miércoles, 22 de junio de 2011

Partidos libertarios: Agenda política y apoyo anarquista

Post image for Partidos libertarios: Agenda política y apoyo anarquista
Esta es una Introducción al libertarismo publicada por The Future of Freedom Foundation. Al final se incluye una nota editorial de este sitio, Anarquista 101.
El libertarismo es una filosofía política que mantiene que el ser humano debe tener la libertad de hacer lo que quiera con su propia vida, siempre y cuando su conducta sea pacífica. Por lo tanto, los libertarios bogan porque, mientras uno se abstenga de asesinar a los demás, de violarlos, de robarlos, de defraudarlos, de invadir su propiedad y de cometer algún otro acto violento contra ellos o contra su libertad o su propiedad, el Estado debe dejarlo tranquilo. Efectivamente, los libertarianos creen que uno de los propósitos principales del Estado consiste en enjuiciar y en castigar a las personas antisociales que inician la fuerza contra los demás.

Justicia sin Estado

Justicia sin Estado: Dos reseñas

Post image for Justicia sin Estado: Dos reseñas
Dos reseñas sobre el libro Justicia sin Estado (The Enterprise of Law, 1990) de Bruce L. Benson, publicado en español por Unión Editorial. Un clásico anarcocapitalista sobre Derecho privado independiente del Estado.

Reseña de La libertad y la ley

Es el título del libro de Bruce L. Benson. Es difícil de encontrar, creo que van a lanzar otra edición, pero si podéis haceros con él (los que no lo hayáis hecho ya), merece la pena. Un jurista entrenado por el positivismo que sin prácticamente excepciones se imparte hoy en las universidades españolas, necesita, si es que se precia de Liberal, dar pasos en dirección contraria a todo lo aprendido durante sus años de licenciatura.
Eso hice yo, aunque he de admitir que en un principio no de forma intencional. Primero fue Hayek, los Fundamentos de la Libertad; abrió mi mente a nuevos conceptos y teorías. Continué con el mismo autor leyendo Derecho, Legislación y Libertad. Revisándolos por tercera vez, sobre todo el segundo, he tomado plena conciencia de la maravilla que suponen las obras de Hayek dedicadas a las ciencias jurídicas.
Bruno Leoni, desde una perspectiva más continental que el anglosajonizado Hayek, se sirve de la metodología y epistemología fundada por Menger y su Escuela Austriaca de Economía para revisar filosofía y teoría del Derecho desde una perspectiva evolucionista alternativa al positivismo campante del siglo XX. La Libertad y la Ley, sin llegar a la originalidad y agudeza de Derecho, Legislación y Libertad, resume ideas y aporta conclusiones indispensables para todo jurista interesado en profundizar en el estudio del Derecho. La elección como nombre de esta bitácora no fue gratuita, es un legado a la sistematización fabulosa de la que fue capaz Leoni (bueno, y también porque suena bien, jejeje).
Justicia sin Estado, de Benson, revisa la formación de los órdenes normativos acudiendo a ejemplos en los que aun no se ha dado el paso de estatificar la producción de reglas de recta conducta. Sistemas consuetudinarios dotados de unos mecanismos de resolución de conflictos que intuyen las características del poder público, lejos, muy lejos del advenimiento de una estructura de dominación. Revisa el Derecho anglo-sajón, el common law, el Derecho mercantil medieval, y se entrega a la crítica de la actual situación. La legislación, una judicatura como parte del Estado contemporáneo, la absorción por parte del mismo de las tareas de persecución y represión del crimen. Altas dosis de postulados de la Escuela de la Función Pública, indispensable para comprender el funcionamiento del Estado, y el intento de justificar un modelo totalmente privado de Policía, jueces y árbitros. No habla de perfección en ningún momento, la alternativa anarco capitalista no pretende rozar el cielo con la yema de los dedos. Simplemente destapa las carencias y vicios endógenos del sistema Estatal de provisión de estos servicios y construye una alternativa que en términos lógicos mejoraría los resultados sustancialmente.
Son muchos los puntos en los que cojea la teoría anarco capitalista en cuanto a autoridad y resolución de conflictos. Prima un tipo de análisis que obvia elementos básicos. Pero va por el buen camino, y como dijo aquel, el camino se hace al andar. Hoy en día es la única alternativa de examen crítico del monopolio del Estado sobre el orden y el uso de la coacción. Sin las herramientas de las que nos provee esta visión ácrata liberal, poco podríamos hacer en la aproximación permanente hacia conclusiones mejores, más acertadas y por supuesto, capaces de dar alternativas al marasmo de injusticia que reina hoy gracias al intrusismo estatista.
Saludos y Libertad!

La ética de la libertad

La ética de la libertad: Introducción a la ley natural

Post image for La ética de la libertad: Introducción a la ley natural
Introducción a la ley natural. Este artículo se ha extraído de los 5 primeros capítulos del libro La ética de la libertad de Murray N. Rothbard (decano de la Escuela Austriaca, historiador de la economía, y filósofo político libertario). Traducido por Mariano Bas Uribe.
El punto de partida filosófico de Rothbard es el iusnaturalismo en su forma más radical pues no concibe la ley natural como una expresión de la voluntad divina, sino como algo propio de la naturaleza, independientemente no ya de dicha voluntad, sino incluso de la existencia de Dios. Enlaza de este modo con algunos tomistas del medievo y de la escuela de Salamanca. Entre los derechos naturales, aparece en lugar destacado el de propiedad.
El autor defiende un concepto negativo de la libertad como «ausencia de interferencias o invasiones físicas contra las personas y las propiedades». Consecuentemente, lleva a cabo una demoledora crítica del Estado. Este es su juicio principal: «El Estado es una organización criminal coactiva que se apoya en la institución de un sistema de impuestos-latrocinios de amplia escala, y se mantiene impune porque se las ingenia para conseguir el respaldo de la mayoría (no de cada uno de los ciudadanos) al asegurarse su colaboración y la alianza de un grupo de intelectuales que crean opinión y a los que recompensa con una participación en la esfera de su poder y de su botín». Para el autor, los impuestos son «un robo a gran escala» y recomienda hacer todo lo posible para no pagarlos. El anarquismo de Rothbard es tan radical que combate duramente incluso los modelos de Estado mínimo, con el de Nozick.

Jorge Luis Borges

Jorge Luis Borges, el anarquista libertario

Post image for Jorge Luis Borges, el anarquista libertario
La filosofía política de Jorge Luis Borges. Escrito por Martín Krause. En este artículo Krause expone cuáles eran las ideas políticas de Borges, cuyo paradigma fue un anarquismo liberal de raíces spencerianas al cual llegó por las enseñanzas filosóficas de su padre y por su reflexión individual. Este anarquismo es lo que en la actualidad llamaríamos anarquismo libertario.
Soy anarquista. Siempre he creído fervorosamente en el anarquismo. Y en esto sigo las ideas de mi padre. Es decir, estoy en contra de los gobiernos, más aún cuando son dictaduras, y de los estados. -JLB
Ojalá merezcamos no tener gobierno, en ningún país del mundo. Acaso un mínimo de gobierno, un gobierno municipal, un gobierno de Spencer. -JLB
Borges y la política han dado mucho que hablar, pero la atención que sus opiniones en tal sentido generaran se han referido generalmente a la anécdota de aquél personaje que poca atención prestaba a las noticias diarias y que basaba buena parte de las mismas en criterios estéticos, y particularmente épicos: desde su admiración por los militares patrios y su lucha por la independencia y libertad argentinas hasta su afiliación al Partido Conservador porque sólo los caballeros se suman a las causas perdidas.
Sin embargo, y pese a que pueden encontrarse en su historia decisiones y opiniones políticas diversas, y hasta contrapuestas, es opinión de quien escribe que existe una clara filosofía política en Borges, la que se mantuvo durante el trascurso de su larga vida sin modificaciones y es intención de este artículo presentarla.

Libre albedrío e individualismo
Sorprendía a muchos el escepticismo de Borges sobre el libre albedrío, pero esto nunca significó que cayera por eso en las redes del determinismo. Su posición podría sintetizarse de la siguiente forma: el ser humano no existe fuera de las relaciones causa-efecto; está determinado pero le resulta imposible saber qué es lo que lo determina entre las innumerables causas existentes. En sus palabras: “Uno siente que el Universo responde a un dibujo. Las cosas no son absolutamente arbitrarias: hay cuatro estaciones, nuestra vida va pasando por etapas: nacimiento, niñez, juventud… Podrían ser indicios de que hay una trama, de que este mundo no es caótico sino laberíntico. Es como el libre albedrío. Posiblemente no exista, pero uno no puede pensar que en este momento no es libre ¿no?”[:ref 1:]
Y también: “…si me dicen que todo mi pasado ha sido fatal, ha sido obligatorio, no me importa; pero si me dicen que yo, en este momento, no puedo obrar con libertad, me desespero.”[:ref 2:]
Esta capacidad de accionar libremente lleva a Borges a lo que en las ciencias sociales se denomina individualismo metodológico, el cual descarta de plano la “hipóstasis” de ciertos conceptos, es decir hacer sujetos de existencia real a ideas tales como “la sociedad”, “el pueblo”, “la nación”, “la clase obrera” y otros: “… la muchedumbre es una entidad ficticia, lo que realmente existe es cada individuo.”[:ref 4:] , “yo creo que sólo existen los individuos: todo lo demás, las nacionalidades y las clases sociales son meras comodidades intelectuales.”[:ref 4:] , “Las masas son una entidad abstracta y posiblemente irreal. Suponer la existencia de la masa es como suponer que todas las personas cuyo nombre empieza con la letra “b” forman una sociedad.”[:ref 5:]
Inclusive tiene una página literaria específica sobre el tema, “Tú”[:ref 6:], que comienza “Un solo hombre ha nacido, un solo hombre ha muerto en la tierra. Afirmar lo contrario es mera estadística, es una adición imposible. No menos imposible que sumar el olor de la lluvia y el sueño que anoche soñaste”.
Este enfoque se extiende a su idea de “patria”, más venerada por Borges por la epopeya histórica que como concepto social. Así en la “Elegía de la Patria”[:ref 7:] culmina:
Cifras rojas de los aniversarios,
Pompas de mármol, arduos monumentos,
Pompas de la palabra, parlamentos,
Centenarios y sesquicentenarios,
Son la ceniza apenas, la soflama
De los vestigios de esa antigua llama
Patria, País, Estado
Borges tuvo muchas patrias, si bien nunca pensó en desprenderse de ésta, llevando la concepción individualista también a este campo. Le preguntan, “¿cuántas Argentinas hay? ¿Más de una?”, y contesta “Muchas, tantas como individuos. Los países son falsos, los individuos quizás no lo sean -si es que el individuo es el mismo al cabo de muchos años.” [:ref 8:]
Gustaba de “coleccionar” patrias (Argentina, Uruguay, Suiza, Inglaterra, entre otras) y descreía de las fronteras y los países: “Desdichadamente para los hombres, el planeta ha sido parcelado en países, cada uno provisto de lealtades, de queridas memorias, de una mitología particular, de derechos, de agravios, de fronteras, de banderas, de escudos y de mapas. Mientras dure este arbitrario estado de cosas, serán inevitables las guerras.”[:ref 9:] “Soy un cosmopolita que atraviesa fronteras porque no le gustan” [:ref 10:]
El libre albedrío y el individualismo le permitían desplegar una preocupación ética, individualista, como no puede ser de otra forma, “…creo que si cada uno de nosotros pensara en ser un hombre ético, y tratara de serlo, ya habríamos hecho mucho; ya que al fin de todo, la suma de las conductas depende de cada individuo.” [:ref 11:]
Y al pretender buscar lo máximo de individuo y el mínimo de Estado, descreía profundamente de éste:
“El más urgente de los problemas de nuestra época (ya denunciado con profética lucidez por el casi olvidado Spencer) es la gradual intromisión del Estado en los actos del individuo; en la lucha contra ese mal, cuyos nombres son comunismo y nazismo, el individualismo argentino, acaso inútil o perjudicial hasta ahora, encontrará justificación y deberes.” [:ref 12:]
“…se empieza por la idea de que el Estado debe dirigir todo; que es mejor que haya una corporación que dirija las cosas, y no que todo ‘quede abandonado al caos, o a circunstancias individuales’; y se llega al nazismo o al comunismo, claro. Toda idea empieza siendo una hermosa posibilidad, y luego, bueno, cuando envejece es usada para la tiranía, para la opresión.” [:ref 13:]
Sin dejar de ser optimista pensando que algún día ya no existirían más. Pregunta el personaje Eudoro Acevedo:
“¿Qué sucedió con los gobiernos? Según la tradición fueron cayendo gradualmente en desuso. Llamaban a elecciones, declaraban guerras, imponían tarifas, confiscaban fortunas, ordenaban arrestos y pretendían imponer la censura y nadie en el planeta los acataba. La prensa dejó de publicar sus colaboraciones y sus efigies. Los políticos tuvieron que buscar oficios honestos; algunos fueron buenos cómicos o buenos curanderos. La realidad sin duda habrá sido más completa que este resumen.” [:ref 14:]
Y dice Borges “… para mí el Estado es el enemigo común ahora; yo querría -eso lo he dicho muchas veces- un mínimo de Estado y un máximo de individuo. Pero, quizá sea preciso esperar… no sé si algunos decenios o algunos siglos -lo cual históricamente no es nada-, aunque yo, ciertamente no llegaré a ese mundo sin Estados. Para eso se necesitaría una humanidad ética, y además, una humanidad intelectualmente más fuerte de lo que es ahora, de lo que somos nosotros; ya que, sin duda, somos muy inmorales y muy poco inteligentes comparados con esos hombres del porvenir, por eso estoy de acuerdo con la frase: “Yo creo dogmáticamente en el progreso”. [:ref 15:]
“Creo que con el tiempo mereceremos que no haya gobiernos.” [:ref 16:].
Política y democracia
El descreimiento del Estado no podía sino estar acompañando por una baja consideración de la política, algo que, tal vez no entonces, comparten muchos de los argentinos de hoy. Le dicen que no tiene una buena opinión de los políticos, contesta:
- “No. En primer lugar no son hombres éticos; son hombres que han contraído el hábito de mentir, el hábito de sobornar, el hábito de sonreír todo el tiempo, el hábito de quedar bien con todo el mundo, el hábito de la popularidad….
La profesión de los políticos es mentir. El caso de un rey es distinto; un rey es alguien que recibe ese destino, y luego debe cumplirlo. Un político no; un político debe fingir todo el tiempo, debe sonreír, simular cortesía, debe someterse melancólicamente a los cócteles, a los actos oficiales, a las fechas patrias.” [:ref 17:]
“Creo que ningún político puede ser una persona totalmente sincera. Un político está buscando siempre electores y dice lo que esperan que diga. En el caso de un discurso político los que opinan son los oyentes, más que el orador. El orador es una especie de espejo o eco de lo que los demás piensan. Si no es así, fracasa.” [:ref 18:]
“…yo diría que los políticos vendrían a ser los últimos plagiarios, los últimos discípulos de los escritores. Pero, generalmente con un siglo de atraso, o un poco más también, sí. Porque todo lo que se llama actualidad es realmente…. y, es un museo, usualmente arcaico. Ahora estamos todos embelesados con la democracia; bueno, todo eso nos lleva a Paine, a Jefferson, a aquello que pudo ser una pasión cuando Walt Whitman escribió sus Hojas de Hierba. Año de 1855. Todo eso es la actualidad; de modo que los políticos serían lectores atrasados, ¿no?, lectores anticuados, lectores de viejas bibliotecas…” [:ref 19:]
Su acendrado individualismo lo llevaba hasta dudar de la posibilidad de la representación, y de la misma democracia, pero no por promover las dictaduras o las monarquías siendo que pensaba que lo importante no eran los sistemas políticos sino los individuos y sus valores. Dice en El Libro de Arena,
“Twirl, cuya inteligencia era lúcida, observó que el Congreso presuponía un problema de índole filosófica. Planear una asamblea que representara a todos los hombres era como fijar el número exacto de los arquetipos platónicos, enigma que ha atareado durante siglos la perplejidad de los pensadores. Sugirió que, sin ir más lejos, don Alejandro Glencoe podía representar a los hacendados, pero también a los orientales y también a los grandes precursores y también a los hombres de barba roja y a los que están sentados en un sillón. Nora Erfjord era noruega. ¿Representaría a las secretarias, a las noruegas o simplemente a todas las mujeres hermosas? ¿Bastaba un ingeniero para representar a todos los ingenieros, incluso los de Nueva Zelanda?” [:ref 20:]
Y su opinión sobre la democracia es bien conocida: Me sé del todo indigno de opinar en materia política, pero tal vez me sea perdonado añadir que descreo de la democracia, ese curioso abuso de la estadística.” [:ref 21:]
Volviendo a creer más en los individuos que en los gobiernos “Tengo la sospecha de que la forma de gobierno es muy poco importante, de que lo importante es el país. Vamos a suponer que hubiera una república en Inglaterra o que hubiera una monarquía en Suiza: no sé si cambiarían mucho las cosas; posiblemente no cambiarían nada. Porque la gente seguiría siendo la misma. De modo que no creo que una forma de gobierno determinada sea una especie de panacea. Quizá les demos demasiada importancia ahora a las formas de gobierno, y quizá sean más importantes los individuos” [:ref 22:]

Borges libertario
En sus propias palabras, Borges se consideraba un anarquista, si bien pacífico: “actualmente yo me definiría como un inofensivo anarquista; es decir, un hombre que quiere un mínimo de gobierno y un máximo de individuo.” [:ref 23:]
“Soy anarquista. Siempre ha creído fervorosamente en el anarquismo. Y en esto sigo las ideas de mi padre. Es decir, estoy en contra de los gobiernos, más aún cuando son dictaduras, y de los estados”. [:ref 24:]
Pero esa definición de “anarquista pacífico” era presentada para diferenciarse del anarquismo violento de fines del siglo XIX y principios del XX. En la actualidad su posición sería clasificada como de “libertario”, ya que el ideal de su admirado Spencer ha sido recreado en este siglo por Popper, Hayek, Nozick o Mises.
El diccionario define la anarquía como “falta de todo gobierno en un estado”, o “desorden, confusión, por ausencia o flaqueza de la autoridad pública”. Teniendo en cuenta esto, Borges no sería estrictamente “anarquista” si lo interpretamos (en su significado coloquial o vulgar) como la falta completa de normas y orden, sino un “libertario”, palabra que define actualmente a un rango amplio de posiciones que se extienden desde la preferencia por un estado mínimo hasta pequeñas agencias en competencia (esto último a fin de cuentas es la anarquía libertaria del anarcocapitalismo. N. del E.)
Dicha filosofía política pondría a Borges a contrapelo de la sociedad argentina, la que ante la bancarrota del Estado espera aun salvarse a través del mismo y de los políticos que lo manejan o de otros que puedan llegar. Sin embargo, Borges pensaba que el argentino es esencialmente individualista:
“El argentino hallaría su símbolo en el gaucho y no en el militar, porque el valor cifrado en aquel por las tradiciones orales no esta al servicio de una causa y es puro. El gaucho y el compadre son imaginados como rebeldes; el argentino a diferencia de los americanos del Norte y de casi todos los europeos, no se identifica con el Estado. Ello puede atribuirse al hecho general de que el Estado es una inconcebible abstracción; lo cierto es que el argentino es un individuo, no un ciudadano.” [:ref 25:]

No hay comentarios.:

Publicar un comentario