lunes, 25 de abril de 2011

La plata y el oro

La plata y el oro no detienen su marcha

Por Matt Whittaker
Dow Jones Newswires

NUEVA YORK—Los futuros de la plata alcanzaron el lunes un máximo récord mientras que el oro subió a su mayor precio histórico al tiempo que los inversionistas recurrían a los metales como alternativa al dólar.

El contrato de la plata para entrega en mayo, el más activo, alcanzó un récord de US$49,820 la onza troy y recientemente subía 4,2%, o US$1,956, a US$48,015 la onza troy. El contrato de la plata para entrega en abril, de bajo volumen de negociación, llegó a US$49,105, apenas por debajo de su récord de 1980 de US$50,360 cuando los hermanos Hunt de Texas intentaron acorralar al mercado de la plata.

[plata] Bloomberg News

"Los temores sobre el dólar han generado una fuerte alza en los metales", señaló Sterling Smith, analista de Country Hedging.

La plata superó con creces los avances del oro debido a que el metal blanco continuó beneficiándose de su precio relativamente barato en comparación con el oro.

El contrato del oro para entrega en junio, el más activo, ganaba 0,6%, u US$8,70, a US$1.512,50 la onza troy luego de registrar un máximo récord de sesión de US$1.519,20. El contrato del oro para entrega en abril, de bajo volumen de negociación, subía 0,5%, o US$7,90, a US$1.511,10 la onza troy luego de anotar su propio récord de sesión de US$1.518,00.

El dólar se encontraba bajo presión ante la percepción de los inversionistas de que la Reserva Federal de Estados Unidos mantendrá bajas las tasas de interés por algún tiempo. El Índice del Dólar en la ICE Futures caía 0,1%.

Kirchner copia el modelo de Perón

Kirchner copia el modelo de Perón

Por Mary Anastasia O'Grady

La presidenta argentina Cristina Kirchner aún no ha anunciado su candidatura a las elecciones presidenciales de octubre, pero su gobierno y su partido —la rama kirchnerista del peronismo— ya están en plena campaña.

[Cristina] AFP/Getty Images

El presidente de Venezuela, Hugo Chávez, y la presidenta argentina, Cristina Fernández de Kirchner, se saludan durante una ceremonia el 30 de marzo en la Casa Rosada de Buenos Aires.

En las últimas semanas, la presidenta dio otro enérgico paso hacia la consolidación de su poder económico al intentar obligar a empresas que cotizan en bolsa a darle al gobierno asientos en sus directorios. Además, el Estado abrió la billetera a pesar de los alarmantes datos sobre la inflación. La prensa sigue estando, como desde hace un tiempo, bajo la presión del gobierno y de sus aliados sindicales organizados para autocensurarse.

Se trata, entonces, de otro momento de preocupación para esta otrora próspera república. De algún modo, la sociedad civil y parte de las instituciones gubernamentales cruciales para la democracia han sobrevivido a ocho años de demagogia de los Kirchner y su progresivo autoritarismo. Pero pocos observadores aquí confían en que el vapuleado pluralismo político del país, que ahora pende de un hilo, pueda soportar otros cuatro años de kirchnerismo.

Una escuela de pensamiento sostiene que puesto que los Kirchner (la presidenta y su fallecido esposo, Néstor, quien fue presidente antes que ella) han convertido a Argentina en una bomba de tiempo económica, ella debería seguir al frente durante los próximos cuatro años. Sus políticas generan una tasa anual de inflación que los economistas privados estiman en alrededor de entre 25% y 30%. El sesgo antiempresarial del gobierno y la inseguridad judicial han dañado los flujos de inversión, y la escasez de energía está en aumento. Cuando todo esto estalle, si hay justicia, la culpa de los problemas debería caer sobre la presidenta.

Sin embargo, darle otro mandato a Kirchner conlleva grandes peligros. Considerando su codicia por el poder, es probable que continúe copiando a su mentor venezolano Hugo Chávez, quien durante 12 años ha demolido con gran constancia los mecanismos económicos, políticos y legales que habitualmente funcionan como los pesos y contrapesos del poder ejecutivo. Para 2015, Kirchner podría tener al país prisionero.

Considere el más reciente asalto a la libre empresa, que comenzó en 2008, cuando anunció la confiscación y nacionalización de cuentas de pensiones privadas. Esto convirtió al gobierno en accionista de 42 empresas que cotizan en bolsa en las que habían invertido los administradores de pensiones. El 14 de abril de este año, Kirchner emitió un decreto que le daba al gobierno mayor poder para nombrar a los miembros de la junta directiva en estas empresas.

La siderúrgica Siderar, donde el gobierno ahora posee un 26%, se está resistiendo. Durante una reciente reunión de accionistas la junta directiva anunció un dividendo y rechazó el pedido de un cupo en el directorio por parte del gobierno. El regulador de valores, una entidad estatal, anuló la reunión. Siderar acudió a los tribunales para desafiar la decisión del regulador y el gobierno presentó una contra demanda.

Aquí no hay ningún misterio. Kirchner sigue las teorías económicas no sólo de Chávez sino también de Juan Perón, el fascista argentino del siglo XX que le dio su nombre al partido. La presidenta quiere que el control estatal sobre la industria apuntale su poder.

Eso encajaría bien con su dominio de lo que en su momento fue un banco central independiente. Desde el año pasado, la entidad ha transferido más de US$16.000 millones a las arcas presidenciales a cambio de bonos gubernamentales. Sin embargo, el gobierno generó de todos modos un déficit fiscal de US$1.300 millones en marzo, lo que implica que sin importar cuánto dinero cae en sus manos, nunca es suficiente.

Es más, a fines de febrero la oferta de dinero argentina registró un alza de 28,6% frente a igual mes del año anterior. Y en los últimos meses analistas independientes que publican cifras de inflación que no concuerdan con la estimación oficial (que bordea el 10%) han sido multados.

Este cuadro de inflación, represión y control estatal de la economía es muy familiar para los estudiosos del pasado de Argentina. Y es el motivo por el que la oposición, a pesar de sus numerosas diferencias, está volcada a un esfuerzo por unirse. La reelección de Kirchner, si decide presentarse, es probable pero no está en ningún caso garantizada si hay sólo un candidato opositor.

Sin embargo, cualquier acuerdo de ese tipo aún parece muy lejano. Las esperanzas de una alianza entre los peronistas federales (que se oponen a los peronistas kirchneristas) y el alcalde de centro-derecha de Buenos Aires, Mauricio Macri, se desvanecieron la semana pasada luego de que una primaria de los peronistas federales tuviera una convocatoria muy baja y fuera empañada por acusaciones de fraude.

Ahora crece la especulación de que Macri podría, en cambio, optar por un segundo mandato como alcalde este año y conservar sus posibilidades para las elecciones presidenciales de 2015. Eso dejaría a Ricardo Alfonsín, del Partido Radical de centro-izquierda, e hijo de un ex presidente, como el contendiente más probable de Kirchner.

La mayoría de la centro-derecha tendría que hacer un gran esfuerzo para votar por Alfonsín. Sin embargo si se posiciona levemente a la derecha, y consigue el respaldo de Francisco de Narváez, un popular representante del peronismo federal, obligaría a Kirchner a ir a una segunda vuelta. En ese caso, sus probabilidades de seguir al mando del país serían mucho más bajas. Para muchos argentinos eso sería un compromiso que bien valdría la pena.

Se acelera la caída del dólar

Se acelera la caída del dólar

Por Tom Lauricella

La tendencia bajista del dólar está acelerándose en momentos en que los tipos de interés, las preocupaciones inflacionarias y el enorme déficit federal socavan la moneda.

Sin alivio a la vista para el dólar en ninguno de esos frentes, se espera que continúe la presión bajista sobre la moneda estadounidense.

El dólar cayó casi 1% contra una amplia canasta de monedas la semana pasada, tras una caída similar la semana anterior a esa. El Índice ICE del Dólar de EE.UU. cerró a su mínimo nivel desde agosto de 2008, antes de que se intensificara la crisis financiera.

"Simplemente no le ha pasado nada positivo al dólar", dijo Alessio de Longis, quien supervisa el Oppenheimer Currency Opportunities Fund.

El principal motor de la caída del dólar son las bajas tasas de interés en EE.UU. comparadas con tasas mayores y crecientes en el exterior. Las menores tasas significan un menor retorno sobre el efectivo, y la presión de ese factor podría intensificarse esta semana, cuando se prevé que la comisión de la Reserva Federal de EE.UU. que fija las tasas de corto plazo dé señales de que se mantendrán cerca de cero durante muchos meses más. El miércoles próximo, el presidente de la Fed, Ben Bernanke, tiene previsto dar la primera conferencia de prensa del banco central hasta la fecha tras una reunión de estrategia.

Pero es la inquietud sobre el déficit presupuestario de EE.UU. lo que está intensificando la venta generalizada. El 18 de abril, los inversionistas se espantaron por una advertencia de Standard & Poor's de que podría quitarle la codiciada calificación de AAA al gobierno de EE.UU., en medio de inquietudes por que el gobierno del presidente de EE.UU., Barack Obama, y los republicanos en el Congreso podrían no ser capaces de acordar reducciones significativas en el déficit.

Además, funcionarios gubernamentales chinos han intensificado la retórica que indica que podrían diversificar sus reservas de monedas de US$3 billones (millones de millones) para reducir sus carteras de dólares estadounidenses. Tal giro menoscabaría lo que ha sido una fuente sustancial de compra de dólares en años recientes.

En semanas recientes, China ha permitido que su moneda, el yuan, se aprecie constantemente. Esto representa dos retos para el dólar. En primer lugar, cuanto más permita Beijing que se aprecie su moneda, tanto menos necesita comprar dólares para contrarrestar la fortaleza del yuan. En segundo lugar, otros países asiáticos que compiten con China por exportaciones también podrían permitir que sus monedas se fortalezcan contra el dólar.

Washington ha estado presionando a Beijing para que permita que el yuan suba contra el dólar y otras monedas, para ayudar a reducir el déficit comercial de EE.UU., en otros objetivos. Pero una caída continua en el valor del dólar es un arma de doble filo para la economía de EE.UU.

Un dólar más débil es una bonanza para los exportadores de EE.UU. al darles precios más competitivos para sus bienes. Esto ha impulsado a las compañías tecnológicas y de manufacturas, un ejemplo positivo en una recuperación económica que ha sido lenta.

Desde que comenzó la recuperación en el tercer trimestre de 2009, las exportaciones han contribuido alrededor de 1,4 puntos porcentuales a la tasa de crecimiento anualizada de 3,0% de EE.UU., lo que representa la mayor cuota de crecimiento del comercio hasta la fecha en un periodo de 18 meses.

Pero un dólar más débil golpea a los consumidores afectados por el creciente costo del petróleo importado, conforme los exportadores buscan precios más altos para el crudo denominado en dólares como una forma de compensar el valor menguante de esta moneda.

En cierta medida, algunos funcionarios de EE.UU. ven el descenso del dólar como el resultado inevitable de tasas de crecimiento dispares entre EE.UU. y el mundo en vías de desarrollo de rápido crecimiento. Bernanke y el secretario del Tesoro, Timothy Geithner, no han dado indicios de querer alterar su postura.

Un motivo de tranquilidad para el gobierno estadounidense es que el descenso del dólar ha sido ordenado. Contra una amplia canasta de monedas, el dólar ha caído 9,1% frente a un año antes. En 2003 y 2004 —un periodo de muy bajas tasas de interés orquestadas por el predecesor de Bernanke, Alan Greenspan— registró caídas anuales de cerca de 10%.

En tanto la moneda más débil está ayudando a impulsar la recuperación, también ha contribuido a generar inquietudes públicas palpables acerca de la inflación y la postura disminuida de EE.UU. en la escena global. La moneda débil ayuda a elevar el precio del petróleo en términos de dólares, y por ende la gasolina en el surtidor, exacerbando otro problema político para Obama en este momento. Según una encuesta de Gallup en abril, 42% de los estadounidenses encuestados tenía poca o nada de fe en que la Fed haría lo mejor para la economía, y 43% tenía poca o nada de fe en Geithner.

La semana pasada, el dólar, medido según el índice que lo sigue contra una cesta de monedas, tocó su punto más bajo desde la crisis financiera de 2008. Antes de que comenzara la crisis, el dólar había perdido más de 40% de su valor contra la cesta durante un descenso constante de seis años, impulsado por muchos de los mismos factores que aquejan hoy a la moneda. El dólar está a 5% de su mínimo histórico, al que cayó en marzo de 2008, según el índice del dólar, que se remonta a 1971.

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