miércoles, 13 de abril de 2011

Los Muy Ocupados Políticos

Los Muy Ocupados Políticos

– Por Ron Paul

Español: Con una economía tambaleante, guerras múltiples, y con la cercana desaparición de la condición de reserva del dólar, existen más que suficientes problemas para tener a los políticos de Washington trabajando día y noche. En medio de la repartija de dinero por cacharros y la nacionalización del sistema de salud, la administración está ocupada enviando más soldados al extranjero, expandiendo las guerras existentes y buscando excusas para iniciar nuevas guerras. El Congreso está trabajando en la “urgente” legislación para hacer frente a crisis como la de la salud y la del cambio climático. Las reformas son tan urgentes que las legislaciones deben ser aprobadas rápidamente sin tiempo para leerlas, aunque las leyes no tendrán efecto hasta dentro de varios años! Mientras tanto, la Reserva Federal está muy ocupada enfrentando la crisis del dólar imprimiendo más dólares.

Sí, ciertamente hay mucho por hacer en Washington en estos días. La mayoría, sino todo, de lo que Washington está haciendo, sin embargo, es más de lo mismo que creó los problemas en primer lugar. El Capitolio está lleno de políticos corriendo por todos lados extinguiendo incendios –pero con gasolina. La verdad es que todos estos incendios mantienen a tanta gente poderosa rica y con trabajo, que realmente no es beneficioso para los tomadores de decisiones el ser muy eficientes a la hora de resolver problemas. Si Washington se quedara sin problemas, piensen cuántos lobistas se quedarían sin trabajo, y cuántos grupos de intereses especiales se disolverían. Lamentablemente, todo lo que es malo para la economía en general es bueno para la economía y mercado de trabajo de Washington DC.

Por supuesto, ninguna forma de gobierno, ni siquiera aquella que haya respetado sus límites constitucionales, crearía mágicamente una sociedad libre de problemas. La pregunta es: ¿Cómo resuelve una sociedad sus problemas? La forma de gobierno que previeron nuestros fundadores, en el que el gobierno federal estaba estrictamente limitado por la constitución, permite que los ciudadanos privados y comunidades resuelvan sus propios problemas. El rol del gobierno debería ser el de proteger los contratos, sancionar el fraude y la violencia a través de leyes apropiadas, la aplicación de la ley y los tribunales. No hacen falta un montón de leyes o burócratas para trabajar en ello. En cambio, constantemente se necesitan nuevas leyes para arreglar los problemas que causaran previas leyes inconstitucionales. Hemos terminado con un laberinto incomprensible de leyes y regulaciones que restringen severamente a las personas y expanden el gobierno –exactamente lo opuesto a lo que pretendían nuestros Fundadores.

Todo esto se debe a que la Constitución es tratada como un manual de sugerencias en lugar de cómo la ley suprema del territorio. Bajo la Constitución, se supone que las manos de los políticos estén atadas en la mayoría de las áreas en las que hoy se ven involucrados. Pero en algún lugar del camino los políticos ignoraron los límites constitucionales y comenzaron a pretender resolver los problemas por nosotros. Como resultado lo que tenemos son aun más problemas.

Hoy en día, los políticos de Washington pueden afanosamente “resolver” un problema, sabiendo que las consecuencias no intencionadas de esa “solución” los mantendrán ocupados el día de mañana. La gente en última instancia queda sofocada bajo el peso de las manos de ayuda de Washington. Estamos llegando al punto en que nuestra economía, nuestro dólar y, de hecho, el resto del mundo, han tenido toda la ayuda de Washington que puedan soportar. Los Estados Unidos se dirigen hacia el mismo camino que el de Roma y la Unión Soviética, por las mismas razones, a menos que revirtamos la tendencia.

Sigo con la esperanza de que suficientes americanos se den cuenta de que la verdadera fuerza de nuestro país no proviene de Washington, sino más bien de las limitaciones que pone la Constitución sobre el gobierno. Debemos decidirnos a revertir el curso destructivo que llevamos, para luego jamás volver a dejar que el estado grande solucionador de problemas se haga cargo de nuestras vidas y de nuestro país.

Las Guerras Comerciales y el Proteccionismo

Las Guerras Comerciales y el Proteccionismo no son Libre Comercio

– Por Ron Paul

Español: Hace dos semanas, tanto la Administración como la Reserva Federal anunciaron, con las caras rectas, que la recesión había terminado y que los signos de recuperación económica eran claros. Entonces, la semana pasada, el presidente tomó una decisión sorprendente, que muestra la determinación de la administración en repetir los errores de la Gran Depresión. Al igual que las Tarifas Smoot-Hawley, que iniciaron una guerra comercial global y que eficazmente nos condenaran a 10 años más de miseria económica, la decisión de Obama en promulgar elevadas tarifas sobre los neumáticos importados de China podría iniciar una guerra comercial con el socio de comercio más importante que tenemos. China no sólo fabrica una gran cantidad de productos que acaban en las tiendas estadounidenses, también siguen comprando deuda de nuestro Tesoro.

Uno se debería preguntar por qué se lleva a cabo este curso de acción si es que el gobierno realmente cree en sus propias declaraciones acerca de la recuperación económica. ¿Por qué siguen tratando de arreglar algo que supuestamente ya han arreglado? Lo más preocupante es la retórica que usan sobre el libre comercio para justificar esto. La administración afirma que simplemente está aplicando políticas comerciales, y que ello es necesario para el libre comercio. Este tipo de doble discurso demuestra un grave desconocimiento del libre comercio, de economía y de historia mundial. Aun así, ésta es la gente en la que el gobierno confía para que resuelvan nuestros problemas. Este tipo de cosas debería eliminar cualquier duda acerca de la credibilidad de los tomadores de decisiones de Washington.

La verdad es que esto perjudicará a los consumidores al subir los precios de los neumáticos y automóviles. Esto también complicará más las cosas para las ya paralizadas industrias manufactureras y agrícolas si, y cuando, China tome represalias contra los productos hechos en EE.UU. Cualquier trabajo que pueda ser salvado en las industrias de los neumáticos y metalúrgicas locales como consecuencia de esta medida proteccionista, muy probablemente se pierda en otras industrias americanas. Es incluso dudoso que esos trabajos se salven, ya que se pueden obtener neumáticos baratos de otros lugares, como México, en su lugar. Es difícil identificar a alguien que realmente salga ganando entre todos los que pierden cuando se trata de guerras comerciales. Si los sindicatos creen que esto es beneficioso para ellos, estarán siendo buenos para hacerse de un centavo, mientras pierden un dólar.

El comerciar libremente con todos y el tener malas alianzas con ninguno, ha sido siempre la mejor política para tratar con otros países en el escenario mundial. Esta es la política de la amistad, libertad y no intervencionismo, y sin embargo la gente ataca equivocadamente a esta filosofía como aislacionista. Nada puede estar más lejos de la verdad. El aislacionismo es la colocación de barreras comerciales proteccionistas, el comenzar guerras comerciales imponiendo sanciones provocativas, y el encontrarse un día sin nadie que compre nuestros productos. El aislacionismo es armar a ambos lados de un conflicto, sólo para descubrir que has hecho dos enemigos en vez de mantener dos amigos. El aislacionismo es tratar de ser la policía del mundo, y crear más resentimiento que gratitud. El aislacionismo es la incomprensión de la economía, o de otras culturas, pero aún así intervenir torpemente convirtiendo problemas menores en grandes desastres.

El gobierno no debería estar en el negocio de dar favores a intereses especiales, o de elegir ganadores y perdedores en el mercado, sin embargo esto ha sido lo que más ha tenido ocupados a los políticos de Washington. Se ha llegado a un punto febril últimamente, y debe terminar si es que alguna vez queremos volver a una economía funcional y próspera.

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