy, sólo hoy, la limitación de los recursos comporta un freno para nuestro crecimiento. Esto exige una explicación que la corrección intelectual se resiste a brindar.

Hablando de resistirse, la segunda falacia es precisamente suponer que los recursos están limitados. ¿Quién lo ha dicho? A lo largo de la historia, las personas han demostrado ser los verdaderos recursos: son los seres humanos los que han probado ser capaces no sólo de administrar recursos escasos sino de crear recursos nuevos. Eso es lo que ha permitido crear riqueza hasta hoy, y lo seguirá permitiendo en el futuro.

El turno de Bernanke

El balance

El turno de Bernanke

Manuel Llamas

He aquí la cuestión clave: ¿quién comprará la deuda de EEUU y, sobre todo, a qué precio, si desaparece del tablero la Reserva Federal?

La reunión de la Reserva Federal (Fed) prevista para la próxima semana será clave para determinar el futuro de la política monetaria de EEUU, con todas las implicaciones que ello tiene para gran parte de la economía mundial. Y no sólo porque la economía estadounidense sigue siendo la primera potencia sino, sobre todo, por el hecho de que el dólar es la divisa de reserva por excelencia y, por tanto, constituye el eje del sistema monetario internacional. La estabilidad del billete verde depende, en última instancia, de los movimientos de la Fed.

La cita es relevante por dos motivos. En primer lugar, tras el tímido cambio de rumbo del Banco Central Europeo (BCE), consistente en subir el tipo de interés oficial hasta el 1,25%, todo el mundo se pregunta si Bernanke imitará el movimiento de Trichet, dando así por concluido oficialmente el largo período de tipos históricamente bajos –muy próximos al 0%– impuesto por los grandes bancos centrales tras el estallido de la crisis. Además, a lo largo de los últimos meses, se ha intensificado el enfrentamiento que mantienen los miembros de la Reserva Federal en torno a la conveniencia o no de extender, aún más, la actual política de crédito cuasi gratuito.

Por otro lado, se aproxima el fin del Quantitative Easing 2 (QE), el segundo programa de compra masiva de activos, por el que la Fed acabará adquiriendo otros 600.000 millones de dólares de deuda pública estadounidense hasta el próximo mes de junio. Gracias a estos planes extraordinarios de "expansión monetaria cuantitativa" el banco central ha logrado monetizar casi todo el déficit público estadounidense registrado el pasado ejercicio, próximo al 10% del PIB. Es decir, el Gobierno de Obama ha logrado colocar sin problemas, y a un coste prácticamente inexistente –tipos de interés bajos–, un enorme volumen de deuda para mantener su nefasta política keynesiana, ya que su banco central se ha encargado de comprar casi todo el papel emitido por el Tesoro.

Ahora, falta saber si habrá o no un tercer programa de compras. Y he aquí la cuestión clave: ¿quién comprará la deuda de EEUU y, sobre todo, a qué precio, si desaparece del tablero la Reserva Federal? Pimco, el mayor fondo de renta fija del mundo, y Jim Rogers, experto en commodities y uno de los inversores de mayor éxito de las últimas décadas, se han puesto cortos en bonos estadounidenses. Es decir, apuestan a que su precio bajará o, lo que es lo mismo, la rentabilidad (tipo de interés) de la deuda estadounidense subirá.

Este asunto engancha de forma directa con el brutal desequilibrio presupuestario orquestado por Obama&Company durante la crisis. El incremento del déficit público y, por tanto, de la deuda, se está convirtiendo en un problema muy grave para la economía estadounidense, hasta tal punto que una agencia de calificación (S&P) se ha atrevido a cuestionar la máxima nota crediticia (triple A) de la primera potencia mundial. Obama ya ha anunciado que tomará cartas sobre el asunto mediante una "histórica" reducción del gasto público. El problema, sin embargo, es que el Zapatero de Chicago se ha marcado un nuevo farol: su austeridad es, por el momento, inexistente.

Si el Gobierno no reduce el gasto, el mercado exigirá un tipo de interés mucho mayor para prestarle dinero, reduciendo de paso su capacidad para seguir despilfarrando a costa de los contribuyentes. ¿Estará Obama dispuesto a tal sacrificio? La salida más fácil será recurrir, nuevamente, a las compras de la Fed. ¿Qué responderá Bernanke? El dilema está servido. Se espera que el presidente de la Fed conteste en persona a éstas y otras cuestiones durante la conferencia de prensa posterior a la reunión, algo muy poco común en EEUU, a diferencia de Europa. Así pues, señor Bernanke, su turno.

Manuel Llamas es jefe de Economía de Libertad Digital y miembro del Instituto Juan de Mariana.

BCE: la quiebra de Grecia

BCE: la quiebra de Grecia "podría ensombrecer la de Lehman Brothers"

El economista jefe de la institución alerta sobre las consecuencias de una posible suspensión de pagos si se cumple "el peor de los casos".

El economista jefe del Banco Central Europeo (BCE), Jürgen Stark, advirtió hoy contra una reestructuración de la deuda griega y dijo que podía comportar para toda la zona del euro una crisis peor que la derivada de la quiebra de Lehman. "En el peor de los casos, la reestructuración de la deuda de un estado miembro podría ensombrecer los efectos de la quiebra de Lehman", apunta el experto, en declaraciones a la segunda cadena de la televisión pública alemana, ZDF, recogidas por Efe.

La crisis de Lehman, en 2008, desembocó en la peor crisis financiera internacional de las últimas décadas, pero los efectos de una reestructuración ahora podrían ser aún más demoledores que entonces, sostiene el economista. "No estamos ante una crisis del euro, sino ante una crisis en la deuda de algunos de sus estados miembros", prosigue Stark, para quien la moneda única no está ni ha estado en peligro, sino que incluso se ha evidenciado como factor de estabilidad.

Una reestructuración de la deuda arrastraría, en cambio, a toda la zona del euro, dada la "estrecha vinculación" de las economías de todos sus miembros, lo que tendría efectos negativos en el conjunto del sistema bancario europeo. Starck, en el cargo desde 2006, sale así al paso a los insistentes rumores de que Grecia iba a solicitar esa medida por no poder hacer frente a su deuda. "Una reducción de la deuda puede parecer el camino más fácil, pero no resuelve los problemas estructurales y presupuestarios", sostiene el economista.

Desde hace semanas se especula con que el gobierno griego está preparando una reestructuración de la deuda pública, pese a los repetidos desmentidos, desde Atenas y desde las instituciones europeas, de que vaya a darse tal paso. Medios griegos afirmaron esta semana que Grecia iba a consultar a la Unión Europea (UE) y al Fondo Monetario Internacional (FMI) para recurrir a tal reestructuración, a lo que siguieron nuevas especulaciones acerca de una rápida decisión en ese sentido.

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