sábado, 4 de junio de 2011

EL COMENTARIO

Competencia, austeridad y confianza

La política como problema lleva muchos años figurando en la larga tabla de las preocupaciones ciudadanas pero nunca estuvo tan arriba en el índice de problemas
Pablo Izquierdo

En la puerta del Sol de Madrid se juntaron muchas personas indignadas por lo que está pasando. También en otras ciudades de España. Luego hubo elecciones y los ciudadanos que quisieron, sobre la oferta que tenían, decidieron quienes van a ejercer -durante un tiempo limitado- el gobierno de los Ayuntamientos y las Comunidades Autónomas. Fueron millones los electores y miles los elegidos. En esta ocasión, de manera más evidente que en otras, sobre las elecciones ha sobrevolado un profundo sentimiento de desconfianza de los ciudadanos frente al poder político, lo que no ha evitado una votación ejemplar, responsable y mayoritaria. Fue la respuesta rápida y contundente a aquellos que, aprovechando la justa indignación, nos quieren colar de matute viejas fórmulas políticas de sobra experimentadas.

El Centro de Investigaciones Sociológicas que ahora dirige un catedrático y profesional sin reparo alguno, Ramón Ramos, certifica, cada mes y desde hace muchos, que las principales preocupaciones de los españoles son la economía, el paro y la política. La política como problema lleva muchos años figurando en la larga tabla de las preocupaciones ciudadanas pero nunca estuvo tan arriba en el índice de problemas. Dicen los expertos en economía que tenemos un profundo problema de “confianza” y que es urgente tomar medidas para recuperarla. Dicen los expertos en ciencia política y sociología lo mismo para el problema de desconfianza ciudadana sobre la clase política.

Como hablamos de confianza, las medidas económicas deberían estar dictadas desde la competencia (que es conocimiento) y sobre todo la austeridad. De manera más clara: hay que reducir el gasto público de forma drástica, urgente y competente. No queda otra, que dirían en Argentina. Pero hay que hacerlo desde la competencia y la prudencia que es virtud del buen gobierno que ayuda a definir prioridades con inteligencia y justicia.

Apliquemos también, entonces, la austeridad y la competencia a las medidas políticas que es preciso implementar y empecemos por reconocer que los partidos políticos han invadido de manera abusiva ámbitos de la sociedad que no les corresponde y ocupado todo. Reconozcamos también que nuestros gobiernos, administraciones, partidos o sindicatos controlan y regulan la práctica totalidad de la vida ciudadana. Estamos casi sin aire. Hay que abrir las ventanas. Búsquese de nuevo el acuerdo, el pacto y el consenso político y háganse las reformas que se necesiten pero reduzcamos el poder de los gobiernos a sus justos términos y recordemos que la democracia se inventó para limitar y controlar el poder del estado necesario y el gobierno necesario. Recortemos gastos. Si, pero busquemos la manera de impedir para siempre su capacidad ilimitada de gastar que también hay recortar el poder del gobierno para recuperar la confianza en la política.

Cuba necesita una transición madura

TRIBUNA

Cuba necesita una transición madura

ahí hay un pueblo que murmura su opresión en voz baja, con ideas bien diferentes a la ideología imperante
Ricardo Berois

En ocasión de asistir a la reunión de Asuntos Económicos del Parlamento Latinoamericano, llegamos el día 25 de mayo pasado a la Habana – Cuba, luego de 9 horas de viaje, siendo recibidos por una fuerte lluvia que hacía 9 meses se negaba a caer en el país caribeño.

Una fugaz estadía de 3 días en esta capital latinoamericana, después de 11 años de nuestra última visita en ejercicio de la misma representación, nos muestra una isla con cambios poco significativos, poca cosa, aparte de la explosión hotelera que se instaló y que está desarrollándose. Claro está, que fue muy corta la estadía y muy corto el tiempo que tuve para caminar por La Habana, para hablar con propiedad de los cambios estructurales, pero no llegué a percibir los “enormes” cambios que me habían anunciado.

Tal vez estén por otras inmediaciones y no los llegué a apreciar, pero no es eso lo que quiero compartir con ustedes, sino la sensación que uno tiene cuando intenta hablar con la gente, esa que “vive y siente en la calle” al decir de Luis Alberto de Herrera.

En esta experiencia -que no puede tener en anteriores visitas, porque sólo tuve la posibilidad de saber lo que pensaba el Gobierno o sus más próximos seguidores-, pasé la frontera y gracias a los buenos oficios de mi amigo Jaime Trobo me contacté con una disidente, muy valiente e inteligente, que se propuso, hace unos años, dar a conocer al mundo lo que se siente y se murmura en voz baja, pero que por miedo no se atreven a denunciar en público los cubanos.

Yoani Sánchez, una joven cubana que en el año 2007 funda el blog llamado “Generación” y que desde ese espacio cibernético denuncia lo que le está vedado en su país.

Es magnífico como estos medios de comunicación electrónicos vienen menoscabando –de alguna forma- el accionar de gobiernos intolerantes que por medio de la fuerza callan la opinión del ciudadano, principio básico de la convivencia humana.

En una muy provechosa cena con mi amigo y correligionario Javier García y tres diputados venezolanos, estuvimos departiendo con Yoani y su esposo Reinaldo, las experiencias de sus vidas en ese hermoso país, al que la madre naturaleza premió con un clima y una geografía excepcional, pero que el peso de los acontecimientos del hombre le han dejado a su pueblo angustia y sus necesidades básicas más elementales insatisfechas.
Es dignificante ver como desde la oscuridad, donde imperan innumerables ataduras, insultos, censuras y una vigilancia permanente, con sólo el arma de la inteligencia, el arrojo y sobre todo la convicción se puede luchar por un espacio de libertad, tan esperado y largamente postergado.

Yoani y Reinaldo no tienen partido político, no defienden una ideología política, no son de derecha, ni de izquierda, ni liberales, ni socialdemócratas. Yo soy, dice Yoani, “pos-moderna” así se define, sólo quiere dar pasos para que en Cuba se respire libertad, se respete la opinión ajena, se pueda convivir con ideas diferentes, donde los cubanos se puedan expresar, que el pluripartidismo sea una realidad, donde el desarrollo sea parte de lo que se construye entre todos, en el libre pensamiento del accionar de cada ciudadano.

Fue realmente una experiencia inolvidable, que nos hizo recordar nuestra lucha en los años de la oprobiosa dictadura, y parece increíble que en pleno siglo XXI, en civilizaciones tan cercanas se pueda justificar lo injustificable, con tanta hipocresía, azuzando el fantasma del imperialismo “Yanqui”, con el sólo interés de mantener un socialismo opresor que ha fracasado estrepitosamente y que necesita en forma urgente, una transformación profunda.

Nos queda la esperanza que no será la bilogía la única capaz de terminar con los hermanos Castro, sino que desde dentro del propio Régimen se promuevan los tan necesarios cambios, por los que luchan Yoani, Reinaldo y tantos cubanos que se movilizan en el silencio; porque nos fuimos convencidos que la voz de Yoani y Reinaldo es la de millones de cubanos que luchan por un país libre y soberano.

La comunidad internacional tiene la obligación de trabajar en ese sentido, los cubanos se lo merecen, porque ahí hay un pueblo que murmura su opresión en voz baja, con ideas bien diferentes a la ideología imperante. Para bien de ese pueblo, es imprescindible una transición madura, que evite males mayores.

Que así sea, señor Comandante.

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