martes, 12 de julio de 2011

Extorsión, privada y pública: El caso de Chiquita Banana

Por Llewellyn H. Rockwell Jr.

Los izquierdistas han protestado contra Chiquita Banana desde hace tanto tiempo que la mayoría de los activistas probablemente olvidan por qué se supone que odian a la empresa. La compañía sí tiene un historial lleno de manchas, especialmente cuando era la United Fruit. Durante décadas después de empezar el siglo XX, las intervenciones militares de EEUU en Latinoamérica se inspiraban en el objetivo de proteger las inversiones de United Fruit en Cuba, Panamá, Nicaragua, la República Dominicana, Haití y México. Por eso se llamó estas guerras las Guerras Bananeras y por eso a estos países se les ha calificado de forma muy diversa como repúblicas bananeras (aunque el objetivo principal era siempre aumentar los impuestos para los bancos de inversión de Nueva York que tenían bonos públicos).

Por otro lado, lo que estos críticos no apuntan muy frecuentemente son los fantásticos beneficios que la empresa ha producido a la región. Ayudó a erradicar la malaria. Ha aumentado significativamente los niveles de vida. Y su interés en proteger sus terrenos y relaciones comerciales han servido en realidad como un freno a las tendencias socialistas hacia el saqueo de las empresas privadas en la región. También ha sido víctima de robos masivos durante las revoluciones, como ocurrió tras la de Castro.

Más recientemente, la empresa ha estado en las noticias a causa de un injusto ataque de las Justicia de EEUU y el Departamento de Estado. Tras el 11-S, el gobierno de EEUU realizó una lista de grupos en todo el mundo que se consideran como abastecedores del terrorismo (una lista que claramente excluye cualquier célula dentro del mayor complejo militar-industrial del mundo). Como forma de equilibrar a los muchos “fundamentalistas islámicos” de la lista, Estados Unidos incluyó conocidos grupos paramilitares en Latinoamérica.

Dos de los grupos calificados como tales fueron las Fuerzas Armadas revolucionarias Colombianas (FARC), un grupo izquierdista y las fuerzas de Autodefensa Unida de Colombia (AUC), un grupo derechista. Las FRAC se hicieron famosas por secuestrar y matar trabajadores de Chiquita, así como por bombardeos aéreos de las tierras de Chiquita. La derecha utilizó métodos similarmente violentos para producir inestabilidad política. Ambos son pro-dictadura y a ambos les molesta el papel que tienen las empresas privadas en limitar sus ambiciones políticas.

Resultó que Chiquita estaba financiando a ambos grupos. Esto suena terrible hasta que te das cuenta de los motivos. No era financiar al terrorismo o promover la violencia, sino todo lo contrario. Chiquita pagaba dinero de protección para hacer que los grupos paramilitares dejaran de matar y bombardear. Cuando empezaron los pagos, ambos grupos empezaron a calibrar su uso de la violencia dependiendo de los flujos de caja, que no eran pequeños. Estamos hablando de millones de dólares pagados para que la empresa pudiera realizar sus negocios en paz.

Todos los ejecutivos internacionales entienden lo que estaba pasando. Pagar sobornos y estar sujeto a este tipo de extorsión es solo una parte de lo que implica realizar negocios en muchos países. Esto podría sonar horrible, pero la verdad es dichos pagos son a menudo menores de los que las empresas pagarían al recaudador en EEUU, que desarrolla un tipo de extorsión similar pero bajo cobertura legal.

Es verdad que los grupos paramilitares hicieron muchas cosas malas con el dinero que estaban obteniendo, pero estas decisiones implican sopesar acciones. ¿Qué se supone que tendría que hacer la empresa? ¿Plantarse y dejar que su negocio se destruya, sus terrenos sean bombardeados y sus empleados muertos? Es demasiado evidente ni siquiera apuntar esto 8excepto que este punto parece ser olvidado completamente por los críticos de la empresa): por supuesto, la empresa no debería pagar un penique a nadie. Entrega el dinero solo ante la perspectiva de violencia.

Yo diría de que estos grupos paramilitares estaban realizando una versión privada del sistema impositivo que todos conocemos demasiado bien.

Por tanto, es absurdo que el Departamento de Estado se dirija a Chiquita Banana por financiar organizaciones terroristas. Pero, siendo parte del régimen violento de EEUU, eso es exactamente lo que hizo. Chiquita fue extorsionado por gobierno de EEUU y tuvo que pagar una multa de 25 millones de dólares en 2007. Al ver las consecuencias, la empresa cerró todas sus operaciones en Colombia y esto no benefició a nadie: ni a trabajadores colombianos, ni a los consumidores estadounidenses, ni a nadie más.

Pero eso fue solo el principio de los problemas de la empresa. Una vez que se hubo un precedente legal, un oscuro edicto de 1789 entró en juego. El Estatuto de reclamación por agravios contra extranjeros permite a ciudadanos extranjeros demandar ante tribunales de EEUU por supuestas malas acciones en territorio internacional. Fuera cual fuera la intención original (y los federalistas no eran exactamente amigos de la libertad), ahora la ley es usada por abogados estadounidenses para reunir demandantes extranjeros para demandar a empresas estadounidenses en el extranjero.

Estos abogados han reunido a decenas de miles de víctimas de las FARc y las AUC en una demanda de acción de clase contra Chiquita que reclama daños que podrían cifrarse en miles de millones e incluso hacer quebrar a la compañía. Repito: ¿quién se beneficia de esto? Los grupos terroristas no van a desaparecer, pero este tipo de ataques acaban dañando las perspectivas económicas de Latinoamérica y por tanto también a los trabajadores y pobres de esta región.

Respecto de los consumidores estadounidenses, al final, les interesa ser servidos por el juego violento asociado con los acuerdos internacionales. Se trata de tratar de traernos fruta que no crece en nuestros jardines y que aún así queremos y necesitamos para nuestro bienestar. ¿No deberíamos tener un poco más en consideración los sacrificios y luchas que estas empresas afrontan para este fin?

Hubo un tiempo en que United Fruit utilizó al gobierno de EEUU para sus negocios en Latinoamérica. Esto es imperialismo. También es injusto que un gobierno que persigue a empresas estadounidenses que están haciendo lo que pueden para arreglárselas. Chiquita no solo es la víctima de terroristas privados, sino de extorsionadores violentos del sector público en nombre de la guerra contra el terrorismo.

El anticapitalismo del trabajador manual

El anticapitalismo del trabajador manual

Por Ludwig von Mises

La aparición de la economía como una nueva rama del conocimiento fue uno de los acontecimientos más portentosos de la historia de la humanidad. Al abrir el camino a la empresa capitalista privada, transformó en unas pocas generaciones todos los asuntos humanos más radicalmente de lo que lo habían hecho los anteriores 10.000 años. Desde el día de su nacimiento al día del fallecimiento, los moradores de un país capitalista se ven en cada momento beneficiados por los maravillosos logros de las formas capitalistas de pensar y actuar.

Lo más asombroso respecto del cambio sin precedentes en las condiciones terrenales producido por el capitalismo es el hecho de que lo realizó un pequeño número de autores y apenas un número ligeramente mayor de estadistas que habían asimilado sus enseñanzas. No solo las masas inactivas, sino asimismo la mayoría de los hombres de negocios que, con su comercio, hicieron efectivos los principios del laissez faire no comprendieron las características esenciales de su operación. Incluso en los mejores tiempos del liberalismo, solo unas pocas personas entendían completamente el funcionamiento de la economía de mercado. La civilización occidental adoptó el capitalismo por recomendación de una pequeña élite.

Hubo en las primeras décadas del siglo XIX mucha gente que consideraba su propia falta de familiaridad con los problemas afectados como un serio defecto y estaba ansiosa por repararlo. En los años entre Waterloo y Sebastopol, no se absorbieron más ansiosamente otros libros en Gran Bretaña que los tratados de economía. Pero la moda remitió pronto. La materia era árida para el lector en general.

La economía es tan distinta de las ciencias naturales y la tecnología por un lado y de la historia y la jurisprudencia por otro que parece extraña y repulsiva para el principiante. Su singularidad heurística se ve con recelo por parte de aquéllos cuyo trabajo de investigación se realiza en laboratorios o en archivos y bibliotecas. Su singularidad epistemológica parece no tener sentido para las mentes estrechas de los fanáticos del positivismo. A la gente le gustaría encontrar en un libro de economía un conocimiento que se ajuste perfectamente a su imagen preconcebida de lo que la economía tendría que ser, es decir, una disciplina moldeada de acuerdo con la estructura lógica de la física o la biología. Se quedan perplejos y renuncian a luchar con problemas cuyo análisis requiere un ejercicio mental desacostumbrado.

El resultado de esta ignorancia es que la gente adscribe todas las mejoras en las condiciones económicas al progreso de las ciencias naturales y la tecnología. Tal y como lo ven, prevalece a lo largo de la historia humana una tendencia que actúa por sí misma hacia progresar en el avance de las ciencias naturales experimentales y su aplicación a la solución de los problemas tecnológicos. Esta tendencia es irresistible, es propia del destino de la humanidad y su operación tiene efecto sea cual sea la organización política y económica de la sociedad. Tal y como lo ven, las mejoras tecnológicas sin precedentes de los últimos 200 años no fueron causadas o impulsadas por las políticas económicas de la época. No fueron un logro del liberalismo clásico, el libre comercio, el laissez faire y el capitalismo. Por tanto continuarán bajo cualquier otro sistema de organización económica de la sociedad.

Las doctrinas de Marx recibieron aprobación simplemente porque adoptaron la interpretación popular de los acontecimientos y la vistieron con un velo pseudofilosófico que resultaba gratificante tanto para el espiritualismo hegeliano como para el crudo materialismo. En el esquema de Marx, las “fuerzas productivas materiales” son una entidad sobrehumana independiente de la voluntad y las acciones de los hombres. Siguen su propio camino que está prescrito por las leyes inescrutables e inevitables de un poder superior. Pueden cambiar misteriosamente y obligar a la humanidad a justar su organización social a estos cambios, pues las fuerzas productivas materiales rechazan una cosa: estar encadenadas por la organización social de la humanidad. El contenido esencial de la historia es la lucha de las fuerzas productivas materiales por liberarse de las limitaciones sociales a las que están encadenadas.

Hubo un tiempo, enseña Marx, en que las fuerzas productivas materiales se encarnaron en la forma de una máquina manual y luego dispuso los asuntos humanos de acuerdo con el patrón del feudalismo. Cuando, más adelante, las insondables leyes que determinan la evolución de las fuerzas productivas materiales sustituyeron con la máquina de vapor a la máquina manual, el feudalismo dio paso al capitalismo. Desde entonces, las fuerzas productivas materiales se han desarrollado aún más y su forma actual requiere imperativamente la sustitución del capitalismo por el socialismo. Quienes intenten impedir la revolución socialista intentan una tarea sin esperanzas. Es imposible detener la marea del progreso histórico.

Las ideas de los llamados partidos de izquierdas difieren entre sí de muchas maneras. Pero están de acuerdo en un punto. Todas ven un progreso de mejora material como un proceso que actúa por sí mismo. El sindicalista estadounidense da por sentado su nivel de vida. La destino ha determinado que debería disfrutar de comodidades que se negaban incluso a la gente más próspera de generaciones anteriores y sigue negándose a los no-estadounidenses. No se le ocurre que el “duro individualismo” de las grandes empresas pueda haber desempeñado algún papel en la aparición de lo que llama “el estilo de vida americano”. A sus ojos, la “dirección” representa las demandas injustas de los “explotadores” que tratan de privarle de sus derechos por nacimiento. Piensa que hay en el curso de la evolución histórica una tendencia irresistible hacia un continuo aumento en la “productividad” de su trabajo. Es evidente que los frutos de esta mejora el pertenecen por derecho exclusivamente a él. Es mérito suyo que (en la era del capitalismo) el cociente del valor de los productos generado por las industrias de procesado dividido por el número de brazos empleados tienda hacia un aumento.

La verdad es que el aumento en lo que se llama la productividad del trabajo se debe al empleo de mejores herramientas y máquinas. Cien trabajadores en una fábrica moderna producen por unidad de tiempo un múltiplo de lo que solían producir cien trabajadores en los talleres de las artesanos precapitalistas. La mejora no está condicionada por mejores habilidad, competencias o aplicación por parte del trabajador individual. (Es un hecho que las competencias necesarias para los artesanos medievales estaban muy por encima de muchas de las categorías de la mano de obra de las fábricas actuales). Se debe al empleo de herramientas y maquinaria más eficiente que, a su vez, es el efecto de la acumulación e inversión de más capital.

Los términos capitalismo, capital y capitalistas fueron empleados por Marx y hoy los emplea la mayoría de la gente (incluso las agencias oficiales de propaganda del gobierno de EEUU) con una connotación oprobiosa. Aún así estas palabras apuntan convenientemente al factor principal cuya operación produjo todos los maravillosos logros de los últimos 200 años: la mejora sin precedentes del nivel de vida medio para una población en constante aumento. Lo que distingue a las condiciones industriales modernas en los países capitalistas de aquéllas de las épocas precapitalistas así como de las que predominan hoy en los llamados países subdesarrollados es la cantidad de oferta de capital. Ninguna mejora tecnológica puede ponerse en marcha si el capital necesario no se ha acumulado previamente mediante ahorro.

El ahorro (la acumulación de capital) es lo que ha transformado paso a paso la difícil búsqueda de comida por parte de los hombres de las cavernas en las formas modernas de la industria. Los líderes de esta evolución han sido las ideas que crearon el marco institucional dentro del cual la acumulación de capital se consideraba seguro por el principio de propiedad privada de los medios de producción. Cada paso adelante hacia la prosperidad es el efecto del ahorro. Los inventos tecnológicos más ingeniosos serían en la práctica inútiles si los bienes de capital necesarios para su utilización no se hubieran acumulado mediante el ahorro.

Los empresarios utilizan los bienes de capital que han hecho disponibles los ahorradores para la mayor satisfacción económica de los deseos más urgentes de los consumidores de entre los aún no satisfechos. Junto con los tecnólogos, dedicados a perfeccionar los métodos de procesado, desempeñan, tras los propios ahorradores, una parte activa en el curso de los acontecimientos de lo que califica como progreso económico. El resto de la humanidad se beneficia de las actividades de estas tres clases de pioneros. Pero sean cuales sean sus propias acciones, solo son beneficiarios de cambios a cuya aparición no han contribuido en nada.

Los característico de la economía de mercado es el hecho de que distribuye la mayor parte de las mejoras producidas por el trabajo de las tres clases progresistas (los ahorradores, los inversores en bienes de capital y los elaboradores de nuevos métodos de empleo de los bienes de capital) a la mayoría no progresista del pueblo. La acumulación de capital en exceso del aumento en la población aumenta, por un lado, la productividad marginal del trabajo y, por otro, abarata los productos. El proceso de mercado ofrece al hombre común la oportunidad de disfrutar de los frutos de los logros de otros. Obliga a las tres clases progresistas a servir a la mayoría no progresista de la mejor forma posible.

Todo el mundo es libre de engrosas las filas de las tres clases progresistas de una sociedad capitalista. Estas clases no están cerradas. Ser miembro de ellas no es un privilegio conferido a la persona por una autoridad superior o heredado de los antepasados. Esas clases no son clubes y los que están dentro no tienen poder para mantener fuera a cualquier advenedizo. Lo que se necesita para ser un capitalista, un emprendedor o un inventor de nuevo métodos es cerebro y voluntad. El heredero de un hombre rico disfruta de cierta ventaja ya que empieza en condiciones más favorables que otros. Pero su tarea en la rivalidad del mercado no es más fácil, sino a veces más pesada y menos gratificante que la de un recién llegado. Tiene que reorganizar su herencia para ajustarla a los cambios en las condiciones del mercado. Así, por ejemplo, los problemas que tenía que afrontar el heredero de un “imperio” ferroviario eran, en las últimas décadas, indudablemente más peliagudos que las que encontraría un hombre que empezara de la nada en el transporte aéreo o por carretera.

La filosofía popular del hombre común confunde todos estos hechos de la manera más lamentable. Tal y como lo ve el ciudadano corriente, todas esas nuevas industrias que le están proporcionando comodidades desconocidas para sus padres proceden de un ente mítico llamado progreso. La acumulación de capital, el emprendimiento y el ingenio tecnológico no contribuyen en nada a la generación espontánea de prosperidad. Si hay que atribuir a alguien lo que el ciudadano corriente considera como el aumento en la productividad del trabajo, entonces es al hombre en la cadena de montaje. Por desgracia, en este mundo pecador hay explotación del hombre por el hombre. Los negocios se llevan la parte del león y dejan, como apunta el Manifiesto comunista, al creador de todo lo bueno (al trabajador manual) nada más que “lo que requiere para su mantenimiento y la propagación de su raza”. Por consiguiente “el trabajador moderno, en lugar de aumentar con el progreso de la industria, se hunda cada vez más. (…) Se convierte en pobre y la pobreza se desarrolla más rápidamente que la población y la riqueza”. Los autores de esta descripción de la industria capitalista son alabados en las universidades como los grandes filósofos y benefactores de la humanidad y sus enseñanzas se aceptan con temor reverencial por los millones cuyas casas, entre otros dispositivos, están equipadas con radios y televisores.

La peor explotación, dicen los profesores, líderes “laborales” y políticos la realizan las grandes empresas. No se dan cuenta de que lo característico de las grandes empresas es la producción masiva para la satisfacción de las necesidades de las masas. Bajo el capitalismo, los propios trabajadores, directa o indirectamente, son lo principales consumidores de todas esas cosas que están produciendo las fábricas.

En los primeros tiempos del capitalismo había aún un plazo considerable desde la aparición de una innovación y que se hiciera accesible a las masas. Hace unos 60 años Gabriel Tarde tenía razón en apuntar que una innovación industrial es la moda de una minoría antes de convertirse en la necesidad de todos: lo que se consideró primero como una extravagancia resultó después un requisito normal de todos sin excepción. Esta frase sigue siendo correcta en relación con la popularización del automóvil. Pero la producción a gran escala por parte de las grandes empresas ha acortado y casi eliminado este plazo. Las innovaciones modernas solo pueden producir rentabilidad de acuerdo con los métodos de producción masiva y por tanto hacerse accesibles a muchos en el mismo momento de su aparición en la práctica. Por ejemplo, no hubo ningún plazo importante en Estados Unidos en el que el disfrute de innovaciones como la televisión, las medias de nylon o la comida infantil envasada ser reservara a una minoría de gente rica. Las grandes empresas tienden, de hecho, a una estandarización de las formas de consumo y disfrute de la gente.

Nadie es un necesitado en la economía de mercado a causa del hecho de que otros sean ricos. Las riquezas de los ricos no son la causa de la pobreza de nadie. El proceso que hace a una persona rica es, por el contrario, el corolario del proceso que mejora la satisfacción de los deseos de mucha gente. Los emprendedores, los capitalistas y los tecnólogos prosperan en la medida en que tienen éxito en proveer mejor a los consumidores.

CUBA Y LOS ELEFANTES

CUBA Y LOS ELEFANTES

¿Cómo Roban los Bancos Centrales?

¿Cómo Roban los Bancos Centrales?

por Dante Bayona

Permítanme emitir y controlar el dinero de la nación, y no me importará quién haga sus leyes

-Mayer Amsched Rothchild

Si el pueblo americano cede alguna vez a los bancos el control sobre la emisión de su moneda, primero con inflación y luego con deflación, los bancos y corporaciones que crecerán alrededor despojarán al pueblo de toda su propiedad hasta que sus hijos despierten sin casa

-Thomas Jefferson

Generalmente se cree que si uno ataca al banco central, uno es un socialistoide anti-capitalista; y es un mito muy popular entre varios de los que se hacen llamar economistas que el banco central es un agente de protección y orden del sistema capitalista. Pero, como el marco teórico de la escuela Austríaca de Economía explica, de un sistema de monopolio legal de bancos centrales uno sólo puede esperar lo peor. Pero hasta allí el análisis teórico. Como Mises explicó, un análisis completo del fenómeno social también necesita una revisión de las condiciones históricas específicas. Aquí algunas consideraciones históricas sobre los bancos centrales.

El sistema bancario de las naciones antes no estaba bajo el poder del gobierno. Habían diferentes bancos privados que cuidaban el oro de unos y lo prestaban a otros. Y a cambio de ese oro guardado les daban recibos que podían intercambiar entre otros usuarios, y esos recibos podían ser cambiados por el oro en cualquier momento. Esos recibos se convertirían más adelante en los llamados "billetes".

Podía darse el caso de que uno de esos bancos hiciera malas y muy riesgosas inversiones, y perdiera el dinero invertido. Si la pérdida era muy grave, sus clientes reclamaban su oro, y el banco quebraba. Pero mientras el banquero no quisiera irse a la ruina, cuidaba su reputación y tenía una posición conservadora.

Algunos banqueros estafadores se dieron cuenta de que podían recibos sin que éstos tuviesen respaldo en oro, y prestarlos para ganar intereses de la nada. Y eso creó las primeras crisis económicas del mundo moderno. El banco al tener más billetes, los prestaba a sus clientes; los clientes al tener más billetes en la mano empezaban a comprar y comprar, esa presión en la demanda de los bienes presionaba los precios al alza, y esto resultaba en inflación. El empresario al tener más billetes en la mano empezaba a comprar más recursos productivos para expandir su empresa, y contrataba más trabajadores. Ese incremento en la demanda de factores productivos también generaba un alza de precios. Eso era el ciclo económico por expansión de préstamos bancarios: primero la economía crecía, y luego se detenía (cuando los precios aumentaban tanto que ya no era negocio seguir expandiendo la economía).

Pero nada de eso ocurría si los billetes estaban "amarrados" al oro, por ejemplo si el billete tenía que estar respaldado 100% con oro. Dado que el oro no se puede imprimir o crear tan fácilmente como los billetes, los bancos estaban amarrados de brazos si querían dar dinero que no tenían bajo su control.

La función de los bancos era básicamente la conservadora tarea de cuidar en las bóvedas el dinero de los clientes, servir como almacén del oro.

Haciendo una analogía: si me voy de viaje por 6 meses, puedo pagar algo de dinero a mi vecino para que cuide mi casa. Y si cuando regreso me doy cuenta que mi vecino ha vendido mi casa y se ha quedado con el dinero, voy donde el juez y lo denuncio. Así es como todos los negocios funcionan. Menciono esto porque como explicaré más adelante, hoy en día los bancos son el único negocio al que se le permite violar esta regla, para ellos se han pasado leyes especiales que legalizan el robo.

Por otro lado, los reyes se dieron cuenta, igual que algunos de esos banqueros estafadores, de lo provechoso que era manejar el oro de la nación. Varios reyes se auto-otorgaron el cargo exclusivo de acuñar las monedas de oro. Y cuando la gente les daba su oro para que el rey les acuñe monedas, si la moneda debía pesar 12 onzas de oro, por ejemplo, el rey sólo usaba 10 onzas de oro, y el resto lo completaba con cualquier otro metal. Y se quedaba con las 2 onzas extra.

Los reyes han tenido la ventaja histórica de que por derecho divino su ley se puede imponer a la ley del resto de los hombres. Por eso ellos podían -y pueden- pasar leyes prohibiendo a todo el resto de ciudadanos a competir con ellos en el aprovisionamiento de cualquier bien o servicio.

Ahora veamos: ¿Qué pasaría si juntamos el grupo de banqueros estafadores con el grupo de de reyes ladrones? Respuesta: obtenemos como resultado un banco central. La maquinaria perfecta para que ambos grupos se llenen los bolsillos robando el dinero de los ciudadanos.

Así apareció el banco central de Inglaterra y el banco central de USA. El resto de bancos centrales del mundo son un remedo del mismo robo y de la mentalidad "si ellos que son un país adinerado lo hacen, nosotros también lo debemos hacer", además de la ignorancia.

Inglaterra:

En 1690 Inglaterra estaba completamente quebrada, y nadie quería prestar dinero al rey. Y el rey quería expandirse por todo el mundo para robar más plata, como el resto de reinos de su época (España, Portugal, Francia, etc) La idea de subir los impuestos, en época de revolución es mala. Así que con la ayuda de unos banqueros delincuentes -William Paterson y Charles Montagu- establecieron el primer banco central de la época moderna.

Como Rothbard explica:

La década de 1690 fue un tiempo particularmente difícil para el gobierno inglés. El país acababa de pasar cuatro décadas de revolución y guerra civil, en gran parte por la oposición a los altos impuestos, y el nuevo gobierno no se sentía lo bastante seguro para volver a subirlos.

Y sin embargo, el gobierno tenía en vista muchas tierras por conquistar, sobre todo en el poderoso Imperio francés, una hazaña que iba a implicar un enorme aumento de gastos. El camino de aumentar el déficit parecía bloqueado para los ingleses desde que el gobierno había destruido recientemente su propia reputación crediticia faltando al compromiso de pago en más de la mitad de su deuda, llevando así a la bancarrota a un gran número de capitalistas en el reino que habían confiado sus ahorros al gobierno. ¿Entonces quién prestaría aún más dinero al estado inglés?

En esta difícil coyuntura , se acercó al Parlamento una
corporación encabezada por William Paterson, un promotor escocés. La corporación establecería un Banco de Inglaterra, que imprimiría bastantes billetes de banco, supuestamente pagaderos en oro o plata, para financiar el déficit del gobierno. ¡Qué necesidad de depender de ahorros voluntarios cuando se podía abrir el grifo del dinero! A cambio, el gobierno guardaría todos sus depósitos en el nuevo banco. Al abrir, en julio de 1694, el Banco de Inglaterra rápidamente emitió la enorme suma de 760.000 libras, siendo la mayor parte de ello empleado en comprar deuda pública. En menos de dos años, las notas en circulación del banco por 765.000 libras estaban respaldadas solamente por 36.000 libras en dinero efectivo. Una avalancha exigiendo moneda golpeó al banco, que quedó para echar el cierre. Pero el gobierno inglés, en el
primero de muchos rescates de este tipo, se apresuró a permitir que el Banco de Inglaterra "suspendiera el pago en moneda", es decir, a cesar sus obligaciones de pagar en moneda, pero manteniendo la potestad de obligar a sus deudores a pagar al banco sus deudas íntegramente. Los pagos en moneda se reiniciaron dos años más tarde, pero desde entonces el gobierno permitió que el Banco de Inglaterra suspendiera el pago en moneda, siguiendo operativo, cada vez que entrase en dificultades financieras.

El año siguiente a su primera suspensión, 1697, el Banco
de Inglaterra indujo al Parlamento a prohibir a cualquier banco corporativo nuevo establecerse en Inglaterra. En otras palabras, ningún otro banco corporativo podría hacerle la
competencia al Banco de Inglaterra.

Además, la falsificación de los billetes del Banco de
Inglaterra pasó a ser penable con la muerte. Una década más tarde, el gobierno proporcionó al Banco de Inglaterra el monopolio virtual en la emisión de billetes de banco. En concreto, después de 1708 fue ilegal para cualquier corporación que no fuese el Banco de Inglaterra emitir papel moneda, y cualquier emisión de notas de banco por sociedades bancarias de más de seis personas también fue prohibida.

La forma moderna de banca central fue establecida por
la Ley Peel de 1844. Se le concedía al Banco de Inglaterra un monopolio absoluto en la emisión de todos los billetes de banco en Inglaterra. Estos billetes a su vez eran canjeables por oro. A los bancos comerciales privados sólo se les permitía emitir depósitos a la vista. Esto significaba que, para poder adquirir el dinero en metálico exigido por el público, los bancos tenían que mantener cuentas corrientes en el Banco de Inglaterra. En efecto, los depósitos bancarios a la vista eran canjeables en notas del Banco de Inglaterra, que a su vez eran canjeables en oro. Había ahora una
pirámide doble invertida en el sistema bancario. En la pirámide inferior, el Banco de Inglaterra, actuando como banco de reserva fraccional, multiplicaba recibos falsos de depósito de oro (sus billetes y depósitos) encima de sus reservas de oro. A su vez, en una segunda pirámide invertida encima del Banco de Inglaterra, los bancos comerciales privados multiplicaban piramidalmente sus recibos de
depósitos a la vista encima de sus reservas, o sus cuentas de depósito, en el Banco de Inglaterra. Está claro que, una vez que Gran Bretaña abandonó el patrón oro, primero durante la Primera Guerra Mundial y finalmente en 1931, los billetes
del Banco de Inglaterra podían servir como el dinero de fianza estándar, y los bancos privados todavía podían multiplicar piramidalmente los recibos de depósitos a la vista encima de sus reservas en el Banco de Inglaterra. La gran diferencia es que el patrón oro dejó de servir en absoluto como control y freno de la expansión de crédito del Banco Central, es decir, su falsificación de billetes y depósitos.

¿Son ‘anarquistas’ los libertarios?

¿Son ‘anarquistas’ los libertarios?

de Murray N. Rothbard *

Al libertario** que está felizmente comprometido exponiendo su filosofía política en toda la gloria de sus convicciones, casi con seguridad será detenido por una estrategia indefectible de los estatistas. Mientras el libertario denuncia la educación pública o la Oficina de Correos, o se refiere al impuesto como robo legalizado, el estatista invariablemente desafía: “Bueno, ¿entonces usted es un anarquista?” El libertario se limita a farfullar: “No, no, por supuesto que no soy un anarquista.” “Bueno, entonces, ¿qué medidas gubernamentales usted favorece? ¿Qué tipo de impuestos quiere imponer?” El estatista ha ganado irremediablemente la ofensiva, y, no teniendo respuesta a la primera pregunta, el libertario se encuentra abandonando su caso.

Así, el libertario suele responder: “Bueno, yo creo en un gobierno limitado, que el gobierno se limite a la defensa de la persona o propiedad o el individuo contra la invasión por la fuerza o el fraude.” He tratado de mostrar en mi artículo, “El verdadero agresor” en la edición de Abril de 1954 de Faith and Freedom que esto deja al conservador indefenso ante el argumento de “necesario para la defensa,” cuando se utiliza para medidas gigantescas de estatismo y derramamiento de sangre. Hay otras consecuencias tanto o más graves. El estatista puede continuar con el asunto: “Si admite que es legítimo que las personas se unan y permitan al Estado obligar a los individuos a pagar impuestos por un determinado servicio -”defensa”- ¿por qué no es también igualmente moral y legítimo que las personas se unan en una manera similar y permitan al Estado prestar otros servicios – tales como oficinas de correos, “bienestar”, acero, energía, etc.? Si un Estado apoyado por una mayoría puede moralmente hacer lo uno, ¿por qué no moralmente hacer lo demás?” Confieso que no veo ninguna respuesta a esta pregunta. Si es apropiado y legítimo coaccionar a un Henry Thoreau a pagar impuestos para su propia “protección” a un monopolio estatal coercitivo, no veo ninguna razón por la cual no sea igualmente apropiado obligarlo a pagar al Estado por cualquier otro servicio, ya se trate de alimentos, la caridad, los periódicos, o acero. Nos queda concluir de que el libertario puro debe abogar por una sociedad en la que un individuo voluntariamente pueda apoyar ninguna o cualquier agencia policíal o judicial que considere eficaz y digna de su encargo.

Aqui no tengo la intención de ocuparme de una exposición detallada de este sistema, sino solamente responder a la pregunta, ¿es esto anarquismo? Esta pregunta aparentemente simple es en realidad muy difícil de contestar en una oración, o en un breve sí o no. En primer lugar, no hay significado consensuado para la palabra “anarquismo”. La persona promedio puede pensar que sabe lo que significa, sobre todo que es malo, pero en realidad no lo sabe. En ese sentido, la palabra se ha vuelto como la lamentada palabra “liberal”, salvo que esta última tiene “buenas” connotaciones en las emociones del hombre común. Las distorsiones y confusiones casi insuperables han venido tanto de los adversarios como de los partidarios del anarquismo. Los primeros han distorsionado completamente principios anarquistas y han hecho varias acusaciones falaces, mientras que los segundos se han dividido en numerosos campos en conflicto con filosofías políticas que son, literalmente, tan distantes como el comunismo y el individualismo. La situación es aún más confusa por el hecho de que, a menudo, los diversos grupos anarquistas mismos no reconocen el enorme conflicto ideológico entre ellos.

Una acusación muy popular contra el anarquismo es que “significa el caos.” Si un tipo específico de anarquismo conduciría al “caos” es una cuestión para el análisis; ningún anarquista, sin embargo, nunca deliberadamente quiso instaurar el caos. Cualquier otra cosa que él o ella pudo haber sido, ningún anarquista ha deseado deliberadamente el caos o la destrucción del mundo. De hecho, los anarquistas siempre han creído que la implementación de su sistema eliminaría los elementos caóticos que ahora agobian al mundo. Un incidente divertido, iluminando esta idea falsa, se produjo después de la final de la guerra, cuando un joven entusiasta por un gobierno mundial escribió un libro titulado Un Mundo o la Anarquía, y el más prominente anarquista en Canadá replicó con un trabajo titulado La anarquía o el Caos.

La mayor dificultad en el análisis del anarquismo es que el término se aplica a las doctrinas muy conflictivas. La raíz de la palabra viene del término anarche, es decir, la oposición a la autoridad o los mandatos. Esto es lo suficientemente amplio como para cubrir una serie de diferentes doctrinas políticas. En general, estas doctrinas han sido agrupadas como “anarquistas” por su hostilidad común a la existencia del Estado, el monopolio coercitivo de la fuerza y autoridad. El anarquismo surgió en el siglo 19, y desde entonces la doctrina anarquista más activa y dominante ha sido la de “comunismo anarquista”. Este es un término apto para una doctrina que también ha sido llamada “el anarquismo colectivista”, “anarco-sindicalismo” y “comunismo libertario”. Podemos denominar a este conjunto de doctrinas relacionadas como “anarquismo de izquierda”. El anarco-comunismo es principalmente de origen ruso, forjado por el príncipe Pedro Kropotkin y Mikhail Bakunin, y es esta la forma que ha connotado “anarquismo” en todo el continente europeo.

La principal característica del comunismo anarquista es que ataca la propiedad privada tan vigorosamente como ataca al Estado. El capitalismo es considerado tan tiránico, “en el ámbito económico,” como el Estado en el ámbito político. Los anarquistas de izquierda odian el capitalismo y la propiedad privada tal vez con mayor fervor que el socialista o el comunista. Al igual que los marxistas, el anarquista de izquierda está convencido de que los capitalistas explotan y dominan a los trabajadores, y también que los terratenientes invariablemente explotan a los campesinos. Los puntos de vista económicos de los anarquistas les presentan un dilema crucial, el pons asinorum de la anarquía de izquierda: ¿cómo pueden el capitalismo y la propiedad privada ser abolidos, mientras que se suprime el Estado al mismo tiempo? Los socialistas proclaman la gloria del Estado, y el uso del Estado para abolir la propiedad privada – para ellos el dilema no existe. El comunista marxista ortodoxo, que se presta al discurso de la anarquía de izquierda, resuelve el dilema mediante el uso de la dialéctica hegeliana: el misterioso proceso por el cual algo se convierte en su contrario. Los marxistas ampliarían el Estado al máximo y abolirían el capitalismo, y luego se sentarían a esperar con confianza el “marchitamiento” del Estado.

La lógica espuria de la dialéctica no está abierta a los anarquistas de izquierda, que quieren abolir el Estado y el capitalismo al mismo tiempo. Lo más cerca que los anarquistas han estado de llegar a la solución del problema ha sido de defender el sindicalismo como el ideal. En el sindicalismo, se supone que cada grupo de trabajadores y campesinos poseen los medios de producción en común, y planifican ellos mismos, mientras cooperan con otros colectivos y comunas. El análisis lógico de estas maquinaciones demostraría en seguida que todo el programa es una tontería. Una de dos cosas ocurrirían: una agencia central planificaría y dirigiría a los diversos subgrupos, o los colectivos serían realmente autónomos. Pero la pregunta crucial es si estos organismos estarían facultados para utilizar la fuerza para poner en práctica sus decisiones. Todos los anarquistas de izquierda han convenido en que la fuerza es necesaria contra los recalcitrantes. Pero entonces la primera posibilidad no significa nada más ni menos que el comunismo, mientras que la segunda conduce a un verdadero caos de los comunismos diversos y antagónicos, que probablemente daría lugar finalmente a algún comunismo central después de un período de guerra social. Así, el anarquismo de izquierda debe significar en la práctica ya sea comunismo regular o un verdadero caos de síndicatos comunistas. En ambos casos, el resultado real debe ser que el Estado se restablezca con otro nombre. Es la ironía trágica del anarquismo de izquierda que, a pesar de las esperanzas de sus partidarios, no es realmente anarquismo en absoluto. O bien es comunismo o el caos.

No es de extrañar, por lo tanto, que el término “anarquismo” haya recibido una mala prensa. Los principales anarquistas, especialmente en Europa, han sido siempre de la variedad de izquierda, y hoy en día los anarquistas se encuentran exclusivamente en el campo de la izquierda. Si se añade a eso la tradición de la violencia revolucionaria derivada de las condiciones europeas, no es de extrañar que el anarquismo sea desacreditado. El anarquismo era políticamente muy potente en España, y durante la Guerra Civil española, los anarquistas establecieron comunas y colectivos que ejercían autoridad coercitiva. Una de sus primeras medidas fue abolir el uso del dinero bajo pena de muerte. Es evidente que el supuesto odio anarquista hacia la coerción había ido muy mal. La razón era la contradicción insoluble entre los principios antiestatistas y antipropietarios de la anarquía de izquierda.

¿Cómo es, entonces, que a pesar de las contradicciones lógicas fatales en el anarquismo de izquierda, haya un grupo muy influyente de intelectuales británicos que actualmente pertenecen a esta escuela, entre ellos el crítico de arte Sir Herbert Read, y el psiquiatra Alex Comfort? La respuesta es que los anarquistas, quizás inconscientemente viendo lo irremediable de su posición, han hecho una cuestión de rechazar la lógica y la razón por completo. Hacen hincapié en la espontaneidad, las emociones, los instintos, más que la supuesta lógica fría e inhumana. De este modo, pueden, por supuesto, permanecer ciegos a la irracionalidad de su posición. Sobre la economía, que les mostraría la imposibilidad de su sistema, son completamente ignorantes, quizás más que cualquier otro grupo de teóricos políticos. Intentan resolver el dilema sobre la coerción con la absurda teoría de que el crimen simplemente desaparecería si el Estado se suprimiera, por lo que ninguna coerción tendría que ser usada. La irracionalidad de hecho impregna casi todos los puntos de vista de los anarquistas de izquierda. Rechazan la industrialización, así como la propiedad privada, y tienden a favorecer la vuelta a la artesanía y las simples condiciones campesinas de la Edad Media. Ellos están fanáticamente a favor del arte moderno, que consideran arte “anarquista”. Tienen un odio intenso hacia dinero y hacia las mejoras materiales. Vivir una simple vida campesina, en las comunas, es alabado como “vivir la vida anarquista”, mientras que se supone que una persona civilizada es viciosamente burguesa y no-anarquista. Así, las ideas de los anarquistas de izquierda se han convertido en un revoltijo sin sentido, mucho más irracional que las de los marxistas, y merecidamente son miradas con desprecio por casi todo el mundo como irremediablemente “chifladas”. Lamentablemente, el resultado es que las críticas buenas que a veces hacen de la tiranía del Estado tienden a ser pintadas con el mismo cepillo “chiflado”.

Teniendo en cuenta los anarquistas dominantes, es evidente que la cuestión “¿son anarquistas los libertarios?” se debe responder sin vacilar negativamente. Estamos en polos completamente opuestos. Confusión surge, sin embargo, debido a la existencia en el pasado, particularmente en los Estados Unidos, de un grupo pequeño pero brillante de “anarquistas individualistas”, dirigido por Benjamin R. Tucker. Aquí llegamos a una raza diferente. Los anarquistas individualistas han contribuido mucho al pensamiento libertario. Ellos han proporcionado algunas de las mejores declaraciones sobre el individualismo y antiestatismo que jamás hayan sido escritas. En la esfera política, los anarquistas individualistas fueron en general sólidos libertarios. Estaban a favor de la propiedad privada, exaltaban la libre competencia, y luchaban contra todas las formas de intervención gubernamental. Políticamente, los anarquistas de la corriente de Tucker tenían dos defectos principales: (1) que no abogaban por la defensa de las fincas privadas más allá de lo que el propietario utilice personalmente; (2) que se basaban excesivamente en los jurados y no veían la necesidad de un cuerpo de derecho constitucional libertario que los tribunales privados habrían de sostener.

En contraste con sus fallas políticas de menor importancia, sin embargo, cayeron en graves errores económicos. Ellos creían que el interés y la utilidad eran explotativos, debido a una supuesta restricción artificial en la oferta de dinero. Que el Estado y sus políticas monetarias sean eliminadas, y la banca libre se establecerá, creían, y todo el mundo imprimiría tanto dinero como necesitaban, y los intereses y las ganancias caerían a cero. Esta doctrina hiperinflacionista, adquirida del francés Proudhon, es una tontería económica. Debemos recordar, sin embargo, que la economía “respetable”, entonces y ahora, se ha impregnado de errores inflacionistas, y muy pocos economistas han comprendido la esencia de los fenómenos monetarios. Los inflacionistas simplemente toman el inflacionismo más gentil de la economía de moda y corajudamente lo empujan a su conclusión lógica.

La ironía de esta situación era que mientras los anarquistas individualistas insistían en sus teorías bancarias sin sentido, el orden político por el que abogaban hubiera dado lugar a resultados económicos directamente contrarios a lo que creían. Ellos pensaban que la banca libre daría lugar a la expansión indefinida de la oferta monetaria, mientras que la verdad es precisamente lo contrario: daría lugar a la “moneda fuerte” y ausencia de inflación. Las falacias económicas de la Tuckerianos, sin embargo, son de una especie completamente diferente a las de los anarquistas colectivistas. Los errores de los colectivistas les llevó a abogar por un comunismo político virtual, mientras que los errores económicos de los individualistas todavía les permitió abogar por un sistema casi libertario. Una persona superficial fácilmente podría confundir a los dos, porque los individualistas fueron llevados a atacar a los “capitalistas”, de quienes creían explotaban a los trabajadores mediante la restricción estatal de la oferta monetaria.

Estos anarquistas “de derecha” no adoptaron la tonta postura de que el crimen desaparecería en la sociedad anarquista. Sin embargo, sí tendían a subestimar el problema de la delincuencia, y como resultado nunca reconocieron la necesidad de una constitución libertaria fija. Sin esta constitución, el proceso judicial privado podría llegar a ser verdaderamente “anárquico” en el sentido popular.

El ala Tucker del anarquismo floreció en el siglo XIX, pero murió al llegar la Primera Guerra Mundial. Muchos pensadores libertarios en esa edad de oro del liberalismo estaban trabajando en doctrinas que eran similares en muchos aspectos. Estos libertarios genuinos nunca se refirieron a sí mismos como anarquistas, sin embargo; probablemente la razón principal fue que todos los grupos anarquistas, incluso los de derecha, poseían en común doctrinas económicas socialistas.

Aquí debemos notar todavía una tercera variedad del pensamiento anarquista, uno completamente diferente de los colectivistas o individualistas. Este es el pacifismo absoluto de León Tolstoi. Esta predica una sociedad donde la fuerza no sería usada ni siquiera para defender a personas y bienes, tanto por el Estado u organizaciones privadas. El programa de Tolstoi de la no violencia ha influido en muchos supuestos pacifistas de hoy, principalmente a través de Gandhi, pero éstos no se dan cuenta de que no puede haber pacifismo completo genuino a menos que el Estado y otros organismos de defensa sean eliminados. Este tipo de anarquismo, por encima de todos los demás, se basa en una visión excesivamente idealista de la naturaleza humana. Sólo podría funcionar en una comunidad de santos.

Debemos concluir que la pregunta “¿son anarquistas los libertarios?” simplemente no puede ser respondida en bases etimológicas. La vaguedad del término en sí mismo es tal que el sistema libertario sería considerado anarquista por algunas personas y arquista por otros. Por lo tanto, debemos recurrir a la historia para esclarecerlo; aquí nos encontramos con que ninguno de los proclamados grupos anarquistas corresponden a la posición libertaria, que incluso los mejores de ellos tienen elementos irrealistas y socialistas en sus doctrinas. Además, nos encontramos con que todos los anarquistas actuales son irracionales colectivistas, y por lo tanto se encuentran en el polo opuesto de nuestra posición. Por tanto, debemos concluir que no somos anarquistas, y que los que nos llaman anarquistas no tienen bases etimológicas firmes, y están siendo totalmente ahistóricos. Por otro lado, es evidente que no somos arquistas tampoco: no creemos en el establecimiento de una autoridad central tiránica que forzará a los no invasivos así como a los invasivos. Quizás, entonces, podríamos llamarnos con un nombre nuevo: noarquista. Luego, cuando, en el fulgor del debate, el desafío inevitable “¿Es usted un anarquista?” se oye, podamos, quizás por primera y última vez, encontrarmos en el lujo de la “mitad del camino” y decir: “Señor, no soy ni un anarquista ni un arquista, pero estoy exactamente en el medio noarquista del camino. “

Chile crecerá más y tendrá menos inflación en 2011

REVISIÓN DE LOS EXPERTOS

Chile crecerá más y tendrá menos inflación en 2011

La economía chilena marcha bien. Más crecimiento y menos inflación según los expertos.

LIBRE MERCADO

Expertos consultados por el Banco Central de Chile subieron dos décimas, hasta el 6,5 %, su previsión de crecimiento del Producto Interior Bruto (PIB) en 2011 y rebajaron, también en dos décimas, hasta el 4, %, su proyección de inflación, informó hoy el instituto emisor.

Según los expertos, la actividad económica se habría expandido un 6 % en junio, tras haber crecido un 7,3 % en mayo, según la Encuesta Mensual de Expectativas Económicas, en la que participaron unos 70 economistas, académicos y ejecutivos financieros. Para 2012 los encuestados mantuvieron en un 5,3 % su previsión de crecimiento del PIB y también la correspondiente a 2013, en este caso en un 5 %.

El año pasado, el PIB de Chile creció un 5,2 % y la previsión oficial para este año, el Banco Central la elevó hasta un rango de entre el 6 y el 7 %, en su Informe de Política Monetaria (Ipom) de junio, mientras el ministro de Hacienda, Felipe Larraín, apostó a una expansión del 6,2 % en 2011.

Ls expertos redujeron en dos décimas, hasta el 4 %, su proyección de inflación para 2011, tras registrarse en junio una subida de los precios al consumidor del 0,2 %, por debajo de las expectativas del mercado.

La nueva proyección se sitúa en el techo del rango meta establecido por el emisor (del 2 al 4 %) para un horizonte de 24 meses, y prevén que los precios al consumidor subirán un 0,3 por ciento en julio, cifra que se repetiría en agosto. La inflación interanual caería al 3,5 por ciento en junio de 2012 y al 3,3 % en diciembre de ese año, para alcanzar al 3,0 %, en la media del rango meta, en junio de 2013.

En ese contexto, los expertos prevén que el Central mantenga este mes, en el 5,25 por ciento anual, la tasa de interés de política monetaria en su reunión de junio, prevista para el próximo jueves.

La tasa subiría hasta el 5,50 por ciento en agosto; al 5,75 % en diciembre próximo y al 6,0 % en junio de 2012, nivel que se mantendría en diciembre de ese año para bajar al 5,75 % en junio de 2013.

Reflexiones sobre un obligado futuro

El decano

Reflexiones sobre un obligado futuro

Juan Velarde

&quote&quoteLa reforma seria de todo esto exige el que nos mantengamos en el área del euro. La alternativa sería un hundimiento de nuestra economía en medio de una colosal fuga de capitales, y una fuerte inflación obliga a medidas muy costosas.

Comencemos por un obligado aserto: la situación económica española no sólo es preocupante, sino que se debiera iniciar su análisis aceptando, por su justeza, esta frase del profesor Lagares, en su artículo Tiempo ya de cerrar una pésima etapa: "A los economistas, cuando ya hemos descrito hasta la saciedad las medidas de política económica que debieran adoptarse con urgencia, sólo nos queda señalar los graves riesgos que comporta prolongar un año más esta situación de interinidad".

Esto se provoca por un cuádruple enlace. En primer lugar, en una economía que, con los datos de 2009 a través de la fórmula (X+M) x 100/ Y, siendo X las exportaciones de bienes y servicios, M las importaciones análogas, e Y el PIB, y los datos básicos ofrecidos por el World Bank Atlas del Banco Mundial y por las Estadísticas Financieras Internacionales del FMI, sin dejar a un lado las normas de la OCDE, muestra que España tiene una economía más abierta que países tan significativos como Australia, Brasil, Estados Unidos, Finlandia, Francia, Italia, Japón o Rusia. Por lo tanto, el actual enfriamiento económico mundial, le afecta mucho.

En segundo lugar, esa situación empeora, al no ser la nuestra una economía competitiva. Para comprender las causas de la permanencia de esa realidad debe indicarse que parece que se ha abandonado en España la idea de disponer de una energía barata, especialmente urgente por su alto grado de intensidad energética, como mostró de modo incontrovertible Fernando Becker en su discurso de ingreso en la Real Academia de Doctores, a lo que se añade el altísimo grado de dependencia de energía primaria de importación, en torno al 80%. Añadamos el retraso a la flexibilización del mercado del trabajo. Eso está detrás de la frase del gobernador del Banco de España, Miguel Fernández Ordóñez, quien señaló que "el crédito no se recuperará sin reforma laboral". Frase que tiene el respaldo del profesor González-Paramo, quien manifestó su asombro por el retraso de ésta, indicando que era urgente alterar el sistema de las relaciones laborales españolas, porque el nuestro es el "más ineficiente e injusto del mundo occidental". Pero parte de ese retraso tiene sus raíces en esta indicación perfecta del profesor Carlos Sebastián en su artículo Mercados de trabajo y de créditos tomando como pretexto otro de F. Durán. "La pretensión de que la reforma de la negociación colectiva sea acordada por las cúpulas sindicales y patronales tiene escaso sentido", entre otras cosas "porque esas cúpulas derivan buena parte de su poder de la actual forma de la negociación colectiva, por lo que una reforma en profundidad entra en colisión con sus intereses".

Impresiona la división del mercado español a causa de las decisiones intervencionistas de las diversas autonomías, con sus lógicas consecuencias para que disminuya la competitividad. Y a ello habría que agregar el sistema de reparto para financiar las pensiones, o los datos que exhibe Sánchez Asiaín sobre nuestra realidad en I+D+i, o esa colocación de España entre Kuwait y Kasajstan, que aparece en la publicación Doing Business 2011 del Banco Mundial, en relación con los frenos a la actividad que crea el aparato institucional español. La consecuencia de reacciones negativas derivadas de todo esto, abruma a los que estudian nuestra economía. Y no debe dejar de recogerse, en relación con esta cuestión fundamental, lo que se dice en el análisis del Informe Mensual de "La Caixa": "El repunte de las presiones inflacionistas está dificultando las ganancias de competitividad de la economía española. Una buena muestra de ello la ofrece el índice de precios industriales, que refleja el crecimiento de los precios industriales cobrados por el fabricante. Los datos muestran que éstos siguieron su tendencia ascendente y subieron significativamente en el mes de febrero, ocho décimas hasta el 7,6% interanual, impulsados sobre todo por los bienes energéticos". En cambio, respecto a parte notable de nuestros posibles competidores, "el aumento de los precios industriales durante los últimos meses en el promedio de la zona del euro fue más pausado. En el mes de febrero, concretamente, la tasa de crecimiento interanual fue un punto menor en la zona del euro que en España".

A esto ha de agregarse en tercer lugar, un sistema crediticio que, tentado por la burbuja inmobiliaria, y también –caso de parte considerable de las cajas de ahorros‑ de influencias del sector público, fue poco vigilado por el Banco de España, por lo que ahora su reordenación parece más difícil, aunque obligada, y que, de momento, no concluye de recuperarse. La sombra irlandesa siempre asusta.

Finalmente, cuarto problema, no es agradable la situación del sector público. Por un lado, impresiona el incremento de las empresas públicas en autonomías y municipios. La preocupación en este sentido aumenta tras la lectura del artículo de Roberto Fernández Llera y Eloy Morán Méndez, Reacciones fiscales de las Comunidades Autónomas ante una crisis global, aunque realmente acaba de aparecer y los datos básicos llegan hasta 2010. Simultáneamente escalofrían los datos del déficit del sector público en 2009 y 2010, que en 2011 no parece que se rectifican radicalmente, sobre todo por la realidad autonómica. Sobre ella es imprescindible consultar el trabajo realizado por Freemarket Corporate Intelligence, que dirige el excelente economista Lorenzo Bernaldo de Quirós, titulado Una estructura territorial insostenible: las autonomías y los ayuntamientos después del 22-M. De él son estos párrafos:

El sistema de financiación autonómico ha permitido a los ejecutivos regionales gastar lo que considerasen oportuno, sin tener que ingresar lo necesario para cubrir ese gasto. Esto ha deteriorado sus incentivos para mantener y/o alcanzar la disciplina fiscal y financiera. Ello es en gran medida consecuencia de la modificación de la Ley de Estabilidad Presupuestaria en 2004, que suprimió la obligación de que las autonomías y los ayuntamientos cerrasen sus ejercicios presupuestarios anuales en equilibrio y debilitó de manera sustancial los límites que esa normativa imponía a su capacidad de recurrir al endeudamiento.

La reforma seria de todo esto exige el que nos mantengamos en el área del euro. La alternativa sería un hundimiento de nuestra economía en medio de una colosal fuga de capitales, y una fuerte inflación obliga a medidas muy costosas. Pero hacerlo obliga de inmediato –recordemos lo que supuso en 1925, en el terreno social, a Gran Bretaña, su vuelta al patrón oro– a una reordenación a la baja, de salarios y prestaciones sociales, como sucedió en 1959. La alternativa a no hacerlo es más paro y miseria creciente. Es la dura opción que pretenderán ignorar los ingenuos que, por ejemplo –véase el artículo de Juan Manuel de Prada, Salarios y productividad: "Ligar salarios y productividad es radicalmente anticristiano. Para León XIII, esto suponía un gran crimen"– atacan la vinculación de los salarios a la productividad.

Juan Verlarde es catedrático emérito de la Universidad Complutense de Madrid

Wall Street pierde fuelle

Wall Street pierde fuelle al cierre y cierra en mínimos

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Fed consideran que un tercer plan de estímulo podría ser necesario

Algunos miembros de la Fed consideran que un tercer plan de estímulo podría ser necesario

En su última reunión de junio varios miembros del Comité de Mercado Abierto del banco central de EEUU sugirieron la necesidad de un plan de estímulo extra. Además, la Fed estableció los pasos para abandonar su actual política monetaria de tipos bajos, aunque no fijó una fecha exacta para ello.

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Los miembros de la Reserva Federal (Fed) discutieron en su última reunión de junio sobre ‘cómo’ debían empezar a retirar su política de tipos de interés bajos y no sobre ‘cuándo’. Las actas de la Fed publicadas hoy revelan que los miembros del Comité de Mercado Abierto tienen bastante claros los pasos que deberán seguir para acabar con la política ‘ultra-laxa’ que durante más de dos años viene aplicando al precio del dinero. Actualmente las tasas de interés de Estados Unidos están en un rango de entre el 0,25% y el 0%.

Otro punto de interés de la reunión del pasado mes de junio radicó en la posibilidad de que la Fed opte por llevar a cabo un tercer plan de estímulo económico. Varios miembros del banco central defendieron la necesidad de nuevas ayudas para asegurar que EEUU sea capaz de crear empleo si la principal potencia económica del mundo sigue dando muestras de debilidad en los próximos meses.

Pese a esta sugerencia, otros miembros menos conservadores del regulador monetario argumentaron que una eventual subida de la inflación podría provocar subida de tipos a corto plazo.

Deuda
Según se recoge en las actas de la última reunión de la Fed, el banco central presidido por Ben Bernanke considera que un impago de la deuda por parte de EEUU tendría consecuencias negativas para los mercados financieros. Incluso "un corto retraso en el pago del principal o de los intereses de las obligaciones de deuda del departamento del Tesoro probablemente cause severos trastornos y puede tener también un efecto duradero en el costo del endeudamiento de Estados Unidos", señalan las actas.

La posibilidad de nuevos estímulos económicos por parte de la Reserva Federal (Fed) han sido acogidos con entusiasmo por Wall Street, donde los principales índices dejan atrás las dudas mostradas durante toda la jornada y se adentran con paso firme en terreno de ganancias. El Dow Jones sube un 0,48%, hasta 12.565 puntos, el S&P 500 avanza un 0,54%, hasta 1.326 puntos y el Nasdaq Composite repunta un 0,14%, hasta 2.807 puntos.

Moodys baja el ráting de Irlanda a bono basura

Moodys baja el ráting de Irlanda a bono basura y advierte que podría necesitar un segundo rescate

Moody’s ha bajado la calificación de Irlanda a ‘bono basura, desde Baa3 a Ba1 y ha dejado la perspectiva en negativa. Además, la agencia de calificación ha advertido que podría ser necesario un segundo rescate.

Los analistas de Moody’s consideran que Irlanda podría necesitar rondas adicionales de financiación por parte de la Unión Europea antes de que pueda volver a los mercados internacionales de capital. Por esta razón la agencia ha recortado la calificación de solvencia del país en un escalón, desde Baa3 a Ba1 y mantiene, además, la perspectiva negativa.

"El principal motivo que ha impulsado la rebaja de hoy es la creciente probabilidad de que la participación de los inversores pueda ser requerida como una condición previa para futuras rondas de financiación oficial de cualquier tipo para Irlanda”, señala Moody’s en su nota.

La amenaza de que los responsables políticos europeos obliguen al sector privado a compartir la carga de los futuros recates financieros también ha pesado en la decisión de Moody’s. La agencia considera que la participación de la banca privada elevaría los costes de endeudamiento de los miembros más débiles de la zona euro.

"La posibilidad de cualquier forma de participación del sector privado en el alivio de la crisis de deuda es negativo para los países tenedores de deuda soberana que están en dificultades. Este es un factor clave en la evaluación que Moody’s tiene en curso sobre la carga de deuda soberana de la zona euro", explica la agencia.

Irlanda fue el segundo país de la zona euro en ser rescatado. A pesar de las medidas de ahorro impuestas por su Gobierno y del cambio que se llevó a cabo en el Ejecutivo del país, los problemas financieros han ido en aumento. Tanto es así que Moody´s ve muy probable que cuando finalice el actual rescate, en 2013, Irlanda necesitará dosis adicionales de ayuda antes de que los mercados de capitales inviertan algo de dinero en el país.

Amiga, sindicalista, aliada y adversaria

Amiga, sindicalista, aliada y adversaria
Por: Jorge G. Castañeda

Conocí a Elba hace 17 años, a principios de 1994. Desde entonces he mantenido con ella una amistad con los altos y bajos propios de cualquier relación entre personas de poder (el de ella de verdad y constante, el mío magro y efímero), que se ha reflejado en varios espejos: el personal, el político en general y el político-personal. La multiplicidad de los espejos corresponde al personaje: multifacética.


Elba es, para los que la tratan de cerca, amiga, sindicalista, maestra y aliada o adversaria política. De estas varias aristas tratan estas líneas.


Conmigo ha sido una amiga solidaria, además de casera durante más de un lustro, cobrando una renta debajo del mercado pero suficiente para mantener las formas.


En los momentos difíciles ha estado siempre presente, y hemos sido testigos comunes de encuentros y desencuentros con amistades o conocidos comunes.


Sus ausencias, desapariciones prolongadas, reclamos sentidos y pequeños artilugios han llegado a desesperarme, pero jamás a provocar más que irritaciones pasajeras.


Entiendo, sin embargo, que el círculo de sus amistades sea estrecho: no todos miran de lado o cierran los ojos ante repetidos plantones, tardanzas, pretextos y descortesías, por menores que terminen siendo.


He resumido mis opiniones sobre el personaje público en un libro reciente, Mañana o pasado: El misterio de los mexicanos (Aguilar, 2011), y reproduzco aquí el breve pasaje dedicado a Elba:


"De hecho, el sindicato más grande de Latinoamérica representó un pilar del sistema corporativista del PRI y luego un bastión de apoyo al nuevo régimen democrático panista electo en el año 2000.


Lo dirige, como todo México sabe, una de las mujeres más sorprendentes, controvertidas y temidas en México, Elba Esther Gordillo, La maestra.


Elba Esther escaló los peldaños del sindicato de maestros en los años setenta y ochenta, y se convirtió en la colaboradora más cercana y compañera del líder casi vitalicio, Carlos Jonguitud Barrios, a quien luego contribuyó a defenestrar en 1989.


El entonces presidente Salinas de Gortari, al proponerse una limpieza cosmética de algunos de los sindicatos del sector público, la apoyó en ese esfuerzo.


Ha dirigido el sindicato con mano de hierro y terciopelo desde entonces, en la gran tradición de otros líderes mexicanos (y estadounidenses y franceses e italianos y españoles).


Gordillo fue una priista convencida y aguerrida; fue electa secretaria general en 2002 y diputada y senadora en varias ocasiones.


Pero en 2003, cuando dirigía la bancada priista en la Cámara de Diputados y se alió con Fox para apoyar una reforma fiscal, fue expulsada del grupo parlamentario y del partido entero por el equivalente de alta traición.


"Elba, como le dicen sus amigos, formó su propio partido compuesto sobre todo por maestros. Obtuvo casi el 4 por ciento de los votos en 2006 y su respaldo a Felipe Calderón resultó decisivo.


Fue recompensada con el nombramiento de su yerno como subsecretario de Educación Básica y de otros colaboradores cercanos en el ISSSTE, la Lotería Nacional y en algunos puestos menores.


Después de la de Cuauhtémoc Cárdenas en 1987, ella ha orquestado la única escisión significativa del PRI, con ideas modernizadoras y orientadas hacia la democracia en el frente político, pero con una agenda educativa estrecha y en ocasiones contraproducente, y con una reputación de corrupción y excesos que la persigue.


En la mayoría de las encuestas aparece como una de las figuras más impopulares del país.


"Elba Esther Gordillo es excepcionalmente seductora como política y excepcionalmente leal como amiga. Representa el epítome tanto de la debilidad como de la vigencia de la creatividad política mexicana, gracias a la vez a su terrible reputación y a sus ideas sorprendentemente modernizadoras y democráticas.


Concentra todos los rasgos del carácter mexicano que hemos discutido y todas las realidades sociales que se han descrito.


Cada mes, la Secretaría de Hacienda retiene las cuotas sindicales de 1.2 millones de maestros antes de transferir sus sueldos a los gobiernos estatales, quienes se encargan de pagarles.


Ese dinero es depositado directamente en la cuenta de la dirección del sindicato, que responde ante el Comité Ejecutivo Nacional, que a su vez responde solamente ante... Gordillo.


Según algunos cálculos -el gobierno se rehúsa a publicar cifras exactas- esto representa aproximadamente 10 millones de dólares al mes, o un poco más de 100 millones de dólares al año: su caja chica.


La administra con magnanimidad exquisita y cabeza fría. Y echa mano de ella en ocasiones para sus propios gastos, que no son pocos: varias casas y penthouses en la Ciudad de México y sus alrededores, una supuesta casa de lujo en San Diego, bolsas de mano que las mujeres de Park Avenue matarían por tener, y uno, dos o tres jets privados (comprados o rentados por el sindicato) dependiendo de sus necesidades en ese momento.


"La mayoría de los mexicanos la responsabiliza injustamente por el patético estado de la educación en México.


Así estaban las cosas antes de que ella llegara, y ningún secretario de educación ha tratado seriamente de derrocarla.


Al mismo tiempo, ella es el único punto de apoyo de la palanca en el que un Arquímedes educativo podría apoyarse para transformar la espantosa mediocridad de la educación en México.


Ella puede embrujar a cualquier interlocutor y exasperar a sus amigos más cercanos con su informalidad, su estilo caótico de trabajo y su increíble impuntualidad.


Al término de la jornada, si se juntan sus impuntualidades sumarían varias horas, mucho más allá de los extremos mexicanos.


Puede ser cariñosa y dulce con sus nietos y con 'sus maestros', pero de una arrogancia feroz con sus subordinados e inmisericorde con sus adversarios.


"Gordillo se halla en el atardecer de su pertinencia y poder, y probablemente será recordada más por sus vicios y por el daño que hizo que por el pluralismo y la modernidad que trajo al sindicato, o por sus esporádicos pero innegables esfuerzos por lograr reformas económicas y políticas indispensables para el país.


Si la sumisión ante los monopolios debe ser desterrada para que el país progrese, quizás el sindicato de maestros y Elba Esther Gordillo tendrían que figurar entre los primeros de la lista, seguidos por muchos otros, entre líderes sindicales, magnates y burócratas partidistas.


Nadie puede aquilatar la increíble falta de respeto por la ley que profesan los maestros del país sin concluir que si la sociedad en su conjunto hace lo mismo es en parte responsabilidad de aquellos y por tanto en parte de ella.


Ha dirigido al sindicato durante dos décadas: las fallas y culpas de éste, con sus aciertos, le corresponden".


Asimismo, he plasmado en tres pequeños libros -¿Y México por qué no? (FCE, 2008) con Manuel Rodríguez Woog; Un futuro para México (Punto de lectura, 2009) y Regreso al futuro (Punto de lectura, 2010) con Héctor Aguilar Camín- mis opiniones sobre el papel de Elba Esther en la educación y el sindicalismo mexicanos.


No tiene sentido reproducir aquí esas opiniones, de alguna manera resumidas en el texto citado. También he tenido la oportunidad de discutir estos temas con distintos grupos a lo largo y ancho de la República, durante los últimos dos años.


En principio conozco el punto de vista de Elba al respecto. A propósito de los libros con Aguilar Camín, los discutimos con ella en el programa de Foro TV en abril de este año, y, sobre todo, desde agosto del 2010, pudimos los autores realizar una veintena de reuniones en un igual número de ciudades con miembros y dirigentes del SNTE, solo posibles, obviamente, con la anuencia de su líder.


Leíamos allí, tal cual, lo que habíamos escrito en los libros de marras, y provocábamos primero rechazo e indignación, para luego, gracias a un par de horas de debate, terminar conviniendo que mucho de lo que los maestros respondían es cierto, y mucho de lo que nosotros criticamos lo era también.


Sobre el pasaje de mi libro dedicado a ella, se lo hice llegar en tres formatos diferentes, meses antes de la publicación en México; a mi pregunta por BlackBerry Messenger de si lo había leído y le había gustado, Elba respondió afirmativamente; agregó "se ve que me quieres", comentario que puede tomarse como irónico o sin mayor jiribilla.


El hecho es que el conjunto de mis definiciones sobre su persona y su liderazgo educativo y sindical han sido motivo de aceptación -con mayor o menor entusiasmo- de su parte y sin perjudicar o poner en riesgo una relación de casi 20 años.


Lo que siempre ha resultado más difícil, para mí por lo menos, es hacer política con Elba. Difícil no: casi imposible.


En las primeras etapas, en el Grupo San Ángel y hasta la elección de Fox en el 2000, como poco estaba en juego, las cosas fluían, aunque con un par de síndromes peculiares: la comprensible pero contraproducente tendencia de Elba para invocar siempre "los tiempos" como razón para aplicar en la política la táctica sindical por excelencia, esto es, llevar toda negociación hasta el último minuto, hasta el borde de la ruptura, para pactar con el mejor postor al último momento.


Y el corolario de esta propensión: mantener todas las opciones abiertas durante el mayor lapso posible. La negociación sindical, que Elba conoce y ejerce a la perfección, carece casi por principio de estrategia: no se construye, no se planifica, no se prolonga en el tiempo con largos preparativos.


Consiste en obtener lo máximo a cambio de lo mínimo, con un solo interés en mente: el bienestar de los representados: los maestros de México. Con toda razón y con todo éxito.


Para muchos maestros, México es un país con cada vez más pobres, con una clase media más pequeña y con docentes laborando en condiciones cada vez más adversas.


Pero en realidad, si nos atenemos a los números, el millón y pico de maestros del SNTE forman ya parte de esa inmensa clase media de la que tanto hemos hablado. Se lo deben en buena medida a Elba.


En mayo la revista Nexos incluyó un artículo de Sylvia Ortega que reproduce una encuesta realizada en 2010 entre maestros. El 80 por ciento tiene casa propia; 63 por ciento, un automóvil; 80 por ciento, un celular; el 74 por ciento, computadora en su casa; un 81 por ciento, internet.


Estos datos corresponden a una clase media urbana con un nivel de educación superior al promedio mexicano: 75 por ciento dice tener un título de una institución de educación superior dedicada a la formación pedagógica (qué tanto sirven las normales es harina de otro costal).


Quizás el dato más interesante de todos es su autocalificación: un asombroso 83 por ciento se autocalifica como "clase media".


En el caso de los maestros, tanto por su nivel educativo superior como por las realidades socioeconómicas descritas, el dato es más sustantivo que aspiracional.


Son cifras impresionantes para quienes siguen creyendo en el México rural, pobre, analfabeta, enfermo y premoderno de la época de oro de la educación cardenista.


Pero la contrapartida de la habilidad sindical de Elba es la radical ausencia de estrategia política, o si se prefiere, la incapacidad también radical de poner el enorme poder sindical al servicio de una causa, más allá de la personal.


En política se construye, se planifica, se preparan las cosas con larga anticipación; en política democrática y provista de sentido, existe una brújula, que es un programa, una agenda, una idea.


De todo esto Elba ha carecido siempre. No por falta de inteligencia, sensibilidad o compromiso, sino porque le gana, como es lógico, su vocación sindical.


La consecuencia de este predominio aplastante de la táctica sindical sobre la estrategia política fue para mí, en todo caso, la imposibilidad de jamás haber podido forjar y sostener una alianza política con Elba.


Renuncié a la Secretaría de Relaciones Exteriores a comienzos de 2003 para buscar ser candidato a la Presidencia, y porque Vicente Fox decidió no ofrecerme otra cartera.


La natural era la SEP. Al respecto, Elba fue transparente conmigo en dos aspectos, pero no en un tercero. Me insistió en que debía permanecer en la Cancillería, alegando que Fox me necesitaba (lo que era cierto), que ella no apoyaría en ese momento mi esfuerzo proselitista (también fue cierto), que no podía apoyarme como candidato a la SEP (en efecto, no me apoyó), pero no me dijo lo que a la postre resultó evidente.


Fui objeto de un veto suyo, por razones comprensibles: prefería a titulares más anuentes a sus deseos que yo. La prueba: hoy, el entonces secretario de Educación es jefe de la bancada de Nueva Alianza en la Cámara de Diputados, y hasta hace poco, su jefe era Jorge Kahwagi.


Ahora su jefe es la hija menor de Elba. Éste fue mi primer desencuentro político con ella, que sin embargo rápidamente quedó atrás.


El segundo fue más complicado, y dejó más secuelas. Hacia finales del año 2005, tres evidencias me habían quedado claras.


En primer término, no habría una candidatura sin partido a la Presidencia, ya que la Suprema Corte de Justicia había resuelto no revisar la constitucionalidad de su prohibición.


Dos, la dirección en funciones del Partido Alternativa Socialdemócrata y Campesina resolvió postular a Patricia Mercado a la Presidencia, y no había dios que los convenciera de otra opción.


Y tres, Dante Delgado, dueño de Convergencia, optó por la alianza con AMLO y el PRD, a decir verdad con bastante provecho posterior. De tal suerte que el único camino a la boleta para mí consistía en convencer a quien tenía la sartén por el mango: Elba.


Celebramos largas discusiones a finales de aquel año, primero solos, después con sus operadores: Mónica Arriola Gordillo, Alberto Cinta y Miguel Ángel Jiménez. Surgió una opción interesante: Nacho Irys, el dirigente de la llamada fracción campesina del partido socialdemócrata, estaba dispuesto a "darle un golpe de Estado" a Beto Begné y a Mercado; una vez tomada la dirección propondría una candidatura conjunta con Nueva Alianza (que contaba con el llamado registro condicionado) si Elba me postulaba a mí.


Empezamos a negociar: diputaciones, recursos y, principalmente, el apoyo de Elba y el SNTE para que Irys pudiera conquistar el partido.


Todo era miel sobre hojuelas, aunque el tiempo apremiaba, ya que el cambio de dirección en el PASC debía darse pronto para permitir el ulterior registro de una candidatura presidencial dentro de los plazos previstos por el Cofipe.


Cuál fue mi sorpresa cuando en plena negociación, durante el proceso de lucha interna en el PASC, me entero por la radio que Nueva Alianza acababa de designar a Roberto Campa como su candidato a la Presidencia.


Nunca me dio Elba una explicación, ni se la pedí, pero con el tiempo construí mis hipótesis de lo que había pasado.


Vicente Fox me lo aclaró con mucha vehemencia desde enero de 2005: consideraba que mi empeño en ser candidato, de resultar exitoso, perjudicaría al PAN, ya que cualquier porcentaje de votos que obtuviera en las encuestas y en las urnas sería en detrimento del candidato del partido.


Yo no compartía esa opinión, pero hasta la fecha sigo convencido de que la primera razón por la que Elba desistió de la maniobra que habíamos urdido fue la oposición de Fox.


La segunda se vería algunos meses más tarde. Como hoy se sabe, Elba buscó una negociación con el PAN y a la vez con AMLO para ver con quién podía lograr mejores posiciones para... sus agremiados: la preeminencia sindical de nuevo.


Ese trato lo llevaría hasta el mero final de la contienda, cuando optó por el famoso "Dame uno de tres": pedir un voto por Nueva Alianza, y dejar en libertad a sus seguidores a votar por quien quisieran para la Presidencia, pero no por el PRI o el PRD.


Para esa jugada, resultaba indispensable un candidato presidencial que se mostrara dispuesto a ello, y para ella yo no lo era. La negociación redundó en grandes beneficios para el SNTE.


Como la propia Elba lo reveló hace unos días, a cambio de apoyar al PAN, pudo ocupar cargos decisivos para el magisterio: la Subsecretaría de Educación Básica, el ISSSTE (que ya tenía) y una salida decorosa para el candidato de algún modo sacrificado: Roberto Campa.


Al principio, la nueva sorpresa de Elba me provocó una profunda ira; pero pronto di vuelta a la página sabiendo que así era la política con ella: sin cuartel, sin estrategia, sin garantías.


Ya después del día de la elección -estuve varias horas con Elba el 6 de julio mientras hacía sus llamadas a gobernadores, jefes estatales del Panal y dirigentes seccionales del SNTE- resolvimos dejar atrás los diferendos del momento y trabajar para lograr un objetivo que suponía yo, ahora sí, común: que Felipe Calderón me designara secretario de Educación.


Para ello necesitaba del apoyo de Elba, pero también del levantamiento de varios vetos poderosos que junto con Elba pude disipar.


En septiembre tuve la oportunidad de plantearle claramente al entonces Presidente electo mi deseo de ocupar dicho cargo; tomó nota, como se dice, y no volví a saber de él, ni antes ni después del 1o. de diciembre, aunque me había pedido apoyo para el litigio postelectoral en el frente internacional y se lo había brindado.


Lo vi una vez en todo el sexenio, durante 15 minutos el 20 de diciembre del 2006. Pero no por ello dejé de enterarme de lo que había sucedido con Elba a propósito de mi designación.


Mientras esperaba que me la pasaran en una llamada telefónica el 8 de noviembre del 2006, más o menos a las 12:30 hora de México, escuché a Elba contarle, probablemente a Miguel Ángel Yunes, que ante las intenciones de Felipe Calderón de nombrar a Juan Carlos Romero Hicks a la SEP, se sintió obligada a oponerse.


Sucedió lo mismo con Juan Molinar. Pero ya ante la propuesta de Josefina Vázquez Mota, a quien ahora desdeña, no le quedó más remedio que apechugar: "al fin, es mujer y debemos apoyarla".


Más allá de las inclinaciones de Calderón, mi suerte estaba echada. Elba insistió durante un par de semanas, sobre todo a través de filtraciones a la prensa, que sus dos candidatos a la SEP éramos Esteban Moctezuma y yo, pero en todo caso, lo hizo sin gran entusiasmo.


El último capítulo de la historia sucede en 2011, de enero hasta la fecha. Por un lado, como la propia Elba lo ha repetido, se propone buscar una opción ciudadana o independiente para el Panal para 2012.


Sus razones son sólidas: si no logra aumentar de manera significativa la presencia de Nueva Alianza en las encuestas, su poder de negociación será el mismo que seis años antes: cuatro puntos porcentuales y el aparato del SNTE.


También le atrae la idea de la coalición con el PRI y Peña Nieto, sin por ello volver al partido donde nació. Pero sabe que su margen de maniobra es reducido: sin candidato propio, vale los mismos cuatro puntos, y con la actual ventaja de Peña Nieto en las encuestas, ese porcentaje no pesa tanto.


Tampoco le disgusta la posibilidad de Ernesto Cordero por el PAN: le tiene respeto y afecto, a diferencia de Alonso Lujambio y de Santiago Creel; sin hablar, como el albañil, de Vázquez Mota. Su verdadera ilusión, sin embargo, su plan A, es Marcelo Ebrard.


Para ello, Elba contempla varias vías. La ideal consistiría en su postulación por toda la izquierda unida, a la que se sumaría el Panal. A estas alturas parece difícil.


La segunda alternativa consistiría en una división de la izquierda, con Ebrard por el PRD y AMLO por Morena: idea más descabellada que la primera.


Y la última, la que nunca muere, es Ebrard con el puro Panal, como candidato ciudadano: hasta Elba la ve cuesta arriba.


¿Cuándo va a optar entre estas opciones? Obvio: lo más tarde posible y en función de la oferta óptima para el sindicato. Afortunadamente, en esta ocasión yo estoy curado de espantos.


Elba ha insinuado, sugerido o telegrafiado en varias conversaciones públicas y privadas que, junto con Ebrard, yo figuraría en su escenario óptimo de posibilidades.


No carece de razón, salvo que si el jefe de Gobierno del Distrito Federal posee sus razones para declinar tal invitación, yo también las tengo.


Una candidatura ciudadana con el registro del partido de Elba enfrentaría tal reto de credibilidad y de opiniones negativas de entrada que sólo bajo circunstancias muy particulares pudieran ser superadas.


Se necesitaría prepararla desde ayer: recursos, encuestas, grupos de enfoque, "placeo", programa, grupo de integrantes distinguidos de la sociedad civil para arroparla, evaluación desde ahora de alternativas para el final del camino.


Todo esto se antoja contra natura para Elba: implica una estrategia, una decisión inicial que se mantenga contra viento y marea, obliga a cerrarse a otras opciones y optar por una desde el principio, no al término del periplo.


Exige una sana distancia de su parte: que el candidato o la candidata ciudadana de su partido no sea su candidato o candidata.


En una palabra, requiere que Elba Esther Gordillo deje de ser Elba Esther Gordillo. Ni siquiera una mujer tan inteligente y hábil como ella es capaz de esto.


Como ella lo sabe mejor que nadie, ha recurrido en las últimas semanas a uno de sus ardides preferidos. Le encanta, y lo ejecuta a la perfección.


Descubre, detecta o inventa un agravio: algo terrible, ofensivo, impropio de amigos y aliadas, que le causa un dolor casi insoportable: un chisme, una declaración, el nombramiento de un enemigo, el despido de un amigo, un recorte de presupuesto, el rechazo a una invitación nobody can refuse, un negocio realizado en sus dominios sin su autorización (¡aguas, Miguel Ángel!).


Construye luego su respuesta a la presunta ofensa: "como me hicieron x, no puedo menos que responder con y". Quien no discierna la verdadera secuencia de los sucesos sólo puede reclamarse a sí mismo su ingenuidad: primero vino la decisión de la ruptura o el cambio repentino de postura, enseguida el supuesto agravio orquestado ex post.


La táctica es racional. Proviene de la tradición sindical. Sólo se pueden efectuar los tremendos virajes de Elba, dignos de Mil Cumbres o La Rumorosa, si se cuenta con una explicación a la vez internalizada y verbalizable.


Ella la tiene. Pero no tiene algo, que a pesar del cariño entre nosotros a lo largo de los años, no puedo dejar de subrayar.


La maestra ha concentrado más poder que nadie en este país fuera del Estado, pero protegido por él. Tiene sólo dos parangones: Carlos Slim y Televisa (que no son, ni mucho menos, simétricos).


Elba ha construido un enorme poder político a partir del sindicato, que le ha traído enormes beneficios a sus "accionistas": la pertenencia de los maestros a la clase media mexicana.


Slim y los Azcárraga han hecho lo mismo, para gran beneficio de sus accionistas (en buena medida ellos mismos) y, a pesar de la sabiduría convencional, a favor de los usuarios.


Pero Elba no sabe qué hacer con el poder que ha acumulado, más que usarlo para favorecer a sus agremiados.


Aunque ha apoyado algunas reformas políticas y económicas importantes y ajenas a su gremio (con Fox y Calderón), su legado político será inevitablemente minúsculo, justamente por su predilección sindical y falta de sustancia política.


Pertenece a ese pequeño y notable grupo de mexicanos que se han farreado con un capital político descomunal, dejando poco a cambio, en tiempos recientes: Carlos Salinas, Cuauhtémoc Cárdenas, Marcos y Vicente Fox. Es un grupo selecto, sin duda. Pertenecer a él debe ser el orgullo de Elba, y su lamento.

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