domingo, 26 de junio de 2011

Héroe de nuestro tiempo

JackbauerPor Mario Vargas Llosa
El Comercio

El agente federal Jack Bauer no come, ni bebe, ni duerme, porque esas funciones orgánicas le harían perder tiempo en la misión que, a él y al puñado de sus compañeros de la Unidad Antiterrorista, situada en Los Ángeles, les absorbe la vida entera: luchar contra la miríada de poderosas organizaciones internacionales de fanáticos y mercenarios que odian a Estados Unidos y quieren destruirlo, infectándolo con gases deletéreos, epidemias bacteriológicas o en un apocalipsis nuclear.

Cuando mi amigo Bobby Dañino me regaló la primera serie --seis discos con cuatro horas de episodios cada uno-- de 24 (Twenty Four), se lo agradecí, advirtiéndole que nunca veía ese tipo de programas y que probablemente tampoco haría una excepción con su regalo. Me desdigo: lo vi de principio a fin y he visto, asimismo, las cuatro series siguientes y me propongo no perderme un solo episodio de la sexta que comenzará a difundirse en Estados Unidos a partir del próximo año. No conozco a nadie que se haya asomado a esa serie sin quedar enganchado a ella como yo y me parece perfectamente comprensible el éxito que ha tenido en su país de origen y en casi todo el resto del mundo y, merecidísimos, los premios Emmy que acaban de obtener sus productores y actores.

Las razones de ese éxito son las mismas que causaron la enorme difusión de los mejores folletines del siglo XIX, los que escribían Alejandro Dumas y Eugenio Sue, por ejemplo, o, siglos atrás, de las novelas de caballerías: bosques de historias de trepidante acción en las que justicieros individuales deshacen los entuertos de las autoridades y de los poderosos, de manera que prevalezca siempre la justicia, y en las que, al trasluz de sus gestas heroicas, se llega a palpar una realidad viviente, doméstica, y a conjurar los grandes demonios que atormentan al subconsciente colectivo. Luego del 11-S, el terrorismo ha pasado a ser el íncubo obsesionante en todos los países occidentales --con razón-- y es secretamente tranquilizador saber que en el seno de ese imperio todopoderoso, al que se creía invulnerable, golpeado con tanta eficacia como crueldad por los fanáticos islamistas, existe aquella banda de hombres y mujeres fríos, eficientes, extraordinariamente diestros en el manejo de la tecnología, las armas y la resistencia física y psicológica a las peores violencias, que siempre se las arreglan para detectar las conspiraciones y atentados y frustrarlos (aunque, a veces, con elevadísimos costos).

Cada serie dura un solo día, y cada episodio ocurre en una hora, pero en ese breve tiempo suceden tantas cosas que uno tiene la sensación de que todo aquello se prolonga en verdad a lo largo de semanas o meses. Los guionistas cambian y como es lógico hay episodios más logrados que otros pero el formato está tan bien concebido, los personajes tan bien dibujados en sus estereotipos, y los altibajos de la acción tan bien graduados para mantener la expectativa y la ansiedad, con toques de sentimentalismo y de humor que equilibran las escenas de violencia, a veces casi intolerables, que la historia, con todas sus exageraciones e inverosimilitudes, fluye con naturalidad y mantiene capturada la atención del espectador como las mejores películas policiales.

Uno de sus aciertos es la alternancia constante de lo privado y lo público en el desarrollo de la acción. Esta pasa de las discusiones más trascendentes en el cogollo del poder, la Casa Blanca, el presidente de Estados Unidos, sus ministros, los jefes militares y policiales, a las menudas pellejerías familiares de los agentes federales, héroes y heroínas de perfil legendario en el campo de batalla y, todos ellos, sin excepción, víctimas de sórdidos y lastimosos problemas conyugales, con maridos o mujeres, hijos o madres que les causan incontables quebrantos, y preocupados, como el común de los mortales, por si el modesto salario del que viven cubrirá los gastos del mes, conservarán o perderán sus empleos y si, en los próximos ascensos, figurarán entre los beneficiados.

Jack Bauer (un Kiefer Sutherland que, me temo, no podrá sacudirse ya nunca del magnífico personaje que ha encarnado) es un ejemplo emblemático de estos contrastes: presidentes y ministros lo admiran, le consultan, le encargan las misiones más delicadas, y, al mismo tiempo, su celo profesional solo le acarrea inconvenientes, y, por su misma consecuencia, es un peligro para todo el mundo, empezando por sus jefes y sus subordinados. Para poder filtrarse en una banda de traficantes de droga mexicanos que colaboran con los terroristas se volvió un adicto a la heroína y esto, en vez de enriquecer su foja de servicios, hace que lo echen de su puesto (pero después lo reincorporan, por supuesto). Su vida sentimental es un desastre: asesinan a su mujer y su amante queda horrorizada de él cuando ve la glacial serenidad con la que tortura a reales o supuestos culpables para obtener información.

La serie es implacable en su presentación de la clase gobernante: ministros, generales, senadores, el propio presidente de la República, son, a menudo, mediocres, corruptos, ineptos, ávidos, dispuestos a sacrificarlo todo para mantener su cuotas de poder. Sin Jack Bauer y sus compañeros de la Unidad Antiterrorista los conspiradores y enemigos de Estados Unidos, movidos por el fanatismo religioso o por la simple codicia, ganarían todas las batallas y pondrían de rodillas al sistema. Entre los propios militares y policías suele predominar una visión pedestre de lo que está en juego: no tomar decisiones es preferible a tomarlas siempre que haya un riesgo que ponga en peligro la estabilidad burocrática. A diferencia de los terroristas, que, sobre todo si son árabes, muestran una convicción de acero que se traduce en su predisposición al martirio, quienes llevan las riendas del poder en Estados Unidos parecen, con algunas escasas excepciones, desvaídos pobres diablos incapacitados para las tareas que tienen sobre las espaldas, siempre dubitativos, no tanto por escrúpulos morales y apego a la ley como por su horizonte intelectual y cívico rastrero, sus mezquinos apetitos y su falta de idealismo y de imaginación. Solo en Estados Unidos, una sociedad que ha hecho un verdadero deporte de la autoflagelación, puede, una serie popular de televisión que ven decenas de millones de telespectadores, mostrar una imagen tan absolutamente deleznable y feroz de sus políticos y autoridades.

Es verdad que para compensar esas carencias están allí Jack Bauer y los suyos. Ahora bien: estos cruzados están lejos de ser epítomes de lo que debería ser una conducta democrática. Ellos y sus jefes creen, o, en todo caso actúan como si creyeran, que ceñirse a la ley es incompatible con una acción eficaz contra el terror, y, por lo tanto, la violan todas las veces que lo creen necesario. La Unidad Antiterrorista tiene un centro de torturas en su propio local y especialistas en practicarla, a fin de arrancar confesiones a verdaderos o falsos culpables. Todo vale para conseguir la información indispensable: desde chantajear a una madre hasta dar tormento a un niño o someter a un detenido a descargas eléctricas. Desde luego que, entre las licencias que los agentes se toman, figura la de secuestrar a diplomáticos o ciudadanos extranjeros y, llegado el caso, asesinar a enemigos y cómplices para evitar el riesgo de que, si son procesados, puedan escapar al castigo o revelar hechos comprometedores para los propios servicios de seguridad estadounidenses. Así, aunque 24 (Twenty Four) no lo diga de manera explícita, claramente muestra que la filosofía de Jack Bauer es la adecuada, dadas las circunstancias: al terrorista contemporáneo solo se lo derrota con sus propias armas. El problema es que si este criterio prevalece el terrorista ha ganado, pues la democracia ha aceptado sus reglas de juego.

¿Es demasiado forzado entrar en semejantes elucubraciones con una serie televisiva que solo persigue divertir, y lo consigue estupendamente, y no hace alarde de pretensiones ideológicas ni siquiera políticas? Tal vez lo sea. Pero la verdad es que la ficción en particular, y la cultura en general, no son nunca gratuitas, tienen siempre unas raíces que se hunden en una problemática social, y este es uno de los factores que determinan el éxito o el fracaso de los productos artísticos. Aunque una ficción sea inmediatamente reconocida como algo que no es una objetiva representación de la vida, si en ella, de algún modo, a veces muy indirecto y alegórico, el espectador --o lector-- no se siente expresado, provocado, retratado, difícilmente se identificaría con sus personajes y sucesos y se dejaría seducir por ella al extremo de vivir sus mentiras como si fueran verdades.

24 (Twenty Four) nos atrapa en sus redes por lo bien hecha que está, la excelencia de sus guiones y montajes y la impecable actuación de sus actores y sus técnicos, pero todo ello no hubiera servido de gran cosa si esta ficción no rezumara por todos sus poros unos de los terrores contemporáneos, que, como el pánico a la peste negra en la edad media, o a la tuberculosis en el siglo XIX, se ha apoderado de los espíritus occidentales desde 11-S: la bomba que hará volar en pedazos el avión, el metro o el tren en que viajamos, o la operación que infectará de microbios homicidas el agua que bebemos o el aire que respiramos, e interrumpirá nuestro sueño tranquilo o nuestro trabajo en la oficina con aquella cegadora explosión que nos convertirá en polvo radioactivo. En esas condiciones, consuela fantasear que allá, en la sombra, insomnes, incansables, feroces, Jack Bauer y sus compañeros, esos terribles justicieros, a la manera del Amadís o de D'Artagnan, se llenan de sangre y de horror para salvarnos, y permitirnos vivir con la conciencia tranquila.

La película que Hollywood debería hacer sobre Cuba

La película que Hollywood debería hacer sobre Cuba

Che Por Mary Anastasia O'Grady

The Wall Street Journal

La estrella de Hollywood Benicio del Toro no es un humorista, pero este mes pareció estar interpretando a uno cuando dijo que consideraba que el papel del héroe de la revolución cubana Ernesto Guevara en la nueva película Che era como el de Jesucristo.

"Sólo Jesús pondría la otra mejilla. El Che, no", explicó Del Toro. Claro. Y Bernie Madoff es la Madre Teresa, sólo que a ella no le interesaba el fraude.

Ya que el mes que viene marca el 50 aniversario de la dictadura de Castro, no sorprende que la industria del cine intente sacarle provecho financiero al celebrar a Guevara, un ícono de la cultura popular. Como uno de los lugartenientes de Fidel Castro en la Sierra Maestra y uno de los encargados de hacer cumplir sus órdenes en los años posteriores a la victoria rebelde, su nombre es sinónimo de la Revolución Cubana.

Es difícil encontrar películas interesantes actualmente y Che es un buen ejemplo del problema. Puesto que el glamour rebelde vende camisetas y tazas de café, ¿por qué no lanzar otra repetición maquillada de la vida de Guevara? O, más precisamente, alguna versión mítica de su vida, esterilizada para el mercado masivo. En tanto, la verdadera maravilla de los últimos 50 años en Cuba —la corriente constante de heroicos inconformistas que lo han arriesgado todo por su aspiración a pensar, hablar y actuar libremente— sigue siendo la historia épica sin contar de nuestra época.

Si el comentario sobre "Cristo" de Del Toro es tonto, no es nada comparado a la explicación del director de la película, Steven Soderbergh, de por qué nos debería importar el Che. Cosas malas ocurren en una sociedad cuando "las ganancias se vuelven lo único importante", le dijo el director a Politico.com. "El sueño (del Che) de una sociedad sin clases, una sociedad que no se construye sobre el fin de las ganancias, sigue estando vigente. Las discusiones que aún perduran son acerca de su metodología".

Dejando de lado por un momento la graciosa repulsión personal de Soderbergh hacia las ganancias, la "metodología" que él insinúa que es debatible también se conoce como asesinato. El Che tenía una "idea homicida de justicia", explicó Álvaro Vargas Llosa en The New Republic en 2005, luego de investigar su vida. En su "Mensaje a la Tricontinental", el Che dijo: "Odio como un elemento de pelea; odio inquebrantable por el enemigo, el cual empuja al ser humano más allá de sus limitaciones naturales, convirtiéndolo en una efectiva, violenta, selectiva y despiadada máquina asesina".

Los resultados de la agenda utópica del Che tampoco ofrecen mucho que admirar. Como explicó el autor Paul Berman en 2004 en la revista online Slate, "el culto de Ernesto Che Guevara es un episodio en la crueldad moral de nuestra época. El Che era un totalitario. Lo único que logró fue el desastre".

El argentino fue asesinado en 1967 en los Andes Bolivianos mientras intentaba propagar la revolución en América del Sur. Pero su visión de cómo gobernar sigue viva en la Cuba actual. Es una plantación de esclavos, donde un puñado de acaudalados hombres blancos imponen su "moralidad" sobre las masas, en su mayoría compuestas por negros, quienes sufren privaciones innombrables y las libertades civiles son nulas.

Hay algo rico en el hecho de que la élite de Hollywood, supuestamente de vanguardia y contracultural, haga causa común con el establishment privilegiado de Cuba en 2008. Sus víctimas —artistas, músicos, activistas de derechos humanos, periodistas, bloggers, escritores y poetas y otros a quienes les quitaron la libertad de conciencia— merecerían solidaridad por parte de sus colegas que viven en libertad. En cambio, un vanguardista consumado como Soderbergh se pone del lado del politburó.

El régimen cubano ama a sus apologistas. Los protegen y desvían las críticas internacionales mientras en casa el régimen brutaliza a su gente. Informes desde la isla indican que desde que Raúl sucedió a Fidel en 2006, la represión ha empeorado.

Oswaldo Payá, líder del Proyecto Varela, que recolectó más de 11.000 firmas para pedir elecciones libres y libertades civiles en 2002, afirma que en los últimos meses han recrudecido las medidas represivas, "con una feroz persecución contra los activistas del Proyecto Varela y otros miembros de la oposición, y el prolongado escándalo de no liberar a los prisioneros de conciencia".

Uno de los cautivos de Castro es Oscar Elías Biscet, un médico afrocubano que es reconocido por su compromiso con la resistencia pacífica y que cumple una sentencia de 25 años. Cincuenta y ocho periodistas, escritores y defensores de la democracia encarcelados en 2003 también languidecen en las deplorables cárceles de Fidel. El número total de prisioneros políticos no se conoce, pero sin duda es mucho mayor.

Las fuerzas de seguridad estatal y las brigadas de respuesta rápida —también conocidos como matones a los que se les paga para maltratar a los disidentes— han trabajado a tiempo completo este año. Pero a pesar del terror y la amenaza del encarcelamiento, el espíritu cubano aún lucha por la liberad.

Por lo menos cinco publicaciones de la resistencia ahora circulan en el este de Cuba. A la blogger de 32 años Yoani Sánchez le han advertido que no escriba, pero de todos modos ella relata la ridiculez de la economía del Che, dándoles una voz a los cubanos promedio que viven vidas desesperadas. Las Damas de Blanco, esposas, hermanas y madres de prisioneros de conciencia, aún caminan sin hacer ruido en La Habana los domingos. Bandas de rock se burlan del viejo dictador.

Esta es la maravilla de la revolución: cincuenta años de terror estatal no han silenciado a la resistencia. Tal vez algún día Hollywood haga una película sobre esto.

Obama puede perder en 2012

Obama puede perder en 2012

Por Ramón Pérez-Maura

ABC

Karl Rove era llamado «El Arquitecto» por la familia Bush. Su capacidad para ver tendencias electorales, para discenir la significación de una pequeña migración del voto en un remoto distrito de la América profunda le daba un conocimiento inigualado del mapa electoral. En 2004, cuando casi todos daban por segura la derrota de Bush, Rove siempre estuvo seguro de la victoria. Y tanto. Le llevó a la mayor votación presidencial de la historia —hasta entonces.

Este fin de semana Rove publica en el WSJ un análisis de tendencias electorales que pone de manifiesto que la derrota de Obama en 2012 es probable. Y la concatenación de factores que da es demoledora.

A) Una economía muy débil, con el paro en el 9,1%, y sin perspectivas de mejora antes de las elecciones de noviembre de 2012. B) Pérdida de respaldo en sectores clave del electorado como los judíos —indignados con su actitud hacia Israel— o la izquierda más utópica —un compañero de viaje al que nunca se puede satisfacer. Pérdida de apoyo de un 25% entre los blancos, un 24 en la tercera edad y un 21 entre las mujeres. C) Sigue siendo personalmente popular entre la mayoría del electorado, pero sus políticas generan un enorme rechazo. Su reforma sanitaria es un hito. Ha logrado algo sin precedentes entre todas las leyes de contenido social de la historia nortemericana: su impopularidad crece una vez aprobada. D) Ha cometido errores estratégicos básicos, como ponerse a discutir las propuestas de algunos candidatos republicanos en lugar de jugar a ser lo que es: el presidente de EE.UU.

Diecisiete meses en política norteamericana equivale a varias glaciaciones, pero una conjunción de factores la aquí descrita equivale también a una tormenta perfecta. Y ésa, siempre hunde el barco.

Alfredo Guevara

Un personaje que jugó un papel extraordinario en la vida del anciano tirano de Cuba fue el homosexual Alfredo Guevara, fue el quien le hablaba constantemente de "El Capital" y que en la universidad se les veía juntos, a tal extremo que se creía que ya el pichón de dictador había cambiado su romance de quien posteriormente fuera su cuñado a este ente enfermo y degenerado.

Según Guevara (pueden leer la entrevista completa en el enlace de abajo) hasta ahora la supuesta "revolución" fue un DISPARATE, que ahora comenzaría un camino hacia el socialismo.

Y qué hizo Guevara en todos esos años dirigiendo la ICAIC y colaborando con el régimen sanguinario en todos los aspectos?

Es que era tan imbécil que es ahora cuando se da cuenta después de 52 años? Y pensar que todavía hay energúmenos en Cuba que lo creen un hombre inteligente.

¿No sabe el miserable Guevara, que tanto ha leído sobre el marxismo que ya el experimento del socialismo pasó? Que el Estado, que pretendía ser el amo y dueño de todo NO PUDO NUTRIR A SUS HIJOS, ni siquiera mantener la mísera tarjeta de racionamiento y ahora está tratando de quitarse responsabilidades, insistiendo en que cada cual se la busque como pueda y que el nuevo slogan del 2011 es "SALVESE EL QUE PUEDA" o de otra forma TENER F E !

Fé en quién?... Noooo! FE, F E (Familiares en el Extranjero).

Que los nuevos pasitos que han dado no son hacia el socialismo, sino reculando en esas estúpidas posiciones, cada paso que han dado es hacia el CAPITALISMO, dando alguna independencia a ciertas profesiones y tratando de resolver los problemas que el socialismo no pudo resolver en la Unión Soviética y menos aún el supuesto "socialismo de Cuba", que siempre ha sido un indigente mendigo, viviendo de pedigüeño a Rusia, a los países entonces socialistas, a Venezuela y a todos a cuantos les puede pedir limosna, alegando huracanes y miserias.

Cree el descarado Guevara, que ahora, diciendo palabras dulces a los jóvenes, (que ya a los 85 años no puede conquistar para sus enfermizas debilidades) se va a reconstruir una nación que ha caído en una miseria económica y moral jamás alcanzada por ninguna nación del hemisferio, con zombies, que llaman "hombres nuevos" carentes de testosterona y de cerebro, que viven del "cuento" como sus líderes y no aprendieron que solamente trabajando arduamente se puede fomentar el crecimiento y el progreso de su pueblo? ¿Cuántos años más espera el corrupto Guevara que dure esta nueva experimentación de quienes han demostrado total incapacidad y una criminalidad sangrienta en sus propósitos del poder?

ALGO MUY UTIL HA SALIDO DE ESTAS DECLARACIONES DE GUEVARA:

Su romance de la juventud, llamado Fidel, debe estar revolviéndose en su lodo al enterarse que su "amiguito" dice que cuanto él hizo en su vida fue UN D I S P A R A T E ! Se estará retorciendo en ira al ver como sus adulones le enfilan ahora los cañones y todo el pueblo cubano, LO ODIA CADA VEZ MAS POR SU INFORTUNIO Y DESGRACIA!

El primer anciano criminal que tiene que pegarse un balazo en su frente es ALFREDO GUEVARA, algo que nunca va a hacer, porque ni es hombre, ni tiene la más mínima ética ni dignidad!!!

http://www.cubaencuentro.com/cuba/noticias/alfredo-guevara-cuba-vive-transicion-del-disparate-al-socialismo-264525

http://pdc-cuba.com/foro-internacional/cuba-al-dia/6283-alfredo-guevara-cuba-vive-transicion-del-qdisparateq-al-socialismo.html

Cristina Fernández se lanza a la reelección

Cristina Fernández se lanza a la reelección aupada por su popularidad

La presidenta supera el 50% de intención de voto a cuatro meses de los comicios

SOLEDAD GALLEGO-DÍAZ - Buenos Aires -

Cristina Fernández de Kirchner anunció en la noche del martes que se presentaba a la reelección, aprovechando el momento extraordinariamente "dulce" que atraviesa su imagen; con sondeos que la colocan a una distancia sideral de sus oponentes, rozando una intención de voto de entre el 50% y el 53%. Faltan todavía cuatro meses (la primera vuelta de los comicios se celebrará el próximo 23 de octubre) y la oposición necesita lanzarse inmediatamente a una dura campaña, si quiere acortar distancias y lograr, al menos, forzar una segunda vuelta. En cualquier caso, lo que parece avecinarse es uno de los duelos más clásicos de la política argentina: peronistas contra radicales, Cristina Fernández contra Ricardo Alfonsín, el segundo candidato mejor situado, según las encuestas.

El rival con más posibilidades es el candidato radical Ricardo Alfonsín

Si gana, la presidenta habrá garantizado tres mandatos consecutivos del kirchnerismo, una especie de peronismo que se reclama de izquierda, que inauguró su marido el expresidente Néstor Kirchner en 2003 y que se prolongaría hasta 2015. La buena imagen de Cristina Fernández de Kirchner se basa, según los datos de las encuestas, en la percepción positiva de la economía que tiene buena parte de la población (pese a los desafíos que enfrenta) y la idea de que es perfectamente capaz de hacerse cargo de la presidencia durante un nuevo periodo.

Cristina Fernández, de 58 años, madre de dos hijos, encararía este nuevo periodo, sin embargo, en circunstancias muy diferentes a los anteriores, debido al fallecimiento, el pasado mes de octubre, de su marido, víctima de un infarto. Nadie duda de su vocación política (fue senadora durante largos años), pero sí es palpable la inquietud en medios económicos y empresariales por el equipo que se pueda formar en su entorno. Quizás por eso despierta también un interés inusitado la elección del candidato a vicepresidente, cargo para que el que citan ya diversos nombres, como el actual ministro de Economía, Amado Boudou, de 48 años; el gobernador de la provincia del Chaco, Jorge Capitanich, de 47 años, o el secretario de Comunicación Pública, José Manuel Abal Medina, de 43 años, hijo de un histórico dirigente peronista e inspirador de la polémica Ley de Medios, cuyo objetivo último es el control de la prensa. Los tres tienen experiencia, uno de los requisitos exigidos por la presidenta, pero ninguno es realmente joven, el otro requisito que anunció.

El desarrollo de la campaña nacional se verá en cierta forma interrumpida por la batalla por la capital federal, la ciudad de Buenos Aires, que celebra sus propios comicios el próximo 10 de julio. Las encuestas dan ahí la victoria a un claro opositor, el actual alcalde, Mauricio Macri, pero el porcentaje que alcancen los otros candidatos, incluidos el oficialista Daniel Filmus (al que la presidenta aludió ayer casi con frialdad, con un simple "quiere ser el alcalde de Buenos Aires") y el director Fernando Pino Solanas, representante de un nuevo grupo de izquierda, serán interesantes a la hora de valorar cómo están yendo las cosas para cada cual y las posibilidades a nivel nacional de una alianza de izquierda agrupada en torno al gobernador de Santa Fe, Hermes Binner, y quizás al propio Solanas.

Elisa Carrió, de Coalición Cívica, siempre muy crítica con los Kirchner, tocó también ayer, con su lenguaje sin medias tintas, otro de los temas de la futura campaña presidencial. Carrió recomendó a la presidenta que se quite el luto y deje su imagen de mujer afligida, un consejo que levantó las iras en el sector oficialista, pero que responde a una realidad. El fallecimiento de Néstor Kirchner debió ser un gran golpe para Cristina Fernández, que compartió con él casi 40 años de vida y que debe estar acostumbrada, desde su etapa de joven estudiante, a estar a su lado o a sentirle al suyo. Pero los sondeos señalan también que la repentina muerte de Néstor Kirchner supuso una verdadera revolución en el panorama electoral y que en pocos días la popularidad de la presidenta subió nada menos que 20 puntos.

La imagen, siempre vestida de luto y las continuas y emocionadas menciones a "él" en prácticamente todos los discursos, han ayudado a mantener viva esa recuperación electoral, aunque no sea, evidentemente, el único motivo, ni tan siquiera el principal, de su fuerte impacto.

El dolor de las víctimas une a México

El dolor de las víctimas une a México

El presidente Calderón pide perdón a familiares de asesinados por el narcotráfico ante la incapacidad del Estado para proteger a los civiles

PABLO ORDAZ - México -

Nunca se había visto a Felipe Calderón conmovido, rodeando con sus brazos a una víctima de la violencia, consolándola. Fue el jueves, en el castillo de Chapultepec, en una jornada que pasará con letras grandes a la historia de México. Cinco años después de haber iniciado una guerra que ya ha costado 40.000 vidas, el presidente de la República aceptó reunirse con una representación de las víctimas encabezada por el poeta Javier Sicilia. Toda la nación pudo ver en directo el dolor de los que, además de sufrir la pérdida de un ser querido, vienen padeciendo el desprecio -cuando no la sospecha- de las autoridades. "Mire bien nuestros rostros, señor presidente", le habló Sicilia, "somos víctimas inocentes. ¿Le parecemos bajas colaterales? ¿Números estadísticos? ¿El uno por ciento de los muertos? Usted debe pedir perdón. Está obligado a reconocer que su estrategia ha sido contraproducente. Miles de muertos, putrefacción de instituciones, crecimiento de los cárteles... ¿Dónde están las ganancias de su estrategia?".

    México

    México

    A FONDO

    Capital:
    Ciudad de México.
    Gobierno:
    República Federal.
    Población:
    109,955,400 (est. 2008)

Calderón critica a las instituciones corrompidas; a jueces y obispos

Felipe Calderón no se escondió. Citó con nombres y apellidos a muchas de las víctimas, se hizo partícipe de su dolor y reconoció las vergüenzas de unas instituciones infiltradas por el crimen, de unos jueces que -"aunque no lo podamos demostrar"- cobran de los carteles para dejar libres a los asesinos, de unos obispos a los que llamó "raza de víboras" por expresar su apoyo a reyezuelos locales manifiestamente corruptos. El presidente de México llegó a reconocer delante de las víctimas y de todo el país su cuota de responsabilidad: "Coincido en que debo pedir perdón, pero no por haber sacado a las fuerzas federales a combatir a los criminales. En eso, Javier, te tengo que decir que estás equivocado. Sí, tengo que pedir perdón, pero por no haber podido evitar que mataran a tu hijo Francisco y a tantos otros...".

Calderón, acompañado por su esposa y por sus principales colaboradores en materia de seguridad, escuchó el testimonio desnudo de las víctimas. "Mi nombre es Yolanda Morán, vengo de Torreón. Mi hijo desapareció hace dos años, seis meses y cuatro días, tiene 34 años y es padre de cuatro hijos. No se le puede llamar baja colateral. Es mi hijo. Uno más de los 185 desaparecidos en Coahuila, ninguno rescatado, y cada día desaparecen más. No los dé por muertos, señor presidente, no los busque en fosas. Vivos se los llevaron y vivos los queremos...". A ratos, el dolor de México parecía insoportable. Si no se desbordó, si la cita ya histórica del castillo de Chapultepec no se convirtió en una batalla campal entre un presidente en su pedestal y unas víctimas rotas por el dolor y la soledad fue porque ambas partes supieron mirarse a la cara, escucharse como nunca lo habían hecho. Rodeado por altos funcionarios que jamás pisan la calle, asesorado por supuestos expertos en resolución de conflictos que le jalean su mano dura, su casi guerra santa contra el mal, Calderón jamás había bajado a la lona del dolor. Ayer lo hizo. Se encontró con palabras duras, con recelo, pero también con comprensión. "Usted", le habló el poeta Sicilia, "no tiene nada que temer de nosotros, no tenemos intereses políticos, solo somos ciudadanos que hemos venido a hablar con usted. No le hemos venido a pedir que deje de combatir a los criminales, pero sí que revise su estrategia. Estamos entre dos fuegos. Entre la corrupción institucional y unos criminales tan crueles y tan cabrones, tan hijos de la chingada...".

Volverán a verse. Dentro de tres meses. Las víctimas y Calderón. Mientras, trabajarán en un monumento con los nombres de los muertos y desaparecidos. Si no pueden sacarlos de las fosas, al menos sí del olvido. El poeta le regaló al presidente un rosario y un escapulario. El presidente le regaló a la nación una imagen. La de su abrazo a María Elena Herrera. Tras pedir justicia para sus cuatro hijos perdidos en la guerra, la señora rompió a llorar. Calderón se levantó de su asiento y se acercó a consolarla. Ayer, por primera vez en cinco años, los periódicos mexicanos, en vez de muerte, hablaron de esperanza.

La fiscalía pide la detención del alcalde de Bogotá

La fiscalía pide la detención del alcalde de Bogotá

Samuel Morenestá acusado de estar involucrado en un escándalo por presuntas irregularidades en los procesos de contratación de obras públicas durante su Gobierno

AGENCIAS - Bogotá -

La fiscal general de Colombia, Viviane Morales, ha anunciado hoy que imputará cargos por cuatro delitos al suspendido alcalde de Bogotá, Samuel Moreno, y que pedirá su detención. Al político, del partido opositor Polo Democrático Alternativo (PDA), se le acusa de estar involucrado en un escándalo por presuntas irregularidades en los procesos de contratación de obras públicas durante su Gobierno.

El próximo 29 de julio tendrá lugar la audiencia en la que será incriminado por no cumplir requisitos legales en la firma de contratos, aprovecharse de bienes del Estado y abusar de su poder. La fiscal Morales detalló que esta decisión es resultado de la investigación penal sobre las irregularidades, que en Colombia se conocen como el "carrusel de la contratación", y que incluyen las obras de adecuación de una troncal de Transmilenio, el sistema de transporte masivo de Bogotá.

Samuel Moreno fue suspendido tres meses de su cargo el 3 de mayo por la Procuraduría General, el ente encargado de vigilar la función pública de los empleados estatales, mientras se lleva a cabo una investigación disciplinaria en su contra. Otros 30 servidores públicos, contratistas y particulares están siendo investigados penalmente por los mismos motivos.

Entre los implicados está Iván Moreno, hermano del alcalde y exsenador, quien fue recluido en una cárcel de la capital. La alcaldesa encargada de Bogotá, Clara López, se declaró "respetuosa de la decisión de la fiscalía" y anunció que espera que Moreno "pueda brindar las explicaciones sobre las imputaciones" que se le han hecho.

El asesino y los silencios

El asesino y los silencios

Por: Salvador Camarena

Tuit fch

Pensemos en una región azotada por una banda delictiva que ha perpetrado horrores como, pero no exclusivamente, los siguientes:

"Ejecución de una pareja en el municipio de Tuzantla, cuyos cuerpos fueron arrojados a un basurero; cinco militares liquidados en una emboscada en Carácuaro, a punta de granadas y metralletas; (homicidio de) una abogada de Uruapan que metieron a un molino de rastrojo para una vez convertida en carne molida, dársela de alimento a los cerdos de una granja de Uruapan..."

El recuento de algunas de las atrocidades cometidas por el líder de esa banda criminal, autodenominada La Familia Michoacana, lo publica este sábado el periódico REFORMA a propósito de que fueron ordenadas por José de Jesús Méndez Vargas, mejor conocido como "El Chango (en México sinónimo de simio) Méndez", quien fue detenido el martes pasado.

Cualquiera supondría que luego de la detención del "Chango" Méndez, que según las autoridades federales supone el colapso de ese grupo criminal (en diciembre eliminaron al otro líder de la banda), funcionarios estatales de Michoacán expresarían algo parecido a lo que el presidente Felipe Calderón escribió en su cuenta de twitter: "Gran golpe de la policía federal al crimen organizado. Uno de los criminales más buscados fue capturado. Felicidades."

Sin embargo, el silencio del gobernador Leonel Godoy, de origen perredista y que tiene un medio hermano prófugo de la justicia acusado de ser cómplice de La Familia, y de otros líderes políticos y sociales en Michoacán es revelador.

En tierras michoacanas, lo dicen en voz baja, temen que la detención sea "contraproducente", que genere más violencia. Puede ser que tengan razones para abrigar ese temor. ¿Pero qué nos dice el hecho de que tras la caída de un criminal no se escuchen voces de alivio de las autoridades y de otras figuras prominentes de la comunidad que vivió amenazada por ese cártel? ¿Es que el miedo es muy profundo, o es que tentáculos de la banda siguen incrustados y vivos en diversos sectores de la población? ¿O será que hay nuevos jefes criminales en la plaza, y la detención de Méndez, ocurrida mientras iba en retidada, es sólo una buena noticia para que sean pagados crímenes del pasado pero no para evitar los de mañana?

De cualquier manera, hay silencios reveladores. El del gobernador Leonel Godoy es uno de ellos.

El interior de Perú estalla

El interior de Perú estalla tras las elecciones

Nueve personas mueren esta semana en protestas contra una universidad y una minería

JAIME CORDERO | Lima

La frágil tregua que había logrado el Gobierno peruano antes de las presidenciales terminó de romperse esta semana, con violentas protestas en varias zonas del interior del país que hasta el momento han causado nueve muertes. A las tres personas que fallecieron el miércoles durante las protestas ocasionadas por la creación de una controvertida universidad en la región Huancavelica se sumaron el viernes otras seis, consecuencia de los enfrentamientos en la región altiplánica de Puno, fronteriza con Bolivia, que reclama contra las actividades mineras y petroleras en su territorio.

Perú

Perú

A FONDO

Capital:
Lima.
Gobierno:
República.
Población:
29,180,899 (est. 2008)

Las movilizaciones solo se detuvieron unos días para permitir la segunda vuelta electoral del 5 de junio. Tras varias semanas de violentas protestas, que incluyeron saqueos y destrucción de oficinas públicas y negocios privados, la sangre llegó al río el viernes cuando las fuerzas de seguridad de la policía y el ejército usaron sus armas para intentar impedir -sin éxito- que una turba de hombres, mujeres y niños tomara el aeropuerto de Juliaca. De acuerdo con la Defensoría del Pueblo, al menos 30 personas más resultaron heridas. Los manifestantes reaccionaron atacando y sitiando la comisaría de la localidad de Azángaro, donde quedaron atrapados una docena de policías. Según el jefe policial de Puno, general Herbert Rojas, hay 10 policías heridos y uno desaparecido.

Tres situaciones se han juntado en Puno estos días. La zona sur, de etnia aimara, fue la primera que se levantó contra la decisión del Gobierno de dar luz verde a un proyecto minero cercano a la zona de frontera y a las aguas del lago Titicaca, y exige que toda la región sea declarada libre de minería. Posteriormente, pobladores de la zona norte, de etnia quechua, se sumaron para protestar por su propia problemática, principalmente contra la contaminación del río Ramis, afectado por la actividades mineras ilegales, y el proyecto de la gigantesca central hidroeléctrica de Inambari, en la región selvática de Madre de Dios, al este de Puno.

Salvo en el último caso, los intentos del Gobierno saliente de Alan García de aplacar las protestas fueron infructuosos, lo que llevó a algunos sectores a pedir la intervención del mandatario electo, Ollanta Humala, quien ganó con amplitud las elecciones en la región. Lo cierto es que Humala, que asumirá el Ejecutivo el 28 de julio, se ha mantenido al margen, salvo algunas declaraciones públicas en las que se compromete a solucionar los conflictos sociales. Ayer, tras una reunión con alcaldes, pidió al Gobierno "detener el derramamiento de sangre" en la región.

El viernes por la noche, finalmente el Gobierno cedió a las demandas y anunció una serie de decretos que suspenden las concesiones mineras cuestionadas por la población aimara. El sábado por la mañana, el viceministro de Minas, Fernando Gala, aseguró que también se ha llegado a "soluciones" con la población quechua, por lo que afirmó que "no hay ningún motivo" para que continúen las protestas. Sin embargo, aún no hay respuesta de los manifestantes.

Los conflictos sociales ha sido el gran lastre del Ejecutivo de Alan García. El fuerte crecimiento económico no ha evitado que crezca también el descontento y la violencia. Desde 2008 los enfrentamientos en distintas regiones han dejado 98 muertos y 1.379 heridos, de acuerdo con la Defensoría del Pueblo.

Humberto y Rubén Moreira, el rostro oculto de la corrupción

Estrategia militar vs estrategia electoral

Estrategia militar vs estrategia electoral

Chavez Por Orlando Ochoa Terán

Diario de América

El contexto militar en el cual el presidente Chávez plantea su lucha política y especialmente las campañas electorales no existen adversarios políticos, sino enemigos. Esta audaz manera de abordar la política ha confundido y debilitado los intentos opositores de confrontarlo.

Cuando el comandante Hugo Chávez puso de manifiesto su ambición de poder en 1992, no sólo carecía de experiencia política, sino de una sólida formación intelectual. No obstante eran evidentes sus condiciones naturales para el liderazgo. Nada sorprendente en el mundo de la política. Pero en su caso, lo extraño ha sido su persistencia en el uso de ese bagaje aprendido en la Academia Militar que se traduce en su acción política. El teórico militar británico, Liddell Hart, decía que la estrategia era “el arte de distribuir y aplicar medios militares para obtener fines políticos”.

Con la misma pasión que los franceses abrazaron la doctrina de la “ofensiva a ultranza”, a fines del siglo XIX, esta ha ejercido una fascinación irresistible en el líder bolivariano creándole un problema a los opositores que no han podido articular una estrategia para confrontarla y cuando lo han intentado se asemeja a un modelo extraído de un simulador electoral suizo.

Si se analizan con objetividad muchos de los factores de avances que la oposición se ha atribuido se advertirá que no es el resultado de una estrategia bien concebida sino reveses de la proverbial incompetencia de funcionarios bolivarianos o vacios que son ocupados, más por el principio de física que rechaza los vacíos, que por una acción calculada. La experiencia indica que cuando estos avances no son conquistas estratégicas firmes, Chávez recupera terreno.

Confiar en que Chávez retroceda como consecuencia de sus propios errores, para que la oposición ocupe esos espacios no es estrategia, es un albur. En espera de la autoinmolación de Chacumbele, según la premonición de Teodoro, la oposición lleva más de una década.

El imperio

Probablemente el único “enemigo” de Chávez con una estrategia consistente, llevada a cabo con paciencia, es EE UU. Desde Bill Clinton no ha habido cambios sustanciales. Cuando el presidente Chávez creyó vislumbrar un cambio a su favor con la llegada del presidente Obama, los gringos lo obligaron a aterrizar. El carácter impredecible e impulsivo de un líder, así como la incertidumbre, son factores negativos en política exterior, particularmente para los anglosajones

EE UU ignoró olímpicamente agravios y ha dejado que el tiempo se encargue de desprestigiar extravagancias como la consabida invasión. Mientras tanto el Departamento de Estado no ha abandonado la retórica afirmativa y la aplicación del principio de reciprocidad cuando lo considera necesario. Si EE UU, como lo acusa el gobierno bolivariano, socava al régimen bolivariano, lo ha hecho con un estilo digno de la pérfida Albión.

Un desafío actual para cualquier analista o en el futuro para un historiador será conocer hasta que punto ha sido EE UU responsable del serio predicamento en que se encuentra el gobierno bolivariano. Especialmente desde que se abrieron las compuertas de secretos con la muerte de Raúl Reyes, el juicio de Antonini, Pdval, los empresarios y banqueros de la crisis financiera, la masiva información que se presume, Walid Makled proporcionó a la DEA en sus meses de cautiverio en Colombia y tantos otros que ha obligado al líder bolivariano a una retirada estratégica e ideológica.

¿Indignados?

Una máxima de Liddell Hart, le viene al pelo a la oposición: “si quieres paz, entiende la guerra”. Mientras el sector de oposición no entienda que una “ofensiva a ultranza” no se puede enfrentar con una “defensiva electoral a ultranza”, la estrategia opositora tendrá poco sentido. Existen dos principios básicos en toda estrategia: ajustar los medios al fin que se persigue y seguir una línea de acción que ofrezca objetivos alternos.

El propósito fundamental de una estrategia no es vencer al enemigo en un solo encuentro sino disminuir su resistencia hasta abatirlo. No se trata de que la oposición acuda a la violencia o a medios inconstitucionales sino que ponga en práctica una estrategia única, coherente y consistente de ataque a las líneas de menor resistencia del gobierno.

Las acciones de los estudiantes venezolanos serían un buen ejemplo de acciones sobre flancos débiles si no fueran tan intermitentes. Los “indignados de Madrid” y las “mujeres de blanco” de Cuba son también ejemplos de resistencia activa legítima.

A lo mejor los líderes de la oposición no tienen la culpa. Es posible que todavía no haya “indignados”, ni siquiera “hombres de blanco”, en Venezuela.

La incierta ilusión populista

La incierta ilusión populista

Por Carlos Floria

La Nación

El populismo, expresión discutida, no pierde actualidad. Entre nosotros y en situaciones nacionales diversas en casi todo el mundo, esa metáfora del acontecimiento es temporal y plural; en consecuencia, cuando nos referimos al populismo estamos evocando "los populismos". En el punto de partida se da, pues, un concepto elástico introducido sin beneficio de inventario por la ciencia política, curioso por contener el destino del modelo transitorio y la sugerencia de un pueblo mítico, desde un concepto incierto y si se quiere inconstante, que impulsa pretensiones de futuros impredecibles; se manifiesta en muchos ejemplos, tantos que se ha ensayado ya un tramo de historia mundial y comparada de populismos contemporáneos.

No hace mucho, un funcionario del campo económico aludió al tema, alentando la ilusión de un populismo extendido? Ilusión que considera, como según parece también la propia jefa del Estado, necesaria y positiva. Lo que es, por lo menos, discutible. En primer lugar, porque no hemos sido capaces hasta ahora de consolidar una legitimidad democrático-pluralista como creencia colectiva. Es decir, no descansamos en la creencia que ha alentado uno de los mejores edificios políticos consagrados en la experiencia moderna y contemporánea. Por tolerantes que seamos en nuestros propios juicios, saltamos, en rigor, de formas de convivencia política rústicas, de discutible calidad, si alguna, a otras análogas.

Un planteo como el de Laclau, por ejemplo, toma prestado del marxismo el concepto de "hegemonía", y de Althusser el de "interpelación", y deduce que el populismo consiste en interpelaciones populares-democráticas en ensamble sintético, en oposición a la ideología dominante. Definición extensa que termina considerando líderes "populistas" a gentes tan diferentes como Hitler, Mussolini, de Gaulle, Perón, el senador McCarthy, Khadafy, Castro, Le Pen. En consecuencia, la "ilusión populista" (la expresión es de Taguieff) consiste en que la característica formal más específica de los populismos es su alta compatibilidad con no importa qué ideología política (de derecha o de izquierda, reaccionaria o progresista, reformista o revolucionaria), con no importa qué programa económico (de dirigismo estático o neoliberal), con bases sociales diversas y diversos tipos de regímenes.

En fin, una fiesta para la arbitrariedad, un rechazo a las mediaciones y una apelación a lo primordial. Y esto es también relevante: su condición de emergencia es una crisis de legitimidad política. Fenómeno transitorio, aunque con pretensión de permanencia, se trata de un fenómeno político inestable que navega entre una suerte de "hiperdemocratismo", de pseudodemocratismo y de antidemocratismo, camuflado por declaraciones de buenas intenciones desde un poder político al cabo caprichoso y autoritario, deformación indefinida de una "sombra de democracia".

El término populismo, en el lenguaje ordinario de hoy, hace coexistir en tensión la idea de "demofilia" y aquella de "demagogia", así como lo populista termina manifestándose como recusación a la democracia representativa: una apelación a la democracia "real", pero al cabo constituyente de un acto de "demagogia", testimoniado, por ejemplo, en la retórica peronista llamada "histórica", anclada en la lógica del conductor del pueblo, del demagogo.

Como ha escrito Alain Touraine -aplicado por años a los casos latinoamericanos, incluido el nuestro- la ambigüedad del populismo consiste en que se presenta a la vez como manipulación de masas y función protestataria. Eso ha contribuido a lo que ensayistas brasileños, sobre todo, han denominado la reacción elitista contra el autoritarismo populista sudamericano, que ha pecado -téngase también en cuenta- por caer en la simplificación del fenómeno, pues el populismo es una manera de manipulación de las clases populares, pero también un modo de expresión de sus inquietudes.

El brasileño Weffort, interpretando la política de Getulio Vargas, vio al populismo como una forma de legitimación encarnada en lo que se llamó "política de compromiso", en la que el líder populista se definía mediador para asegurar al Estado una "mínima legitimidad".

Pero no nos entreguemos a una supuesta preferencia por un sistema populista. En realidad, el populismo se define por oposición al sistema político, sea porque es demasiado cerrado, sea porque aparece incapaz de hacer frente a una crisis nacional mayor. El populismo no constituye por sí mismo ni una teoría política ni un programa económico. Sin embargo, suele convertirse en una coartada para autoritarismos disfrazados.

El enemigo equivocado

El enemigo equivocado

   Dos manifestantes se despiden al desmantelar el campamento en la Puerta del Sol, en Madrid, el pasado día 12 de junio. Desde el 15 de mayo, decenas de miles de personas protestaron en España contra la crisis económica y los partidos políticos.
Dos manifestantes se despiden al desmantelar el campamento en la Puerta del Sol, en Madrid, el pasado día 12 de junio. Desde el 15 de mayo, decenas de miles de personas protestaron en España contra la crisis económica y los partidos políticos.
Arturo Rodriguez / AP

Muchos jóvenes españoles se sienten indignados. Sufren un altísimo nivel de desempleo y unos cuantos millares se han lanzado a las calles a protestar. Algunos piden una huelga general. Curioso remedio. Algo así como cortarse la pierna para aliviar el dolor de un juanete.

Los indignados estiman que les han fallado la sociedad y el Estado. Casi no hay puestos de trabajo y los que hay suelen estar mal remunerados. ¿Por qué? Sólo tenemos una respuesta razonable: porque no existen suficientes empresas exitosas que generen beneficios, inviertan y creen empleo. Si existieran, y si esas empresas fueran tecnológicamente avanzadas y competitivas, tendrían que pagar salarios altos para conservar a sus trabajadores. Eso es lo que sucede, por ejemplo, en Alemania, Suiza o Dinamarca. En esos países no pagan mucho porque las leyes así lo indican, sino porque producen lo suficiente para poder pagar mucho.

Los jóvenes españoles (y los griegos, y los portugueses) han identificado bien el síntoma, pero se equivocan en la solución. Si entendieran realmente el origen de sus quebrantos estarían pidiendo medidas que favorecieran la acumulación de capital, las transferencias tecnológicas, la apertura y flexibilización del mercado, la reducción de la carga social que afecta al empleador y lo disuade de contratar nuevos trabajadores, la ampliación de los horarios y del calendario dedicado al comercio, la reducción de la carga fiscal y una mejor formación académica para que el sistema educativo sea capaz de fomentar el capital humano adecuado.

Si comprendieran cómo aliviar sus penas estarían estimulando una atmósfera en la que germinen los ciudadanos emprendedores, pidiéndole al Estado y a las Cámaras de Comercio y de Industrias facilidades para crear empresas. Por ejemplo, asesoría técnica; adiestramiento laboral; acceso a locales comerciales y oficinas en condiciones privilegiadas durante el periodo de despegue; información sobre oportunidades económicas; eliminación de trabas burocráticas y reducción sustancial de los costos de lanzamiento de cualquier iniciativa empresarial. Si el problema radica en que no hay suficientes empresas, ¿no es obvio que la solución estriba en conservar las que hay y crear las que se necesitan a la mayor velocidad posible?

Si los jóvenes (y los no tan jóvenes) indignados fueran capaces de pedirle al gobierno las medidas que se requieren para superar la crítica situación económica y mejorar el clima laboral, le insistirían en que reduzca el gasto público para que los intereses de la deuda no devoren los recursos fiscales y se pueda emplear ese dinero en crear infraestructuras necesarias para el conjunto de la población; que controle la inflación para que el sueldo de los trabajadores no pierda progresivamente valor adquisitivo; que no asigne subsidios arbitrariamente porque el dinero con que se premia a unos suele gastarse en detrimento de otros igualmente necesitados; que vigile la corrupción y el dispendio; y que cree sistemas rápidos y justos de arbitraje para solucionar los inevitables conflictos que surgen en el desempeño de las actividades económicas.

Carece de sentido exigir u ofrecer un puesto de trabajo como si fuera un derecho. Esas son chácharas demagógicas de los políticos en periodos electorales. Los empleos estables se crean cuando se descubre una oportunidad de satisfacer cierto intercambio que generará algún beneficio al que compra y al que vende. Este fenómeno sólo ocurre en el seno de las empresas, terreno en el que España y América Latina tienen un enorme déficit. Tampoco es razonable pedir a gritos y con amenazas que otros se esfuercen y arriesguen su patrimonio para crear empresas con el objeto de darles trabajo a quienes desprecian a los empresarios.

El debate, en suma, debe centrarse en el tema esencial: ¿por qué España y otras naciones del sur de Europa no han sido capaces de crear un tejido empresarial variado y poderoso? Los grandes países del planeta –que no lo son necesariamente por sus dimensiones, por su población o por su poderío militar– se caracterizan por haber logrado desarrollar un denso y competitivo aparato productivo: ¿por qué Portugal, España, Grecia (y toda América Latina) no han logrado algo parecido a lo que observamos en las naciones escandinavas, Austria, Alemania, Holanda, Israel y otra media docena de pueblos laboriosos dotados de economías más sólidas que las que encontramos en algunos países del sur de Europa?

Desgraciadamente, no es este enfoque el que vemos entre los “indignados”. Suelen creer que el problema es por los excesos negativos del capitalismo y no por lo que realmente sucede: la debilidad tradicional del capitalismo empresarial en ciertas zonas del mundo como consecuencia, probablemente, de comportamientos negativos fuertemente arraigados en la cultura. Sería muy útil que quienes protestan en las calles y plazas españolas dirijan su indignación al sitio adecuado. Me temo que no lo harán.

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