sábado, 18 de junio de 2011

¿Cuándo empezó este país?

¿Cuándo empezó este país? ¿El 1 de diciembre de 2000? ¿En serio?

Antes de este punto, no sólo nada bueno se había hecho sino que ni siquiera había país.

Ángel Verdugo
Una de las obsesiones que parece dominar pensamiento y obra de Calderón y Cordero ante lo que alguna estudiosa de la situación política del país califica como “la inevitabilidad de la victoria del PRI en 2012”, es la que tiene que ver con la fecha del surgimiento de este sufrido país.
Tal parece, si nos atenemos a lo que parece será el discurso de Cordero para “vender” la obra panista —al menos en materia económica— y su candidatura, que México se creó de la nada el 1 de diciembre de 2000.
Antes de este punto, no sólo nada bueno se había hecho sino que ni siquiera había país. Su discurso deja ver, que antes de ellos y su reducido grupo —aún dentro del PAN— no había México.
Lo grotesco y falto de honradez de tal posición no merecería, en otras condiciones, que nos ocupáremos de ella; sin embargo, cuando se tergiversa tan burdamente la historia para vender una candidatura, las cosas cambian.
Una posición cuya falta de honradez intelectual y rigor teórico deberían avergonzar a su portavoz y a no pocos de sus panegiristas, debería ser un foco rojo dada la falta de seriedad de quienes hoy ocupan altas posiciones en la estructura administrativa del Estado mexicano.
En la actividad política como en la vida misma, no hay generación espontánea; anhelo caduco de quienes rechazan la evidencia científica, se vuelve hoy la baratija que deslumbra a ignorantes e interesados en quedar bien con el delfín designado.
Sin embargo, los hechos, por más que se los oculte o tergiverse, ahí están. Saquémoslos a la superficie, no con el fin de descarrilar una candidatura —por demás endeble— sino para dar elementos de juicio que permitan al agente económico tomar una decisión informada.
Preguntémonos algo tan simple como esto: ¿Hay alguien en su sano juicio que se atreva a afirmar hoy, que los “avances” en materia económica de estos diez años podrían haberse alcanzado de no haber sufrido la debacle de 1982 y la corrección posterior?
Es más, ¿podría Cordero presumir logros panistas, de no haber tomado —los priistas apoyados por panistas serios y maduros— medidas profundas en materia estructural durante los sexenios de De la Madrid y Salinas y consolidados durante la presidencia de Zedillo?
 ¿Podría Cordero negar, que los “triunfos” que hoy presume como monopolio panista se deben, en buena parte, a las reformas concretadas por los que son hoy su blanco preferido?
Es más, si analiza orígenes y formación académica de su equipo, verá en él la mejor expresión de muchos programas concretados y estimulados por los que según él, nada hicieron bien.
Pregunte a todos ellos quién pagó sus becas y estancias en el extranjero y la respuesta, no sólo no le sorprenderá, pues bien la conoce, sino que espero le ayude a entender que lo que hoy tiene y disfruta en cuanto a su posición política se refiere, se explica por lo hecho —bien y mal, bueno y malo- por los priistas que ya tocan a su puerta para recibir la estafeta.
En política, arrogarse monopólicamente la buena gobernación, es escupir al cielo; de inmediato, el escupitajo nos cae en la cara. Lo de hoy se explica por lo de ayer y lo de mañana, por lo que hagamos o no hagamos hoy.
Maestro Cordero, no olvide que como ve hoy a los priistas, así lo verán ellos mañana.

Perú, con las narices tapadas

Perú, con las narices tapadas

En esa división que recuerda el panorama de México en la elección de 2006, llegó ayer el país andino a las urnas.

Ana Paula Ordorica
Recuerdo muy bien, hace cinco años, cuando Perú iba a ir a las urnas para elegir presidente. Entonces el escritor y premio Nobel Mario Vargas Llosa decía que los peruanos llegaban a las urnas con las narices tapadas a elegir entre Alan García, el actual presidente y ganador de esa contienda, y Ollanta Humala.
Alan García había sido anteriormente presidente de Perú (1985-1990) dejando a su país marcado por la peor crisis económica en la historia con una insólita hiperinflación, un recrudecimiento de los embates del terrorismo liderado por Sendero Luminoso, y por diversos actos de corrupción que involucraban a gente de su gobierno.
Ollanta Humala era visto como un político de izquierda radical; ex militar bajo el cual se cometieron fuertes abusos contra la población civil en la región andina de Huanuco en donde ordenó torturas y desapariciones.
También se le liga con el narcotráfico.
Por si ello no fuera suficiente, además Humala era y aún continúa siendo visto como un títere del presidente Hugo Chávez de Venezuela.
Por eso decía Vargas Llosa, en aquel 2006, que Perú acudía a las urnas con las narices tapadas.
Cinco años después, la contienda de ayer domingo fue entre Keiko Fujimori, la hija de Alberto Fujimori, el ex presidente de Perú que hoy se encuentra preso por crímenes contra la humanidad, y de nuevo Ollanta Humala.
Y aunque ahora ha sido todo un escándalo el que Vargas Llosa pidiera abiertamente el voto a favor de Humala, su abrazo al candidato nacionalista ha sido bastante forzado por las circunstancias.
En un artículo extenso publicado en el diario El País, Vargas Llosa explicó lo que está en juego en esta elección: “la disyuntiva que tiene por delante el Perú […] es la de salvaguardar la imperfecta democracia política que tenemos desde hace 10 años y una política de mercado y de apertura al mundo que ha hecho crecer nuestra economía de manera notable, o volver a un régimen dictatorial que, guardando ciertas formas institucionales, restablecería en el gobierno a quienes, en complicidad con Fujimori y Montesinos, destruyeron el Estado de derecho, se enriquecieron cometiendo las más descaradas pillerías y durante ocho años perpetraron horrendos crímenes con el pretexto de combatir la subversión.
A mi juicio en semejante disyuntiva la peor opción es Keiko Fujimori.”
Así como Vargas Llosa se encuentran la mayoría de los electores peruanos: en un escenario no de votar a favor de un candidato sino en contra del otro.
Por ello las encuestas de opinión previas a la elección de ayer hablaban de preferencias sobre el candidato por el cual los ciudadanos NUNCA votarían.
Y el resultado le dio la ventaja a Humala.
Con el recuento rápido a 97 por ciento, los datos le dieron el triunfo al aspirante de Gana Perú con 51.4 por ciento de los votos frente a 48.6 por ciento que le otorgaron a la populista Keiko Fujimori, de Fuerza 2011.
Los peruanos votaron (porque así lo manda la Constitución) con las narices tapadas, una vez más.
Y así le dieron el triunfo a Humala… como un voto en contra de Fujimori.

La prueba del nuevo PRI

La prueba del nuevo PRI

Ivonne Melgar
Todo iba bien para el candidato puntero del PRI en el estado de México, Eruviel Ávila, hasta que el pasado asomó la huella indeleble del origen.
Fue el momento de mayor tensión teatral del primer debate protagonizado el miércoles entre los tres aspirantes a la gubernatura: la cita por parte del perredista Alejandro Encinas de algunos párrafos de la carta que el alcalde con licencia dedicó a uno de sus mentores políticos, Arturo Montiel, ex gobernador de esa entidad.
Leído en un informe de su anterior gestión municipal en Ecatepec, hace seis años, el texto permitió al ex jefe capitalino impugnar la autopresentación que en el inicio del debate televisado hizo el priista.
“¿Integrante de la nueva generación?”, reviró Encinas, quien acto seguido repitió, con auxilio de una tarjeta, lo expuesto por Ávila el 6 de agosto de 2005.
Montiel fue siempre como el árbol fuerte y frondoso al que acudimos para protegernos bajo su sombra del inclemente sol. Arturo Montiel brilla con luz propia y con gran intensidad pero en su sencillez, en lugar de elevarse desde lejos e iluminarnos como una estrella, prefirió convertirse en antorcha y quedarse entre nosotros para irradiar su luz y su calor a todos los que nos aproximamos a él en busca de más progreso y desarrollo”, leyó Encinas para, enseguida, cuestionar una vez más: “¿Esa es la nueva generación?”.
Ávila no pudo o no supo o no quiso sacudirse el golpe —fronterizo a un gancho al hígado— y optó por apegarse a su estrategia electoral de responder con propuestas a los ataques y a las provocaciones.
La escena de un candidato sin guantes para defenderse fue, sin embargo, más que una lección para los tricolores de cara a 2012. Porque todo indica que la idea del político propositivo resulta insuficiente cuando el pasado los alcanza.
Se trata de una moraleja para lo que viene, porque la ventaja de Ávila en la contienda mexiquense se perfila imbatible, al casi triplicar las simpatías frente a Encinas y casi cuadruplicarlas si se le compara con el panista Luis Felipe Bravo Mena.
Pero la escena del candidato sin guantes no quedará sólo como el recuerdo de un mal momento para Eruviel, sino que podría convertirse en una imagen más del collage que el gobierno federal y sus aliados están dispuestos a integrar sobre el pasado siempre presente del autoproclamado nuevo PRI.
Porque en los hechos, la decisión del aspirante a gobernador de aguantar el golpe sobre sus afectos hacia Montiel, es la misma que sus correligionarios tomaron ante la detención y consignación de Jorge Hank Rhon, militante del PRI, ex alcalde de Tijuana y a quien se le tilda de financiador electoral de sus compañeros.
Hijo del fundador del llamado grupo Atlacomulco, Carlos Hank González, el ahora preso por posesión ilegal de armas de fuego, muchas de éstas pertenecientes al Ejército, no ha contado con el respaldo público de sus amigos. Nos mantendremos al margen, declaró el gobernador mexiquense Enrique Peña Nieto, quien sin embargo soltó la sospecha de que situaciones como ésta podrían enrarecer el clima político.
Tampoco Humberto Moreira, líder nacional del PRI, ha expresado una solidaridad activa hacia el excéntrico político, cuya suerte y la del gobierno federal están en manos de los jueces.
Porque si el expediente abona la historia de los tantos presuntos peces gordos que acabaron nadando libres en las aguas de la impunidad o la falta de pruebas, el presidente Felipe Calderón, su administración y su partido perderán el primer intento del sexenio de demostrar que hay un “basta ya” contra los intocables y la posibilidad de marcar electoralmente con el concepto corrupción el pasado presente priista.
Pero si, como las autoridades correspondientes lo plantean, las armas de Hank Rhon conducen a otros caminos chuecos, violentos e ilícitos, éste sería apenas el prólogo de una novela negra con futuros caídos, entre ex gobernadores y gobernadores activos, del PRI, por supuesto, pero sin descartar a funcionarios de otros partidos, incluido el PAN.
A diferencia de Eruviel, que todavía puede acariciar el triunfo, la cúpula tricolor tiene que cuidar en extremo su ventaja hacia 2012 porque,  independientemente del curso judicial que las cosas tomen, hay costos electorales y políticos.
Sobre éstos últimos, por ejemplo, ya hay algunos ex gobernadores damnificados que se quedaron esperando para integrarse a la dirigencia priista y que, sin embargo ahora únicamente quieren ser borrados de la lista gubernamental de sospechosos, porque en sus gestiones creció o reinó el narco.
Por eso cuando Eruviel calló ante Encinas, quien dijo que Montiel fue el gobernador que prometió acabar con las ratas y terminó aliándose con ellas, el peso del pasado siempre presente se asomó, como sombra del futuro que viene. Y fueron muchos los espantados.

El regreso del “pato cojo”

El regreso del “pato cojo”

No nos equivoquemos con Jorge Hank Rhon: es corrupto, asesino intelectual de periodistas y representa lo más dañino del PRI.

Martín Moreno
Un signo podría sellar lo que resta del sexenio de Felipe Calderón: la parálisis. El síndrome del lame duck (pato cojo) —endilgado por el Financial Times al gobierno de Vicente Fox— podría repetirse en la impartición de justicia, en las reformas pendientes, en el Congreso y, sobre todo, en el margen de maniobra de un Presidente acotado por errores propios y de su equipo.
Sí, el “pato cojo” estaría de vuelta, doblado y herido por los yerros en el caso Hank; por la falta de coordinación entre un Ejército que confunde firmeza con ilegalidad y una PGR incapaz y ausente; por jueces que ven claras omisiones en averiguaciones previas, pero que muestran ceguera a la hora de observar 78 armas sin permiso; con un vocero —Alejandro Poiré— al que muy pocos le creerán por las invenciones que manifestó horas después de la detención del ex alcalde de Tijuana.
Un “pato cojo”, cuya única pata de apoyo podría ser quebrada por la revancha y la estrategia del PRI desde el Congreso: tomen su periodo extraordinario y sus reformas. La orden llegada desde Toluca es no hacer ruido en los próximos trece meses, para no arriesgar a Peña Nieto.
¿Para qué reformas —como la política, la laboral y la de seguridad—, que innegablemente beneficiarían al país, si en la agenda priista la prioridad es parálisis política a cambio de Los Pinos?
Desde el Congreso, el priato le cobrará facturas a Calderón debido al caso Hank Rhon, a pesar de haber sido liberado por la jueza Blanca Evelia Parra Meza. De la mazmorra al estadio de futbol. De la desgracia política a la resurrección milagrosa por los errores calderonistas que —vaya paradoja— podrían llevar a Hank a la gubernatura de BC. Así es la política.
No nos equivoquemos con Hank: es corrupto, asesino intelectual de periodistas y representa lo más dañino del PRI. Dejémonos de hipocresías y eliminemos el “presunto” que podrá no ser borrado por la autoridad incapaz, pero que es bien sabido por todos: Hank Rhon ordenó la muerte de Héctor El Gato Félix Miranda y de Francisco Ortiz Franco.
La parálisis en el entorno de Calderón es evidente.
¿Dónde está la procuradora general de la República, Marisela Morales? Ausente —al menos públicamente— en el caso Hank Rhon. Invisible. Inoperante. ¿Alguien la ha visto? Como colaboradora del Presidente, tenía la obligación profesional y moral de salir a dar la cara y defender la postura oficial. No lo hizo. Dejó a la titular de la SIEDO, Patricia Bugarín, enfrentar un caso de pesos completos.
Bugarín criticó la actuación de la jueza Parra Meza y advirtió que la liberación de Hank podría generar mayor impunidad. En algo tiene razón Bugarín: la jueza encontró “inconsistencias” en la actuación del Ejército —evidentes—, pero nada dijo sobre las 78 armas ilegales, dos de ellas relacionadas con homicidios, y 49 de uso exclusivo del Ejército. ¿Por qué esta omisión de Parra Meza?
Son las consecuencias de proceder con ilegalidad, cuando soldados entran a una casa sin orden de cateo o de aprehensión. Grave error. Sale raspado el Ejército y su comandante supremo: el Presidente de la República. Si Calderón sabía del operativo, avaló una ilegalidad que derivó en fracaso jurídico y de imagen. Y si no lo sabía, peor: actuaron a su espalda y se limitaron a avisarle.
¿Dónde está el secretario de Gobernación, Francisco Blake, mientras en su tierra —Baja California— se hacía un batidillo con la ley? Mal parado queda por su actitud tibia e indolente.
Ahora, Calderón envía la solicitud formal a la Comisión Permanente del Congreso de la Unión, para sacar adelante, en periodo extraordinario, reformas pendientes, así como el urgente nombramiento de tres consejeros electorales del IFE. Calderón tiene razón: es inaplazable legislar ese paquete.
Pero una cosa es lo ideal y otra, muy diferente, la real politik.
¿Acaso espera Calderón que luego de su fuerte, aunque justa y puntual crítica a la dictadura priista pronunciada en la Universidad de Stanford, y el trago amargo que el PRI pasó con la aprehensión de Hank Rhon, le abrirán la puerta a sus reformas, aun sabiendo que son imprescindibles e inaplazables?
La respuesta parece ser no.
Será la revancha del PRI, aun a costa del deterioro económico por la falta de una reforma laboral; del primitivismo político a causa de la ausencia de cambios políticos refrescantes, como candidaturas independientes; o bien, la necesidad de una Ley de Seguridad Nacional.
Todo eso no le importará al PRI, con tal de cobrar facturas.
Al PRI solamente le interesa un plazo: las elecciones presidenciales de julio de 2012. Después de eso, lo que quieran.
¿Y las reformas? Esas podrán esperar más tiempo. Por estrategia. Por revancha.
Mientras, el “pato cojo” deberá aprender a andar con una pata en lo que resta del sexenio.
A menos que Calderón haga algo efectivo, de fondo y, sobre todo, bien hecho. Y pronto.

Exhortos, narcomensajes y Hank

Exhortos, narcomensajes y Hank

Jorge Fernández Menéndez
Mientras el presidente Calderón solicitaba al Congreso de la Unión que convoque a un periodo extraordinario de sesiones para sacar adelante varias reformas pendientes, entre ellas, la política, la laboral y la de seguridad nacional, todas imprescindibles para el futuro del país (y algunas, como la política, con tiempos muy cortos, hasta fin de mes, para que pueda estar vigente en la elección de 2012), en Monterrey aparecían los restos mutilados de dos custodios del gobernador Rodrigo Morales, con mensajes amenazantes para el gobernador y miembros de su equipo.
Lo que ocurra en Nuevo León determinará en muy buena medida la percepción ciudadana de los saldos de la lucha contra el narcotráfico. Todos sabemos que la situación, por ejemplo, en Ciudad Juárez o en varias zonas de Tamaulipas, es muy compleja y llevará tiempo alcanzar soluciones de fondo, pero en Nuevo León en general y en Monterrey en particular, el tiempo se agota. La ciudad industrial por antonomasia, la región que se había acostumbrado durante muchos años a gozar de índices de seguridad que no se tenían en otras, ha sido azotada en forma inaudita por el crimen organizado, con costos muy altos. Es verdad que el gobierno estatal está realizando un enorme esfuerzo por limpiar las policías locales, el espacio por donde se ha colocado hasta el corazón de las instituciones el crimen organizado en la entidad. Pero los resultados determinarán la percepción ciudadana. Monterrey es un espejo.
El gobierno local está pagando un costo político muy alto por la inseguridad. Precisamente el aprovechamiento electoral de ese costo puede ser un elemento que dificulte el proceso de limpia. No es diferente lo que está ocurriendo en Nuevo León en términos de enfrentamiento político en torno a la inseguridad, que lo que se vive entre el gobierno federal y sus opositores. No hay acuerdos de fondo, estratégicos, en ese ámbito, y ello se convierte en un obstáculo para afrontar esa lucha.
Esa confrontación está debilitando todo el andamiaje institucional y se pueden plantear operativos como el de la Conago (¿cuál es el sentido de anunciar operativos que deberían ser parte de la operación ordinaria de las fuerzas de seguridad locales?, ¿qué sentido tiene presentarlos como algo excepcional si no sabemos, siquiera, cuál es el tipo de coordinación entre las 32 fuerzas de seguridad estatales?, ¿cuál es el sentido de no coordinarse con la Secretaría de Seguridad Pública federal?), pero lo cierto es que sigue sin existir una visión común, de Estado, acerca de las exigencias y estrategias de seguridad. Y al utilizar políticamente el tema de cara a las elecciones locales y, por supuesto, las federales del año próximo, nos estamos quedando, como país, sin respuestas.
En los temas que se tendrían que tratar en un extraordinario, los de seguridad deberían ser prioritarios y no existe razón alguna que lo impida.
Puede ser, aunque tampoco hay obstáculos evidentes, que por el tema electoral, reformas como la política o la laboral puedan tener dilaciones, ¿pero  qué detiene, por ejemplo, la salida de la Ley de Seguridad Nacional?, ¿no tienen claro los principales actores políticos qué papel deben jugar las Fuerzas Armadas, no solamente ahora, sino también después del primero de diciembre de 2012?, ¿no tienen interés en establecer con claridad, para certidumbre de civiles y militares, la participación de las Fuerzas Armadas en la lucha contra el narcotráfico?, ¿alguien cree que se fortalecerá, de cara a las próximas elecciones, dañando a las Fuerzas Armadas?
¿Qué detiene la ley del nuevo modelo policial para que existan mandos únicos, por lo menos en cada uno de los estados del país?, ¿alguien cree, observando, por ejemplo, lo que sucede en Nuevo León, que ello no es imprescindible?, ¿no es el operativo de la Conferencia Nacional de Gobernadores, aun con todas las dudas que suscita, una forma de reconocer que requieren mandos únicos y una coordinación federal?
Debemos insistir en un punto: se habla mucho de la eficiencia o no de la estrategia de seguridad y aquí hemos dicho muchas veces que el tema no es la estrategia, sino la política. Sin una política de Estado en el tema, siempre habrá huecos, insuficiencias, espacios, para que se cuele la delincuencia organizada en las instituciones. Y ese estancamiento quizá termine siendo el que mayores costos genere, al país y a la sociedad, en el futuro. Porque, sencillamente, el sistema de seguridad y justicia, como un todo, no funciona.
Un ejemplo: mientras el presidente Calderón reclamaba un periodo extraordinario, los partidos en el Congreso lo regateaban y el gobernador Medina enterraba a sus muertos, Jorge Hank Rhon veía el juego de la Selección Sub-22 en su estadio de Tijuana, festejaba, y el público le gritaba “gobernador”.
¿Así o más claras deben ser las consecuencias del estancamiento?

Caso Hank: los responsables del fracaso

Caso Hank: los responsables del fracaso

Jorge Fernández Menéndez
“La política, decía Groucho Marx, es el arte de buscar problemas, encontrarlos, hacer un diagnóstico falso y aplicar después los remedios equivocados”. Eso, al pie de la letra, fue lo que se hizo con el caso Hank. No se puede concebir una operación política (porque no nos engañemos, de eso se trató) peor propuesta, peor dirigida, peor diagnosticada y, una vez detonada, peor resuelta. Todo salió mal, porque, una vez más, no se tuvo consciencia de los distintos pasos que se debían dar, de los actores involucrados, de los detalles, pequeños o grandes, que son los que dan forma a las cosas.
¿Quién es el responsable de este fracaso? En las últimas horas muchos han utilizado su tiempo en señalar a otros. Lo cierto es que públicamente nadie ha dado la cara para asumir esto, que no es sino un gran fracaso del gobierno federal. Y si nadie sale a dar la cara dentro de su equipo, el fracaso lo carga su jefe, o sea, el presidente Calderón, y las instituciones, como el Ejército y la PGR.

Caso Hank: un fracaso político

Caso Hank: un fracaso político

Jorge Fernández Menéndez
La liberación de Jorge Hank Rhon, absuelto por falta de pruebas del delito de acopio de armas, es un fracaso rotundo para el gobierno federal. Se podrá argumentar que se trata de un yerro de la justicia; que la juez Blanca Evelia Parra Meza tomó una decisión equivocada; incluso, como se ha dejado trascender, aunque se considere inverosímil, que la detención fue apresurada y no producto de una decisión evaluada conscientemente. Lo cierto es que haber detenido a Hank Rhon exactamente un mes antes de las elecciones del Estado de México y tener que dejarlo en libertad unos días después sólo puede considerarse un fracaso más político que judicial.
La pregunta es quién toma las decisiones y cómo. Se ha dicho de todo, desde que el presidente Calderón se enteró de la detención en la mañana del sábado 4 de junio pasado, cuando estaba en Cozumel, hasta que la misma se produjo debido a una información proporcionada por la DEA estadunidense que obliga a actuar. En realidad, importa poco, lo que queda de manifiesto, como hemos dicho muchas veces en los temas relacionados con la seguridad, es que el problema no estriba en la estrategia, sino en la política. Una detención como la de Hank Rhon no se puede realizar con bases tan endebles como la efectuada, con fundamento solamente en el presunto acopio de armas, sin tener amarrados los hilos políticos y judiciales suficientes para garantizar que no habrá marcha atrás. Y eso es tarea, sobre todo, de la Secretaría de Gobernación, que además está encabezada, y la mayoría de sus funcionarios de primer nivel tienen el mismo origen, por un bajacaliforniano que no puede ignorar lo que está pasando en su estado, Francisco Blake Mora.
Es la política, o mejor dicho, la ausencia de ésta, lo que nos debe preocupar, en éste y en muchos otros casos. No se puede gobernar (y una detención de ese calibre es un acto de gobierno) bajo el sistema de prueba y error. No se pueden tomar decisiones sin saber cuáles serán los pasos posteriores. Y eso está ocurriendo una y otra vez. Pero, además, todo se da en el marco de una fuerte ofensiva política contra el PRI, en la que declaran contra ese partido desde el presidente Calderón hasta sus precandidatos, donde se quiere poner como ejemplo de esa corrupción a Hank Rhon… para que la juez encargada del caso lo deje en libertad. No es la estrategia, sino la política, la que no funciona, desde hace tiempo, en el gobierno federal.
No sé si Hank Rhon debía ser procesado por acopio de armas, pero no me cabe duda que tendría que haber sido por lo menos consignado por el asesinato del periodista Héctor El Gato Félix, cometido hace 20 años. Jorge Hank ha vivido mucho tiempo en la impunidad, por ése y otros hechos, aunque nunca, luego del paso de 12 procuradores y cinco gobernadores desde la muerte del periodista Félix Miranda, había sido molestado. Pero precisamente por eso, si se decidió finalmente activar el sistema de justicia en su contra, el gobierno federal no podía hacer el ridículo y menos aún en un operativo donde se involucra al Ejército, donde se invoca la figura de la flagrancia para no contar con una orden de cateo, donde es evidente que se está dando un golpe judicial, pero también político. Si la idea era dejar en claro que la justicia llega también a los peces gordos, pues resulta evidente que éstos no tienen por qué preocuparse.
Y tampoco el PRI. Luego de la sorpresa inicial por la detención de Hank Rhon, sus dirigentes se quedaron al margen del debate, se limitaron a decir que esperarían la decisión de la justicia y no entraron en una defensa en la que no tenían nada que ganar. Como aquí dijimos, políticamente Hank Rhon es impresentable, antes y después de la decisión de la juez Parra Meza, y el priismo no cayó en la tentación de defenderlo. Pero ahora tiene un terreno muy amplio para contraatacar sin costo político alguno. En estos días hemos insistido en que existe una profunda confusión: que no se entiende que la elección de 2012 no será como la de 2006. Pero tampoco, sean justas o no las comparaciones, se va a tratar de un referéndum sobre el pasado del PRI. Lo que se ha dicho del PRI en muchos sentidos es verdad: durante sus gobiernos hubo crisis, también inseguridad, hasta se decidía si se hacía o no un concierto de rock (y recuerdo que en el  Congreso también hubo panistas que exigieron que Madonna no se presentara en México o que comentaron, como José Ángel Conchello, que los conciertos de rock se tenían que prohibir porque eran diabólicos, así que en todas partes se cuecen habas). Pero se olvida que el último gobierno priista habrá terminado, el día de las elecciones, 12 años atrás. Que votarán millones de jóvenes que nunca han vivido bajo el priismo y a los que les importan más las vicisitudes del futuro que los fantasmas del pasado.
Y cuando esos fantasmas se agitan y al final quedan impunes, se tornan inofensivos.

Amnesia y estupidez

Amnesia y estupidez

¿Mintió Calderón en el discurso que pronunció en Stanford? No, todo lo que dijo es estrictamente cierto. ¿Y entonces por qué tanto escándalo?

Ricardo Alemán
Sin duda que el discurso pronunciado el pasado domingo por Felipe Calderón, ante estudiantes de la Universidad de Stanford, es un mensaje de profundo contenido electoral.
Y lo es, no sólo por su contexto histórico —memoria de los gobiernos autoritarios, represores y antidemocráticos del PRI—, sino por la catalizada sucesión presidencial que vivimos, cuyos vientos anuncian el regreso de ese partido.
Y resulta no sólo normal, sino hasta saludable, que el PRI reaccione con virulencia al recuerdo de que hace 20 o 30 años en México se vivía “un régimen autocrático”, en donde “todos los gobernadores estatales y todos los senadores eran del mismo partido”. Se entiende que el PRI se incomode cuando se le recuerda que durante décadas, “ese mismo partido controlaba todo; lo que se le permitía decir a los medios, lo que debían enseñar en las escuelas, qué conciertos de rock se permitían, todo”.
Y por supuesto que enoja al PRI que Felipe Calderón recuerde a los estudiantes de Stanford, “cuando estudiantes, como ustedes, protestaban, eran masacrados. Muchos oponentes del régimen simplemente fueron desaparecidos”. Y conste que Calderón no abundó en las matanzas del 2 de octubre, en Tlaltelolco, del 10 de junio en el Casco de Santo Tomás, del viejo IPN… ni tampoco recordó la persecución del magisterio, la guerra sucia, la guerrilla y los patrióticos fraudes electorales.
Y se entiende el enojo del PRI —sobre todo porque los tricolores creen que tienen todo para regresar al poder—, porque es el Presidente de los mexicanos el que recurre al ejercicio memorioso. Y se entiende que uno de los más enojados sea el jefe nacional del PRI, Humberto Moreira, porque en su estado natal, en donde gobernó hasta hace meses, pareciera que el tiempo no ha pasado. ¿Por qué?
Pues porque en Coahuila se vive “un régimen autocrático”, en donde el PRI de los Moreira controla todo, lo que se dice en los medios, lo que se enseña en las escuelas, los cargos públicos, lo que dicen los políticos, lo que hacen los gobernantes y, por si faltara algo, hasta se hereda el cargo de gobernador. En Coahuila el tiempo no pasa, los Moreira llevan seis años en el poder y tienen listo permanecer otros seis. Por lo pronto, claro.
¿Mintió Felipe Calderón en el discurso que pronunció en Stanford? No, todo lo que dijo es estrictamente cierto. ¿Y entonces por qué tanto escándalo? Pues resulta que en tiempos electorales la verdad no sólo peca, sino incomoda. Pero lo curioso es que la declaración de Calderón no sólo incomodó a los barones del PRI, sino desató la amnesia y la estupidez de muchos que no son priistas, sino que eran o parecían antipriistas. Vamos por partes.
En rigor, los ciudadanos que no militan en un partido, los que no profesan credo político alguno y que no han sido picados por el bicho del fanatismo mesiánico, debían aplaudir que se someta a debate el pasado de los partidos, sus gobiernos y gobernantes. ¿Cuántos jóvenes que en julio de 2012 votarán por primera vez no saben nada del pasado del viejo PRI; cuántos no han leído nada acerca de los gobiernos autoritarios, represores, asesinos y antidemocráticos del PRI? Son millones los que ignoran lo que fue el PRI.
Pero en el extremo de la estupidez, otros no sólo son ignorantes absolutos de lo que fue el PRI en el siglo pasado, sino que por inercia cuestionan que Calderón recuerde que con ese PRI se vivieron fraudes, masacres y desapariciones. Y el mejor ejemplo es el jefe nacional del PRD, Jesús Zambrano, quien pese a que en sus tiempos de guerrillero fue víctima del más despiadado régimen priista, hoy le pide a Calderón “menos gritos y más acuerdos”.
¿Olvida Zambrano que es responsabilidad de políticos y ciudadanos —incluidos los periodistas— que padecieron los regímenes autocráticos, represores y criminales del viejo PRI, gritar sobre el riesgo del regreso de esas prácticas y la vuelta de ese PRI al poder presidencial? Pero es mayor la estupidez cuando Zambrano y otros comparan la represión de los gobiernos del PRI en el siglo pasado, con la guerra del Estado mexicano contra el crimen y el narcotráfico. ¿De verdad, señor Zambrano, son comparables esos dos momentos de la historia? No existe punto de comparación.
Pero la amnesia y la estupidez —además del odio a Calderón y a su gobierno— han llevado a muchos a inventar el cuento de que “ante los 40 mil muertos de Calderón”, el PRI de ayer hubiera sido mejor que el PAN de hoy. No quieren ver que esa amnesia, odio y estupidez, pavimentan el regreso del PRI. Al tiempo.

Cínicos e incongruentes

Cínicos e incongruentes

Los políticos, gobernantes y líderes del PAN hoy son casi idénticos a los políticos, gobernantes y líderes del PRI que criticaron por décadas.

Ricardo Alemán
Apropósito de la severa crítica que —durante dos días consecutivos— formuló Felipe Calderón sobre los regímenes priistas —nada democráticos, autoritarios y hasta criminales—, aquí concluimos que en una democracia naciente y en los acelerados tiempos electorales que vivimos, resulta saludable el debate público de los gobiernos, sus políticos y partidos.
Y en congruencia con la incuestionable crítica que hizo el Presidente sobre los represores regímenes del PRI, hoy debemos censurar el cinismo y la incongruencia de los políticos azules, sus gobiernos y su partido. ¿Por qué sostenemos que son cínicos e incongruentes los políticos y gobiernos del PAN? Porque los hechos lo demuestran.
Muchos jóvenes que en julio de 2012 votarán por primera ocasión, no saben que, durante más de seis décadas, los llamados “apóstoles de la democracia” —como se les conocía a los panistas— criticaron con todos los instrumentos a su alcance los excesos del presidencialismo priista. ¿Cuáles excesos?
Que el Presidente en turno hacía campaña presidencial a favor de su elegido; que los tapados se valían del dinero público para promocionar sus ambiciones presidenciales; por años reclamaron que los aspirantes a la silla presidencial renunciaran a sus cargos desde el momento en que mostraban ambiciones, para no valerse del dinero público y del cargo…
Los políticos del PAN eran especialmente críticos de la picaresca del tapado, la cargada, el dedazo, la bufalaza y el delfinato. Más aún, hace apenas cinco años, un solitario y poco conocido panista, llamado Felipe Calderón, encabezó una rebelión contra las prácticas de origen priista que intentó imponer en el PAN el “presidente del cambio”. ¿Se acuerdan de él? Se llama Vicente Fox.
Bueno, pues resulta que pertrechados con una buena dosis de cinismo y arropados con una incongruencia que los muestra irreconocibles, los políticos, gobernantes y líderes del PAN hoy son casi idénticos a los políticos, gobernantes y líderes del PRI a quienes criticaron por décadas. En pocas palabras, que el PAN que hoy está en el poder presidencial, hace casi todo lo que criticó el PAN en sus tiempos de opositor. O, si se quiere, de viejo hace todo lo que cuestionó de joven. ¿Quieren pruebas?
Cínico, Fox reclama hoy “la cancha pareja” y acusa “mano negra” en la sucesión presidencial del PAN. En su incongruencia de siempre olvida que él hizo todo por imponer a Santiago Creel. Pero la verdadera perla se encuentra en una entrevista que le hizo Adela Micha a Felipe Calderón —entonces precandidato presidencial del PAN—, sobre la ventaja que entonces tenía Santiago Creel, secretario de Gobernación.
Era el 22 de noviembre de 2004, cuando Calderón recordó que pidió a Creel renunciar a Gobernación. ¿La razón? “Que un cargo público como ése trae aparejada una alta exposición pública, cuenta con un equipo de gente y recursos que ponen en desventaja a sus contrincantes”. Un reclamo idéntico lo hizo el 24 de febrero de 2005. ¿Qué tal? Hoy, en absoluta incongruencia con la historia de su partido y con su pasado, Calderón hace campaña presidencial y destapó a su delfín, Ernesto Cordero, al que, sin más, le permite hacer campaña desde la Secretaría de Hacienda.
Más aún, con un cinismo extremo, Ernesto Cordero no sólo aceptó que era el tapado y que fue impuesto por el dedo presidencial, sino que organizó una grosera cargada que lo lanzó como precandidato. Y, por si fuera poco, Cordero recorre el país con dinero público y, claro, cobra como secretario de Estado, usa todo el boato oficial y se beneficia del cargo para su campaña. Pero no es todo. En Guanajuato dijo estar “totalmente seguro” de que sería Presidente. Además de incongruente y cínico, resultó arrogante. ¿Qué no era esa la expresión preferida del priato, que se sabían seguros del dedo y del “voto corporativo”? Y quiere ser Presidente.
Pero en caminos idénticos anda Alonso Lujambio. Apenas ayer organizó su cargada, con dinero público, desde hace semanas recorre el país con dinero público y se promueve con dinero público… ¿Y quién en el PAN dice algo? Y lo mismo ocurre con Javier Lozano, Heriberto Félix, con gobernadores y legisladores azules. Es decir, desde Felipe Calderón hasta el más humilde aspirante presidencial, todos han recurrido al cinismo sin límite y exhiben de manera grosera la incongruencia con su historia y su doctrina. Hacen todo lo que criticaron.
 EN EL CAMINO
Dicen los que saben que el PAN y el PRI están a un paso de un acuerdo. Y en una de esas salen las reformas. Al tiempo.

Huir dos veces

Huir dos veces

En 2005, salieron del Distrito Federal 491 mil personas, iban en busca de paz, en busca de otro clima para ellos y para sus hijos.

Yuriria Sierra
Hace unos años, la sombra de la Ciudad de México se formaba con una gran ola de violencia… asaltos, secuestros y demás hechos que daban cuenta de una inseguridad que se respiraba por todos lados. Con la esperanza de escapar de este clima, algunos habitantes se fueron. Querían huir, dejar atrás el Distrito Federal, y su tráfico, sus marchas, pero también esa gran sombra, a veces gris, a veces negra. Huir a otro estado, a otra vida.
En cifras del II Conteo 2005 del INEGI, en ese año salieron del Distrito Federal 491 mil  personas, iban en busca de paz, en busca de otro clima para ellos y para sus hijos. Hace un par de semanas, pregunté en Twitter por esos chilangos que se fueron del DF y regresaron… por la misma razón: para huir a una vida más tranquila. Tuve varias respuestas, y aunque me puse en contacto con algunos de ellos, fue Lissette Herrera, una habitante de la zona metropolitana de la capital mexicana, quien se dio unos minutos para platicar conmigo sobre ése, su escape en busca de un refugio que terminó siendo un infierno.
Fue en 2008 que llegó a Tampico, Tamaulipas, acompañada de su esposo. La noticia de un embarazo los tomó por sorpresa, pero no fue la única noticia que se anunció inesperadamente: “…lo que era un lugar tranquilo, sin tráfico, poca gente, bonito, se convirtió en un lugar donde empezabas a escuchar rumores, ¿no? De que hubo balacera acá, ya no podías salir en la noche a ningún antro, a ningún restaurante, porque luego lo cerraban. Y ya pasó el tiempo y después esos rumores se convirtieron en noticias de que ya hubo muertos, ya hubo enfrentamientos. Empezamos a ver militares en las calles. Y lo curioso es que allá no pasaban esas cosas en las noticias, te enterabas por la gente…”
Apenas tres años después, el sueño de Lissette, Tampico, se convirtió en la  pesadilla…otra vez se sintió arrinconada por el miedo. El paraíso que buscaba, quedó convertido en el infierno. Los datos que arrojan los análisis del Consejo de Seguridad Nacional del gobierno federal, hablan de un Tamaulipas que en cuatro años pasó a ser el tercer estado más violento del país, después de Chihuahua y Sinaloa.
Entre 2006 y 2010 la cifra de ejecuciones, sólo en ese estado, creció en mil 200 por ciento. El año pasado, la cifra de ejecutados superó los mil 200. Sí, sólo en Tamaulipas. Y en el primer trimestre del año, se contabilizaron más de 230 muertes. A esta cifra habrá que sumarle los muertos que llegan de las dantescas escenas de migrantes ejecutados en el rancho San Fernando.
Hace unos años, era escapar del DF a Tamaulipas —o a cualquier otro lugar en el interior del país—, hoy lo es el escapar de Tamaulipas para volver al Distrito Federal.
Es la historia que se está viviendo en nuestro México. Un país en el que tantos mexicanos, como Lissette, han tenido ya que huir de otros que también son mexicanos…
Addendum. Anteayer, en una ceremonia en Los Pinos, y a razón del anuncio de inicio del proceso de digitalización de las estaciones de radio que hoy están en el cuadrante AM, Tristán Canales, presidente de la CIRT, también le solicitó al presidente Calderón, que se revise el proceso para que las concesiones de frecuencias radiofónicas se otorguen bajo procesos más equitativos, pero también señaló lo que se ha logrado en este sexenio en materia de telecomunicaciones, en especial, lo que a la industria de la radio le ha tocado: “En nuestra industria las tres C: competencia, cobertura y convergencia...” Añadió también la solicitud de un compromiso para eliminar de la industria las prácticas ilegales y toda aquella presencia que ponga en riesgo el desarrollo del sector…

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