sábado, 6 de agosto de 2011

Arte para sanar a Ciudad Juárez

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En ocasiones, el espacio que ocupa una noticia es inversamente proporcional a su importancia en el cuerpo social. Inversamente proporcional al bien que puede aportar a sociedades heridas de muerte, como la de ciudad Juárez, en la frontera mexicano-norteamericana.

Silenciosamente, para no ser presa del fuego cruzado entre narcos y sicarios, asociaciones civiles de Juárez, una de las más violentas ciudades del planeta, intentan combatir la violencia con el arte.

Es una labor ímproba y peligrosa. Ciudad Juárez es famosa por el horror de cuanto en ella acontece. Los feminicidios de Juárez, con miles de mujeres violadas, torturadas y asesinadas desde 1993, se han integrado desgraciadamente al paisaje urbano, cuya emigración en los últimos dos años supera los 250.000 habitantes.

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Sin embargo, hay gente que no se resigna. En 24 centros comunitarios de las zonas más pobres de esta ciudad de 1,3 millones de habitantes, un grupo de maestros vence sus terrores para impartir talleres de danza, escenificación de historias, música, teatro y canto, según recogió ayer el diario Mural, de Guadalajara.

Ya pasaron por las clases, que llevan apenas dos meses, más de 2100 niños y adolescentes. Si cuando llegan por primera vez se reciben a los golpes, habituados como están al lenguaje de la violencia en sus hogares y en las calles, a poco de convivir en los talleres aprenden a tolerarse.

Ni las disciplinas ni las edades de los asistentes son casuales. Los maestros piensan que si desde chicos se los forja en los valores de la paz, es más difícil captarlos para la violencia. La música, la danza, el teatro, el canto y la escenificación de historias, por otra parte, son disciplinas grupales.

Entre los maestros hay bailarines y artistas persuadidos de que el arte es sanador y muestra otros mundos posibles, sobre todo en una ciudad que se desmorona sin remedio.

La noticia es particularmente conmovedora por los testimonios de los maestros y los relatos de los chicos. Algunos cuentan que los niños llegan a los talleres en un tremendo estado de vulnerabilidad, al punto de no tolerar la cercanía física de otros chicos desconocidos. Su realidad es pertenecer a familias diezmadas por las ejecuciones criminales o por los crueles feminicidios a manos de un sicariato impune.

Empeñados en mostrar que es posible soñar con otras realidades, algunos maestros concluyen sus talleres con "Imagine", el bello himno de John Lennon que nos alienta a confiar en la utopía de vivir en armonía.

Las madres de La Bestia

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La noticia salió en un recuadro de un diario mexicano: las autoridades norteamericanas dicen que este año las muertes en la frontera con los Estados Unidos podrían batir el récord histórico. Estadísticas frías para decir que crecerá el número de inmigrantes centroamericanos muertos en su atrevimiento de soñar una vida mejor. Ello, si no se suman los muertos de los pueblos mexicanos fronterizos, como Ciudad Juárez.

México no cuantifica en cifras de hombres, mujeres y niños que se suben a La Bestia, o el Tren de la Muerte, que atraviesa el país azteca para llegar a los Estados Unidos. Sólo en enero, 72 hondureños fueron asesinados. Los que no mueren a manos del crimen organizado, lo hacen al caer del techo de los vagones donde viajan o quedan mutilados. Viajan casi tres semanas trepados a los techos de los vagones del tren y su identidad tiene un nombre: migrantes indocumentados.

Sin embargo, en esta latitud dolorosa y bella que es América latina hay siempre historias conmovedoras por narrar, que se suman a las de los propios migrantes en tránsito.

Televisa acaba de presentar un informe imperdible sobre un grupo de mujeres muy pobres, conocidas como "Las Patronas" (por ser nativas de La Patrona, en el Estado de Veracruz) que, tocadas por el drama de los inmigrantes centroamericanos, preparan bolsas de alimentos que arrojan luego a los vagones, al paso de La Bestia.

Hay arroz y frijoles cocidos, pan, agua y medicamentos en los atados que los centroamericanos reciben con los brazos estirados. Las escenas sobrecogen el alma.

Empezaron entregando veinte paquetes de comida en un día. Hoy ya son entre 150 y 200 en cuyo armado colaboran amigos y familiares de "Las Patronas". ¿Cómo es que nadie las propuso aún para el Premio Nobel de la Paz?

Lila Downs, una de las artistas mexicanas más sensibles a la cuestión inmigratoria que vive entre dos culturas (la mexicana y la norteamericana), ha compuesto un bello tema sobre la tragedia de los migrantes centroamericanos.

El Tren de la Muerte que traslada un promedio de 1500 inmigrantes por viaje hace sonar el silbato cuando se acerca al pueblo donde viven "Las Patronas". Los viajeros agitan los brazos desde el techo del tren o desde los coches de carga y las catorce mujeres arrojan las bolsas al tren. Hay que ver las caras de esas personas para comprender el terrible drama que viven.

Cuatro de cada diez viajeros de La Bestia son hondureños, tres de cada diez son guatemaltecos, y el resto proviene de Nicaragua y El Salvador.

Hasta 2008 los muertos en su intento por alcanzar el sueño americano fueron 5000 personas. Casi el 40% murió por deshidratación. Y el 3,4% de los muertos fueron niños.

ONGs y asociaciones de inmigrantes han empezado a aumentar las protestas y denuncias contra los asesinatos de inmigrantes en La Bestia.

El cine documental ya se ha prodigado con esta tragedia inenarrable. El actor Gael García Bernal se ha involucrado personalmente en una de las producciones.

Lo que preocupa a la minoría hispanohablante de los Estados Unidos es que cada vez más inmigrantes latinoamericanos engrosan las estadísticas de criminalidad en el país. Muchos de los que logran sobrevivir a La Bestia acaba con sus huesos en una cárcel norteamericana. Si la suerte los protegió de los abusos del lado mexicano, no los acompaña del lado estadounidense.

Tragedia de ser pobre y tener sueños en un continente tan rico como inequitativo.

Moody's y Fitch mantienen la máxima nota a EE.UU., pero no descartan una futura bajada

Economía

Las agencias de calificación, S&P's, Moody's y Fitch avisan de la lenta recuperación de la economía americana y ponen la presión sobre el Congreso para aplicar la totalidad del plan aprobado

Moody's y Fitch mantienen la máxima nota a EE.UU., pero no descartan una futura bajada
EFE

Estados Unidos ha evitado la suspensión de pagos, pero sus problemas de deuda siguen presentes. Las tres agencias que se encargan de analizar las deudas soberanas, Fitch, Moody's y Standard&Poor's, afirman que el pacto político en Washington puede no ser suficiente para mantener la máxima nota que todavía tienen los bonos del Estado de EE.UU.

Moody's y Fitch ya han anunciado que no bajarán la calificación de forma inmediata, gracias a la subida del techo de endeudamiento. Sin embargo, mantienen sus advertencias sobre el bajo crecimiento de la economía norteamericana.

«El acuerdo es un primer paso importante pero no el final de un proceso para elaborar un plan creíble para reducir el déficit presupuestario a niveles que permitan a EE.UU. mantener su nota "AAA" a medio plazo», así se expresaba Fitch en su último comunicado.

Standard&Poor's todavía no se ha pronunciado. A mitad de julio, esta agencia fue muy dura con el gobierno de EE.UU. y avisó que al no ser que se recortará el déficit en más de cuatro billones de dólares habría un 50 por ciento de posibilidades de bajar la nota del país aunque hubiera un pacto político. El plan aprobado por el Congreso preve unos recortes cercanos a los 2,5 billones de dólares.

El 18 de julio, la Casa Blanca reconoció que el Barack Obama estaba en contacto con las agencias de calificación para evitar la suspensión de pagos del país. El plan inicial del presidente para reducir el déficit ponía como objetivo los cuatro billones de dólares que S&P's recomendaba.

Una economía herida

Desde 1917, Estados Unidos nunca ha visto la calificación sobre su deuda rebajada. La última y única vez que el país americano se enfrentó a una posible bajada fue en 1995 ante una crisis similar a la actual. Entonces ambos partidos acordaron un plan de recorte del déficit, similar al actual, y las agencias retiraron sus amenazas.

La diferencia entre 1995 y 2011 es en el estado de la economía. A mitad de los años 90, Estados Unidos estaba creciendo y sus mercados mostraba signos de robustez. Hoy, el país sufre un crecimiento menor al esperado con unos mercados menos flexibles lastrados por la mayor crisis desdes el «crack» del 29.

Algunos economistas señalan que los actuales recortes aprobados por el Congreso podrían herir la economía al retirar dinero del mercado y así reducir el consumo.

En cualquier caso, no se espera que los inversores dejen de comprar deuda de Estados Unidos, considerada como unos de los valores económicos más seguros junto al dólar.

Washington pide unidad «para fortalecer la economía» tras la rebaja de S&P

Economía

La Casa Blanca reconoce que el debate «largo y hostil» sobre la subida del límite de deuda es uno de los factores por el que que la agencia Standard & Poor's ha decidido bajar su «rating»

Día 06/08/2011 - 20.40h

La Casa Blanca ha reconocido este sábado que el debate sobre la subida del límite de deuda, «demasiado largo y demasiado hostil», ha resultado ser uno de los principales factores para que la agencia Standard & Poor's decidiera rebajar la califición de la deuda soberana de Estados Unidos, por primera vez en su historia.

En una comparecencia ante los medios, el portavoz de la Casa Blanca, Jay Carney, abogó por incrementar los esfuerzos a la hora de aclarar «la voluntad, la capacidad y los compromisos» para «trabajar a la hora de combatir los desafíos fiscales y económicos más importantes».

En el primer comunicado de la Casa Blanca tras darse a conocer la degradación del «rating», Carney insistió en que lo importante ahora «es que los líderes electos se unan para fortalecer la economía y el equilibrio fiscal».

Tequila Party busca líder hispano

Tequila Party busca líder hispano

Por: Cristina F. Pereda

A los 47 millones de ciudadanos hispanos de Estados Unidos les hace falta un líder. Con cada convocatoria electoral demuestran que su capacidad decisiva aumenta. Y con cada ciclo político se dan cuenta que republicanos y demócratas están lejos de considerarles un grupo clave entre el electorado.

Uno de cada seis estadounidenses es hispano, pero están lejos de alcanzar la misma representación política. Las victorias de hispanos como Marco Rubio en Florida, Susana Martinez en Nuevo México y Brian Sandoval en Nevada todavía no son suficientes.

Tequila

El diario Las Vegas Sun mencionaba ayer por primera vez la posibilidad de crear un 'Tequila Party', un partido independiente que represente los intereses de la población hispana. El nombre ya ha despertado todo tipo de reacciones, pero se trataría de copiar la fórmula del Tea Party: nació como una fuerza independiente, desde abajo, y acabó agregado al partido republicano con importantes victorias en las últimas elecciones.

"No sé si ocurrirá", comenta Fernando Romero, presidente del grupo independiente Hispanics in Politics de Nevada a Las Vegas Sun. "Hay una discusión sobre cómo reforzar el voto latino".

Los ciudadanos también perciben el problema de la falta de representación. Según una investigación del Centro Pew Hispanic, el 64 por ciento de los encuestados no sabe quién es el líder latino más importante del país. Otro 10 por ciento responde que esa figura no existe. La encuesta, titulada "¿Un líder nacional hispano? El puesto está vacante", llama la atención sobre la falta de una figura política, cultural o del ámbito empresarial que represente los intereses de un grupo de población tan heterogéneo como el hispano.

La persona más mencionada por los encuestados -con un 7 por ciento- fue Sonia Sotomayor, juez del Tribunal Supremo, seguida del congresista de Illinois Luis Gutiérrez y el alcalde de Los Ángeles Antonio Villaraigosa. El cuarto fue el presentador de Univision Jorge Ramos, por delante de muchos activistas y líderes de la comunidad. Ninguno de ellos tiene influencia suficiente para defender los intereses de los hispanos en Estados Unidos.

Y mientras el puesto sigue sin ocupar, el electorado hispano sigue divido en cada convocatoria electoral. Los políticos saben de la importancia de conseguir su apoyo, pero no siempre responden con resultados a las promesas electorales. Los republicanos, a pesar de contar con más hispanos en sus filas, ya no comprometen su política nacional con el debate sobre inmigración. Y los demócratas, que cuentan con mayor apoyo entre los hispanos, tampoco se arriesgan.

Un Tequila Party podría repetir los logros del Tea Party, que ha conseguido 40 escaños en el congreso para sus candidatos, eso sí, bajo el partido republicano. Pero el desafío de un grupo hispano independiente está en cómo representar los intereses de los hispanos, cuando se trata de un grupo de población mucho más diverso y heterogéneo, también en intenciones políticas, que los seguidores del Tea Party.

Las Vegas Sun mira hacia atrás en su noticia hasta los años 60, cuando nació el Partido de los Jóvenes de Puerto Rico en Nueva York, Chicago y Filadelfia. Uno de sus fundadores, Carlos Muñoz, comenta cómo este partido, que nunca tuvo la oportunidad de convertirse en una fuerza política importante, sí abrió las puertas a legisladores mexicano-americanos.

"Los latinos ya no pueden permitirse el lujo de aislarse", declara Muñoz a Las Vegas Sun. "Lo que necesitamos, dada la realidad actual, es un nuevo partido progresista que sea independiente pero que incluya a todas las minorías y grupos étnicos".

Verdades y mentiras sobre la frontera

Verdades y mentiras sobre la frontera

Por: Cristina F. Pereda

Un campo abierto en la frontera entre San Diego y Tijuana representó en los años 90 la lucha contra la inmigración ilegal. Por el día se agrupaban en el lado Mexicano de la frontera cientos de emigrantes. En frente, California. Estados Unidos. Un futuro mejor. Y un puñado de agentes de policía. Cada noche cientos de personas echaban a correr en la oscuridad con dirección al norte. Les esperaban también peligrosas autopistas y traficantes de personas. Y la esperanza de alcanzar Los Ángeles.

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Comparativa de las detenciones en los diferentes puntos de entrada en 2000, en rojo, y en el año 2010, en azul.

Mucho ha cambiado en 18 años. Según un informe elaborado por el Center for American Progress, con sede en Washington, las detenciones en la frontera han descendido un 73 por ciento. En determinados puntos pronto rozarán el nivel nulo de entradas. La frontera entre Estados Unidos y México es más segura que nunca, y ahora la ‘Zona Cero’ está en Arizona. Allí también arrancó hace ya un año el debate más duro sobre la reforma de inmigración.

Distintas leyes aprobadas por distintas administraciones, desde Bill Clinton hasta Barack Obama, han incrementado el número de agentes desde los 3.300 que había en 1993 hasta los 22.000 actuales. Las 616.000 detenciones en Arizona en el año 2000 han descendido a 212.000 en 2010. Este año serán la mitad. En la década de los 90 los agentes trabajaban con camiones y focos para interceptar a personas por la noche. Hoy disponen de aviones no tripulados.

Doris Meissner, Comisaria de Inmigración de la administración Clinton, y Alan Bersin, que ahora ocupa ese cargo en el gobierno de Obama, participaron en un encuentro en Washington para explicar los comienzos de la lucha contra la inmigración ilegal a través de la frontera con México.

En 1993, el mismo año que Meissner se incorporó al gobierno de Clinton, el gobernador de Texas hizo un experimento en El Paso, fronteriza con Ciudad Juárez. ¿Qué pasaría si todos los recursos y autoridades fueran desplazados hasta ese punto de entrada? La ‘Operación Bloqueo’, como fue denominado este experimento, consiguió lo que se proponía: “el puerto de El Paso quedó cerrado”, recuerda Meissner. Su repetición un año después en la frontera entre San Diego y Tijuana dio los mismos resultados.

“Lo que hemos visto después es el mismo efecto que cuando estrujas un globo lleno de agua”, explicó Bersin. “Las rutas de entrada se han desplazado desde California hacia el Este y desde Texas hasta el Oeste”. ¿Qué queda en el medio? Arizona. El epicentro del debate político por el control de la frontera, la seguridad de los ciudadanos norteamericanos, cientos de inmigrantes víctimas de redes de tráfico de personas y de la dureza del desierto.

Un debate político alejado de la realidad

“Con la información que se publica actualmente, es como si la historia de los últimos 18 años de la frontera no hubiera ocurrido”, comentó Marshall Fitz, autor del informe. Punto de entrada de terroristas, un coladero de criminales, la violencia de México que acaba en Estados Unidos, un gobierno federal que no hace nada por solucionarlo... “Pero las detenciones detenciones por entrada ilegal en el país se encuentran en un máximo histórico y la criminalidad está en el punto más bajo de la década”.

Ambos expertos coincidieron en que la presión migratoria ha descendido a causa de la mala situación económica en Estados Unidos y porque la oferta de trabajo ya no es una garantía de futuro. Eso hace que este momento sea el idóneo para solucionar la situación en la frontera, según Bersin. “Puedes hablar con cualquier alcalde de las ciudades fronterizas, con los empresarios y te dirán lo mismo que demuestran los datos del FBI, que la tasa de crimen es la más baja de los últimos años. Eso debe formar parte de la conversación”.

El tenso debate político alrededor de la inmigración ha llevado a muchos a pedir un muro completo entre Estados Unidos y México. “Parece que ni siquiera el muro de Berlín sería suficiente para algunos republicanos”, comentó Bersin. Tal esfuerzo necesitaría además del apoyo de 45.000 agentes en la frontera, el doble de los desplegados ahora.


Marshall Fitz explica las conclusiones del informe.

“Creo que muy pocos norteamericanos estarían dispuestos a pagar por ese tipo de muro”, dijo Bersin. “La polémica en torno a la seguridad en la frontera hace pensar a muchos que está fuera de control, sobre todo a los que no viven en ella”.

“Tenemos que lograr difundir esa sensación de que las cosas han cambiado en la frontera. Los residentes allí ya lo saben, ya lo sienten, pero el resto del país no”, añadió Meissner. “En Arizona no hemos alcanzado el nivel de control deseado, pero el gobierno debe hacer un trabajo mucho mejor a la hora de compartir con la población las pruebas de que la situación ha cambiado en estos años”.

“Todas esas iniciativas que han logrado prácticamente cerrar la frontera desde California hasta Texas no funcionan simplemente con crear un muro”, apuntó Meissner. “Hace falta cambiar leyes, coordinar esfuerzos de diversas agencias federales, preparar agentes e invertir en recursos y el apoyo de los dos partidos políticos”.

Medidas que funcionan

Meissner explica el éxito de la estrategia adoptada estos últimos 18 años en seis elementos. El primero es disuadir las entradas mediante prevención. “Antes los agentes estaban a este lado de la frontera, esperando a que llegaran los inmigrantes e intentar detenerlos. Eso es una invitación al caos y a todo tipo de problemas”. La prevención también se basa en concentrar todos los recursos y en combinar tecnología y personal en los puntos de entrada en el país, no de manera igualitaria. El 20 por ciento de todas las entradas en los años noventa tenían lugar en El Paso, San Diego, Nogales y El Centro, pero tenían los mismos recurso que otros puntos sin apenas incidencias.

Meissner también decidió entonces involucrar al Departamento de Justicia y establecer programas de entrenamiento y comunicación entre las diversas agencias y las autoridades locales a uno y otro lado de la frontera. Además, el lugar más protegido debía ser siempre el puerto de entrada. “Ahí es donde debes facilitar las entradas legales y prevenir los cruces ilegales, pero es precisamente donde se juntan y unos y otros, de ahí la dificultad”, comentó.

Finalmente, la experta reconoció que la seguridad en la frontera siempre ha sido frágil. “Cuando cierras determinadas áreas, estás empujando a los emigrantes a zonas más arriesgadas y peligrosas”.

“En los noventa podías detener a 516.000 personas al año, pero sabías que el doble conseguían cruzar la frontera, subir caminando por las autopistas y acceder al sistema de transporte, que podía llevarles a cualquier punto del país”, comentó Bersin. “Nos ha costado una década, pero en 2011 alcanzaremos las 212.000 detenciones en Arizona y sabemos que el número de entradas será significativamente menor”.

Según los expertos, la construcción del muro siempre debió ir acompañada de otras medidas. Antes los agentes detenían al inmigrante y le ofrecían la deportación voluntaria -lo que favorecía nuevos intentos- o lo trasladaban al otro lado de la frontera con México. No había registros ni archivos informatizados con la identidad de las personas que querían entrar en Estados Unidos. Ahora cualquier detención va acompañada de un “historial de entradas” que permite a las autoridades determinar qué debe hacerse con el detenido.

Mientras, el debate político sigue lejos de esta realidad. Apenas se considera la dificultad de manejar una frontera de miles de kilómetros, 3.200 de ellos con un muro; los políticos dejan de lado el contexto económico y muy pocos críticos consideran que Estados Unidos ya gestiona, cada día, un millón de entradas legales al país.

Los expertos apuestan por recordar que las grandes oleadas migratorias y los momentos de más inmigración irregular coincidieron con la época de mayor creación de empleo desde la Segunda Guerra Mundial. La crisis económica y de empleo ha producido el efecto contrario, las entradas desde México se reducen cada año más y quizás sea este el mejor momento para llegar a un acuerdo y arreglar el sistema.

Una fosa por frontera

Una fosa por frontera

Por: Pablo Ordaz

Fosa
El Estado de Tamaulipas ya no es la frontera entre México y Estados Unidos. Simplemente es la frontera entre la vida y la muerte. ¿Quién manda allí? Desde luego no el presidente panista Felipe Calderón ni el gobernador priista Egidio Torré Cantú, quien llegó al cargo después de que un comando aún por identificar asesinara a su hermano Rodolfo y a toda su escolta, a plena luz del día y solo unas horas antes de unas elecciones que tenía virtualmente ganadas. Pero los jefes del crimen organizado no quisieron. Son ellos y solo ellos –el cartel del Golfo, el de los Zetas— quienes deciden verdaderamente quién gana y quién pierde, quién vive y quién muere.

Cada madrugada, sus sicarios, a bordo de lujosas camionetas y manejando fusiles de alto poder, se sitúan al borde de la carretera 101 que une la capital del Estado de Tamaulipas, Ciudad Victoria, con la fronteriza Heroica Matamoros. A la altura de San Fernando –ya por méritos propios el corazón del infierno--, dan el alto a los autobuses de línea, suben a ellos, eligen a punta de pistola a unas cuantas mujeres y a unos cuantos hombres, los bajan y, allí mismo, a pie de cuneta, las violan a ellas y a ellos los golpean y se los llevan. ¿Qué hacen con ellos? De la última fosa ya han sacado a 120.

Ahora, con cuentagotas, se va sabiendo lo que en esa carretera 101 ha venido sucediendo desde hace algunos meses. No porque lo hayan contado las autoridades, sino porque algunos chóferes de las líneas de autobuses y algunos supervivientes se han atrevido a hablar con los periodistas. “Mire el culatazo que me dieron”, cuenta a un periodista de El Universal una señora de Monterrey que viajaba en uno de los autobuses asaltados, “a todas las mujeres las bajaron, son unos perros desgraciados. A las chamaquitas, las señoras y señoritas ahí las desnudaban y violaban. Y a culatazos las subían a camionetas. A mí no me bajaron porque no podía caminar, por eso me pegaron”. Un chófer añade: “Esto ya venía de tiempo atrás. Nada más que uno no puede decir nada. Desde hace como mes y medio o dos meses ya nos paraban en la carretera, bajaban a la gente y se la llevaban”.

El silencio, la impunidad, la rabia de no poder hacer nada frente a 20 ó 30 sicarios perfectamente armados, perfectamente organizados, dueños absolutos del territorio. La ineficacia de las autoridades se pone aún más de manifiesto por cuanto en la zona donde están apareciendo ahora fosas repletas de cadáveres ya se produjo, el pasado mes de agosto, otro hallazgo macabro. Alertados por un superviviente, el Ejército encontró los cuerpos sin vida de 72 inmigrantes centroamericanos, asesinados junto a la tapia de una ranchería en San Fernando. ¿Por qué los mataron? ¿Quiénes fueron? Las autoridades oficiales carecen aún de respuestas y las autoridades reales no suelen conceder entrevistas. El caso es que aquel crimen fue atribuido a Los Zetas, un cartel especialmente sanguinario formado por desertores de élite del Ejército mexicano y que, antes de establecerse por su cuenta, trabajaron a sueldo del cartel del Golfo. Eso, según la teoría de las autoridades. Lo único cierto es lo que dicen las fosas. La dramática verdad que, a golpe de azadón, va contando la tierra.

ZETAS AJECUTAN A TORRE CANTÚ PEPE CARDENAS

Así suena la frontera...

Por: Pablo Ordaz

Hágame el favor de ponerse en situación: usted no vive en Madrid ni en Sevilla ni siquiera en la ciudad de México o en la preciosa San Miguel de Allende. Usted vive en cualquier ciudad del Estado de Tamaulipas, en la frontera con Estados Unidos. Pongamos que vive en Matamoros, donde hace unos días la Marina mató a un narcotraficante llamado Tony Tormenta, o en Ciudad Victoria, donde hace unos meses el crimen organizado –tal vez el cartel de Los Zetas, tal vez el cartel del Golfo—asesinó al candidato mejor situado para convertirse unos días después en gobernador del Estado. Usted va a hacer la compra en su coche y, de pronto, se encuentra con esto. Si usted viviera en Madrid, en Sevilla, en ciudad de México o en San Miguel de Allende, seguramente le hubiese dado un infarto o hubiese corrido a esconderse debajo de su auto. Pero recuerde que vive en la frontera más caliente del mundo. Allí donde la marihuana y la cocaína toman la ruta del norte y, a cambio, las armas de alto poder y los fajos de dólares viajan hacia el sur. Así que usted, ya curado de espanto, detiene su vehículo, prende el móvil y graba los sonidos de su ciudad. Se parece al final de la película Heat, pero no lo es. Es una refriega entre sicarios de dos carteles rivales y aquí las balas sí son de verdad. Así y no de otra forma suena un atardecer en Tamaulipas…

El despertar juvenil

John M. Ackerman

Jóvenes en demanda de acceso a la educación superior.


Urge una radical renovación generacional y ética de la clase política nacional. Es iluso imaginar que a partir de una serie de reuniones públicas televisadas los mismos políticos de siempre se despertarán y ahora sí trabajarán en función del interés público.

Lo que se necesita es un nuevo movimiento juvenil combativo y propositivo que sacuda a los políticos profesionales y prepare el camino para un relevo integral de la clase gobernante.


El movimiento tendría que ser verdaderamente nuevo y desplazar a muchas de las voces y organizaciones sociales actualmente “autorizadas” para hablar en nombre de la llamada “sociedad civil”. La renovación generacional debe aplicar no solamente para los políticos, sino también para la “comentocracia” y muchos de los dirigentes sociales que han envejecido y se encuentran desfasados.


A lo largo de la historia, México ha jugado un papel central en los procesos de transformación social a escala mundial. A principios del siglo XX, la Revolución Mexicana y la Constitución de 1917 establecieron las pautas para el nuevo constitucionalismo social que rápidamente se extendería a lo largo y ancho de Europa, y después al mundo entero.


Posteriormente, la materialización del proyecto revolucionario durante el sexenio de Lázaro Cárdenas, con la expropiación petrolera y el inicio del reparto agrario, demostró al mundo que era posible pasar de la propuesta a la acción para detonar una profunda transformación social desde el poder del Estado.


Durante los años 50, 60 y 70, México volvió a destacar en el escenario global por la fuerza de sus movimientos sociales en sectores tan diversos como los de maestros, ferrocarrileros, electricistas, campesinos y estudiantes.


Durante la década de los ochenta, la imposición de una lógica “neoliberal” en materia económica alrededor del mundo encontró una resistencia particularmente fuerte y consolidada en nuestro país. El movimiento que emergió fue tan fuerte que incluso en 1988 logró derrotar al partido en el poder, si bien la victoria de Cuauhtémoc Cárdenas finalmente fue pisoteada por el fraude orquestado por Carlos Salinas.


En la década de los noventa, el movimiento internacional en contra de los efectos de una “globalización” desigual e injusta tuvo su momento fundacional en el “Encuentro Intergaláctico en contra del Neoliberalismo y por la Humanidad” organizado por el Ejército Zapatista de Liberación Nacional durante el verano de 1996.


Las movilizaciones históricas durante la reunión de la Organización Mundial del Comercio en Seattle, EU, en 1999, y después en otros encuentros de la misma organización, así como del Fondo Monetario Internacional y el Banco Mundial, no se explican sin el ejemplo y la inspiración de los indígenas de Chiapas.


Hoy, México vuelve a destacar como un país ejemplar, ahora en materia de reformas legales para la defensa de los derechos fundamentales. Las reformas constitucionales en materia de transparencia, justicia penal, electoral, amparo y derechos humanos que han tenido lugar en los últimos años representan un cambio real y significativo en el marco legal del país.


Lamentablemente, hemos visto que las modificaciones legales significan muy poco si los individuos a cargo de las instituciones siguen trabajando de la misma manera corrupta e ineficiente que en el pasado.


La tragedia que hoy vive México en múltiples ámbitos (seguridad, educación pública, elecciones, empleo, salud, desarrollo social, etcétera) no es responsabilidad sólo de las “instituciones” de manera abstracta, sino de hombres y mujeres que han privilegiado sus propios intereses y compromisos por encima del bienestar general.


La necesaria transformación de México requiere en primer lugar de un relevo integral de los políticos actuales para dar cabida a nuevos liderazgos juveniles, solidarios, éticos y trabajadores.


La juventud mexicana se encuentra actualmente en crisis. Estudios recientes de la Coneval, el Instituto de Investigaciones Sociales de la UNAM y el Centro de Investigación Laboral y Asesoría Sindical coinciden en que el desempleo y la pobreza han aumentado en este sector.


Asimismo, la situación laboral para los que sí tienen empleo se vuelve cada vez más precaria ya que las nuevas políticas de contratación reducen sistemáticamente las prestaciones del sector juvenil. Los informes de la Organización de las Naciones Unidas reflejan que esta realidad de desprotección y exclusión juveniles no es privativa de México, sino que abarca al planeta.


Pero también existe una gran oportunidad histórica. Hoy gozamos de un “bono demográfico” sin precedentes en el que el porcentaje de población juvenil es más grande que nunca en la historia, y el promedio de edad de los mexicanos es de apenas 26 años.


Así que, de la misma manera en que los jóvenes se movilizaron en Egipto, Libia y España, las condiciones están listas para un movimiento similar contra la totalidad de la clase política en nuestro país.


Pero el brote de este movimiento de nuevo signo, que sobre todo debería reivindicar las demandas de los jóvenes menos privilegiados, de ninguna manera ocurrirá de manera automática o espontánea, sino que dependerá de las acciones y decisiones que tomen los actores sociales.


El futuro político del país no dependerá de los resultados de las elecciones de 2012, y mucho menos de la posibilidad de consensuar un candidato supuestamente “ciudadano” entre dos o más partidos, sino de la capacidad de los jóvenes para organizarse en sus comunidades, escuelas, barrios y centros de trabajo, así como para implementar nuevas formas de protesta social y plantear innovadores caminos para el desarrollo nacional.

No se aprende la lección

Orlando Delgado Selley

Barack Obama, presidente de E.U.

Cuando el estallido de agosto de 2008 se convirtió en una crisis profunda, la comparación con la gran depresión de 1929 fue obligada. Los primeros análisis planteaban que la trayectoria de esta crisis era incluso peor que la de aquella.

Utilizando como indicadores la evolución del producto, del comercio y de los índices de las bolsas de valores, la imagen que resultaba era que estábamos frente a una gran crisis. 18 meses después, en casi todos los países la recesión había terminado, lo que se explicaba por la decidida intervención de bancos centrales, de gobiernos e incluso de acciones gubernamentales coordinadas internacionalmente.

Justamente cuatro años después de aquel estallido, en este agosto de 2011, cuando se reconoce que estamos de nuevo frente a la misma crisis, la comparación ahora es con lo que pasó en 1937. En aquel año había iniciado el primer año del segundo mandato de Franklin D. Roosevelt en Estados Unidos. En su primer período, el déficit creció de 2 mil millones de dólares a 6 mil millones, lo que en términos del PIB de ese país significó pasar de 2% a 5%.

Eran los años de la gran depresión, y Roosevelt logró que en 1936 el PIB de Estados Unidos en términos reales fuera igual al de 1929, cuando estalló la crisis. El desempleo, que había llegado a 25% en 1932, se contrajo hasta 16% en 1936.

La gestión de Roosevelt fue muy criticada: la deuda pública había crecido de 20% a 40% del PIB y se le reclamaba que el gran déficit del gobierno era “fiscalmente irresponsable”. Los “expertos” advertían que esa irresponsabilidad llevaría a Estados Unidos a la bancarrota.

En la campaña para ser reelecto, Roosevelt reconoció la fuerza de sus críticos, y en su función de presidente sometió a la aprobación del Congreso un presupuesto para 1937 que proyectaba reducir el déficit a la mitad, básicamente con cortes en el gasto público. El resultado de esta política “fiscalmente responsable” fue una contracción de 10% del PIB.

A mediados de 1938 Roosevelt regresó al programa de gasto público deficitario, lo que permitió que Estados Unidos se preparara para la guerra. La economía estadunidense volvió a crecer, y para 1940 era 63% mayor que en 1929, al tiempo que el desempleo logró reducirse a 10%. Así como es claro que la crisis de 1929 tuvo mucho que ver con decisiones de política económica equivocadas, la recaída de 1937 también es explicada por errores de política económica.

La lección es clara, y hasta mediados de 2010 parecía que había sido aprendida por los hacedores de política económica. Este 2011 ha probado que la lección ha sido olvidada.

La crisis de deuda soberana en la Europa del euro se entendió como resultado de gobiernos de la periferia europea que habían sido fiscalmente irresponsables. Primero Grecia, luego Irlanda y después Portugal, fueron obligados a instrumentar programas draconianos para reducir el déficit fiscal por la vía de recortes en el gasto público.

Pero no sólo ellos lo hicieron. También Alemania, Francia y Gran Bretaña se comprometieron con programas de austeridad fiscal para llevar el déficit y la deuda pública a los niveles establecidos en el Tratado de Maastrich, es decir a un déficit fiscal equivalente a 3% del PIB y una deuda pública de 60%.

Naturalmente las economías de la Unión Europea resintieron los efectos de recortes en el gasto de varios puntos del PIB y, con la excepción alemana, redujeron sustancialmente su ritmo de crecimiento o incluso entraron en comportamientos recesivos.

Hacia mediados de 2010 se vivió una abierta contradicción entre las acciones de política económica de los gobiernos europeos y las de Estados Unidos. Mientras los europeos reducían el gasto, la administración de Barack Obama mantenía el programa de recuperación y de inversión productiva.

En las reuniones del G-20 esa contradicción impidió alcanzar acuerdos de alguna relevancia y quedó en una instancia meramente testimonial.
La misma contradicción se expresa en las decisiones de política monetaria del Banco Central Europeo (BCE) y de la Reserva Federal de Estados Unidos (FED). Mientras Ben Bernanke, gobernador de la FED, mantenía las tasas de interés en niveles cercanos a cero y aplicaba un programa de inyección de dinero a su economía por 150 mil millones de dólares mensuales durante seis meses, el presidente del BCE, Jean Claude Trichet, iniciaba una política de elevación de la tasa de interés.

Ya en 2008 había ocurrido lo mismo: en abril, cuando la FED decidió rebajar su tasa hasta 2%, el BCE las elevaba a 4.25% y mantenía el discurso de la austeridad fiscal.

El resultado de las elecciones intermedias en Estados Unidos terminó con la contradicción entre Europa y Estados Unidos. La amplia victoria republicana y la llegada de 80 representantes del grupo radical del Tea Party provocaron un corrimiento explícito entre los grupos políticos estadunidenses hacia las posiciones más conservadoras.

Obama aceptó que había que reducir el déficit fiscal, y propuso una reducción que no fue aceptada por los republicanos. El forcejeo continuó durante meses, hasta que los republicanos decidieron que la aprobación parlamentaria de la ampliación del techo de deuda pública, que durante más de 30 años había sido un simple trámite, era la oportunidad de doblegar al gobierno.

Apenas el pasado lunes, un día antes de llegar al fatídico 2 de agosto, los legisladores estadunidenses aprobaron un plan para aumentar el techo de deuda en 2.1 billones de dólares, a cambio de un programa para reducir 2.4 billones el gasto en un lapso de 10 años.

El acuerdo que evitó el desastre de que el gobierno de Estados Unidos no pudiese pagar a sus acreedores del mundo entero, provocó una catástrofe del tipo que se vivió en 1937.


Esta es la razón por la que los mercados han respondido con ventas de pánico, que han derrumbado las bolsas de valores.

Los grandes inversionistas y banqueros, esos a los que eufemísticamente llamamos mercados, han valorado que por las decisiones de los gobernantes de los países desarrollados, la economía mundial camina hacia el precipicio.

Por supuesto, de ello se ha derivado su decisión de mantener sus posiciones de tesorería lo más líquidas posible, sin importarle si eso complica aún más los escenarios próximos.

La historia se repite. La lección de 1937 no se aprendió. Lo malo es que quienes pagarán los platos rotos no serán los que toman las decisiones, sino los que no tienen nada que ver con ellas.

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